PREPÁRESE PARA SERVIR AL SEÑOR

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miércoles, 20 de junio de 2007

CAPÍTULO 1: CONCEPTO DE LA UNIDAD DE LA IGLESIA


Una definición de Unidad de la Iglesia.
No es fácil definir, con una terminología humana, aspectos de la obra de Dios cuya causa es subjetiva y espiritual. Sin embargo, una definición, aunque sencilla, siempre arrojará un poco de luz sobre aquello que queremos enseñar o aprender. Diríamos que la Unidad de la Iglesia es un acto divino y sobrenatural, por medio del cual el Espíritu de Dios, al introducir al individuo regenerado dentro del Cuerpo - La Iglesia (1 Cor. 12:13) - lo coloca, primeramente en una relación íntima y vital con Cristo, Su Cabeza (Juan 15); y segundo, en una posición definida dentro del Cuerpo y en relación recíproca con respecto a los otros miembros del Cuerpo. (1 Cor.12:14-18), en virtud del amor de Dios que ha sido derramado dentro de sus corazones. (Rom. 5:5; Col. 2:2).

La base de la Unidad de la Iglesia.
La base sobre la cual se sustenta la unidad de la Iglesia es la unidad de la Deidad: “Padre, así como tu estás en mi y yo en ti, permite que ellos también estén en nosotros” (N.V.I.). Existen tres diferentes personas en el seno de la Deidad ,y sin embargo, notamos entre ellas una unidad perfecta de afecto, mente y designio. En todos sus planes existe una acción conjunta en que los tres cooperan, como uno que son, para lograr sus objetivos.

La Biblia nos enseña que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo habitan en la Iglesia, porque están, de una forma personal y por medio de la fe, en cada uno de los corazones de los creyentes. De modo que, el Padre está en nosotros y nosotros estamos en el Padre, Jesucristo está en nosotros y nosotros estamos en Jesucristo, el Espíritu Santo está en nosotros y nosotros estamos en el Espíritu Santo. Por lo tanto, la Iglesia como “cuerpo” está en Cristo y Cristo en ella para el logro de una unidad inquebrantable, indestructible y permanente.

A esta Iglesia que está en Él y Él en ella, se le ha concedido tener “Su mente” (1 Cor. 3:16), y se le manda a tener el mismo sentir que hubo en Cristo (Fil. 2:5). Dios produce en la Iglesia, “así el querer como el hacer para que se cumpla su buena voluntad”(N:V.I) De tal forma que toda la personalidad de la Iglesia queda afectada por la morada interna de la Deidad conduciendo a cada uno de sus componentes a una actitud unánime para lograr la unidad del Espíritu.

La unidad de Cristo con la Iglesia es de carácter vertical. Se produce de arriba hacia abajo. Es la Cabeza la que busca la unión con su Cuerpo. Es el Cuerpo el que recibe la vida de la Cabeza. Sin Cristo no hay Iglesia, por lo que la iglesia que desplaza a Cristo muere. De igual forma que la cabeza está imposibilitada para llevar a efecto lo que piensa si no hay un cuerpo que, con sus miembros, la obedezcan, Jesucristo no podrá llevar a cabo sus planes salvíficos con este mundo, si no hay una Iglesia que sea capaz de obedecerlo y reflejarlo.

Es tan estrecha la relación que Cristo tiene que tener con su Iglesia que la compara con la relación existente entre los miembros de la Deidad: una relación insondable, incomprensible para la mente humana, pero perfecta, eterna y tan real como el sol que nos ilumina.

Cuando la Iglesia entienda que “sin Él” y “separados de Él nada se puede hacer”, ella se moverá con más conciencia hacia arriba buscando su Cabeza: dejará de pensar menos y permitirá que Cristo piensa más; dejará de moverse menos y permitirá que Jesucristo se mueva más en ella y por medio de ella; se anulará más para que Cristo sea el que crezca; se esconderá más detrás de la cruz y se crucificará con Cristo, para que con Cristo también sea levantada victoriosa del anonimato ante un mundo que no Lo conoce y el cual no Lo verá sino en ella y a través de ella.

El propósito de la Unidad de la Iglesia.
La unidad del Espíritu en el seno de la Iglesia tiene dos objetivos y genera dos efectos. Los dos objetivos son revelados por Jesús en Juan 17:21-23: 1º “Que el mundo crea”, y 2º “que el mundo conozca”. El primero se propone producir la suficiente fe en el mundo por medio de una percepción objetiva y práctica de esta verdad; el segundo se propone, por medio de una ilustración objetiva, traer el conocimiento que produce dos efectos: “Para que el mundo conozca que tú me enviaste” y “que los has amado como también me has amado a mi” . Esta verdad la podemos planear en forma sencilla:
Cuadro 1.

FE + CONOCIMIENTO = RECONOCIMIENTO DE QUE:

EL PADRE ENVIÓ AL HIJO
EL PADRE HA AMADO A SUS HIJOS, COMO A SU UNIGÉNITO HIJO.


La unidad de Su Iglesia es la tarjeta de crédito ante el mundo. A la Iglesia se le impone una suprema necesidad: producir la fe viva y el conocimiento recto de la verdad de Dios en un mundo ignorante del verdadero Dios. Es posible que, si hubiésemos entendido mejor las palabras de Jesús, hace mucho tiempo nos hubiésemos dado cuenta cuán errados hemos estado en cuanto la forma en que hemos querido que el mundo crea y conozca a Dios.

Gastamos recursos financieros en la evangelización de las almas, tenemos a cientos y quizás miles de misioneros alrededor del mundo, utilizamos la prensa, la radio, la televisión para explicar y dar a conocer el mensaje de Cristo, y sin embargo notamos que los resultados proporcionales no están equilibrados con la magnitud del esfuerzo que se hace. No quiero decir con esto que estoy en contra de tales inversiones y de tal actividad; las creo necesarias, imprescindibles; pero sería bueno detenernos en nuestra marcha y preguntarnos: ¿qué ve el mundo dentro de la Iglesia? ¿Qué es lo que el mundo oye hablar a la Iglesia? Mientras hablamos de fe a un mundo desesperado, ese mismo mundo no ve en la Iglesia su total dependencia de su Señor; mientras hablamos a las gentes, acerca del amor de Dios, nuestras propias actitudes, palabras y acciones se convierten en ondas que interfieren a sus oídos, y velos que cubren sus ojos; interferencias y velos que le impiden apreciar y reconocer, por medio de hechos objetivos, el amor que la Iglesia dice tener en su seno y profesarles a ellos. ¿Por qué digo esto? Por la sencilla razón de que todavía a estas alturas hay púlpitos, - esos lugares sagrados, destinados a proclamar “todo el consejo de Dios”- y hay diversos medios masivos de comunicación, - radio, televisión, prensa escrita -, que se han convertido en “ring de boxeo”, donde las palabras hirientes, las expresiones difamatorias contra líderes y organizaciones se traducen en rudos golpes lanzados contra un supuesto “contrincante”. Lo triste del caso es que hacen blanco, no en ese contrincante, sino, primeramente, en el mundo: un mundo que oye y cae, no de rodillas ante Dios y bajo la convicción de sus pecados, sino en el mismo infierno; un mundo que cae bajo el impacto del golpe contra la fe que debía nacer en él, y del cual no se recupera jamás. En segundo lugar, el blanco de esas palabras - golpes es la Iglesia que oye: la iglesia, que no recibe el conocimiento doctrinal para fundamentar y edificar su fe, sino prejuicios que afectan la sensibilidad cristiana de sus miembros; prejuicios que provocan que los creyentes se levanten contra sus propios hermanos en la fe, a los cuales ven como enemigos; prejuicios que atentan de lleno contra “la comunión de los santos”.

¿Qué se persigue?, ¿qué se logra? Solo juicio y condenación, porque al golpear la Iglesia se golpea a Cristo; al golpear la Iglesia se golpean a sí mismos lo que así proceden; al golpear la Iglesia impiden que el mundo crea y reconozca a Jesucristo dentro de ella; y los que así proceden tendrán que dar cuenta al Dueño de la Iglesia: Jesucristo. El Hno. Bruno Rady, presidente de la Iglesia del Nazareno en la Argentina, expresó ante un grupo de ministros aquí en Puerto Madryn las siguientes y acertadas palabras: “La base de las misiones es una Iglesia unida en el Espíritu porque para que el mundo crea tenemos que ser UNO como Cristo y su Padre son UNO”.

Quizás se me reclamará que generalizo, que no todos los cristianos obran igual. El asunto es que el mundo es el que no hace diferencia y ve en el proceder de unos pocos el proceder de todos. En la Biblia aparecen varios ejemplos de que el actuar de una parte del pueblo de Dios afectó a todos. Lamentablemente esta actitud ha estado dañando la labor misionera de la Iglesia a través de su historia y es imposible que permanezcamos en esta condición. ¿No es mejor recapacitar ahora, en estos momentos cruciales en medio de los cuales el mundo vive? ¿No sería más hermoso y efectivo que nuestro mensaje, en vez de encaminarlo contra alguien, lo encaminásemos a favor de Cristo? ¿No sería más positivo que, cada uno, desde la posición y lugar donde Dios lo ha colocado se preocupara por dar a conocer a Cristo y fomentar la fe de la Iglesia, contribuyendo con esto a la unidad del cuerpo y a la salvación de las almas?

Volquemos nuestra mirada a la Palabra, escuchemos lo que Dios nos habla, y entendamos que el propósito de Dios con la unidad de su pueblo no se llevará a cabo hasta que cada hijo de Dios aprenda a mirar a su hermano como su hermano y a la iglesia como el agente a través de la cual Él se da a conocer.

Naturaleza de la Unidad de la Iglesia.
La frase clave que la describe es “unidad del Espíritu”. Él es su fuente. La unidad es una capacidad de Él, promovida y generada por Él, pero dentro del Cuerpo. Espíritu e Iglesia se conjugan para producir la unidad. El Espíritu Santo es el agente activo que obra gloriosamente dentro del Cuerpo, la Iglesia, para producir la unidad; pero la Iglesia, dócil y maleable, participa también en este proceso, haciendo lo que el Espíritu le ordena, y recepcionando la bendición y los frutos. Es en la Iglesia donde el Espíritu Santo promueve las actitudes positivas que han de producir unidad. Veamos los siguientes cuadros.
Cuadro 2.CAUSAS Y NATURALEZA DE LA UNIDAD:

Unidos a Cristo-- Punto de convergencia-- Fuente de vida (Efe. 4:3)
Unidos por el Espíritu-- Factor Unitivo-- Agente motor (Ef. 4:3)
Unidos en amor-- Agente sacrificial-- Factor diluyente (Col. 2:2)
Unidos por los ministerios-- Elementos interactivos-- Factor edificativo (Efe. 4:6)

Cuadro 3
MANIFESTACIONES DE LA UNIDAD DE LA IGLESIA.

Personalidad afectada por la
...............Unidad de mente
..........................Unidad de Parecer
......................................Unidad de sentir
.................................................UNIDAD DE PROYECCIÓN.
Hech. 1:14; 2:1; Ro. 12:16; 1 Co. 1:10; 2 Co. 13:11; Fil. 1:27.

Pero para poder entender la naturaleza de la unidad es necesario dejar bien establecido tres aspectos:
primero: qué es la Iglesia, en el sentido estricto del término;
segundo: qué es la Iglesia como organismo;
y tercero: qué es la Iglesia como organización.

Estos temas serán tratados en los próximos capítulos.

8 comentarios:

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Luz y Verdad es un ministerio transdenominacional de enseñanza bíblica y teológica, dirigido particularmente a las iglesias locales, con el objetivo de edificar a sus miembros y preparar a sus líderes.

El ministerio fue fundado a fines de la década del 90, por el pastor y misionero cubano Luis Enrique Llanes Serantes, misionero de las Asambleas de Dios de Cuba y ministro de la Unión de las Asambleas de Dios en Argentina. Durante largos años, el pastor Llanes llevó las conferencias y seminarios Luz y Verdad a decenas de iglesias, en Argentina, particularmente en la región patagónica. Su partida a la presencia del Señor, el 7 de marzo de 2015, no ha sido impedimento para que el ministerio continúe en la actualidad, de manera más amplia, por el trabajo de sus hijos, que son los continuadores de esta obra,

Además de las conferencias, talleres y seminarios, el Ministerio Internacional Luz y Verdad cuenta con un sistema de estudios bíblicos, teológicos y ministeriales, que incluye: el Plan Alfa de Discipulado Básico, y el Instituto de Formación Ministerial Integral "Luz y Verdad", que cuenta con niveles ministerial: Básico, Intermedio y Avanzado, y con un programa de Bachillerato en tres niveles, y el curso Alfa para nuevos convertidos. Los materiales de estudio usados.

Luz y Verdad cuenta además con presencia en Internet, a través de una red de blogs, en los que aparecen escritos y recursos de edificación para los creyentes en general, y los líderes cristianos en particular.

El trabajo de edición corre a cargo de la hermana Alba Lys Llanes Labrada, hija del pastor Llanes, actual directora del ministerio, y del Instituto. La hermana Alba también aporta al ministerio, con sus escritos, sus conferencias, talleres y seminarios, así como con sus publicaciones personales por Internet.

Luz y Verdad mantiene la postura doctrinal propia de las Asambleas de Dios, en lo que atañe a los conceptos doctrinales fundamentales.

Usted puede comunicarse con la Lic. Alba Lys Llanes Labrada a: alballanes1964@gmail.com




El Ministerio Internacional Luz y Verdad y su servicio de publicaciones EDICI, están configurando una red de recursos propios que pone a disposición de los ministros y de los hermanos, con el propósito de edificarlos en las diferentes áreas del quehacer cristiano.

Se trata de la Red de Blogs Luz y Verdad. En ellos, usted encontrará estudios de carácter doctrinal, bíblico y ministerial, artículos sobre historia de la Iglesia, actualidad eclesial y secular, orientaciones didácticas y pedagógicas, y mucho más.

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