tag:blogger.com,1999:blog-60114446617785350112024-03-09T11:46:11.602-03:00LA UNIDAD DE LA IGLESIAUn libro sobre el controvertido tema de la unidad de la Iglesia, desde el punto de vista bíblico, así como del papel que juegan los dones y ministerios en el desarrollo de la unidad de la Iglesia.El pastor Luis E. Llaneshttp://www.blogger.com/profile/05500513164562547209noreply@blogger.comBlogger13125tag:blogger.com,1999:blog-6011444661778535011.post-44699534308245496852007-09-08T06:01:00.001-03:002014-11-06T23:04:20.300-03:00Acerca del libro y el autor<div align="justify">
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<span style="font-family: trebuchet ms; font-size: 180%;"><strong>El libro: La Unidad de la Iglesia. </strong></span></div>
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<span style="font-family: trebuchet ms; font-size: 130%;">Este libro, inédito en otros medios de publicación, ve la luz pública por primera vez en formato electrónico, en este medio. Es el producto de varios años de reflexión, análisis e investigación, del pastor Llanes. En cierto modo, es un libro no terminado, una especie de obra abierta, ya que está sujeto a nuevas ideas que se vayan añadiendo, y a las modificaciones que de ellas surjan. </span></div>
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<span style="font-family: trebuchet ms; font-size: 130%;">Tres son nuestros ruegos:</span></div>
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<span style="font-family: trebuchet ms; font-size: 130%;">Primero, al Señor, para que esta obra sea de bendición y de edificación para cada lector.</span></div>
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<span style="font-family: trebuchet ms; font-size: 130%;">Segundo, a cada visitante de esta página, que si así lo desea, deje por favor su comentario, opinión o información relevante. Estaremos muy agradecidos.</span></div>
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<span style="font-family: trebuchet ms; font-size: 130%;">Tercero, a aquellos que hagan uso de esta información, sólo pedimos que se citen debidamente los créditos de la misma, o sea, quién es el autor, cuál es el nombre de la obra, y qué sitio de internet la contiene. Desde ya, muchas gracias.</span></div>
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<strong><span style="font-family: trebuchet ms; font-size: 180%;">El autor: Luis Enrique Llanes Serantes </span></strong></div>
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<span style="font-family: trebuchet ms; font-size: 130%;">Nació en Pinar del Río, Cuba, en 1939. Ha sido pastor y maestro bíblico desde el año 1962, en que se graduó del Instituto Bíblico de las Asambleas de Dios, de Cuba, en Manacas, Las Villas.</span></div>
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<span style="font-family: trebuchet ms; font-size: 130%;">En su país natal, pastoreó varias iglesias, y se desempeñó como miembro del Comité Ejecutivo de las Asambleas de Dios, en diferentes cargos.<br /><br />Ejerció la docencia cristiana como profesor de diferentes programas de capacitación ministerial, y como conferencista bíblico en las iglesias locales. El Rev. Llanes fue el fundador y primer director de los Estudios Dirigidos de Superación Bíblica (EDISUB), el programa de preparación ministerial de las Asambleas de Dios cubanas. </span></div>
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<span style="font-family: trebuchet ms;"><span style="font-size: 130%;">Desde el año 1989, está trabajando como misionero en la República Argentina. Fundó, junto a su familia, la Iglesia "Misión Sur de Mendoza", de la Unión de las Asambleas de Dios, en la ciudad de San Rafael, en la provincia de Mendoza. Es profesor del Instituto Bíblico Patagónico, y fundador y director del ministerio transdenominacional "Luz y Verdad", que prepara líderes para las iglesias locales.<br /><br />El hermano Luis Llanes desarrolla un fructífero ministerio de predicación y enseñanza, así como una amplia labor como escritor de materiales bíblicos, teológicos y ministeriales.</span></span><a class="quickedit" href="http://www.blogger.com/rearrange?blogID=8461979169203352611&widgetType=Text&amp;amp;amp;amp;amp;amp;amp;amp;widgetId=Text1&action=editWidget" onclick="'return" target="configText1" title="Editar"></a></div>
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<span style="font-family: trebuchet ms;">A. Llanes<br /><br /><br />Esta obra es propiedad de Luis E. Llanes, Ministerio Luz y Verdad, Puerto Madryn, Chubut, República Argentina. Ha sido editado por Alba L. Llanes, Ediciones Cristianas Independientes (EDICI), Rancho Cucamonga, California, Septiembre de 2007:</span></div>
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<span style="font-family: arial;"><a href="http://alballanesedici.blogspot.com/"><span style="font-family: trebuchet ms;">http://alballanesedici.blogspot.com</span>/</a>.</span></div>
El pastor Luis E. Llaneshttp://www.blogger.com/profile/05500513164562547209noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6011444661778535011.post-59248581715343439142007-06-20T12:35:00.000-03:002014-11-06T21:53:35.386-03:00PALABRAS DEL AUTOR.<div align="justify">
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<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">En el año 1989, comencé a escribir los primeros apuntes sobre este tema de la Unidad de la Iglesia. Algunas de las notas fueron publicadas en esos tiempos en el periódico "Vida Abundante" de la Unión de las Asambleas de Dios, en Argentina. Desde esa época he estado enseñando sobre este tema en diferentes lugares del país. Poco a poco he ido ampliando y añadiendo notas al mismo.<br /><br />Tengo que aclarar y reconocer dos cosas. En primer lugar, este libro ha sido producto de la influencia de algunos autores clásicos del pentecostalismo tales como Oswald Carter, Donal Gee, Myer Peralman, Riggs, Horton, Duplesis, etc. El conjunto de sus puntos de vista, con el aporte de la Palabra escrita, fueron formando en mí conceptos personales que plasmo en esta obra. En segundo lugar, tengo que agradecer a la gran cantidad de pastores y hermanos, con los cuales he hablado, los que aportaron, con sus puntos de vista, elementos que me ayudaron a darle forma a mis conceptos sobre este tema fascinante. Entre ellos, ha habido pastores pentecostales y no pentecostales que me han sugerido ideas muy positivas, y de los cuales he aprendido mucho en relación con la obra del Espíritu y sus mecanismos para edificar la Iglesia de Jesucristo.<br /><br />Sé positivamente que algunos de los conceptos expuestos aquí no son nuevos, porque “nada nuevo hay debajo del cielo”, pero me place darle mi forma personal, matizada con ideas que sé positivamente, me fueron dadas por el Señor en mis estudios personales y producto de la experiencia de varios años en el ministerio.<br /><br />El libro se compone de dos partes: en la primera pongo énfasis al concepto escritural de lo que es la Iglesia como Cuerpo, ya que es en ella donde se produce la unidad. En la segunda, abordo el aspecto tan controvertido de los dones del Espíritu y los ministerios crísticos, ya que entiendo que no se puede hablar de unidad de la Iglesia prescindiendo de ellos. El contexto de la unidad lo conforman los dones y ministerios en toda la manifestación de la “multiforme gracia de Dios”, dentro del gran Cuerpo de Cristo llamado la Iglesia . A algunos de los dones y ministerios pongo más énfasis que a otros. Aquellos de los cuales se habla poco o nunca se definen, he tratado de explicarlos lo más explícitamente posible. A los otros más nombrados le dediqué menos espacio para no repetir tanto lo que ya se ha dicho en múltiples ocasiones. Todo esto lo he tratado de explicar en lenguaje llano y corriente, evadiendo terminologías teológicas complicadas o tecnicismos que impiden la comprensión del tema. Este libro es escrito para todos, porque lo que expongo es parte del Evangelio de Jesucristo, dado a toda criatura.<br /><br />Gracias, en primer lugar, al Espíritu Santo de Dios que ha puesto carga en mi corazón sobre este asunto, y me ha dado la oportunidad de ser canal de bendición a la Iglesia.<br /><br />Quiero agradecer a mi hija Alba por la ayuda que me prestó en la revisión preliminar de este material, y por sus sugerencias y aportes en el aspecto lingüístico y exegético, tanto en el griego como en el castellano. Agradezco al Consejo Pastoral de Puerto Madryn, (COPEM) por el aporte y ejemplo práctico que me han dado, ya que ellos son un ejemplo típico de unidad del Cuerpo, y de inspiración ministerial. Ellos demuestran a diario la capacidad y madurez que les caracteriza para mantener y fomentar la unidad de la Iglesia en este lugar. Gracias al pueblo latinoamericano para el cual va dirigido, en especial, este libro.<br /><br />Sé positivamente que en esta pequeña obra no está dicho todo sobre el tema. Solo quise aportar mi granito de arena para de alguna forma contribuir al mantenimiento de los logros que se han obtenido y para producir hambre de unidad en otros lugares, pero sobre todo para que Nuestro Señor Jesucristo, Soberano, Señor y Rey de la Iglesia pueda ser reconocido dentro de ella en sus formas múltiples de obrar. </span></div>
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<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">Luis E. Llanes.</span></div>
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<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">Ministerio Luz y Verdad.</span></div>
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<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">Puerto Madryn, Chubut, Rep. Argentina.</span></div>
El pastor Luis E. Llaneshttp://www.blogger.com/profile/05500513164562547209noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6011444661778535011.post-46852975586864298932007-06-20T12:33:00.000-03:002014-11-06T21:54:18.976-03:00PREFACIO A LA UNIDAD DE LA IGLESIA<div align="right">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">Por Luis E. Llanes.</span></div>
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<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">Si hay un momento crucial en la vida de la Iglesia, en el que es necesario hacer un replanteo serio del concepto de “Iglesia” es esta hora. Las razones son las siguientes: notamos un mover del Espíritu de Dios hacia la consolidación de la Unidad, manifestado dentro de una gran cantidad de siervos de Dios aquí en la Argentina. Estos testifican de la inquietud que Dios ha estado poniendo en sus corazones sobre este asunto que creen de importancia. Esta intranquilidad se ha traducido en la creación de los llamados Consejos Pastorales, en diferentes ciudades de nuestra nación. La experiencia, a través de varios años de su gestación, nos ha enseñado la importancia de estos Consejos dentro del plan de Dios en busca de la consolidación de la Unidad del Cuerpo. Aunque en algunos lugares han fracasado en el intento, producto de ni haber entendido el propósito de Dios con los Consejos Pastorales, en los lugares donde están funcionando debidamente, se ha producido un cambio sustancial en el cuerpo de pastores, en las congregaciones; un cambio sustancial con repercusiones positivas dentro de las ciudades donde están constituidos. Por otra parte, hay lugares que, aunque se está luchando por hacer real ese deseo, tal parece como inalcanzable y en otros ni el intento de alcanzarlo se manifiesta todavía.<br /><br />Sin embargo, en sentido general, notamos que hay un concepto muy vago de lo que es Iglesia. Y este aspecto es sumamente importante para que la unidad sea evidente y percutiva dentro de ella y en la sociedad. Sabemos que somos pastores, sabemos que somos parte de una congregación, sabemos que tenemos un ministerio y, dentro del todo, sin embargo, nos sentimos como solos, independientes, sin sentido de relación. Estamos tan ensimismados en nuestros propios asuntos que hemos perdido el concepto de relación que tanto necesitamos para poder llegar a lo que Dios quiere.<br /><br />En ocasiones sucede que dentro de la misma ciudad un ministro se debate en medio de una lucha campal contra los problemas de carácter espirituales. Todos tenemos ojos para notar la situación. Como espectadores de una película, vemos desarrollarse la historia dramática con un desenlace fatal. Después, todos tienen la respuesta, pero, cuando ya no hay solución; antes, nadie fue a dársela. En ocasiones, hasta un sentimiento de satisfacción morbosa surge furtivo de lo profundo de nuestro corazón traducido en palabras de reproches y críticas, cuando más bien estos hechos deberían rompernos el corazón de dolor, por el paladín caído y exclamar, como exclamó David por la caída de Saul: “¡Ha perecido la gloria de Israel sobre las alturas, cómo han caído los valientes” (1 Sam. 1:19) “Llorad por Saúl...” (1:24)<br /><br />Ante nuestros ojos transcurre la vida económica de un siervo de Dios. Todos lo notamos: no viste bien; sus zapatos están rotos; su familia, pasando necesidad; él, luchando solo para tratar de resolver los problemas familiares. Se produce una lucha interna: el ministerio con hambre o un trabajo remunerado sin ministerio - “Él debe venir y exponer su situación”, dice alguien. Pero “alguien” no lo haría tampoco si estuviera pasando la misma situación. - “El Pastor Fulano dejó el ministerio, ahora vende chupetines en la calle”, comentamos cuando viene el colapso. Pero nadie fue y se interesó por el Pastor Fulano para darle una mano.<br /><br />Alguien, un poco más sensible, se levanta con una posible solución, pero nadie le hace caso. Otro más decidido se dispone a hacer algo por iniciativa propia, pero lo hace solo como para que la gloria de haber hecho algo sea para él.<br /><br />Esto no solo pasa a nivel ministerial, sino a nivel de la Iglesia Local. Cada uno vive su vida. Cada uno aprendió de su Pastor a vivir su vida muy personal. Aprendió a no interesarse por nadie, pues la calidad de únicos les impide ver el resto de la familia, que aunque parte de ella y ella parte de él, sin embargo no la percibe porque no la discierne. La filosofía del “sálvese quien pueda” ha matado el espíritu de solidaridad cristiana. No hay Espíritu para ver estas cosas, y estas cosas, y otras mas, no hacen más que mostrar, cuan lejos estamos de saber, entender y discernir lo que es Iglesia. Se hace necesario, pues, hacer un replanteo bíblico y teológico de lo que es la Iglesia y su significado en el día de hoy.<br /><br />Para el católico romano, el concepto de Iglesia se pierde dentro de la filosofía del “lo creo porque lo veo y lo palpo”. Él puede ver, con ojos materiales, a un Cristo, que, aunque colgado de una cruz todavía, aún le inspira cierto grado de temor y respeto. Cuando está dentro del aquel templo enorme, alto, profundo, silente, calmoso, tranquilo, siente una sensación de seguridad y paz, aunque sea por un rato. Cuando ve a su sacerdote, vestido con su ropaje singular, exclusivo, propio y habitual, le inspira cierto grado de autoridad, y por lo menos, mientras la oveja ve a su pastor se siente segura. Cuando piensa en el Papa, cree que “el sucesor de Pedro” cuando habla, es Dios hablando por él y su fe parece agigantarse y cuando testifica, se llena la boca diciendo: ¡por esto soy católico!<br /><br />Pero todo esto es una mera falacia. Quitémosle al Cristo crucificado de delante de sus ojos, saquémoslo de dentro del templo, eliminemos la figura del sacerdote y anulemos su Papa, y el católico romano se vería en la más profunda de las confusiones, con su fe perdida sin saber donde colocarla, desorientado al no escuchar la voz “audible” de su pastor, náufrago en medio de un mar tempestuoso e inclemente, pidiendo auxilio sin tener a nadie que se apiade de él.<br /><br />Su concepto extremadamente objetivo de Iglesia fue golpeado “con ímpetu en aquella casa y su ruina fue muy grande”. Porque Iglesia no es una superestructura eclesiástica controlada férreamente por la voz “ex-cátedra” e infalible de un hombre. Iglesia no es un templo milenario o moderno, expuesto al deterioro del tiempo, el agua, el sol y el viento. Iglesia no es un mero grupo de creyentes sin concepto de relación dentro del todo. Iglesia no es un nido eterno de pájaros donde los pichones son “pichongueados” (alimentados) permanentemente por su madre. Iglesia no es un batallón de minusválidos, imposibilitados para vivir su propia vida, aún cuando le falte la silla y el bastón.<br /><br />Los neo-ortodoxos liberales creen que la Iglesia es producto de un proceso evolutivo que no tuvo su origen en Pentecostés. Se desarrolló desde la era patriarcal, siguió con Israel, después con la Iglesia novo testamentaria y hoy agrupa a todo el mundo que aunque no lo sepa son parte de ella, ya que todos somos hijos de Dios, y un Dios de amor no va permitir que nadie se pierda. Aunque ridícula esta posición, sin embargo algunos la sustentan apoyándose en las ideas universalistas en cuanto a la salvación. Ellos pierden a la Iglesia dentro de toda una filosofía humanística que lo que produce es una mera institución fraternal sin objetivos espirituales.<br /><br />Este tipo de Iglesia que ellos han creado, excluye por completo al fundador de la Iglesia, o sea Jesucristo. Incluyen a cualquiera, sea quien sea, tenga la religión que tenga sin la necesidad de cambio de conducta. Anulan el sacrificio de Jesús, el nuevo nacimiento, la vida de santidad de sus miembros y humanizan a una institución divinamente ordenada.<br /><br />Desde este punto de vista: ¿Para qué Iglesia? ¿Para qué murieron los mártires que la defendieron a través de la historia? ¿Para qué evangelio, si todos son hijos de Dios? Este tipo de Iglesia que los liberales y los neo ortodoxos han creado no es ni siquiera una caricatura grotesca de lo que el Nuevo Testamento nos revela. ¡Que se callen la boca estos que así piensan! No son más que “manchas en vuestros ágapes, nubes sin agua llevada de acá para allá por los vientos, árboles otoñales, sin fruto; dos veces muertos y desarraigados, fieras hondas del mar que espuman su propia vergüenza; estrellas errantes, para las cuales está reservada eternamente la oscuridad de las tinieblas” . ¡Que no hablen en nombre de un Cristo al cual han menoscabado, y de un Dios al cual han destronado! Excuso a los filósofos ateos. Pues al negar rotundamente la existencia de Dios lo hacen desde suposición completamente opuesta al cristianismo. Ellos, al menos, tienen el valor de defender sus ideas sin mezclarlas con nada. No excuso a los teólogos llamados cristianos, que al no entender cuestiones de la fe que se escapan a sus sentidos limitados, llenan el vacío con una variedad de conceptos netamente humanistas hasta el punto de comulgar con el enemigo, aceptando conceptos e ideas completamente anti-Dios y anti-Cristo.<br /><br />Esos conceptos falsos de grupo lo tienen la mayoría de las religiones que llamamos paganas o no cristianas, tales como el Budismo, el Islamismo, el Judaísmo, etc. Sin embargo, nada de eso es Iglesia.<br /><br />Dentro del protestantismo, incluyendo a aquellos movimientos que indirectamente surgieron en la época posreforma, hay una diversidad de conceptos variados de lo que es Iglesia. No todos estos conceptos están escritos, no todos son correctos tampoco. Nuestros teólogos, a través de la Historia, han concebido a la Iglesia desde el punto de vista de las vivencias experimentadas por sus antepasados y la aplicaron, invariablemente (salvo algunas excepciones) en su tiempo y en su lugar y eso es lo que nos han legado hasta hoy, y eso es lo que hoy estamos viviendo, con todas sus consecuencias... Nunca se detuvieron a hacer un análisis profundo del concepto de Iglesia. Han aceptado el dogma heredado y eso ha regido toda la teología eclesiástica. El concepto de Iglesia se ha ido deformando a través del tiempo y eso ha dado a luz una Iglesia, que no funciona como Iglesia, porque no tiene claro lo que es ella. Yo le animo a que haga una encuesta a veinte pastores, de cualquier denominación. La pregunta sería: ¿Qué cosa es Iglesia para usted? Usted se va a quedar asombrado del concepto tan superficial y vago de la mayoría (porque eso fue lo que nos enseñaron) y de otros, que ni conceptos tienen de lo que significa.<br /><br />Esto ha traído graves consecuencias:<br /><br />Primero: estancamiento o corte de la proyección y formato original de lo que el Espíritu Santo ha querido como Iglesia. Ha habido “cambios genéticos” en la Iglesia. Cada cual ha querido hacer su propia Iglesia de acuerdo con un formato propio. Estamos a dos mil años del formato verdadero legado por los apóstoles.<br /><br />Segundo: indiferencia de los miembros hacia el quehacer normal de la Iglesia, producto de la ignorancia del papel que juegan dentro del grupo. Al deshacerse el formato original, se inventó cualquier otra cosa. Vemos gentes congregadas, pero no funcionan como Iglesia de Jesucristo. Un alto concepto de irresponsabilidad hacia lo que debería ser el interés primordial de cada hijo de Dios. Pero todo derivado de lo mismo. Congregaciones dominicales, sermones dominicales, pero cristianos banales.<br /><br />Tercero: indiferencia casi absoluta entre Iglesias. Como cada una piensa que es “la Iglesia”, se desplazan una a las otras, porque no hay aceptación de aquello que no se parezca a ellas.<br /><br />Cuarto: y lo peor, espíritu de crítica destructiva, que utiliza todos los medios, desde el simple púlpito hasta las formas más sofisticadas de comunicación: televisión, Internet, etc. Palabras hirientes, golpes morales, descrédito mutuos, menoscabo ministerial, etc. Después se jactan de que son Iglesia de Cristo. Están predicando desde el mismo infierno, pensando que están en la gloria.<br /><br />Quinto: ignorancia y rechazo voluntario de toda la enseñanza bíblica sobre ética cristiana, porque aún cuando algunos la conocen, ella se convierte en una cuchilla que corta y duele. No conocen lo que es el amor fraternal, ni la compasión cristiana.<br /><br />Cuando se define con palabras lo que es la Iglesia, por regla general se responde: “es el grupo de creyentes lavados por la sangre de Cristo y transformados por el Espíritu Santo” . Otros: “es el cuerpo de Cristo Quizás otros, un poco más teólogos, expliquen el significado original de la palabra Iglesia, le añadan lo que ya saben y punto.<br /><br />Con el perdón de todos nuestros teólogos que mucho han hecho por la doctrina, no puedo dejar de decir que estas proposiciones tan simplistas, aunque tienen un contenido de verdad, por no ser la verdad completa, han producido la Iglesia que tenemos hoy: una Iglesia parcialmente Iglesia. Una Iglesia sin empuje vital. Una Iglesia ensimismada, aniñada y minusválida. ¿O no? Haga un paralelo de la Iglesia actual con la Iglesia de proyección neotestamentaria. ¿En qué se parecen? Sí, me dirás que la Iglesia primitiva no se puede tomar como modelo, porque era una Iglesia naciente y automáticamente me remites a la Iglesia que refleja la Epístola a los Efesios. Pero esto agrava más la situación de la iglesia actual: si la Iglesia actual es incapaz de compararse con la Iglesia terrenal, defectuosa y naciente de los primeros tiempos, mucho menos con la Iglesia celestial que Efesios nos muestra. ¿O es que la tuya ya llegó allá?<br /><br />A través de la Historia, Dios ha querido traer a la Iglesia al modelo entregado por él. Avivamientos diversos han despertado a la Iglesia produciéndose cambios sustanciales, con visión y vitalidad nueva han desplegado una labor tremenda, pero la influencia teológica sobre el falso concepto de Iglesia dio como resultado la organización de grandes grupos diferentes con gran cantidad de Iglesias locales con sus respectivos pastores sobre los cuales se han levantado líderes que como pequeños Papas, controlan, dirigen, mandan a los grupos ínter independiente.<br /><br />Esta actitud es la que prevalece hoy en muchas de las Iglesias llamadas cristianas. O sea, se ha constituido un tipo de Iglesia que, en cuanto su sistema organizativo, es una pirámide sobre cuya cúpula no está Jesucristo, sino el Hombre, sustituto de Cristo. En cuanto a su sistema de gobierno muchos de los líderes se han convertido en Señores de la grey, desplazando al Señor de la grey y, en cuanto a sus miembros, piezas postizas sin conceptos de relación y acción.<br /><br />Esta estructura eclesiástica ha impedido el fortalecimiento de la unidad espiritual por el énfasis desmedido del factor organizativo en desmedro de la Unidad espiritual. Esta situación ha contribuido a fomentar todos los males dentro de la Iglesia, parte de los cuales ya mencioné. Si no nos proponemos, con la ayuda del Espíritu de Dios discernir, descubrir, y reencontrarnos con las raíces, la Iglesia novo testamentaria, seguiremos funcionado sin resultados positivos en relación con el propósito de Dios en lo que concierne a la unidad espiritual de Su pueblo y al papel que juega dentro de esta sociedad delirante.<br /><br />La pregunta que necesariamente tiene que surgir en este punto es: ¿Qué es la Iglesia? ¿Cómo presenta el Nuevo Testamento a la Iglesia de Jesucristo?. Para definirla diré lo siguiente: “La Iglesia es un organismo visible, cuyos componente han sido regenerados por el Espíritu Santo y dentro del cual guardan una relación íntima y vital con Cristo, la Cabeza, y un vínculo estrecho de amor, trabajo y colaboración con los demás miembros de Cuerpo para edificarlo”<br /><br />En la mayoría de las declaraciones dogmáticas sobre la Iglesia, se presenta al componente humano como un ente pasivo que todo lo recibe, sin responsabilidad, ni compromiso con el resto, sin sentido de relación con los demás. Se ha creado una iglesia despersonalizada y sin identidad.<br /><br />Mucho menos se enfatiza su relación con la Cabeza sin la cual no existiría como tal. El sentido de relación hay que rescatarlo, hay que restaurarlo, para que la Iglesia pueda salir de su estado de niñez espiritual y se comporte como “persona mayor”. El sentido de relación nos hace entender que no vivimos separados ni independientes, que somos parte de un Cuerpo. Es este concepto de Cuerpo otro de los elementos que tiene que formarse o reformarse nuevamente. Solo una actitud corporativa nos ubicará en el lugar correcto, nos indicará qué somos, e imprimirá un sentido profundo de responsabilidad y compromiso dentro de la Iglesia. El sentido de relación corporal impide creer a la mano, que ella “es el cuerpo”, impide la independencia e indiferencia. Nos ayuda a vernos como un todo, donde cada uno solamente es parte, y parte que le es imposible vivir como si fuera un todo.<br /><br />Antes que nada tenemos que reconocer y conocer los vínculos que nos une a Jesucristo. En el patio de mi casa hay un gran eucalipto. La ramas de un extremo distan del otro extremo alrededor de doce metros. Las ramas enormes se yerguen sosteniendo a las ramas mas pequeñas de ambos lados. Cuando me siento en el patio a tomar el fresco de la tarde contemplo la multitud de pequeñas florecillas y semillitas que cunden el ramaje. Miles y miles. Tal parece que una de esas pequeñas semillitas nada tienen que ver con la otra de diez metros de distancia. Sin embargo, cada una pertenece al mismo árbol, vinculadas por las ramas y las ramas al tronco. Todos participan de la misma naturaleza y reciben del tronco la savia que les da vida.<br /><br />Ese espectáculo me arrojó luz en relación con los miembros de la Iglesia. Sí tenemos que ver, y mucho, los unos con los otros y, sobre todo, con Jesucristo nuestra CABEZA. Al lado de esta planta hay un olmo. Por ser de diferente naturaleza, aunque están cerca y aunque sus ramas a veces se entrecruzan con las del eucalipto, sin embargo, ni ellas ni su fruto son partes del eucalipto. El estar cerca no las hace parte una de la otra. Aunque su follaje se confunda con el eucalipto, por la diferencia de naturaleza, el olmo no es eucalipto ni parte de él, ni su fruto es el mismo. Todo por la diferencia de naturaleza. Si tú no te sientes parte del “todo” de la Iglesia, aunque te confundan, tu naturaleza es otra y no la de Cristo. Por eso no encajas. Pero si eres parte del Cuerpo, vas a buscar tu vínculo con Cristo, porque el imán atrae a los elementos de su naturaleza. Jesús declaró enfáticamente: “Como el pámpano no puede dar fruto si no estuviere en la vid, así mismo sin mí nada podéis hacer”.<br /><br />Después tenemos que reconocer y entender los vínculos que nos unen con los otros miembros de Cuerpo. Si somos hijos de un mismo Padre, somos hermanos. Si no te sientes hermano, eres hijo de otro padre. Con esta figura consideramos otro aspecto que urgentemente hay que rescatar, renovar y restaurar: el concepto de “comunión”. El Credo Apostólico reza de la siguiente forma: “...creo en la comunión de los santos...” La Iglesia primitiva revelada en los Hechos de los Apóstoles participaba de la perfecta comunión mutua entre los creyentes. La Iglesia es, mas que un lugar de comunión, es un estado de comunión. Esto no tiene que ver con distancia, ni lugar sino con el Espíritu que la produce, tiene que ver con el hecho de que la Iglesia universal está en comunión con Cristo y es esa comunión, la fuerza de atracción y base de nuestra comunión.<br /><br />Nuestra comunión no tiene nada que ver con nacionalidad, raza, etnias, lenguaje, sexo, etc. Jesucristo echó abajo todas las barreras que separaban a la humanidad y que tantos estragos han hecho fuera y dentro de la Iglesia. Del judío y del gentil hizo un solo pueblo, llamado Iglesia y todos sus componentes, en su calidad de hijos de Dios somos hermanos en Cristo. Este sentido de relación y este sentimiento filial nos ponen en capacidad para proyectarnos como uno que somos. En este contexto podemos entender las cuatro facetas que manifiesta o caracteriza un verdadero espíritu de unidad:<br /><br />1º. De carácter intelectual. Pablo nos dice que “tenemos la mente de Cristo” y nos exhorta a pensar “una misma cosa”. Esto se hace posible cuando tenemos un concepto de relación con Cristo bien claros. Solo un grupo “descabezado” piensa con su propia cabeza y no con la de Cristo. Por eso muchos no entienden el pensar del Cuerpo con su Cabeza. Todo le parece locura y no aceptan nada que no piense como piensan ellos. Una de las evidencias del concepto de relación dentro de la unidad del Cuerpo, es precisamente que nuestras ideas y pensamientos son cautivados por la mente de Cristo dando por resultado la uniformidad de pensamiento en sus proyecciones objetivas. Con este concepto de relación bien claros, hay una capacidad y docilidad para ir amoldándonos al pensar de Cristo a través del intercambio de ideas cuando se proyecta algo en común. En la discusión sana, en el análisis abierto, el Espíritu Santo va produciendo un pensamiento común; sus planes y propósitos son develados y la victoria en el trabajo y la lucha se hace una realidad experimental.<br /><br />2º. De carácter afectivo.- “Que sintáis una misma cosa”. ¿Es posible? Sí. El concepto de relación corporal no sólo afecta nuestra mente, sino que también todo lo que pensamos como Cuerpo se hace una realidad “síntica” en nuestro corazón. Somos envueltos en el sentir de Cristo mediante su Espíritu que mora en nosotros, que al fin y al cabo es el agente o fuente de la unidad. El Espíritu “hace carne” en la Iglesia el sentir de Dios para con Su Pueblo de tal forma que la voluntad de Dios toma la primacía en la Iglesia. Esta actitud echa por el suelo “mi opinión” , “mis pensamientos”, “mi voluntad”, “mis deseos”, para que se hagan una realidad la opinión de Cristo, Su voluntad y Su deseo para todo Su Pueblo. Mis intereses personales son supeditados a los intereses de Dios y su Cuerpo. Hay gozo en el corazón cuando la voluntad de Dios se hace real, cuando vemos los resultados y cuando vemos los beneficios compartidos.<br /><br />3º. De carácter volitivo.- “Dios produce en vosotros, así el querer como el hacer por su buena voluntad” “Unánimes entre vosotros, sirviendo al Señor”. El control que toma Jesucristo sobre nosotros y el control que nosotros le permitimos que Él tome es decisivo para que Dios pueda producir en nosotros lo que en nosotros no existe. “Él produce” porque en nosotros nada hay. Nuestra naturaleza humana es rebelde por naturaleza, no quiere lo que Dios quiere. Nuestra voluntad se revela a la de Dios, por lo tanto nos es imposible quererla. Me gusta más lo que yo quiero, lo que me interesa, lo que yo deseo, lo que me parece correcto. Por esto es necesario permitirle que Él sea el que produzca el querer la unidad, el querer la comunión para que el concepto de relación dentro del Cuerpo se haga una realidad y regule y mantenga estos elementos sin los cuales la Iglesia seguiría en su multiforme involución, como la nube que el viento deforma, transforma, reforma pero nunca le da forma permanente, hasta que se disuelve en el espacio y el tiempo.<br /><br />El espíritu unánime trae a la Iglesia un estado de paz y satisfacción. No hay cosa más gloriosa y que traiga efectos tan benefactores al Cuerpo que el testimonio interno del Espíritu que mora dentro, que nos hace experimentar el gozo de las victorias que juntos logramos para Dios. Esto es de un valor incalculable, que no se compra en un supermercado, porque es un don de parte de Dios, don que nos pone en capacidad amplia para caminar la “segunda milla” en aras del engrandecimiento del Reino de Dios aquí en la tierra.<br /><br />4º. De carácter dinámico.- Acción unánime y coordinada. Porque Dios produce en vosotros así el querer como el hacer por su buena voluntad” . “El hacer” es la evidencia de la obediencia. Es indiscutible que la demanda máxima de Dios es obedecer. Esto es algo que prioriza sobre todos los sacrificios que podamos hacer. Pero nos cuesta trabajo. Yo puedo obedecer por la fuerza o la obligación, pero este no es el tipo de obediencia que Dios demanda. Todos lo que hacemos forzados por las circunstancias no siendo movidos por el Espíritu de Dios, todo ello es vano. Lo que hacemos se desvanece, se disuelve, se envanece y se pierde. Nos sumimos, entonces, en un estado de frustración por el fracaso. Creemos que ese era necesariamente el resultado del esfuerzo y quizás del sacrificio. Pero no. El fracaso fue producto de los móviles y circunstancias que nos obligaron a hacer tales cosas.<br /><br />Cuando Dios produce en el corazón la disposición permanente para la obediencia, aún cuando se convierta en un sacrificio para hacerlo, ello trae resultados benefactores, tanto en lo personal como en lo colectivo. La victoria es asegurada, porque la acción está encuadrada dentro del plan de Dios canalizado a través del Cuerpo y a favor del Reino de Dios. Apreciamos y entendemos lo que es una acción corporativa, o sea donde cada miembro del cuerpo está comprometido y actúa con conciencia de relación.<br /><br />Creo que no hay otra forma de concebir la Iglesia de Jesucristo. Creo que este es el modelo de Iglesia que Dios quiere para nuestros tiempos. Dentro de este marco Dios se revelará con más amplitud, porque tendrá “un Cuerpo bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor” (Efesios 4:16) Pero es bueno llamar la atención al v. 15 donde dice: ...crezcamos en todo en aquél que es la Cabeza, esto es, Cristo”. Pablo aquí nos revela una Iglesia relacionada con Cristo, la Cabeza; relacionada con los demás componentes; comprometida con Cristo; comprometida con el resto del Cuerpo; realizando un trabajo unido y coordinado; una Iglesia con sentido de comunión y relación con un solo interés: edificar el Cuerpo en amor.<br /><br />Yo animo a los Consejos Pastorales constituidos que reafirmen su compromiso de permanecer en esa actitud de relación y comunión que son la base de la Unidad Corporal; animo a aquellos que están claudicando, por temores o prejuicios, que se despojen de estos sentimientos que tanto han dañado al Cuerpo y se decidan, como otros, a arriesgarse por la Unidad del Espíritu; y animo a aquellos que hasta este momento no les ha interesado este proyecto, que no es más que el proyecto de Dios para su Iglesia, que se decidan y den un salto de fe hacia la Unidad, porque este es el tiempo de Dios para “reunir todas las cosas, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así de los que están en el cielo como los que están en la tierra...conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad” (Efe. 1:10-11); “Porque todos vosotros sois UNO en Cristo Jesús” (Gál. 3:28).<br /><br />Desde esta perspectiva, les propongo este trabajo o proyecto y esperemos la bendición , el respaldo y la victoria de parte de Dios.</span></div>
El pastor Luis E. Llaneshttp://www.blogger.com/profile/05500513164562547209noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6011444661778535011.post-82528773277119171842007-06-20T12:19:00.000-03:002014-11-06T21:53:08.850-03:00LA UNIDAD DE LA IGLESIA: INTRODUCCIÓN<div align="justify">
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<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">A principios del año 1989, en nuestro viaje de Cuba hacia la Argentina, pasamos por Perú. Allí tuvimos la oportunidad de conocer al hermano Bruno Frígoli y a su esposa Frances, misioneros en ese país. Linda fue la amistad que fomentamos en ese tiempo corto de brusca transición para nosotros: un tiempo en el que ellos, en una forma paciente, longánime y comprensiva, supieron absorber el escape de toda la compresión anímica y sicológica reprimida de una familia de siete personas recién salidas de su propio país. Estos cuatro días en Perú me hicieron reflexionar mucho en relación a la familia cristiana, a la Iglesia. Gente como nosotros, procedentes de diferente país, diferente cultura, ahora en un país extraño, fuimos recibidas, atendidas, servidas y cuidadas por personas desconocidas hasta ese momento. El cuidado proporcionado fue tal que se convirtió en el sedante, la medicina restauradora y reanimadora que nos permitió entrar a la Argentina más relajados y tranquilos.<br /><br />Pienso y creo que no hay institución más hermosa y sublime sobre la tierra que la Iglesia, la familia de Dios. Una familia diseminada por todo el mundo que le da carácter universal a la Iglesia; una familia localizada en diferentes partes del planeta que le da a esa misma Iglesia su carácter territorial y local; una familia compuesta por personas que en lo individual son representativas de ese gran conglomerado llamado Iglesia, Cuerpo de Cristo, y que se reconoce como tal, cruzando por encima de todas las barreras y todos los prejuicios nacionales, raciales, culturales y sociales.<br /><br />Justo en esos días, el hermano Frígoli me entregó un estudio personal sobre el tema de la unidad de la Iglesia. Luego, estando ya en Argentina, el pastor Luis López, edirector de “Vida Abundante”, la entonces publicación vocero de la Unión de las Asambleas de Dios, me pidió que escribiera una serie de artículos para esa publicación. Ambos hechos me motivaron y animaron para estudiar y escribir sobre este tema. Al principio fueron solo unos apuntes que compartí, pero todo no quedó ahí. Dios me hizo entender tanta cosas que no me quedó otra alternativa que hacer algo formal y de mayor alcance.<br /><br />Una de las cuestiones que aprendí fue que la Unidad de la Iglesia es una doctrina cardinal enseñada ampliamente en la Biblia. Aprendí que ella es imprescindible para entender la naturaleza interna de la Iglesia, para comprender nuestra relación con ella, y para poder presentar a la Iglesia ante el mundo como un cuerpo bien desarrollado, maduro, capaz de ser el instrumento idóneo en las manos de Dios en el Plan Eterno de Salvación de la Humanidad. Aprendí que, sin un concepto íntegro de este aspecto que tiene que ver con la formación cualitativa y sustancial de la Iglesia, nos sentimos perdidos y sin objetivos dentro del Cuerpo, y que sin este concepto bien asimilado por nuestros corazones, la Iglesia quedaría reducida a un mero conglomerado de personas sin poder efectivo en su medio.<br /><br />Cuando consideramos la magnitud y la trascendencia de esta enseñanza, cincelada por el Espíritu de Dios en Su Palabra, tenemos que reconocer que la misma es compleja. Como humano, quizás no sea capaz de desentrañar todo lo que esto implica y exige, pero como hijo de Dios tengo una triple responsabilidad: primero: auxiliado con la luz que el Espíritu de Dios nos da, debo “inquirir en Su Palabra” , “cavar y ahondar” hasta descubrir, aunque sea algo, de lo que esta verdad encierra; segundo: con la ayuda que el mismo Espíritu nos da, poder transmitir, comunicar esa verdad para ayuda y edificación del Cuerpo y tercero, con la gracia del mismo Espíritu Santo, corresponder consecuentemente a esta verdad de tal forma que mi propia vida dé testimonio de que esa verdad está formada en mí.<br /><br />Podemos declarar que la Unidad de la Iglesia, como doctrina, es una de las verdades más difíciles de asimilar. Nuestra naturaleza humana se rebela contra ella, pues choca contra nuestro egoísmo, contra nuestra posición exclusiva, contra conceptos preconcebidos por el prejuicio y la ignorancia. Es difícil de asimilar, porque el Espíritu Santo, promotor de la unidad, exige una actitud humilde, un corazón abierto, un sentimiento de amor cristiano y la renuncia a los prejuicios que, cual muros, han estado separándonos a través de los años tratando de seccionar su Cuerpo.<br /><br />Tenemos muchas excusas para evadir nuestra responsabilidad: apelamos a la gran multitud de organizaciones cristianas, al fracaso de algunos líderes, a la incompatibilidad con movimientos que tienden a amalgamar “todo” sin detenerse a considerar la naturaleza de los elementos que utilizan para hacerlos parte de la Iglesia. Algunos se sienten inmersos en un mar de recelos que les impiden valorar las bendiciones de ver hecha realidad esta verdad revelada. Algunos se sienten tan temerosos de lanzarse a esta aventura, que se ven impedidos de experimentar en sus vidas la bendición que hay en la participación de la “comunión de los santos”. Pasan por alto que, a pesar del hombre con sus errores y a pesar de ellos mismos con todos sus prejuicios, el deseo de Dios para Su pueblo en este tiempo es fomentar y mantener un espíritu de UNIDAD, que refleje lo que Él es. Jesús, en su oración intercesora registrada en el capítulo 17 de Juan oró de la siguiente forma:<br /><br /><br />“No te ruego solo por estos. Ruego también por los que han de creer en mí por el mensaje de ellos, para que todos sean uno. Padre, así como tu estás en mí, y yo en ti, permite que ellos también que ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado Yo les he dado la gloria que mediste, para que sean uno, así como nosotros somos uno: Yo en ellos y tú en mí. Permite que alcancen la perfección en la unidad, y así el mundo reconozca que tú me enviaste y que los has amado a ellos tal y como me has amado a mi” . (Juan 17:20-23). (Nueva Versión Internacional.).<br /><br />Ahora bien, es necesario entender que cuando hablamos de unidad de la Iglesia, no nos referimos al concepto, - en el cual persisten todavía algunos círculos - que confunden el término unidad con unificación. Una cosa es la unidad de la Iglesia y otra es la unificación de las iglesias. La unidad de la Iglesia es una doctrina bíblica enseñada claramente por Cristo y por sus apóstoles; la unificación de las iglesias es un producto del esfuerzo humano para lograr lo que sólo el Espíritu Santo es capaz de hacer. <br /><br />La unidad de la Iglesia está inspirada y promovida por el Espíritu Santo; la unificación de las iglesias es una enseñanza alentada y promocionada por el hombre aunque le alienten buenas intenciones. En la unidad de la Iglesia, se establece a Cristo como la única Cabeza directriz que lleva a cabo su obra a través de un Cuerpo “concertado y unido entre sí”, por la cohesión que produce el Espíritu de Dios y el amor que la sensibiliza; en la unificación de las iglesias se establece como cabeza directriz a los hombres que llevan a cabo sus propios propósitos, a través de una superestructura eclesiástica con un barniz de cristianismo. La verdadera unidad de la Iglesia desplaza todo material ajeno y todos los cuerpos extraños que tienden a socavar el fundamento y envanecer su solidez; en la unificación de las iglesias la tendencia es amalgamar, mixturar, sincretizar, dar participación a todo cuanto huela a religioso, sea lo que sea, venga de donde venga, relajando y degradando así la imagen de Cristo al que confunden con cualquier otro “cristo”. La unidad de la Iglesia es inspirada por un solo Espíritu: el de Dios; la unificación de las iglesias está inspirada por un espíritu: un espíritu meramente humanista. La unidad de la Iglesia está fundamentada sobre una sola, sólida y consistente enseñanza: la cristiana; la unificación de las Iglesias está basada sobre una amalgama de filosofías que convergen todas en un humanismo ya religioso, ya irreligioso o ateo. Para sustentar la doctrina de la unidad de la Iglesia no es necesario “hacer una nueva teología para estos tiempos”, porque la unidad de la Iglesia está sustentada sobre una Teología bien proyectada, definida y hecha hace casi dos mil años atrás; una Teología que ha mantenido inalterable esta verdad a través de la historia hasta nuestros días. En fin, mientras que la unificación de las iglesias es, en su esencia, antropocéntrica, la unidad de la iglesia es de carácter cristocéntrico.<br /><br />Para poder alcanzar el objetivo divino con la unidad de la Iglesia, lo primero que debemos reconocer es que la enseñanza y la puesta en práctica de esta doctrina han estado en crisis durante centurias, dentro del Cristianismo. El no haberla entendido, el no haberla tenido en cuenta, ha afectado a lo largo de los siglos las relaciones filiales y la “confraternidad cristiana”. En vez de buscarse y reconocerse, los diversos miembros de la familia de Dios se alejaron y crearon alrededor de ellos un muro infranqueable que impidió el disfrute de una de las bendiciones mas grandes legadas por la Iglesia primitiva: “la comunión de los santos”. Pero también hemos de reconocer que el Espíritu de Dios ha estado trabajando dentro de su pueblo, - y ahora más que nunca - para que Jesucristo pueda encontrar un pueblo unido, que unido pueda recibirle y adorarle por toda la eternidad.<br /><br />¿Quién ha tenido la culpa? La ignorancia: ignorancia de la verdadera naturaleza y propósito de la unidad. Hemos creído que la unidad es la renuncia a nuestra identidad denominacional para aceptar un nuevo método de organización, bajo nuevos parámetros y bajo otra autoridad. La unidad trasciende estas cuestiones de carácter humano. A Dios, más que la fusión organizacional institucional, lo que le interesa es la fusión de los corazones de sus hijos; más que la pérdida de la identidad con una organización cristiana determinada, lo que le interesa es la identidad de cada denominación cristiana con Él; porque solo identificados con Él y unidos nuestros corazones en el amor de Cristo, habrá un objetivo unánime: dar a conocer a este mundo que el reino de Dios se ha acercado a ellos por medio de un pueblo representativo cuyo nombre predominante es CRISTIANO, por medio de una Iglesia a la cual Él no le puso nombre, sino a la cual llama solamente “mi Iglesia” (Mat. 16:18) y ante la cual “las puertas del infierno no habrían de prevalecer”.<br /><br />La verdadera unidad de la Iglesia es una unidad de carácter espiritual. La Biblia le llama “la unidad del Espíritu” (Efe. 4:3), enseñándonos que su fuente de promoción no es humana, aunque a través del humano se manifieste y se haga una realidad. La verdadera unidad no busca hombres perfectos para lograr una unidad perfecta; la unidad del espíritu es perfecta en sí misma aunque trabaje con hombres imperfectos pero que están en proceso de perfección y que en obediencia se proyectan hacia la unidad.<br /><br />Justamente esta es la idea que aparece en Juan 17:22,23. La RV 1960 traduce:<br /><br />“La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos y tu en mi, para que sean perfectos en unidad,..”.<br /><br />La Biblia de Jerusalén traduce:<br /><br />“Yo les he dado la gloria que me diste, para que sena uno como nosotros somos uno. Yo en ellos y tú en mi para que sean perfectamente uno...”<br /><br />La versión Dios Llega al Hombre lo plantea así:<br /><br />“Yo en ellos y tú en mí, para que lleguen a ser perfectamente uno”.<br /><br />La misma idea, aunque redactada con ciertas variantes sintácticas, Lacueva, en el Interlineal Griego - Español del Nuevo Testamento, vierte:<br /><br />“... yo en ellos y tú en mí, para que sean perfeccionados (completamente) hacia una misma cosa”.<br /><br />Y la Nueva Versión Internacional traduce:<br /><br />“Para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos y tu en mi. Permite que alcancen la perfección en la unidad”<br /><br /><br />Se hace sumamente difícil traducir la idea sustancial exacta, puesto que en castellano no existe una forma verbal que pueda traducir con precisión el concepto revelado por Cristo en sus palabras. Esto se debe a que estas tienen una profundidad espiritual no percibida por la razón humana. Sin embargo, esta unidad tiene características peculiares que analizaremos a la luz de la Biblia, para que, con la ayuda del Espíritu de Dios podamos comprenderla y alcanzarla.</span></div>
El pastor Luis E. Llaneshttp://www.blogger.com/profile/05500513164562547209noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6011444661778535011.post-73474310591149008072007-06-20T12:15:00.000-03:002014-11-06T21:59:50.287-03:00CAPÍTULO 1: CONCEPTO DE LA UNIDAD DE LA IGLESIA<div align="justify">
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<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><strong>Una definición de Unidad de la Iglesia.</strong><br />No es fácil definir, con una terminología humana, aspectos de la obra de Dios cuya causa es subjetiva y espiritual. Sin embargo, una definición, aunque sencilla, siempre arrojará un poco de luz sobre aquello que queremos enseñar o aprender. Diríamos que la Unidad de la Iglesia es un acto divino y sobrenatural, por medio del cual el Espíritu de Dios, al introducir al individuo regenerado dentro del Cuerpo - La Iglesia (1 Cor. 12:13) - lo coloca, primeramente en una relación íntima y vital con Cristo, Su Cabeza (Juan 15); y segundo, en una posición definida dentro del Cuerpo y en relación recíproca con respecto a los otros miembros del Cuerpo. (1 Cor.12:14-18), en virtud del amor de Dios que ha sido derramado dentro de sus corazones. (Rom. 5:5; Col. 2:2).<br /><br /><strong>La base de la Unidad de la Iglesia.</strong><br />La base sobre la cual se sustenta la unidad de la Iglesia es la unidad de la Deidad: “Padre, así como tu estás en mi y yo en ti, permite que ellos también estén en nosotros” (N.V.I.). Existen tres diferentes personas en el seno de la Deidad ,y sin embargo, notamos entre ellas una unidad perfecta de afecto, mente y designio. En todos sus planes existe una acción conjunta en que los tres cooperan, como uno que son, para lograr sus objetivos.<br /><br />La Biblia nos enseña que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo habitan en la Iglesia, porque están, de una forma personal y por medio de la fe, en cada uno de los corazones de los creyentes. De modo que, el Padre está en nosotros y nosotros estamos en el Padre, Jesucristo está en nosotros y nosotros estamos en Jesucristo, el Espíritu Santo está en nosotros y nosotros estamos en el Espíritu Santo. Por lo tanto, la Iglesia como “cuerpo” está en Cristo y Cristo en ella para el logro de una unidad inquebrantable, indestructible y permanente.<br /><br />A esta Iglesia que está en Él y Él en ella, se le ha concedido tener “Su mente” (1 Cor. 3:16), y se le manda a tener el mismo sentir que hubo en Cristo (Fil. 2:5). Dios produce en la Iglesia, “así el querer como el hacer para que se cumpla su buena voluntad”(N:V.I) De tal forma que toda la personalidad de la Iglesia queda afectada por la morada interna de la Deidad conduciendo a cada uno de sus componentes a una actitud unánime para lograr la unidad del Espíritu.<br /><br />La unidad de Cristo con la Iglesia es de carácter vertical. Se produce de arriba hacia abajo. Es la Cabeza la que busca la unión con su Cuerpo. Es el Cuerpo el que recibe la vida de la Cabeza. Sin Cristo no hay Iglesia, por lo que la iglesia que desplaza a Cristo muere. De igual forma que la cabeza está imposibilitada para llevar a efecto lo que piensa si no hay un cuerpo que, con sus miembros, la obedezcan, Jesucristo no podrá llevar a cabo sus planes salvíficos con este mundo, si no hay una Iglesia que sea capaz de obedecerlo y reflejarlo.<br /><br />Es tan estrecha la relación que Cristo tiene que tener con su Iglesia que la compara con la relación existente entre los miembros de la Deidad: una relación insondable, incomprensible para la mente humana, pero perfecta, eterna y tan real como el sol que nos ilumina.<br /><br />Cuando la Iglesia entienda que “sin Él” y “separados de Él nada se puede hacer”, ella se moverá con más conciencia hacia arriba buscando su Cabeza: dejará de pensar menos y permitirá que Cristo piensa más; dejará de moverse menos y permitirá que Jesucristo se mueva más en ella y por medio de ella; se anulará más para que Cristo sea el que crezca; se esconderá más detrás de la cruz y se crucificará con Cristo, para que con Cristo también sea levantada victoriosa del anonimato ante un mundo que no Lo conoce y el cual no Lo verá sino en ella y a través de ella.<br /><br /><strong>El propósito de la Unidad de la Iglesia.</strong><br />La unidad del Espíritu en el seno de la Iglesia tiene dos objetivos y genera dos efectos. Los dos objetivos son revelados por Jesús en Juan 17:21-23: 1º “Que el mundo crea”, y 2º “que el mundo conozca”. El primero se propone producir la suficiente fe en el mundo por medio de una percepción objetiva y práctica de esta verdad; el segundo se propone, por medio de una ilustración objetiva, traer el conocimiento que produce dos efectos: “Para que el mundo conozca que tú me enviaste” y “que los has amado como también me has amado a mi” . Esta verdad la podemos planear en forma sencilla:<br /></span><span style="font-family: arial;"><span style="font-size: 130%;"><strong>Cuadro 1.</strong><br /><br />FE + CONOCIMIENTO = RECONOCIMIENTO DE QUE:<br /><br />EL PADRE ENVIÓ AL HIJO<br />EL PADRE HA AMADO A SUS HIJOS, COMO A SU UNIGÉNITO HIJO.<br /><br /><br />La unidad de Su Iglesia es la tarjeta de crédito ante el mundo. A la Iglesia se le impone una suprema necesidad: producir la fe viva y el conocimiento recto de la verdad de Dios en un mundo ignorante del verdadero Dios. Es posible que, si hubiésemos entendido mejor las palabras de Jesús, hace mucho tiempo nos hubiésemos dado cuenta cuán errados hemos estado en cuanto la forma en que hemos querido que el mundo crea y conozca a Dios.<br /><br />Gastamos recursos financieros en la evangelización de las almas, tenemos a cientos y quizás miles de misioneros alrededor del mundo, utilizamos la prensa, la radio, la televisión para explicar y dar a conocer el mensaje de Cristo, y sin embargo notamos que los resultados proporcionales no están equilibrados con la magnitud del esfuerzo que se hace. No quiero decir con esto que estoy en contra de tales inversiones y de tal actividad; las creo necesarias, imprescindibles; pero sería bueno detenernos en nuestra marcha y preguntarnos: ¿qué ve el mundo dentro de la Iglesia? ¿Qué es lo que el mundo oye hablar a la Iglesia? Mientras hablamos de fe a un mundo desesperado, ese mismo mundo no ve en la Iglesia su total dependencia de su Señor; mientras hablamos a las gentes, acerca del amor de Dios, nuestras propias actitudes, palabras y acciones se convierten en ondas que interfieren a sus oídos, y velos que cubren sus ojos; interferencias y velos que le impiden apreciar y reconocer, por medio de hechos objetivos, el amor que la Iglesia dice tener en su seno y profesarles a ellos. ¿Por qué digo esto? Por la sencilla razón de que todavía a estas alturas hay púlpitos, - esos lugares sagrados, destinados a proclamar “todo el consejo de Dios”- y hay diversos medios masivos de comunicación, - radio, televisión, prensa escrita -, que se han convertido en “ring de boxeo”, donde las palabras hirientes, las expresiones difamatorias contra líderes y organizaciones se traducen en rudos golpes lanzados contra un supuesto “contrincante”. Lo triste del caso es que hacen blanco, no en ese contrincante, sino, primeramente, en el mundo: un mundo que oye y cae, no de rodillas ante Dios y bajo la convicción de sus pecados, sino en el mismo infierno; un mundo que cae bajo el impacto del golpe contra la fe que debía nacer en él, y del cual no se recupera jamás. En segundo lugar, el blanco de esas palabras - golpes es la Iglesia que oye: la iglesia, que no recibe el conocimiento doctrinal para fundamentar y edificar su fe, sino prejuicios que afectan la sensibilidad cristiana de sus miembros; prejuicios que provocan que los creyentes se levanten contra sus propios hermanos en la fe, a los cuales ven como enemigos; prejuicios que atentan de lleno contra “la comunión de los santos”.<br /><br />¿Qué se persigue?, ¿qué se logra? Solo juicio y condenación, porque al golpear la Iglesia se golpea a Cristo; al golpear la Iglesia se golpean a sí mismos lo que así proceden; al golpear la Iglesia impiden que el mundo crea y reconozca a Jesucristo dentro de ella; y los que así proceden tendrán que dar cuenta al Dueño de la Iglesia: Jesucristo. El Hno. Bruno Rady, presidente de la Iglesia del Nazareno en la Argentina, expresó ante un grupo de ministros aquí en Puerto Madryn las siguientes y acertadas palabras: “La base de las misiones es una Iglesia unida en el Espíritu porque para que el mundo crea tenemos que ser UNO como Cristo y su Padre son UNO”.<br /><br />Quizás se me reclamará que generalizo, que no todos los cristianos obran igual. El asunto es que el mundo es el que no hace diferencia y ve en el proceder de unos pocos el proceder de todos. En la Biblia aparecen varios ejemplos de que el actuar de una parte del pueblo de Dios afectó a todos. Lamentablemente esta actitud ha estado dañando la labor misionera de la Iglesia a través de su historia y es imposible que permanezcamos en esta condición. ¿No es mejor recapacitar ahora, en estos momentos cruciales en medio de los cuales el mundo vive? ¿No sería más hermoso y efectivo que nuestro mensaje, en vez de encaminarlo contra alguien, lo encaminásemos a favor de Cristo? ¿No sería más positivo que, cada uno, desde la posición y lugar donde Dios lo ha colocado se preocupara por dar a conocer a Cristo y fomentar la fe de la Iglesia, contribuyendo con esto a la unidad del cuerpo y a la salvación de las almas?<br /><br />Volquemos nuestra mirada a la Palabra, escuchemos lo que Dios nos habla, y entendamos que el propósito de Dios con la unidad de su pueblo no se llevará a cabo hasta que cada hijo de Dios aprenda a mirar a su hermano como su hermano y a la iglesia como el agente a través de la cual Él se da a conocer.<br /><br /><strong>Naturaleza de la Unidad de la Iglesia.<br /></strong>La frase clave que la describe es “unidad del Espíritu”. Él es su fuente. La unidad es una capacidad de Él, promovida y generada por Él, pero dentro del Cuerpo. Espíritu e Iglesia se conjugan para producir la unidad. El Espíritu Santo es el agente activo que obra gloriosamente dentro del Cuerpo, la Iglesia, para producir la unidad; pero la Iglesia, dócil y maleable, participa también en este proceso, haciendo lo que el Espíritu le ordena, y recepcionando la bendición y los frutos. Es en la Iglesia donde el Espíritu Santo promueve las actitudes positivas que han de producir unidad. Veamos los siguientes cuadros.<br /></span></span><span style="font-family: arial;"><span style="font-size: 130%;"><strong>Cuadro 2.</strong></span></span><span style="font-family: arial; font-size: 130%;">CAUSAS Y NATURALEZA DE LA UNIDAD:<br /><br />Unidos a Cristo-- Punto de convergencia-- Fuente de vida (Efe. 4:3)<br />Unidos por el Espíritu-- Factor Unitivo-- Agente motor (Ef. 4:3)<br />Unidos en amor-- Agente sacrificial-- Factor diluyente (Col. 2:2)<br />Unidos por los ministerios-- Elementos interactivos-- Factor edificativo (Efe. 4:6)<br /><br /><strong>Cuadro 3 </strong><br /></span><span style="font-family: arial; font-size: 130%;">MANIFESTACIONES DE LA UNIDAD DE LA IGLESIA.<br /><br />Personalidad afectada por la<br />...............Unidad de mente<br />..........................Unidad de Parecer</span><span style="font-family: arial; font-size: 130%;">......................................Unidad de sentir<br />.................................................UNIDAD DE PROYECCIÓN.<br />Hech. 1:14; 2:1; Ro. 12:16; 1 Co. 1:10; 2 Co. 13:11; Fil. 1:27.<br /><br />Pero para poder entender la naturaleza de la unidad es necesario dejar bien establecido tres aspectos:<br />primero: qué es la Iglesia, en el sentido estricto del término;<br />segundo: qué es la Iglesia como organismo;<br />y tercero: qué es la Iglesia como organización.<br /><br />Estos temas serán tratados en los próximos capítulos.</span></div>
El pastor Luis E. Llaneshttp://www.blogger.com/profile/05500513164562547209noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-6011444661778535011.post-48810937894235017192007-06-20T12:13:00.001-03:002014-11-06T21:52:42.388-03:00CAPÍTULO 2: MATERIA PRIMA PARA LA UNIDAD<div align="justify">
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<span style="font-family: arial;"><span style="font-size: 130%;"><strong>¿Qué es la Iglesia?</strong><br /><br />Para responder a esta pregunta se han dado varias respuestas. Se ha dicho que la Iglesia está compuesta por todos los que han creído en Jesús como su salvador personal y han sido lavados en su sangre. Otros la describen como el conjunto de creyentes en Cristo Jesús que han sido regenerados por el Espíritu Santo. Estas y otras definiciones son correctas, pero contienen solo parte de la verdad. Ellas solo describen la obra del Espíritu Santo en el creyente, pero no describen qué es el creyente dentro de la Iglesia, pasando, así, por alto algo tan vital como las relaciones de éste con Cristo, la Cabeza y las relaciones con los otros miembros del Cuerpo. Son definiciones correctas, pero no completas, ni en su aspecto formal ni en sus repercusiones prácticas, porque con este sentido solamente tienden a producir creyentes pasivos y sin proyección de crecimiento.<br /><br />Si analizamos la enseñanza bíblica, podemos definir la Iglesia de la siguiente forma:<br /><br />Es un organismo visible, redimido por Cristo, regenerado por el Espíritu Santo, dentro del cual cada miembro guarda una relación íntima y vital con Cristo, Su Cabeza, y un vínculo estrecho de amor y colaboración con los demás miembros.<br />La palabra Iglesia, designa una colectividad de individuos llamados del mundo, en la cual todos conviven, se relacionan, se desarrollan, trabajan con un propósito bien definido, un objetivo bien marcado. Este propósito o fin es común a todos sus miembros, de tal forma que todo el esfuerzo empleado va encaminado a lograrlo. En esta empresa, todos y cada uno somos responsables. No podemos evadirnos. No podemos vivir dentro indiferentes, porque esta actitud nos convertiría en agentes extraños, en piedras de tropiezo, en estorbos, en barreras obstaculizadoras, en ramas infructuosas destinas a la poda y al fuego. Nuestra mente, nuestro corazón, nuestra voluntad deben estar embargadas por la conciencia del carácter divino y glorioso de que está revestida esta institución, del carácter divino de su vocación y del destino eterno al cual está llamada.<br /><br />A Dios le ha placido hacer parte de Su Iglesia con todas sus características sublimes, a hombres sujetos, todavía, a debilidades para colocarlos en una posición honrosa y emplearlos en una empresa dignísima de la cual son inmerecedores. Esto implica la vigilancia constante de nuestras actitudes, sentimientos y aún pensamientos.. Un pensamiento obstinado, un sentimiento orgulloso, una actitud incoherente una acción carnal pueden ser causa de incisiones dentro del Cuerpo motivando con ello resentimientos amarguras y divisiones.<br /><br />Hemos alcanzado, hemos hecho muchas cosas, hemos edificado tanto en el orden material como espiritual. Pero cuando hagamos una evaluación de lo que hemos hecho debemos preguntarnos: ¿a quién se lo debemos?. Quizás, de una forma muy sutil oigas una voz interior que te dice: ¿no es esta la gran iglesia que he levantado y el gran templo que yo edifiqué con la fuerza de mi poder y para la gloria de mi nombre?. Pablo responde: ¿Porque, quién te distingue? ¿o qué tienes que no hayas recibido. Y si lo recibisteis, por qué te glorias como si no lo hubieras recibido? Ya estáis saciados, ya estáis ricos, sin nosotros reináis...” (1Cor. 4:7-8)<br /><br />Sin embargo, ¿A qué viene nuestro orgullo? Lo que somos lo debemos a Él, SOLO A ÉL. Esto es para que no pensemos en nosotros y solo en nosotros. ¿Es que acaso podemos vivir dentro de esta colectividad indiferentes, independientes, altivos, vanagloriosos, creyendo que somos únicos?; ¿es que todavía creemos que lo que hacemos, sea bueno o malo, no va a repercutir ya positiva o negativamente dentro del Cuerpo?. Es imposible mantener una actitud de “único” y de “señor” dentro de la Iglesia porque para ella solo se ha levantado un Señor único , y ese es Jesucristo el hijo de Dios. Esta posición no la logró mediante una actitud altanera, sino mediante una actitud de humildad a la que se nos manda a imitar. Confrontémonos, pues, con la Palabra, evaluemos nuestra actitud y busquemos nuestra posición: “Haya, pues, en vosotros este mismo sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres, y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz” (Filp. 2:1-89). Otra actitud que no se ésta, implica una actitud vanagloriosa y contenciosa (Fil. 3:3), que golpeando indiscriminadamente contra la unidad del Cuerpo afectará, socavará, seccionará y matará a los miembros más débiles.<br /><br />Solos no constituimos la Iglesia y mucho menos nos hace dueños de ella. El consejo sano es que busquemos nuestra posición dentro de la misma, que descubramos nuestra vocación personal y que actuemos consideradamente y consecuentemente; en esta forma nos constituiremos en instrumentos gloriosos en Sus manos. Evidentemente, esta posición, en un espíritu de amor y humildad, contribuirá a la cohesión, estabilidad y victoria.<br /><br />La Iglesia es, pues, el medio en el cual nacemos, en el cual nos desarrollamos y crecemos, desde el punto de vista espiritual. Es el lugar provisto por Dios para dar y recibir; edificar y ser edificados, ser útiles a Dios y a nuestros hermanos: Es la Iglesia el lugar donde se consuman todas las ansias y anhelos sublimes de todo hijo de Dios. Con este sentimiento lograremos el mantenimiento de la unidad.</span></span><span style="font-family: arial;"><span style="font-size: 130%;"><strong>La iglesia como un organismo.</strong><br />¿Qué es un organismo? Es el conjunto de elementos: miembros, órganos, tejidos, células que tienen vida y actividad propia. Todos ellos dependientes uno de los otros para su subsistencia y cuya vida depende de un elemento vital que lo satura todo. Un órgano solo, un miembro solo no compone un organismo. Cualquiera de ellos, separados del conjunto muere. Para ilustrar esta verdad Dios tomó como ejemplo el cuerpo humano. En el Cuerpo, cada órgano, cada miembro ejerce su propia actividad en pro y beneficio de todo el cuerpo. Esta actividad, y su dirección depende de un elemento vital: Cristo.<br /><br />La Iglesia, en sus funciones como organismo vivo, incluye a cada uno de sus componentes con su actividad propia, pero en una relación dependiente y recíproca con los demás miembros. Cada miembro, separados del resto, muere irremisiblemente, porque cada uno contribuye al crecimiento del otro mediante sus propias actividades y cada uno recibe su crecimiento de acuerdo a la actividad y edificación que recibe el otro miembro. (Efesios 4:16)<br /><br />Por otra parte, un miembro separado del Cuerpo muere, porque Cristo, del cual procede la vida, manifiesta esa vida a través del cuerpo. Él dijo: “Separados de mi nada podréis hacer”. Jesús toma como contexto para sus palabras otro organismo vivo: la vid y los pámpanos. Nadie puede tener contacto con Cristo si no está adherido a la vid. Vid y pámpanos, como cuerpo y cabeza representan la Iglesia, por lo cual nadie puede tener contacto y relaciones con Cristo fuera de la Iglesia. Nadie puede pretender tener relaciones con Cristo sin ser parte de la Iglesia. Ningún miembro puede ejercer sus capacidades sino dentro del cuerpo, porque es dentro del cuerpo donde cada miembro tiene una razón de ser. Extirpe un brazo o una pierna y déjelos que traten de vivir solos: mueren. Lo mismo pasa con nosotros fuera de la Iglesia: morimos.<br /><br />Aquí podemos señalar la diferencia entre “seccionar” un miembro y “dividir el Cuerpo”. Cualquiera puede producir una segregación del cuerpo, pero esto no constituye la división del Cuerpo. Hay muchos líderes segregados, hay “Iglesias” seccionadas. Pero desde ese momento dejaron de ser Iglesia, porque cortaron sus relaciones con el Cuerpo. Ellos no están divididos: están seccionados y destinados a muerte, porque el Cuerpo no puede dividirse. Pablo pregunta a los corintios en su actitud diversionista: ¿Acaso está dividido Cristo?. El Cuerpo no se divide porque tiene vida propia: Cristo es su vida.<br /><br />Ellos podrán mantener el nombre de Iglesia, pero no lo son; ellos tendrán grandes templos, pero no son Iglesia; ellos tendrán apariencia de “que viven, pero están muertos”; podrán llamarse a sí mismos cristianos, pero Cristo no está en ellos. Fuera del Cuerpo no fluye la vida de Cristo, por eso él dijo: “Sin mí nada podréis hacer”. El cuerpo humano puede vivir con los dos brazos y las dos manos seccionadas y sigue siendo cuerpo, sigue estando unido. Pero esos miembros seccionados, en cambio, dejan de ser parte del cuerpo, porque se han separado del mismo, y mueren, porque no tienen vida propia, porque su vida depende de su relación con el cuerpo. De la misma manera ocurre a nivel espiritual, con respecto a la Iglesia. A pesar de los miembros seccionados, ella sigue siendo Cuerpo, ella en sí misma sigue estando unida, ella sigue con vida, porque la vida de Cristo fluye a través de ella. Lo contrario ocurre con los miembros seccionados. Este tipo de unidad no contradice la diversidad, la variedad, porque la unidad no depende de las formas externas, sino de la naturaleza interna del organismo.<br /><br />En el griego se utiliza una palabra significativa para designar la acción de dividir. Es el verbo <em>choridzo</em> que significa partir, dividir, hender, romper, separar, desgarrar; y en voz pasiva, henderse, separarse, dividirse. (1) De esta palabra griega se deriva el vocablo español usado para designar a ese tipo de embutidos llamados “chorizos” que en ocasiones ha deleitado nuestro paladar. Una de sus características es la división de la tripa embutida para producir el producto.<br /><br />Ese es el término que Pablo utiliza 1 Cor. 1:10-13 para referirse a la situación de la Iglesia de los corintios, cuando les dice: “¿Acaso Cristo está dividido?”. Dentro de la misma Iglesia local habían surgido varios grupos que habían hecho de cuatro líderes sus respectivos dirigentes. Aún a los que se decían ser de Cristo, les inspiraba un espíritu sectario y divisionista. Pablo ataca esta postura apelando al hecho de que Cristo es UNO. Él no está ni puede dividirse. Los que le profesan lealtad son “hechos un espíritu con Él” (1 Cor. 6:17) por lo cual tampoco es posible la división. Es imposible “ser un espíritu con Cristo” y estar separados uno de los otros, porque la unidad con Cristo produce unidad entre los miembros de la Iglesia. Nuestras diversas opiniones, nuestras diferencias de ideas, nuestros puntos de vista, nuestras interpretaciones, nuestras preferencias “liderísticas”, nuestros intereses personales no son aceptados por Pablo como excusas para seccionar el cuerpo, para tratar de romper el espíritu de unidad dentro del Cuerpo; pues toda esta postura es producto de una actitud y sentimientos inmaduros y carnales que nublan la visión de la unidad.<br /><br />Otro vocablo griego es <em>meridzo</em> que significa: dividir, distribuir, repartir. JESUCRISTO emplea la misma palabra en la parábola de la Vid y los Pámpanos cuando dice: “Separados de mí nada podéis hacer”. Juan 15. Él establece definitivamente la imposibilidad de poder subsistir solos, por nuestra cuenta, aparte, ya que sus miembros no están capacitados para subsistir por cuenta propia. Vea que Jesús habla en plural; es el conjunto de creyentes (La Iglesia), - cada uno de ellos como partes integrales de la vid -, al que le es imposible vivir sin Cristo. Esta verdad se transfiere a cada rama en lo particular.<br /><br />Las ramas fructíferas no son cortadas, sino limpiadas de todos los elementos que, aunque son partes de la rama por su naturaleza constitutiva, sin embargo nada producen e impiden la producción. A diferencia de éstas, las ramas infructuosas son “quitadas”, sacadas, apartadas, seccionadas del conjunto, porque antes de ser de bendición, roban la bendición y afectan las ramas fructíferas. En este acto de poda no se produce división, sino sección. Los que son seccionados mueren; los que son limpiados viven y llevan frutos. En ocasiones los seccionados se ufanan creyendo que todavía viven, pero su verdor se tonará gris y por fin terminarán en “la quema”; el colapso definitivo viene galopante y su hedor se desparramará por todos los lugares. Todo es cuestión de tiempo. (2)<br /><br />El elemento que vitaliza y estimula a este organismo es el Espíritu Santo de Dios. Desde el mismo momento que una persona se convierte; es el Espíritu Santo el que lo pone en contacto con Cristo a través del Cuerpo (1 Cor. 12:13). Es el Espíritu Santo el que lo une al Cuerpo (12:20), es el Espíritu Santo el que los hace fructificar dentro del cuerpo (Gál. 5:22-25); es el Espíritu Santo el que dota de poder dentro del Cuerpo (Hech. 1:8), es el Espíritu Santo el que reparte de sus dones y ministerios dentro del Cuerpo (1Cor. 12; Rom. 12:5-8), es el Espíritu Santo en que los capacita para funcionar dentro del Cuerpo. Es el Espíritu Santo el que satura todo el Cuerpo produciendo su unidad y vinculando todos sus miembros en Cristo. Es el Espíritu Santo, “funcionando” como Espíritu de Cristo el que hace que Cristo viva su vida en este mundo a través de su cuerpo; se manifieste al mundo a través de su Cuerpo; poniendo en actividad toda la complejidad de este organismo llamado Iglesia, para que el mundo lo pueda identificar dentro de ella, lo pueda encontrar en ella y puedan encontrar en ella la fuente de gracia, amor y libertad.</span></span><span style="font-family: arial;"><span style="font-size: 130%;"><strong>La Iglesia como organización.</strong><br />¿Qué es una organización? Organizar es poner en orden lo que está desordenado; colocando cada cosa en su lugar de tal forma que todo funcione armónicamente y cumpla su cometido lógico. Hay una relación estrecha entre “organismo” y “organización”, pero a la vez hay diferencias. Dijimos que en un organismo había vida, sin embargo en algo organizado no necesariamente tiene que haber vida. Usted entra en un cementerio y allí está todo bien organizado. Cada panteón o bóveda está colocada en secciones o áreas, aún tienen jardines que hermosean el lugar, sin embargo allí no hay vida humana. Usted entra en una casa y contempla la buena proporción de sus habitaciones, la buena ubicación de sus muebles, de tal forma que, usted puede apreciar el orden perfecto, pero en eso no hay vida. Sin embargo en un organismo vivo sí hay organización, porque la organización es inherente al organismo. Todo organismo tiene cierto grado de organización. La Iglesia, como organismo es también una organización. En la organización de la Iglesia actúa el Espíritu Santo ordenándolo todo, armonizándolo todo. Donde está actuando el Espíritu Santo tiene necesariamente que haber orden y organización. Dios es un Dios organizado. Este es un principio celestial.<br /><br />La visiones de Isaías 6 y Ezequiel 1 y 2 nos revelan el alto grado de organización dentro del mundo espiritual. Los diferentes rangos dentro de las huestes angelicales nos hablan de orden. La Biblia nos habla de ángeles, arcángeles, serafines, querubines y otros seres no bien definidos. Todas estas criaturas celestiales están sujetas a Dios en plena sumisión y obediencia, contribuyendo al orden y la armonía. La obediencia y la sujeción son factores inherentes a la organización racional. Las criaturas racionales tienen la capacidad óptima para entender este principio que rige dentro de la organización y son los que están en capacidad óptima y especial para mantenerla por medio de la sujeción a ella. Por eso, los ángeles, como criaturas racionales, obedecen a “la voz de Su precepto”.<br /><br />Pero aún dentro de los espíritus malos podemos observar todavía los rasgos de esa organización que tuvieron cuando estaban en el cielo adorando a Dios. La Biblia nos revela principados, potestades, gobernadores de las tinieblas, huestes espirituales de maldad en los aires. Ellos conservan su organización por medio de la obediencia incondicional a su dios, Satanás, para oponerse a la organización de Dios aquí en la tierra: La Iglesia.<br /><br />Una mirada al Universo que nos rodea, nos revela que uno de los principios divinos es el orden y la organización. La Biblia nos revela leyes que rigen esa organización y establecen el orden que regula toda la creación. (Jer. 31:35-36; Sal. 19:1-6; Isa. 40:12-14; Isa. 48:13). Este mundo del cual somos partes da evidencias de organización. Hay una diferencia bien marcada entre los tres grandes reinos: el animal, el mineral, y el vegetal. A cada uno les rige leyes inherentes dadas por Dios para su desarrollo armónico. En el mundo en que vivimos, las naciones tienen que mantener, necesariamente, un alto grado de organización internas y establecer leyes que ayudan para que las gentes vivan seguras y en paz.<br /><br />Echamos una mirada al A. T. y vemos aplicado este principio organizativo entre el pueblo y Dios. La acción de Dios en el proceso de formación de una nación escogida para dar a conocer su nombre y su voluntad al mundo implicó la necesidad del factor organización. Es de notar que todo este principio organizativo interno, con leyes reguladoras contribuía a la efectiva cohesión del pueblo. Leyes morales, civiles, y religiosas unificaban la vida nacional haciendo que cada israelita se sintiera parte del pueblo, se sintiera responsable ante ese pueblo, comprometido hacia ese pueblo del cual era parte integrante. Esta organización y unidad dependían, en efecto, de sus relaciones con Dios. Cuando esas relaciones se opacaban por la desobediencia, su unidad política y religiosa eran afectadas; cuando volvían en paz con Dios, experimentaban nuevamente la unidad y la estabilidad.<br /><br />Teniendo en cuenta estas realidades cabe la pregunta: ¿Pasaría, Dios, por alto ese principio vital dentro de su Iglesia?. Hay quienes se aferran a no querer reconocer el factor organizativo dentro de la Iglesia. Repelen todo lo que huela a organización. El pensar en estar sujeto a autoridades superiores a ellos les es una blasfemia. Desdeñan el orden, son incapaces de sujetarse al gobierno de la Iglesia; les inspira un espíritu de anarquía que atenta, muy especialmente contra ellos mismos. Se autotitulan ellos mismos de “libres”.<br /><br />Sin embargo, podemos preguntarles, ¿libres de qué o de quién?. Yo los ayudaría a responder: libres de obedecer; libres para hacer lo que quieren y como quieren; libres para, desde afuera y con un espíritu profundamente sectario, tener la libertad de criticar, murmurar, y afectar la Iglesia, al influir en aquellos con los cuales ellos se relacionan, prejuiciándolos contra la verdadera obra que Dios está llevando a cabo dentro de Su pueblo. Libres para presentarle un frente de combate a la obra de Dios; libres para sentirse orgullosos de no pertenecer a nada ni a nadie; libres de responsabilidades. Sin embargo, mientras que en ellos no hay una disposición de sujetarse, buscan adeptos, seguidores para que se sometan incondicionalmente a ellos y ,a la postre, se convierten ellos mismos en líderes de una “organización libre”.<br /><br />Tal parece que el mismo espíritu anárquico que inspiró antes a Luzbel, el mismo espíritu anárquico que inspiró a nuestros primeros padres, el mismo espíritu que los guió a rebelarse contra Dios y que ha venido rigiendo los destino del este mundo, también halla lugar en el corazón de algunos produciendo, como siempre, confusión, caos, afectación y espíritu divisorio.<br /><br />El no querer reconocer la necesidad del factor organizativo dentro de la Iglesia, es faltarle el respeto a la dignidad de Dios y tratar de hacerlo cómplice de todos los estragos que causa esa actitud orgullosa y carnal. Dios ha creado a la Iglesia para que ella sea el instrumento de vindicación de todas las buenas cosas que el hombre perdió al principio. Es dentro de la Iglesia donde Dios comienza a restaurar el orden en el Universo por medio de la obediencia y sumisión a su santa y divina voluntad. Es dentro de la Iglesia donde la oración de Jesús comienza a ser una realidad progresiva, histórica y trascendente: “Sea hecha tu voluntad, como en el cielo también en la tierra”. Es dentro de la Iglesia donde el hombre aprende a ser humilde por medio de la obediencia. Es dentro de la Iglesia donde el hombre obtiene un sentido real de la sujeción. Es dentro de la Iglesia donde el hombre aprende a organizar su vida, aprende a convivir con el resto de sus hermanos. Es dentro de la Iglesia donde Dios nos enseña la obediencia por medio de la obediencia a los demás; la sujeción por medio a la sujeción a los demás; el reconocimiento a Su autoridad por medio del reconocimiento a la autoridad delegada y establecida dentro de ella representada por medio de humanos; es dentro de la iglesia donde el hombre se da cuenta que se mueve en un medio organizado donde una actitud que viole estos principios altera el orden y produce caos. Es dentro de la Iglesia donde el hombre aprende a asumir una actitud responsable contribuyendo, con su esfuerzo y espíritu de colaboración, a que la Iglesia sea lo que Dios quiere que sea: una unidad indisoluble.<br /><br />Sin embargo, todo lo anterior hace que adoptemos una actitud recta sin ir a extremismos que hagan nulos los beneficios de organización. Un verdadero enfoque es este factor, contribuirá al buen funcionamiento de la obra de Dios. Debemos evitar, pues, dos extremos: 1ro. Querer ignorar todo tipo de organización visible dentro de la Iglesia pasando por alto los principios de autoridad y sujeción dentro de sus miembros y 2do. Poner todo énfasis en la organización pasando por alto la dependencia que cada miembro tiene del Espíritu Santo. El primero da por resultado libertinaje sin control divino y el 2do. control humano sin libertad espiritual. </span></span></div>
<span style="font-family: arial;"><span style="font-size: 130%;">CONCLUÍMOS, PUÉS, QUE LA IGLSIA ES UN ORGANISMO ORGANIZADO, EL ORGANISMO IMPLICA VIDA, LO ORGANIZADO IMPLICA ORDEN. ESTOS FACTORES SIN INSEPARABLES Y ES UN PRINCIPIO QUE RIGE, TANTO EN EL ÁMBITO CELESTIAL COMO EN EL ÁMBITO TERRENAL. LO DEMÁS ES REBELDÍA SIFRAZADA DE CELO.</span></span><br />
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<span style="font-family: arial;"><span style="font-size: 130%;"><strong>Elementos que estructuran la unidad de la Iglesia: Efesios 4:1-6.</strong><br />Cuando la Biblia nos habla de unidad espiritual nos habla también de una estructura espiritual a través de la cual el Espíritu actúa y la mantiene. Efesios 4:1-6 es la clave para este aspecto. Analicemos su naturaleza:<br /><br />a) Un Cuerpo.- En esta palabra está implícita la cohesión sustancial de la Iglesia. No son dos cuerpos por lo tanto no son dos Iglesias: es una Iglesia, la de Jesucristo. Nos habla del la unidad mística del Cuerpo. No habla del nombre de una denominación terrenal, del nombre de una parte de su cuerpo, de un grupo localizado en el globo terráqueo, o de una facción superespiritualista. La Iglesia es una y ella trasciende a todas las barreras con que los hombres han querido cercarla a su discreción y para sus intereses sectarios.<br /><br />b) Un Espíritu.- Nos habla de la fuente generadora y única de la unidad. La Iglesia es un Cuerpo, porque hay un Espíritu. Este actúa como Espíritu de gracia, de santidad, de libertad, de poder: como Espíritu de Cristo. Espíritu que rige y dirige a cada miembro a un objetivo común: su unidad.<br /><br />c) Llamados a una misma esperanza.- Nos enseña que a Su Iglesia le caracteriza una vocación celestial y su destino es el Cielo. Es el Cielo la meta hacia la cual se proyecta una Iglesia en unidad y donde nuestra unión será no solo perfecta, sino eterna. Esto se debe a que Dios “se había propuesto en sí mismo reunir todas las cosas, en la dispensación del cumplimieto de los tiempos, así las que están en el cielo, como las que están en la tierra. En Él tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo”. (Efesios 1:9-12, véase también vs. 13-14.<br /><br />d) Un Señor.- Ese es Cristo Jesús. Él ejerce su soberanía y señorío dentro de la Iglesia porque es Dueño de ella. Él se mueve dentro de ella. No está ajeno a toda su actividad porque es él quien la produce, dirige y la guía haciendo real Su presencia por medio del Espíritu Santo de Dios. “...y en medio de los siete candeleros (vi) a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies y ceñido por el pecho con un cinto de oro...Tenía en su diestra siete estrellas...El misterio de las siete estrellas que has visto, y de los siete candeleros de oro: las estrellas que has visto son los ángeles de las siete Iglesias, y los siete candeleros que has visto, son las siete Iglesias...” (Apoc. 1:13, 16 y 20). Jesucristo está y se mueve entre su Iglesia. En “sus manos” está el destino de ella y el destino de ella es el Cielo. La Iglesia tiene un solo Señor: Jesús.<br /><br />e) Una fe.- Esto implica su uniformidad doctrinal sobre las verdades fundamentales ultranecesarias para concretarse los propósitos eternos de Dios: 1°. La Biblia (Antiguo y Nuevo Testamento) como única revelación de la voluntad del Verdadero Dios al hombre. 2°. La realidad del mal llamado pecado, causa única que ha producido la caída del hombre y su separación de Dios. 3°. El sacrificio redentor y expiatorio de Jesucristo sobre la cruz y a favor del hombre, como única provisión de salvación eterna para el pecador y forma exclusiva de restaurarle al hombre su comunión con Dios. 4°. La fe y el arrepentimiento como únicos elementos (por parte del hombre)capaces de hacer real la gracia salvadora de Dios en el hombre “muerto en delitos y pecados”. 5°. Futuro regreso de Jesucristo a la tierra, implicando la resurrección de los justos, el juicio de los impíos, la derrota definitiva de Satanás y el establecimiento definitivo del Reino de Dios sobre la Tierra. Esta declaración de fe está implícita en la creencia de la Iglesia de Jesucristo y sostenida y mantenida a través de la historia. Por esa fe muchos dieron sus vidas y por esa fe muchos están dado sus vidas. Hay una sola fe y ella se deriva de su fuente “Jesucristo (Palabra encarnada) el autor y consumador de la fe” y la Biblia (Palabra escrita) pues “la fe viene por el oír la Palabra de Dios”.<br /><br />f) Un bautismo.- Único símbolo externo que significa, primero, nuestra total identificación espiritual con Jesucristo a través de Su Cuerpo y, segundo, como un acto objetivo para representar una realidad interna y subjetiva: la Obra regeneradora del Espíritu Santo dando como resultado nuevo nacimiento. (Rom. 6)<br />g) Un Dios y Padre de todos.- Implica el reconocimiento de la soberanía absoluta de Dios en toda la plenitud de su unidad sustancial y revelado en la persona del Hijo y la persona del Espíritu Santo constituyéndose como Padre de una familia espiritual llamada la Iglesia.<br /><br /><br /><br />Notas:<br />(1) Otros vocablos griegos relacionados: xoris - adv. separadamente, por separado, en particular,, por su cuenta, aparte. // Prep. de genitivo: separadamente de, de modo diferente que.<br />xorizo - separar, dividir, apartar, distinguir // V. Pas. estar separado o dividido; alejarse, separarse; ser diferente, diferenciarse, distinguirse.<br />xorismo. V- separación.)<br /><br />(2) Juan 15: 2.- “Lo quitará”. <em>airei - airos</em> - (entre otros significados) - sacar, apartar, quitar; quitar de en medio, matar. “Lo limpiará”. kaqairei - kaqairo - limpiar, lavar; podar. Hay dos acciones que hace el podador: Limpiar y cortar.</span></span>El pastor Luis E. Llaneshttp://www.blogger.com/profile/05500513164562547209noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6011444661778535011.post-73061028603053959082007-06-20T12:10:00.000-03:002007-09-10T19:16:26.909-03:00CAPÍTULO 3: PRINCIPIOS QUE RIGEN LA UNIDAD DE LA IGLESIA<div align="justify"><br /><span style="font-family:arial;font-size:130%;">Para poder entender qué es la unidad del Espíritu, y para que en una actitud solícita podamos guardarla, es necesario que entendamos qué somos, dónde estamos y para qué estamos dentro del cuerpo. Esto se logra teniendo en cuenta cuatro principios básicos que regulan todo el funcionamiento interno de este gran cuerpo llamado la Iglesia:<br /><br /><strong>1. Principio de posición y designio.<br /></strong><br />Dios coloca a cada miembro en un lugar definido dentro del cuerpo<br /><br />La Biblia nos enseña que Dios ejerce toda su soberanía dentro del Cuerpo y en virtud de ello, coloca los miembros del Cuerpo donde Él quiere (1 Cor. 12:18) y les asigna el trabajo acorde a su capacidad y posición. El Espíritu Santo reparte como él quiere (1 Cor. 12:11); Dios ordena el cuerpo, (v. 24); Dios es el que pone los ministerios dentro del cuerpo (V. 28); y Dios capacita a cada miembro para realizar una actividad propia y específica dentro del cuerpo. (Ef. 4:16).<br /><br />Cuando perdemos de vista el principio de posición y designio dentro del Cuerpo, nos sentimos desorientados, sin sentido, sin objetivo, sin saber el por qué estamos: nos sentimos como cuerpos extraños. Golpeamos al aire, hacemos cualquier cosa, malgastamos el tiempo y energías, interferimos en el trabajo de otros y no somos de bendición.<br /><br />Una de nuestras preocupaciones como creyentes debe ser el tratar de ser útiles en la obra de Dios; pero para ser útiles es necesario descubrir el lugar donde somos más efectivos de acuerdo a la capacidad dada por Dios. ¿Cómo se consigue esto?<br /><br />En primer lugar, es importante quitar la vista de los demás. No debemos utilizar patrones ajenos para determinar qué vamos a hacer para Dios. Es posible que un gran ministerio evangelístico nos impresione. Es posible que un ministerio pastoral fructífero influya en nosotros. Para hacer nuestras decisiones debemos tener cuidado con las voces o ejemplos de afuera. Es posible que no sea la orientación directa de un ministro determinado lo que motive una decisión, sino la influencia sutil y el carácter espectacular de un ministerio, e inducido por ello demos un paso en falso. Sin embargo, lo más importante es descubrir la voluntad de Dios: Señor, ¿dónde?, ¿para qué? Esto es una experiencia de carácter personal y somos nosotros los que tenemos que buscarla.<br /><br />En esta búsqueda personal, Dios utiliza a su Espíritu que con voz sutil, pero inconfundible y clara, con una presión dulce y una impresión suave, inclina nuestros sentimientos y nuestra voluntad, para producir en nosotros“así el querer como el hacer por su buena voluntad”. El Espíritu Santo nos da testimonio a medida que nos rendimos a Él. A medida que actuamos acorde con Su propósito, Él va confirmando su voluntad en nosotros por medio del éxito de la empresa que Él ha emprendido en nosotros y a través de nosotros y por medio de la sensación interna de aprobación que el mismo Espíritu produce trayendo paz y satisfacción por lo que hacemos.<br />Es en la escuela del trato del Espíritu con nosotros que llegamos a descubrir, definir y desarrollar nuestro ministerio. En esta dimensión descubrimos que contamos con la capacidad necesaria para hacer nuestro trabajo, que Dios proporciona todos los recursos para lograr el éxito. Nos sentimos felices con la aprobación divina y de aquellos que nos rodean.<br /><br />En segundo lugar, es necesario mantener un espíritu de oración y búsqueda de Dios constante. Muchos han quedado frustrados y no han alcanzado la plenitud de su ministerio, porque no han permitido que la voz de Dios se deje oír en la intimidad de la oración secreta. La desconexión de Dios es funesta. Ello no solamente impide el impulso inicial del ministerio, sino que influye en el debilitamiento y atrofia total del mismo. Hay dos medios básicos por medio de los cuales Dios se pone en contacto con el sus hijos: a través de su Palabra y a través de la oración. Cuando uno de estos medios se cortan quedamos sin dirección, desorientados y a la deriva en medio de un mar de confusión espiritual.<br /><br />En tercer lugar, en ocasiones es necesaria la orientación y ayuda del pastor, o en su defecto, de líderes espirituales experimentados que con sus sabios consejos nos ayuden a determinar o entender qué es lo que Dios quiere y donde nos quiere, siempre permitiendo que Dios confirme Su voluntad en nosotros. La Biblia nos da un ejemplo práctico de esto. Dios llamó a Samuel por tres veces seguidas. Su inexperiencia le impedía entender el llamado de Dios al ministerio profético. Elí, hombre de experiencia, entendió la desorientación del muchacho. Se dio cuanta de que Dios estaba llamando a Samuel. Su orientación y ayuda fue decisiva para conducirlo a una revelación mayor de los planes de Dios para con el chico. (1 Sam. 3). En ocasiones nos pasa así. Sentimos que Dios nos llama, pero no sabemos el “por qué” y el “para qué” y el “a dónde”. El pedir ayuda y orientación a nuestros líderes espirituales nos ayudará a orientarnos dentro de la voluntad de Dios.<br /><br />Debemos recordar que cada uno, en lo personal y particular, debe buscar su propia experiencia con Dios. En estos casos no se exceptúa a ningún hijo de Dios. A todos, Dios nos ha llamado para salvación, pero este acto implica y asegura al creyente un lugar determinado y una labor determinada para realizar.<br /><br />Dentro de este gran Cuerpo todo está en actividad, nada puede estar ocioso. Todos estamos llamados a fructificar, de lo contrario nos convertimos en obstáculos perjudicando a los demás y saliendo perjudicados nosotros también. Para ilustrar esta verdad podemos apelar a la parábola de la vid y los pámpanos. Cristo dijo: “Toda rama que en mi no da fruto, la corta; pero toda rama que da fruto la poda para que dé mas fruto todavía” (v. 2); “el que no permanece en mi es desechado y se seca, como las ramas que se recogen, se arrojan al fuego y se queman” (v. 6). El asunto está claro: miembro atrofiado, miembro infructuoso; miembro infructuoso, miembro perjudicial; miembro perjudicial, miembro extirpado. Por el contrario, todo miembro fructuoso tendrá toda la ayuda y respaldo de Dios para su rendimiento máximo en el lugar y ministerio que Dios le ha dado.<br /><br />Toda la actividad del Cuerpo está bien planeada, bien sincronizada. En el funcionamiento simultáneo de los miembros no existe contradicción alguna; no existe interferencia en el trabajo colectivo; no existe insubordinación; no existe usurpación de cargos. Cada uno sabe el lugar que le corresponde como también su función dentro del Cuerpo. Todos, actúan con plena conciencia que el objetivo unánime es uno solo: la edificación del Cuerpo, su crecimiento y madurez. Todo esto contribuye a la estabilidad y cohesión de la Iglesia.<br /><br />Para ilustrar el principio de posición y designio que caracteriza la unidad de la Iglesia pongamos un ejemplo o ilustración: diríamos que la Iglesia es un gran rompecabezas. Este juego de entretenimiento general está compuesto por decenas de partes diferentes unas de otras y lleva implícito una imagen, un paisaje. Las piezas desordenadas, fuera de lugar, no nos dicen nada, nada nos revelan. Si unimos las piezas al azar, posiblemente armemos un monstruo. Pero si con plena conciencia de que cada una de ellas, - con sus diferentes formas y matices -, tiene un lugar determinado, la colocamos donde corresponde, de una forma progresiva irá revelándose la imagen contenida en el conjunto, mostrándose claramente algo hermoso.<br /><br />La Iglesia lleva esculpida dentro de ella una imagen, la de Jesucristo. Este se revelará al mundo a través de la Iglesia cuando cada miembro del Cuerpo ocupe su lugar con responsabilidad, dignidad, respeto y sujeción. Procuremos, pues, mantener vigente este principio para contribuir al mantenimiento de la unidad espiritual.<br /><br /><strong>2. Principio funcional.<br /></strong><br />No solamente tenemos un lugar dentro del Cuerpo, sino que estamos diseñados para realizar un trabajo específico dentro de éste.<br /><br />Esta verdad queda corroborada por los siguientes hechos:<br />a) No todos tenemos la misma función. Rom. 12:4<br />b) Tenemos diferentes dones. (Rom. 12:6; 1 Cor. 12:28-30)<br />c) Cada miembro realiza su propia actividad.- Efe. 4:16<br />d) Cada uno ha recibido algún don 1 Ped. 4:10<br />e) El Señor Jesucristo constituyó diferentes ministerios dentro de la Iglesia.- Efe. 4:11.<br />f) Dios es el que capacita y da competencia para funcionar de acuerdo con la capacidad recibida. 1 Cor. 3:5-6.<br /><br />Es necesario que tengamos conciencia de lo siguiente:<br />1°. Dios no solamente desea que sepamos dónde estamos y lo que somos, sino que funcionemos de acuerdo a la capacidad concedida.<br />2°. Dios espera que desarrollemos al máximo nuestras capacidades, que demos el máximo de nosotros mismos. Cuanto más damos, más recibimos. Cuanto más ejercitamos el don o el ministerio, más aumenta nuestro potencial y experiencia, a la vez que seremos más útiles a la obra de Dios.<br />3°. Dios espera que funcionemos dentro del radio de acción que abarca nuestro ministerio. En ocasiones somos tentados a salir de nuestro lugar y realizar otras labores que no se nos han encomendado. Esta acción viola el principio de posición, ocasionando, por regla general, complicaciones y problemas.<br /><br />Recuerde que cada uno dará cuenta a Dios de lo que Él le ha dado. CADA CUAL DARÁ CUENTA A DIOS DE SU MAYORDOMÍA.<br /><br />Un ejemplo objetivo que ilustra este principio es el reloj. Este instrumento está fabricado para un fin: orientar al hombre en el tiempo. El reloj no es una masa compacta, hecha de un solo material y compuesto de una sola pieza. Es la unión sincronizada de decenas de piezas, de diferentes formas, colocadas, cada una, en un lugar determinado y específico y con un fin prescrito. Cada parte realiza una función irreemplazable. Si se toma una de sus piezas y la utilizamos para que realice una función para lo cual no ha sido diseñada, se produciría un paro total en la maquinaria, y se impediría en cumplimiento efectivo de su propósito.<br /><br />LO MAS IMPORTANTE DENTRO DE LA IGLESIA NO ES EL TIPO DE TRABAJO QUE QUEREMOS REALIZAR, SINO EL CUMPLIMIENTO DEL MINISTERIO QUE DIOS NOS HA DADO Y EN EL LUGAR QUE ÉL NOS HA COLOCADO. DIOS HA DE RECOMPENSAR NUESTRA FIDELIDAD EN LO QUE ÉL NOS HA MANDADO A HACER Y NO EL SACRIFICIO QUE NOS HA COSTADO HACER NUESTRA OBRA.<br /><br /><strong>3. Principio ético moral.<br /></strong><br />Como partes del Cuerpo, vivimos en completa dependencia los unos de los oros. (1 Cor. 12:27). Las buenas relaciones entre los diferentes miembros del cuerpo van a contribuir a la armonía interna del mismo. Teniendo en cuenta que el propósito de Dios con nuestros ministerios y dones es el perfeccionamiento, edificación y crecimiento del Cuerpo, vamos a estar en mejores condiciones para bendecir y ser aceptados si aplicamos correctamente este principio.<br /><br />El propósito de Dios es nuestro perfeccionamiento y edificación, pero nosotros no somos los que nos edificamos a nosotros mismos ni nos perfeccionamos a nosotros mismos. Nuestra edificación depende de la actividad y contribución de los otros miembros del Cuerpo. Esta realidad implica la necesidad de estar en relación, unión y dependencia. Es necesario, entonces, entender cuáles son los principios éticos que rigen nuestras relaciones dentro de este gran conglomerado, para que todos y cada uno puedan participar y disfrutar de la bendición que fluye a través de aquellos que están a nuestro lado para edificarnos. Esto contribuirá a que todos se sientan felices en el lugar donde Dios le ha puesto y podamos hacer felices a los que nos rodean. Para esto se necesitan actitudes que correspondan a un carácter maduro en el Señor.<br /><br />Pablo nos exhorta a estar “bien concertados y unidos entre sí” (RV 1960) “Sostenido y ajustado por todos los ligamentos” (N.V.I.) (Efe. 416). Cuando pensaba en esta expresión, a mi mente venía una orquesta con su gran variedad de instrumentos musicales, de sonidos y personas. ¿Es posible que tanta disimilitud pueda producir algo bello, melodioso, armónico, que agrade al oído y nos haga sentir tan bien?. Sí, es posible. Todo depende de dos factores importantes: primero, del director; segundo, de la partitura por la cual se han de dirigir los músicos.<br /><br />A la hora de ejecutar la pieza musical, todos se olvidan de sí mismos, de sus problemas, de los problemas con los demás, de los disgustos e incomprensiones que surgieron en el trato continuo. En el momento de ejecutar la pieza, sus mentes están absorbidas por lograr un solo objetivo: que todo salga bien. El fracaso de uno es el fracaso y la vergüenza de todos. El éxito de todos es el éxito de cada uno. En los momentos decisivos, todos tienen puesta su vista en el director; a una señal de éste, todos comienzan a tocar en tiempo y forma y de acuerdo con la partitura que tienen delante, sin variación alguna. Todos aquellos instrumentos musicales, “concertados y unidos entre sí” producen la melodía que atrae a todos, que agrada a todos y que trae honra a la orquesta.<br /><br />La Iglesia es como una gran orquesta. Es verdad que no todos somos iguales, - es imposible que todos tengamos la misma forma de ver las cosas; no todos realizamos la misma labor, ni tenemos los mismos ministerios, dones y talentos -, pero a todos nos mueve un mismo sentir; engrandecer la obra de Dios aquí en la Tierra, y traer honra y gloria a nuestro Señor.<br /><br />El saber que en la Tierra tenemos que ejecutar una gran obra, - esa obra que ha de arrancar alabanzas en las almas convertidas a Cristo y en los ángeles, los cuales de gozo cantan por los pecadores arrepentidos -, hace que clavemos la vista en nuestro Director, el Gran Maestro, y en Su partitura, la bendita Palabra de Dios.<br /><br />Jesucristo, el éxito de Su obra, la necesidad de nuestra participación activa, son factores más que suficientes para sobrellevar, pasar por alto, perdonar, respetar y honrar a aquellos que conjuntamente con nosotros trabajan en la obra de Dios.<br />Para los que queremos lograr resultados óptimos en nuestras relaciones mutuas, para todos aquellos que somos llamados a fomentar, y conservar la unidad del Espíritu, nos es imprescindible entender el papel que juega el amor cristiano en este asunto. La fuente del amor es Dios. Este es un atributo esencial de Él. Él es intrínsecamente amoroso- de esto no nos cabe dudas-. Lo hemos experimentado.<br /><br />La Biblia nos enseña que ese amor procedente de Dios ha sido “derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha dado” (Rom. 5:5). Dios ha “bañado”, por así decirlo, a la Iglesia de su amor. Aún más, ha saturado el corazón (fuente afectiva) de la Iglesia y lo ha hecho depositario de su amor. Pero el amor, como sentimiento, es algo subjetivo. Tú no puedes ver el amor que hay en mí; tú no puedes ver el amor que yo digo profesarte en mi corazón. Ese sentimiento hay que objetivizarlo, hay que hacerlo real, hay que manifestarlo con hechos concretos. Hay una orden, un mandamiento: “Este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros (Juan 1:17) Este mandamiento se repite a través de la Biblia como un eco interminable. La calidad de ese amor, Pedro lo designa como “entrañable” (2 P. 1:22), nacido de bien adentro y de un “corazón puro”. Pablo lo califica de “amor fraternal” (Ro. 12:10), porque lo motiva una relación filial allegada, la relación de hermanos. Este amor no es una mera declaración verbal de un sentimiento que se dice profesar (1 Juan 3:18), es la manifestación práctica, objetiva, de un sentimiento sublime: es un amor de hechos. Nadie puede dar lo que no tiene. Dios no nos pide nada que no podamos brindar. Si el nos manda: ¡amaos!, es porque podemos amar. Él nos da esa capacidad y nos da la calidad de amor que Él demanda que manifestemos. En la expresión del amor de Dios, el egoísmo desaparece, el egocentrismo se disuelve, nuestra propia imagen se va opacando y en medio de la penumbra va surgiendo “mi prójimo”, reconocemos la imagen de Dios en él, lo vemos convertido en hermano dentro de la Iglesia y es a él a quien Dios te manda a “servir por amor” (Gál. 5:13).<br /><br />En la película italiana “La vida es bella”, uno de lo personajes, el tío Josué, menciona unas palabras muy hermosas que tienen que ver justo con lo que tratamos. Él dice: “Servir es el arte supremo. Dios es el primer servidor. Dios sirve al hombre pero no es sirviente de nadie; tú sirves, pero no eres un sirviente”. El amor cristiano no se traduce en nosotros en un espíritu “servil”, tampoco nos convierte en “sirvientes”, sino en “servidores” de Dios y de nuestros hermanos.<br /><br />La palabra “siervo” suena ahora muy hermosa para nosotros. La imagen que nos trae en la actualidad es la de un hombre de cuello y corbata que frecuentemente predica un sermón desde el púlpito a la Iglesia. Un “siervo” tal y como era concebido en los tiempos de Pablo era un individuo sin identidad, despersonalizado, despojado de voluntad propia, con una mentalidad servil, que no podía pensar por sí mismo, sin libertad. El concepto de “siervo” aplicado a sus discípulos por parte de Jesús tiene un matiz muy diferente: “Ya no los llamo siervos, porque el siervo no está al tanto de lo que hace su amo; los he llamado amigos, porque todo lo que a mi Padre le oí decir se lo he dado a conocer a ustedes” (Juan 15:15). Del versículo 12 en adelante, Jesús comienza a contextualizar sus palabras. El amor, en el cristiano, comienza a ser el ente regulador de sus acciones y de la capacidad extrema del servicio. “Nadie tiene amor mas grande que el dar la vida por sus amigos”.<br /><br />El sentimiento que impulsa el servicio cristiano no es un sentimiento servil, sino un espíritu de amor; pero un amor de la calidad del amor de su fuente: JESUCRISTO. La correspondencia de “Sus amigos” es de tal magnitud que sus amigos se convierten en “siervos por amor”, de una forma voluntaria, (gr. doulos; 2 Tim 2:24 con Ex. 21:4-6) y es en este contexto en que Pablo nos manda: “Sírvanse unos a los otros con amor”. (Gál. 5:13). Jesús nos considera y nos ve como hijos suyos, y de una forma tierna nos dice: “Mis queridos hijos poco tiempo me queda para estar con ustedes...este mandamiento nuevo os doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, , también ustedes deben amarse los unos a los otros” (Juan 15:33:34.<br /><br />No importa cuál sea tu trabajo, tu cargo; tu rango es “siervo por amor”. El amor de Dios tiene la virtud divina de unirnos. “Es el vínculo perfecto”. Si el amor que decimos profesar no produce el fruto de la unidad, es amor humano, carnal y no de Dios. La labor del amor de Dios en nosotros es gloriosa: el amor de Dios elimina y desplaza todo aquello que tiende a aislarnos y nos une con brazos fraternales e indisolubles. El amor sabe reconocer las propias debilidades, limitaciones, incapacidades humanas. El amor sabe reconocer las virtudes de otros, las capacidades de oros, los logros de otros. Hace que nos honremos y dignifiquemos los unos a los otros. El amor nos impele a buscar dentro del Cuerpo lo que nos falta a nosotros. El amor nos hace entender que no somos completos ni suficientes y que necesitamos de los demás. El amor nos hace ver la provisión que Dios hace entro de Su Iglesia, el Cuerpo de él, para que “constreñidos u obligados por amor”, sepamos ponernos a disposición de Dios y sus hijos, tanto para ayudar como para ser ayudados; tanto para dar como para recibir; para edificar como para ser edificados. El amor es la ley primaria que rige las relaciones dentro del la Iglesia. Si no estamos dispuesto a amar así, sería preferible, entonces, orar hasta que se produjera la conversión en nosotros.<br /><br />Sin la manifestación del amor, la Iglesia desfigura la imagen de Cristo dentro de ella, limita su poder e impide alcanzar a los perdidos. “De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros” (Juan 13:35. El amor actúa en nosotros produciendo las actitudes propias de su naturaleza: “El amor es paciente, bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso, no se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor; El amor no se deleita en la maldad, sino que se regocija con verdad” (1Cor. 13:4-7). Esta calidad de amor tiene necesariamente que ponernos en capacidad para convivir dentro de Su Iglesia armoniosamente. Dejemos, pues, la Palabra hablar: “Amaos los unos de los otros con amor fraternal, en cuanto a la honra, prefiriéndoos los unos a los otros. En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor; gozosos en la esperanza, sufridos en la tribulación, constantes en la oración; compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad; Bendecid y no maldigáis. Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran. Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión. No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis a vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios. Porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Así que si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal” (Rom. 12:10-21).<br /><br />Dentro del mismo contexto de la unidad. Pablo sigue diciendo: “Así que los que somos más fuertes debemos soportar las flaquezas de los más débiles y no agradarnos a nosotros mismos. Cada uno agrade a su prójimo en lo que es bueno para edificación. Porque ni aún Cristo se agradó a sí mismo; antes bien, como está escrito: Los vituperios de los que te vituperaban cayeron sobre mi. Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza. Pero el Dios de la paciencia y de la consolación os dé entre vosotros un mismo sentir según Cristo Jesús, para que unánimes y a una misma voz glorifiquéis al Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo” (Rom. 15:1-6). “Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación conque fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo, en aquél que es la Cabeza, esto es Cristo, de quien todo el Cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor” (Efe. 4:1-3 y 15-16), “donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo y en todos. Vestios, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, e mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros y perdonándoos unos a otros si alguno tuviera queja contra el otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros, y sobre todas las cosas vestios de amor, que es el vínculo perfecto. Y la paz de Dios gobierne vuestros corazones a la que así mismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos” (Col. 3:11-15). (V.R.V. 60.<br /><br />La Biblia pone un énfasis importantísimo y habla mucho sobre las relaciones mutuas y a los principios éticos que deben caracterizarla, pero si solamente dijera lo que se ha mencionado aquí, bastaría para ayudarnos a mantener una unidad real y duradera. Tenemos que, definitivamente entender que ni la murmuración, ni la crítica, ni el egoísmo, ni el orgullo, ni los celos, ni los resentimientos, ni las amarguras, jamás podrán contribuir a la avenencia y unanimidad que han de consolidar la unidad en la Iglesia; solo contribuirá a aislarnos al punto de desvanecerse la imagen de Cristo dentro de nosotros. Permitamos, entonces, que el amor sea para todos una experiencia diaria de manifestación, para que se convierta en un elemento disolvente de todo lo negativo y a la vez unitivo de todas las partes.<br /><br />Ahora bien, para lograr estos objetivos divinos, debemos tener en cuenta lo siguiente:<br /><br />1°. Que no somos nosotros mismos los que nos autoedificamos (Efe. 4:12-16). No somos nosotros los que nos hacemos crecer a nosotros mismos, sino que nuestro conocimiento y perfección son producidos por la actividad edificadora de otros miembros del Cuerpo, que nos proporcionan, con su actividad, lo que nosotros no podemos suplirnos.<br /><br />2°. Que la actividad y ministerio que cada uno de nosotros desarrolla es para la edificación del resto del Cuerpo. Este es el motivo por el cual, dentro de la Iglesia, los ministerios y dones tienen una razón de ser, y tienen además, la oportunidad de un desarrollo encaminado a un fin (Efe. 4:12; 2 Pedro 2:4-5.<br /><br />3°. Que solamente teniendo nosotros en cuenta y aplicando efectivamente los principios de ética y moral cristiana, podemos funcionar dentro del Cuerpo de una forma efectiva y recibiremos de otros el reconocimiento por nuestra labor. De esta manera nos sentiremos cómodos y felices y en el lugar que Dios nos ha colocado.<br /><br />4°. Ser lo suficientemente humildes y maduros para permitir que se nos enseñe y edifique recibiendo de otros lo que a nosotros nos es imposible autosuplirnos.<br /><br />El Nuevo Testamento establece un código de leyes espirituales que rigen el principio ético y moral dentro del Cuerpo de Cristo:<br />1°. Nos debe regir el amor. Efe. 4:15-16<br />2°. Debemos estar “concertados y unidos” (V.R.V). Efe. 4:16<br />3°. Debemos preocuparnos los unos por los otros. Efe. 4;25<br />4°. Debemos identificarnos con el resto del Cuerpo. 1 Co. 12 25 –26.<br />5°. Debemos reconocer la dignidad de los demás. Efe. 4:16.<br />6°. Debemos respetarnos y considerarnos mutuamente. 1 Cor. 16:15-16<br />7°. Para se capaces de “sostenernos y ajustarnos” (N.V.I.) Efe. 4:16<br /><br /><strong>4. Principio de sujeción .<br /><br /></strong>Dentro del Cuerpo no hay “cabos sueltos”. Todos estamos atados. Primero a la Cabeza, después unos con otros: “Sométanse unos a otros por amor a Cristo”<br /><br />Antes de entrar el en análisis de este aspecto debemos, por lo menos, rastrear en el Nuevo Testamento hacia qué áreas se aplica el término “sujeción”. En el orden de importancia, la Biblia nos habla de la sujeción de la Iglesia a Cristo (Efe. 5:24); sujeción de las mujeres a sus maridos (Efe. 5:22); sujeción de los miembros (ovejas) a sus pastores, (Heb. 13:17); Sujeción de los hijos a sus padres (Efe.6:1); sujeción de los siervos a sus amos (Efe.6:5); sujeción de del pueblo a sus gobernantes (Rom. 13:1); sujeción a los líderes de la Iglesia (1 Cor. 16:16); sujeción de los unos a los otros ( Efe. 5:21); y sujeción de todas las cosas al Padre (1 Cor. 15:24-28). Por todos estos pasajes y sobre todo por las consecuencias desastrosas que ha producido la violación a este principio en todos los órdenes nos damos cuenta la importancia de tener en cuenta la aplicación de este principio dentro de la Iglesia para su estabilidad y unidad. Aquí solo nos ocuparemos de la sujeción dentro de las relaciones Iglesia-Cristo.<br /><br />Cuando, en Efesios 5:24, Pablo enseña que la Iglesia debe estar sometida a Cristo, emplea el verbo “hypotassoo” (upotasso), que significa: “poner debajo, subordinar, someter”. Las palabras castellanas empleadas generalmente para traducir este término, son: “sumisión” y “sujetar”. Ambas implican etimológicamente la idea de “estar metido debajo de”.<br /><br />En este versículo “hypotassoo” está usado, en voz pasiva, y de acuerdo con su etimología, la idea que nos da es que la Iglesia y, por la tanto, cada creyente que la integra, está colocado, ordenado, organizado, debajo de la autoridad de Cristo.<br />Una persona, una institución o un grupo que no reconozca que en el señorío de Cristo sobre Su Iglesia está implícito la subordinación de cada creyente en todos los aspectos que involucra este estado, no puede llamarse a sí mismo “Iglesia”, ni puede, la persona, pretender formar parte de la Iglesia de Cristo. Valga recordar que cuando se habla del reconocimiento del Señorío de Cristo, se implica la obediencia taxativa a Su Palabra y Voluntad. La Iglesia está debajo de Cristo: primero, para salvación, ya que Él es la “propiciación” o cubierta; segundo, para obediencia, porque él ha sido colocado como su Cabeza, como su Jefe, como su Señor.<br /><br />A la verdadera sujeción le son inherentes dos aspectos básicos:<br /><br />1°. El reconocimiento de una autoridad a la cual sujetarse.- Jesús ha sido constituido como la máxima autoridad de la Iglesia. La autoridad de Cristo sobre la Iglesia se establece por el hecho de que él pagó un alto precio por ella: su sangre preciosa, (derecho legal)(1Cor. 6:20; 7:23; 1 Pedro 1:18-19). Él la salvó de una muerte segura y la hizo participante de su propia vida (derecho moral)(Efe. 2:1-10). En virtud de lo que Dios hizo por ella, la Iglesia le debe obediencia y sumisión. Sin embargo esta sumisión y obediencia a Su autoridad no se produce por coacción o presión de parte de Él sobre ella; sino que ella, constreñida por Su amor, le ha ofrecido su obediencia, por lo cual está dispuesta a someterse y amarle hasta las últimas consecuencias. (2 Cor. 5:14)<br /><br />La obediencia y sujeción de la Iglesia a Cristo no tiene límites. Ella se somete a su autoridad “en todo” (Efe. 5:24). A ese tipo de obediencia están supeditados intereses personales, bienes materiales, sentimientos familiares, (Mat. 10:37), etc. Cristo lo dio todo por ella, y ahora en correspondencia, ella sabe ponerlo todo y sin limitaciones a los pies de Su Señor. (Fil. 2:11). El reconocer la autoridad de Cristo, Su señorío, produce en sus seguidores un sentir común, un pensamiento común, un propósito común: OBEDECER.<br /><br />2°. La existencia de un gobierno. Jesucristo gobierna sobre todas las cosas en virtud de su soberanía. “Él es el soberano de los reyes de la tierra”. Su soberanía se manifiesta en el control absoluto que Él ejerce en el Universo. “Él sostiene todas las cosas con su palabra poderosa” (He. 1:3). El ejercicio de Su soberanía va encaminado a controlar el gobierno humano. La Historia no es más que la proyección visible de Su soberanía. Él ejerce su soberanía en la historia al llevar a cabo sus planes eternos y redentores para el hombre. “El Altísimo tiene dominio sobre el reino de los hombres y pone sobre él a quién le place” (Dan. 5:21b V.R.V. 60). Él manifiesta su soberanía dirigiendo y guiando todas las cosas hacia un fin común: el futuro establecimiento de su reino en este mundo. Voluntaria o involuntariamente, todos los gobiernos humanos no hacen más que llevar a cabo los propósitos y designios de Dios sobre la tierra. Sirven a los propósitos divinos, porque todavía Jesucristo ES y SERÁ “el soberano de todos los reyes de la tierra”.<br /><br />Dentro de la Iglesia, Él manifiesta de una forma muy particular Su soberanía porque ÉL GOBIERNA LA IGLESIA. Se convirtió en CABEZA DIRECTRIZ, después de su triunfo sobre el pecado, en la cruz; y en virtud de su resurrección y exaltación, él convirtió a la Iglesia en Su Cuerpo. Ella es “la plenitud de aquél que todo lo llena por completo”. (Efe. 1:21).<br /><br />Es dentro de la Iglesia y a través de ella que Jesucristo ha comenzado a restaurar Su autoridad y gobierno en el Universo. Su soberanía no ha sido reconocida todavía por la gran mayoría de los hombres, pero Su Iglesia se constituye en la agencia a través de la cual el mundo puede ver un anticipo de Su futuro Reino. Es dentro de la Iglesia, donde Jesús comienza a ver concretados sus deseos y la respuesta a Su oración. “Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo” (Mateo 6:110). En este proceso de restauración de Su autoridad y soberanía ella juega un papel importantísimo, pues es dentro de la Iglesia, donde el hombre tiene la posibilidad y las condiciones necesarias y aparentes para someterse a Cristo y reconocerle como su Señor. Esto es y será un proceso creciente hasta que el Señor venga a buscar a Su pueblo obediente y preparado para reinar juntamente con Él. A través de Su Iglesia, Jesucristo continúa su labor vindicadora. Esta labor se extenderá hasta el fin de los tiempos cuando “luego de destruír todaa autoridad, dominio y poder”, para ser restaurado, de una vez y para siempre su gobierno y autoridad divina. (1 Co. 15:25-28)<br /><br /><strong>a. La sujeción en la Iglesia Local.<br /></strong><br />Todo lo dicho se aplica de una forma muy particular dentro de las comunidades locales, o sea la Iglesia Local. El principio de sujeción se hace una realidad práctica dentro de ésta. La Iglesia Local es la base de la familia cristiana. Sin Iglesia Local no hay Iglesia Universal. Pero ¿te has preguntado alguna vez qué cosa es la Iglesia Local? Creo que una definición nos ayudará a ubicarnos correctamente dentro de este gran organismo. Definámosla:<br /><br />La Iglesia Local es el conjunto de creyentes en Cristo Jesús, redimidos por su sangre, que se reúnen en un lugar determinado, dentro del tiempo y el espacio, ya sea en una catedral , ya en un templo de ladrillos, ya en una choza de hojas de palmera, ya en una casa, ya debajo de un árbol o en una cueva con el propósito de adorar a Dios, servir y evangelizar el lugar donde está localizada. Ese grupo de creyentes que se reúne en ese lugar determinado para adorar a Dios colectivamente, para aprender la palabra de Dios, edificarse mutuamente y comprometidos a proclamar el reino de Dios y servir a la comunidad, es la Iglesia Local. A todos los mueven los mismos intereses, todos están por una misma causa. Cada Iglesia Local - esté fuera o dentro de un templo, esté o no reunida como tal, ya sea grande o pequeña - se constituye en una comunidad llamada a conservar la cohesión e integridad de la Iglesia como pueblo de Jesucristo.<br /><br />La Iglesia Local no es una masa sin forma ni objetivos. Cada Iglesia Local, como parte del Cuerpo sobre la tierra, está compuesta por grupos de miembros que “funcionan armónicamente” para su edificación interna y para llevar adelante sus tres trabajos u objetivos principales: 1ro. la proclamación (kerigma) del Evangelio a toda criatura, 2do. La enseñanza (didaché), o sea su actividad didáctica por medio del discipulado de cada creyente y 3ro. haciendo una realidad su vocación de servicio (diakonia) apuntando todo al ejercicio de su capacidad edificativa y reproductiva. La Iglesia Local, por decirlo así, es el pequeño Cuerpo de Cristo capacitado con todos los elementos necesarios para su propio desarrollo, crecimiento y continua reproducción, tanto en lo material como en lo espiritual.<br /><br />Es dentro de la Iglesia Local donde Jesucristo forma, constituye y levanta los diferentes ministerios (Efe. 4:11). Es dentro de la Iglesia Local donde el Espíritu Santo reparte sus dones o capacidades (1 Co. 12; Ro. 12:4-8). La Iglesia Local se convierte en la madre progenitora de otras Iglesias Locales hijas. Es la Iglesia Local la llamada a cuidar y formar a esa “hija” hasta su madurez y desarrollo. Es la Iglesia Local la que tiene la gran responsabilidad de cuidar a cada creyente, y es a ella la que se le dice: “Esfuércense en mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz”. Esto es una responsabilidad insoslayable y en la que Dios no admite excusas. Cada creyente en lo particular está llamado a mantener la unidad dentro de la Iglesia Local evitando actitudes y acciones que atenten contra ella.<br />Ahora bien, la Iglesia Local tiene que aplicar dentro de ella los mismos principios de sujeción, gobierno y organización si es que quiere permanecer dentro de la voluntad de Dios y con el respaldo del Espíritu Santo.<br /><br />Para contribuir al mantenimiento de su unidad interna, Dios ha colocado dentro de esta el ministerio del pastor. Es el pastor la persona a la cual Dios ha responsabilizado por la dirección, cuidado y guianza de la Iglesia Local hacia los fines espirituales para lo cual Él la constituyó (1Tim . 3:4-5; Heb. 13:17). Dios ha delegado Su autoridad directiva en el Pastor. Este ministerio lleva implícito una responsabilidad grande ante Dios. En sus manos está la vida de las oveja. El pastor es el líder visible. Aunque su referencia directa es a Jesús, la parábola del buen pastor sin embargo, nos da las pautas que establecen los principios y la naturaleza de la autoridad pastoral sobre las ovejas y sus relaciones mutuas. (Véase el capítulo 9: “El Ministerio del Pastor”.)<br /><br /><strong>b. Principio de sujeción y grados de autoridad de otros ministerios dentro de la Iglesia Local.<br /></strong><br />A nivel de Iglesia Local existen ministerios en formación o formados que contribuyen al crecimiento del Cuerpo local. Algunos de ellos, en ocasiones, se proyectan para bendecir al el Cuerpo Universal y no pueden ser contenidos ni limitados por la Iglesia Local donde surgieron. Esto, sin embargo no le da derecho a ningún ministerio de vivir una vida sin dependencia ni sujeción a una autoridad. Es necesario no desconectarse de la “autoridades superiores!” que han sido puesta sobre él como sobreveedores de su ministerio y vida espiritual. Sin embargo y como ya hemos señalado, a la luz de lo que la Biblia nos enseña, dentro del Cuerpo Local hay muchos miembros que funcionan simultáneamente dentro de éste. Estos miembros trabajan con cierto grado de autoridad dentro del cuerpo.<br /><br />El grado de autoridad de estos ministerios locales está determinado por la posición asignada y por el área que abarca su trabajo específico. Estos ministerios, dentro de la Iglesia Local, ocupan un radio de acción que influye efectivamente para la edificación general del organismo. La falta de reconocimiento mutuo en los ministerios, la interferencia mutua, incursionando en áreas que no son de la incumbencia del ministerio propio, y la limitación ejercida sobre el desempeño desubicado de otros ministerios producen graves problemas y por regla general producen un espíritu que tiende a afectar el espíritu de unidad. El respeto, el reconocimiento y la sujeción mutuas son la llave de la armonía interna de la Iglesia. (Efe. 5:21;1 Pedro 5:5; 2 Cor. 4:5, ).<br /><br />Nos es fácil entender los principios de autoridad y sujeción desde el punto de vista humano: sujeción a los patrones, a los que gobiernan, al esposo en el hogar; pero cuanto nos cuesta entender los principios de autoridad y sujeción en el plano espiritual: a los pastores, a los líderes, los unos a los otros. Sin embargo, cuando ellos faltan o no se reconocen dentro de la Iglesia, se produce un espíritu anárquico que Dios rechaza y repele, y que produce un estado de confusión y desorientación, que con un efecto centrífugo tiende a desplazar los miembros produciendo un espíritu divisionista. Es necesario que entendamos definitivamente que donde está Dios, necesariamente tiene que haber gobierno, autoridad y sujeción, para que el orden reine y todo marche en espíritu armónico. Estos son principios eternos e inalterables que se manifiestan donde Dios está.</span></div>El pastor Luis E. Llaneshttp://www.blogger.com/profile/05500513164562547209noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6011444661778535011.post-27967569529701936112007-06-20T12:06:00.000-03:002014-11-06T21:52:16.975-03:00CAPÍTULO 4: LEYES QUE RIGEN LA UNIDAD DE LA IGLESIA<div align="justify">
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<span style="font-family: arial;"><span style="font-size: 130%;"><strong>Ley de la diversidad en la unidad (vv. 4-13).</strong><br />La revelación de esta ley está expresada por el apóstol Pablo en el v. 12: “De hecho, aunque el cuerpo es uno solo, tiene muchos miembros, y todos los miembros, no obstante ser muchos forman un solo cuerpo. Así sucede con Cristo”. Como Jesús en su oración intercesora (Juan 17:21-23), Pablo determina el establecimiento de la pluralidad en la unidad del Cuerpo de Jesucristo sobre las bases de la unidad de la Deidad. En 1 Cor. 12:1-6 se encuentran tres expresiones que nos dan la clave:<br /><br />v. 4. “Hay diversidad de dones, pero EL ESPÍRITU ES EL MISMO”.<br />v. 5. “Hay diversidad de ministerios, pero EL SEÑOR ES EL MISMO”<br />v. 6. “Hay diversidad de operaciones, PERO DIOS ES EL MISMO”.<br /><br />La pluralidad es opuesta al absolutismo, pero también es opuesta al diversionismo. El obsolutismo y el diversionismo son los polos opuestos o posiciones extremas de la unidad espiritual. Ambos son extremadamente dañinos.<br /><br />En la posición del absolutismo religioso, el que dirige se convierte en un “señor de la grey”, sin limitaciones de autoridad, ni reconocimiento hacia otras autoridades. Absolutamente todo está subordinado a él y, por lo tanto, todo aquél que intente ejercer cualquier tipo de autoridad es excluido y marginado. A tal extremo llega en esa postura, que trasciende el marco de “su” iglesia y se proyecta hacia otras iglesias: no reconoce la autoridad pastoral de otras Iglesias Locales. Margina y se margina, porque su posición absoluta excluye toda relación. Se mantiene así en una actitud independiente. Aunque lo niegue, su proceder no nace de un celo santo y divino, sino de un falso celo o celo sin ciencia que lo impele a adoptar una posición autocrática, autónoma, autoritaria, dictatorial y totalitaria. Él mismo se sectoriza y secciona, y sectoriza y secciona a un grupo determinado, en el que se produce, más tarde o más temprano la muerte espiritual, porque “separada del tronco la “rama” se secará y quemará”. Todo es cuestión de tiempo. Un ejemplo propio de esta actitud se encuentra en 3 Juan v. 9 y 10, con el caso de Diótrefes del cual trataremos mas adelante.<br /><br />Por otra parte, el diversionista confunde el concepto de diversidad, - dentro de la cual la variedad no pierde la esencia de su naturaleza común a pesar de las diferencias de formas. En la actitud diversionista, las formas toman el lugar de la esencia; por lo tanto pone énfasis en el aspecto visible y la diferencia externa, factores que tienden a opacar o anular la naturaleza interna y común de los diferentes grupos. La diferencia se constituye en una piedra de tropiezo, porque toman como patrón de unidad su propio formato: las formas asumidas por ellos mismos. Lo que no se acomode a esos patrones es rechazado. Por lo tanto, el diversionista, aunque cree en la diferencia se aísla, porque lo QUE NO SE PARECE A ÉL, NO TIENE LA POSICIÓN CORRECTA. Tiende, pues, de igual forma que el absolutista a aislarse del grupo, viviendo “su propia vida” (fugaz y pasajera) y perdiendo así la bendición de la comunión. Un ejemplo de esta actitud la tenemos dentro de los corintios, 1 C or. 1:11-13.<br /><br />Tampoco es FUSIÓN. En la fusión se despersonalizan las parte. Éstas pierden su identidad. El todo se convierte en una masa informe donde se confunden los elementos, donde se pierde la sustancia, donde falta el orden. Las fronteras se borran, donde todo el mundo es y nadie es. La idea de la fusión denominacional, que algunos sectores fomentan, altera el sentido y espíritu de la verdadera unidad espiritual. Es una utopía. Dios ha forjado la unidad espiritual de tal forma que es imposible la fusión disolvente. Dios tenía, en el A. T. Un solo pueblo, pero doce tribus. Cada tribu con sus nombres identificativos , sus características especiales y una idiosincrasia particular. Fue Dios el que distribuyó las tribus, el que las delimitó colocando fronteras. A Dios no le interesaba amalgamar, ni fusionar tendiendo a la pérdida de la identidad tribal. La unidad de ellos no consistía en la renuncia de sus fronteras, ni en la adopción costumbrista de otras tribus, Cada una de ellas eran lo que eran y cada una jugaba un papel importante dentro de los planes de Dios. Las unidad nacional estribaba sobre el reconocimiento de “un solo Señor, (Jehová, ) una sola fe, (La Ley), de un solo sistema de adoración y un propósito común: Ser luz a las naciones paganos en medio de las cuales ellos vivían..... Esto era lo que unía a las diferentes tribus para que fueran un pueblo. “Porque tu eres pueblo santo para Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, mas que todos los pueblo que están sobre la tierra.” (Deut. 7:6 comp. Con Éxo. 19:6)<br /><br />Estos fundamentos antiguotestamentarios se proyectan hacia la Iglesia. Estas mismas palabras son aplicada por Pedro y Jesús a la Iglesia (1 Pedro 2:4-10; Apoc. 1:6). Cuando Jesucristo se revela a Juan en la isla de Patmos, elige un grupo de iglesias locales del Asia Menor, como representativas de la Iglesia histórica y universa Ver Apocalipsis 2 y 3)Observemos:<br /><br />1o. Las menciona a cada una independientemente (: “Escribe al ángel de la iglesia en Éfeso”.<br />2o. Las ubica físicamente: “En Efeso”.<br />3o. Reconoce la individualidad de cada una: “Escribe al ángel DE LA IGLESIA”.<br />4o. Reconoce problemas individuales, puntuales de cada una.<br />5o. Pero reconoce la pluralidad objetiva y física de la Iglesia: “El que tiene oídos oiga lo que el Espíritu dice A LAS IGLESIAS. Se aplican los mismos principios que a Israel. LA IGLESIA-LAS IGLESIAS.<br /><br />Su unidad se basa sobre el hecho de que Jesús “anda en medio de los siete candeleros de oro”. Las une “un Cuerpo, un Espíritu, una esperanza, un Señor, una fe, un bautismo, un Dios” Efe. 4:4-6, todo ello para un fin común: “Anunciar las virtudes de Aquél que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable”. (1 Pedro 2:4-10)<br /><br />El ecumenismo pretende infructuosamente lograr lo anterior. Pero la unidad espiritual tampoco es Ecumenismo: es Palabra de Dios. El Ecumenismo es una caricatura humana de la Unidad del Espíritu, impulsada por un espíritu humanista con un concepto errado de lo que es UNIDAD. Es un intento de amalgamar los miembros con “prótesis” que no tienen nada que ver con la naturaleza espiritual de la Iglesia. Es el intento de mezclar el aceite y el vinagre: por muy fuertemente que se agite la mezcla solo se produce una aparente unión, después de un tiempo determinado, los elementos se separan y marcan su diferencia. La Biblia no habla de unidad como una fusión de “Israel” con “filisteos”, “asirios” y “babilonios”, sino de la unidad de “Judá” con “Benjamín”, “Manasés”, “Rubén”, etc.<br /><br />Esta verdad (la ley de la diversidad en la unidad) es difícil de asimilar, pero aunque no la entendamos, aún más, aunque la rechacemos, ella no va a alterar en nada su naturaleza benefactora para aquellos que la aceptan. El rechazo a ella tampoco va a decidir o variar la voluntad de Dios. Esta ley es lúcida y transparente en la Biblia y su vigencia y efectividad son eternas. Esta verdad está enseñada en la Palabra, desde el Génesis hasta el Apocalipsis, de tal forma que, aunque algunos no la tengan en cuenta, ella no va a ser alterada en nada. Pero si creemos en la unidad del Cuerpo tenemos que sentirla y promoverla en la forma bíblica. Si no hay este sentir en ti, esta actitud es evidencia que NO ERES DEL CUERPO TODAVÍA, porque a todos los miembros del Cuerpo les caracteriza un mismo sentir porque es el sentir de Cristo, y este sentir tiene en cuenta a los demás en busca del bienestar de todos.<br /><br />Esto no tiene nada que ver con organizaciones ni denominaciones, no tiene nada que ver con títulos ni nombres, esto tiene que ver CON EL CUERPO DE CRISTO. Esto no tiene nada que ver con conceptos personales, ni actitudes prejuiciosas, esto tiene que ver con la naturaleza divina de la unidad y con UN MANDAMIENTO de obediencia insoslayable e impostergable; por lo tanto obedecemos, o nos convertimos en anarquistas y rebeldes.<br /><br /><strong>Ley de la dependencia (vv. 14-21).</strong>La unidad de todos los miembros, implica una realidad: la necesidad que tenemos los unos de los otros. Las manos necesitan ser alimentadas a través de la boca, pero a la vez si ellas no llevan el alimento a la boca, todos desfallecen. A las manos no les queda otra alternativa que hacer su tarea: es la única forma de recibir los beneficios del trabajo de la boca.<br /><br />Esta ley se aplica a todos y cada uno de los miembros del Cuerpo a la vez que impide que nos creamos todo suficientes. Con la actitud de independencia e independentistas, los primeros perjudicados seríamos nosotros mismos porque esto nos induciría a despreciar el regalo que Dios nos hace, al poner a nuestra disposición el servicio de los demás ministerios. En esta ley se contempla también un axioma espiritual: “El ojo no puede decir a mano: no te necesito” (v. 21).<br /><br />Sin embargo es necesario tener cuidado con los extremismos en la aplicación de esta ley. El primero de ellos es el extremismo “dependentista”, que puede manifestarse en lo que pudiéramos llamar cristianos y aún iglesias “en calidad de dependencia” espiritual. Permanecen “bebés” toda una vida, no hay crecimiento ni madurez. Son como a las criaturas que hay que hacérselo todo porque no son capaces de valérselas por sí mismos. Esto no descarta, por supuesto, el fenómeno del cual la Biblia nos habla: que dentro de las congregaciones habrá niños espirituales a los cuales hay que sobrellevar, y que son permitidos por Dios para pulir nuestro carácter en paciencia y amor. El “dependentismo” espiritual se presenta cuando el número de “bebés” espirituales, a nivel miembros de congregación, o a nivel congregaciones en sí, crece desmedidamente.<br /><br />Otro extremo o peligro de la mala aplicación de esta ley es la posibilidad de que algún líder o iglesia, movidos por un espíritu paternalista, asuma un papel de “completo en sí mismo”. ¿Cómo se manifiesta esta problemática? La persona o congregación que adopta tal postura se levanta como único previsor y solucionador de los problemas, como sustentador permanente de los de espíritu pueril, que nunca tienen la posibilidad de crecer. Tal conducta imprime en los otros un complejo de insuficiencia y dependencia paternal permanente, creyendo que esa es la condición normal dentro del cuerpo.<br /><br />En la ley de la dependencia todos están en el mismo nivel y con la misma capacidad para dar y recibir, pero todo debe producir CRECIMIENTO Y MADUREZ. (Efe. 4:16).Como ley, la ley de la dependencia necesita de nuestra obediencia, de lo contrario nos convertimos en anarquistas y rebeldes.<br /><br /><br /><strong>La ley de la compensación (vv. 22-27).</strong><br />“Así Dios ha dispuesto los miembros de nuestro cuerpo, dando mayor honra a los que menos tenían” v. 24<br /><br />La pregunta que surge aquí es: ¿Qué medios usa Dios para suplir a los otros miembros lo que a ellos les falta? El v. 25 nos da la respuesta: “a fin de que no haya división en el cuerpo , SINO QUE sus miembros SE PREOCUPEN POR IGUAL UNOS POR OTROS”. Hermano, líder, , Dios te ordena que te preocupes por el hermano al que le falta lo que tu posees, para que le ministres de acuerdo con la capacidad que Dios te ha dado (1 Ped. 4:10). Iglesia Local, (y por qué no: DENOMINACIÓN) que tienes en tu seno una capacidad ministerial amplia, Dios te ordena: preocúpate por las congregaciones pequeñas; ayúdales a edificarse AUNQUE NO LLEVEN TU MISMO RÓTULO. Tú solo no eres todo el Cuerpo. Comparte con aquellas a las cuales le falta lo que tú tienes. Ellas son también miembros del Cuerpo de Cristo. Comparte con ellas la honra que Dios te he dado. Interésate por ellas y la descompensación terminará.<br /><br />Por otra parte, tú que necesitas ayuda, pide ayuda y déjate ayudar. Revístete de humildad y reconoce tus limitaciones. No te quejes si nadie te visita, si nadie te tiene en cuenta, si te pasan por alto. Usa los ministerios que están a la mano. Que tu orgullo no impida a las manos extendidas mostrar su generosidad. Dios quiere darte, abre tu corazón para recibir.<br /><br />En la ley de la compensación, el amor se libera, la bondad se hace una realidad, la generosidad toma un lugar predominante. El amor de Cristo irradia así a través de la Iglesia, a la cual ha colocado como la luz del mundo y como Su testimonio para que el mundo crea.<br /><br />Como precaución, se debe evitar el abuso en el uso de la ayuda. Cuando la Iglesia ayudada o el creyente ayudado está en capacidad de caminar de por sí, es bueno cortar “el cordón umbilical” y colocarse en calidad de ayudador para hacer crecer a otros. Para crecer, hay que ayudar a crecer.<br /><br />Como esto es un mandamiento, si no obedecemos, nos convertiremos en anarquistas y rebeldes.<br /><br /><strong>La ley de la ministración (vv. 28-31).</strong><br />Esta idea de Pablo, es compartida con Pedro cuando nos dice: “Cada uno, ponga al servicio de los demás el don que haya recibido, administrando fielmente la gracia de Dios en sus diversas formas” (1 Pedro 4:10). ¿Para qué Dios nos ha colocado dentro del Cuerpo? La respuesta no se demora: “Para administrar a otros la gracia de Dios en sus formas múltiples de obrar” . Los dones y ministerios no son para hacer alarde de ellos. Tampoco para humillar a nadie, ni para aparentar que somos mejores. La ministración de los dones debe ser ejercida con toda humildad, teniendo en cuenta que “nada tenemos que no hayamos recibido, y si lo recibimos ¿de qué gloriarnos?” (1 Cor. 4:7).<br /><br />En la ley de la ministración, cuanto más damos, mas recibimos de Dios. Él aumenta nuestra capacidad y potencial ministerial. No temamos, ni tengamos en poco el ministrar lo que hemos recibido a aquellos que lo necesitan, a los que son más humildes, pues ellos son también partes de este gran Cuerpo. Ellos también, de alguna forma, nos ministran y complementan de acuerdo con la ley de la compensación.<br /><br />Pero para esto también hay que revestirse de humildad: reconocer que aunque tenemos mucho y somos grandes, todavía necesitamos del más chico y del que menos tiene. Lo poquito que tiene el chico es lo que falta al grande que tiene mucho. Sin esto poquito no estás completo. ¡Deja que los de abajo te ministren también; aunque no lo creas, ellos también tienen algo que ofrecerte!. Recuerda que las grandes multitudes llegan a necesitar de los panecillos de un solo chico.<br /><br />“ÉL MISMO CONSTITUYÓ a unos apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, y a otros pastores y maestros, A fin de capacitar al pueblo de Dios para la obra del servicio, para edificar el cuerpo de Cristo”. (Efe. 4:11-12)<br /><br />Esta ley, como ley, es un mandamiento para ser obedecido: u obedecemos, o nos convertimos en anarquistas y rebeldes dentro del Cuerpo, y para los rebeldes está destinado el rechazo de Dios.<br /><br /><strong>Actitudes positivas y negativas.</strong>Por regla general, cuando Dios va a hacer algo a favor del hombre, lo hace en cooperación con éste. Él lo incorpora a Su obra para llevar a efecto Sus planes a favor del mundo y de la Iglesia. Como Iglesia de Jesucristo, somos nosotros los llamados a contribuir con Dios para fomentar el máximo ideal de Dios para con Su Iglesia: su unidad y armonía, asumiendo una actitud madura ante cada circunstancia para poder cooperar con Dios a la concreción de sus propósitos. Sin embargo, podemos asumir una actitud incorrecta que perjudique a esos planes. Analicemos, pues, lo que Pablo nos expone en 1 Corintios 12.<br /><br /><strong>Actitudes negativas:</strong><br /><strong>Indiferencia.</strong> (“No soy del cuerpo...” 1 Cor. 12:15).<br /><br />La indiferencia se produce por dos razones:<br /><br />Primero: la ignorancia del papel que se juega dentro del Cuerpo de Cristo, que hace que el miembro asuma una postura impasible ante sus responsabilidades y a veces las rechace. Para sacar de la ignorancia está la enseñanza. Casi siempre, en estos casos, cuando la persona se da cuenta de que es algo y tiene algo para dar, comienza a actuar.<br /><br />Segundo: la amargura, la falta del reconocimiento al trabajo personal, los problemas internos de la Iglesia, la falta de incentivo humano, los roces, los resquemores, llegan a producir una profunda incisión en el corazón, volviendo a la persona indiferente e irresponsable. Ella misma se aísla, se convierte en criticona. El resultado es que, a la larga se produce un daño tanto en ella como en la obra de Dios. Estas situaciones pueden ser previstas por medio de la enseñanza que permite la maduración de los miembros del Cuerpo, en todos los sentidos; pero cuando la persona ha caído en la triste condición de amargura, es necesario sanidad para su alma. Solo Jesucristo es capaz de transformarla cuando ésta, sinceramente, se vuelve a Él.<br /><br /><strong>Imprescindibilidad</strong> (“Ser todo el cuerpo...” 1 Cor. 12:17).<br /><br />Cuando algún miembro del Cuerpo se cree imprescindible, llega a pensar que solo él es capaz de hacer todo el trabajo. Si otro lo hace, no queda bien, su intervención es absolutamente necesaria. No hay otra persona capacitada como él.<br /><br />Esta actitud es nociva: limita e interfiere en el desarrollo a otros ministerios e impide que surjan nuevos. Surge también como producto de dos factores:<br /><br />Primero: Como siempre, la ignorancia, que es la madre de muchos males. En este caso, sin embargo, el pastor tiene que tener cuidado de no mal interpretar a esta clase de personas, pues no siempre los mueve un espíritu malo, sino un celo sin ciencia, la inmadurez y el mejor deseo de ser útiles. Después de detectar el móvil, el Pastor con sabiduría, enseñará y canalizará todas las energías, ímpetus y capacidades para el máximo aprovechamiento del potencial que hay en estas personas.<br /><br />Segundo: un espíritu de liderazgo nato en la persona. El Pastor, con paciencia, enseñará, preparará, capacitará y encaminará a estos miembros. A los líderes que surgen dentro de la Iglesia Local hay que definirles el trabajo a realizar. A veces hay que encaminarlos para que desarrollen sus ministerios en campos más amplios. Si los retenemos, en vez de ser de bendición, traerán problemas y les haremos daño a ellos también.<br /><br /><strong>Autosuficiencia (“No te necesito...” 1 Cor. 12:21).</strong>Esta actitud entra sutilmente en el corazón. Es producida por un espíritu de autodependencia y menosprecio de las capacidades de otros. Hay una diferencia entre la actitud anterior a ésta. Mientras que la primera mueve a la persona a hacer demasiado (lo de ella y lo de otros), en la segunda, la persona tiende a ser egoísta, pues no solamente desprecia la ayuda que los otros le proporcionan porque la creen innecesaria, sino que sobreestima la labor que él mismos hace, pensando que lo propio es lo mejor. Estos son ministerios desviados sin conciencia de la naturaleza del funcionamiento de los dones y capacidades que Dios da para edificación del Cuerpo. Desconocen el por qué y el para qué de su trabajo en la Iglesia.<br /><br />El Pastor debe enseñar, tener paciencia pero si no hay rectificación, es mejor obviarlos y utilizar a personas más humildes y bien ubicadas.<br /><br /><strong>Equilibrio de actitudes.</strong>En Romanos 12:3, Pablo escribe: “Por la gracia que se me ha dado les digo a todos ustedes: nadie tenga un concepto de sí más alto, sino mas bien piense de sí mismo con moderación según la medida de fe que Dios le haya dado”. La verdadera humildad no es rebajarse ni subestimarse a sí mismo. Pablo nos muestra la verdadera actitud que debemos tener: una actitud equilibrada. Una falsa humildad nos anula y limita.<br /><br />El orgullo, por otra parte, causa la ruina propia y la de otros. Ahora bien, el reconocimiento real de lo que uno es dentro del Cuerpo de Cristo nos ayuda a desempeñar a cabalidad el ministerio que Dios nos ha dado. Así podemos emplear el potencial y la capacidad recibida de parte de Dios, de una forma correcta, siendo edificada la Iglesia y quedando feliz y satisfecho uno mismo.</span></span></div>
El pastor Luis E. Llaneshttp://www.blogger.com/profile/05500513164562547209noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6011444661778535011.post-9443050598608478162007-06-20T11:48:00.000-03:002014-11-06T21:51:47.896-03:00CAPÍTULO 5: CAUSAS Y CONSECUENCIAS DE LAS DIVISIONES EN LA IGLESIA<div align="justify">
<span style="font-family: Arial; font-size: 130%;"></span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">Hemos llegado a la consideración de un aspecto muy importante en este estudio: ¿Cuáles son las causas más importantes del espíritu divisionista dentro de la Iglesia? Se pudiera hacer un listado de posibles causas, pero yo detecto seis que considero importante resaltar: 1°. Falso concepto del liderazgo. (1 Cor. 1:10-13). 2°. Intereses personalistas. (3ra. Juan 9-10). 3°. Interpretaciones de carácter doctrinal, (1 Cor. 15: 1 Tes. 4:13-17; 4°. Celo carnal o falso celo. (Santiago 3:13-16: Col. 4:17; 1 Cor. 3:3; 5°. Aspiraciones de liderazgo insatisfechos. 6°. Permisión impune de pecados dentro de la Iglesia.<br /><br /><strong>1°. Falso concepto del liderazgo.</strong></span></div>
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<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"></span></div>
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<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /><br />Un ejemplo típico de este espíritu divisionista es la Iglesia de los Corintios. Por las características de la misma podemos decir, sin temor a equivocarnos, que era una Iglesia inmadura, que se había quedado en pañales, y en un estado de subdesarrollo espiritual. ¿Cuáles eran las evidencias de su niñez?<br /><br />En primer término podemos notar que, aunque con sus labios confesaban a Cristo, esta Iglesia tenía puesta su mirada en el hombre y no en Cristo. Aunque ellos tenían su pastor, sin embargo en una ocasión llegó de visita el gran evangelista llamado Apolo. La fama de este hombre de Dios era notoria por el tipo de ministerio público que desarrollaba. De ciudad en ciudad, de iglesia en iglesia, y con su elocuencia fluida y su verborrea desbordante dejó atónita a esa Iglesia local, de tal forma que pronto captó admiradores. Como nunca faltan líderes potenciales, hubo uno que, aprovechando la coyuntura de la expectación, se hizo líder de la facción de los admiradores de Apolo. Aunque este ya se había ido, y aunque estaba ignorante de lo que estaba sucediendo a sus espaldas, este grupo comenzó a tomar fuerza dentro de la pobre Iglesia Local de tal forma que pronto se dejó sentir el espíritu sectario y divisionista dentro de ella. ¿Cómo lo hacían? Quizás el pastor no era tan elocuente como Apolo. Aprovechando la diferencia marcada entre la elocuencia de Apolo y la falta de dicción de su Pastor, a cuantos hermanos se encontraban remarcaban esta diferencia entre el “ave de paso” y “el pastor del rebaño”. Llamaban la atención al carisma de Apolo, a la personalidad de Apolo, mientras que el pobre pastor contemplaba la situación, e impotente, doblaba sus rodillas y con lágrimas de sufrimiento en sus ojos pedía misericordia a Dios por la trama que veía entretejiéndose en su misma presencia.<br /><br />Hubo una reacción en cadena. Una reacción no favorable, puesto que otro grupo y para contrarrestar la acción de los “apolistas”, se levantaban a favor de Pedro. Ellos alegaban que era el apóstol con más experiencia, que había caminado con Jesús, que era el principal líder entre ellos y que al fin y al cabo fue a él a quien el Señor le había entregado “la llave del reino”. El pastor observaba el desmembramiento de aquella congregación, que una vez hermosa y fuerte, ahora se le iba de entre las manos. Otro grupo, también numeroso decía: “Nosotros, ni de Apolo ni de Pedro, nosotros “nos adherimos al apóstol Pablo”. Por una parte los “apolistas”, por otra los “pedristas” y ahora aparecían los “pablistas”. “Pablo es el predicador a los gentiles, ha fundado muchas Iglesias, es un gran maestro y, al fin y al cabo, él fue el fundador de la obra en Corinto”. Otros más parcos en su forma de ver las cosas, los espiritualoides que subyacen también dentro de las Iglesias Locales, decían: “¡Nosotros no seguimos a hombres, si se ha formado esto dentro de la Iglesia, nosotros nos quedamos con Cristo y nos vamos de aquí”. Y junto con los otros formaron otro partido, el de los “cristinos”.<br /><br />Ante estas circunstancias, el pobre pastor, consternado, humillado, menoscabado envió una carta a Pablo a través de la única familia que había quedado fiel a su lado, la familia de Cloé. Gracias a Dios por los Cloé que todavía existen dentro de la Iglesia; aquellos que sufren junto con su pastor, que comprenden el ministerio de su pastor, que oran por su pastor, que respaldan a su pastor, ¡Cuánta falta hace familias como las de Cloé dentro de la Iglesia, pero cuántas pocas hay!<br /><br />Esta Iglesia tenía un falso concepto de los ministerios. No entendía la función de ellos. No entendía que los hombres no son más que instrumentos en las manos de Dios para ayudar a la edificación del Cuerpo de Cristo. Sus miembros estaban ciegos. Cuando Pablo se entera de todo este caos producido por la inmadurez y falta de conocimiento les hace ver su calidad de “menores de edad” y les escribe diciendo: “Yo, hermanos, no pude dirigirme a ustedes como espirituales sino como a inmaduros, apenas niños en Cristo. Les di leche porque no podían asimilar alimento sólido, ni pueden todavía, pues aún son inmaduros. Mientras haya entre ustedes celos y contiendas, ¿no serán inmaduros? ¿acaso no se están comportando según criterios meramente humanos? . Cuando uno afirma: “Yo sigo a Pablo” y otro “Yo sigo a Apolo, ¿no es porque estáis actuando con criterios humanos?. Después de todo ¿qué es Apolo? ¿y qué es Pablo?. Nada más que servidores por medio de los cuales ustedes llegaron a creer, según lo que el Señor le asignó a cada uno. Yo sembré, Apolo regó, pero Dios ha dado el crecimiento. Así que no cuenta ni que siembra ni el que riega, sinio solo Dios quien es el que hace crecer” (1 Cor. 3:1-7)<br /><br />Al contemplar los efectos desastrosos producidos por los grupos y facciones dentro de la Iglesia ¿qué es lo que debemos entender?, ¿qué lecciones debemos sacar? Es necesario que entendamos que Dios le ha dado a cada uno un ministerio que debe ejercer en tiempo, forma y lugar adecuados. Un evangelista puede ser muy elocuente, muy utilizado por Dios con señales y milagros, pero su capacidad como evangelista no lo consagra como pastor de una Iglesia.<br /><br />Conocí personalmente a un evangelista poderosísimo muy utilizado por Dios que bajo su ministerio surgió una de las varias Iglesias en un país. Por varios años esta Iglesia fue pastoreada por un pastor que la hizo crecer y prosperar. Al quedar vacante, se hicieron elecciones y entre los candidatos estaba el evangelista que la había fundado. Al ver las posibilidades de ser elegido, pastores de experiencia le aconsejaron de que no cometiera el error de aspirar al pastorado. Trataron de hacerle entender que si se desubicaba de su ministerio iba a fracasar. Él no oyó. Fue elegido pastor de esa congregación. Los primeros seis meses todo parecía que andaba bien. Después de los seis meses comenzó a tener problemas de liderazgo; antes de los dos años tuvo que salir y mal salir. Se amargó por un tiempo, hasta que Dios le habló directamente y le dijo que Él no lo había llamado a pastorear: “Tú no eres pastor, tú eres evangelista y evangelista serás”. Fueron las palabras proféticas que le ayudaron a salir del hoyo.<br /><br />El ministerio del evangelista es temporario en lo que se refiere a lugar; es el ministerio pastoral el que está en capacidad para guiar, apacentar, ayudar y formar la oveja para su crecimiento y madurez. Si el evangelista tratara de hacer este trabajo fracasaría, así como el pastor que sin tener un llamado tratara de ejercer un ministerio evangelístico neto. El Pastor no tiene que tener una elocuencia extremada pero sí debe tener un alma y corazón de pastor y un sentimiento paternal y la capacidad para enseñar. Esto lo tiene que entender la Iglesia Local para no dejarse arrastrar por falsas ilusiones, el engaño de la grandilocuencia, ni por los frutos temporarios de un ministerio de paso. Es el pastor, que con su ministerio estable y paciente, logra la estabilidad, crecimiento y desarrollo de la Iglesia. Es la Iglesia, a su vez, la que con una actitud madura debe cooperar con aquel ministerio que está allí en las altas y en las bajas, en las buenas y en las malas, en las victorias y en las derrotas aparentes; y de esta forma crece, se robustece hasta llegar a ser el instrumento que Dios quiere que sea en este mundo: LUZ Y SAL.<br /><br /><strong>2°. Intereses personales. (3 Juan 5-10).</strong><br />Otros de los grandes problemas que se presentan dentro de la Iglesia y que producen el caos, es la actitud de algunos líderes al asumir una postura absolutista y personalista. Cuando me refiero a postura personalista, aludo a que el líder centra exclusivamente en él todo el movimiento y actividad material y espiritual de la Iglesia, que busca una posición preponderantemente directiva, para un reconocimiento exclusivo y trata de supeditar, bajo su control y dominio, todos los intereses materiales y espirituales del grupo local. Por regla general, los sentimientos que impulsan a estas personas no son buenos. Los caracteriza un espíritu egoísta, y más que en siervos de Dios se convierten en “señores del rebaño”, que no necesitan ni aún un salario porque ven a la Iglesia como un negocio para explotar. Las características de estos falsos líderes se reflejan en la descripción que hace Juan en su tercera epístola: Primero: Les gusta tener el primer lugar en la Iglesia. Segundo: No reconocen a los demás líderes espirituales, “no los recibe”. Tercero: Se caracterizan por el parloteo, la difamación de aquellos que no los reconocen ni están de acuerdo con sus actitudes: “hablan palabras malignas contra ellos”. Cuarto: No solamente no reciben a los hermanos que quieren andar rectamente, sino que a aquellos que por desdicha todavía permanecen dentro de la congregación les prohíben la recepción de los que se le oponen e incluso son capaces de expulsar del seno de la Iglesia a aquellos que lo hacen. (3 Juan 5.<br /><br />Esta actitud produce un cisma que va tomando cuerpo hasta que se lleva a cabo el resquebrajamiento total y la disolución de la Iglesia Local. Para asegurarse en el “trono” y lograr sus objetivos, estos líderes exclusivos toman ciertas medidas:<br /><br />a) Aislamiento total de los demás líderes espirituales y por consiguiente aislamiento de sus congregaciones de la comunión de los demás grupos cristianos. Como no están seguros de ellos mismos, tienen temor de que su congregación abra sus ojos ante las realidades de la amplitud del Reino de Dios y no vean para darse cuenta del caos interno que tienen. Esta actitud es producida también por un falso celo o celo infundado. El aislamiento los sume en un estado de soledad, de indiferencia, y de orgullo personal que opaca su visión, por lo que se estrangulan a sí mismos y llevan a la Iglesia Local a la ruina total.<br /><br />b) Aislamiento de aquellos que, dentro de la Iglesia, quieren ayudarlo. Esta especie de líder comienza a ver enemigos donde no los hay. Él mismo crea los enemigos y en una batalla campal arremete contra aquellos que de verdad quieren ayudarlo. Aprovecha de su posición y autoridad para hacer que estos hermanos tengan que separarse de dentro del seno de la Iglesia. Viéndolos afuera, prosigue una campaña difamatoria, haciéndoles creer a los otros que el que se fue es malo, que los que se van son malos y en esta forma reduce a sus opositores y, a la vez, los obliga a cambiar de Iglesia Local. c) Se empeña en una campaña de descrédito de los otros grupos cristianos y de sus pastores. En esta posición y para él, todas las demás Iglesias están en pecado. Él y su congregación son los únicos santos y salvos. Se convierten ellos mismos en depositarios exclusivos de la verdad. Van modelando una Iglesia tipo monstruo, porque la llegan a desfigurar tanto, que de Iglesia solo llegan a quedarse con el nombre, pero ante Dios y el mundo se convierten en un desarmadero y un predio de chatarra herrumbrosa.<br /><br />Al verdadero siervo de Dios solo le mueve el interés marcado de ver las almas perdidas salvarse y el engrandecimiento de la obra de Dios. Al verdadero siervo de Dios le mueve un solo sentimiento: amor a Dios derramado en su corazón que lo lleva a darse por la Iglesia. El verdadero siervo de Dios ama a sus consiervos, reconoce la obra que ellos hacen, confraterniza con ellos, sabe oírlos y compartir con ellos con franqueza, honestidad y sinceridad. Al verdadero siervo de Dios lo caracteriza una actitud humilde de tal forma que sabe oír el consejo sabio y la ayuda que le ofrecen sus consiervos: hombres que al igual que él los mueve el amor de Dios y el engrandecimiento de Su obra. Al verdadero siervo de Dios le mueve un deseo y es de ser un ejemplo a imitar por otros y no se convierte en una piedra de tropiezo para otros. El verdadero siervo de Dios promueve dentro de la Iglesia toda actividad que conduzca a la cohesión, estabilidad y crecimiento de ella. El verdadero siervo de Dios es capaz de ver y reconocer las virtudes de los otros y recibir la corrección y orientación de los mas experimentados. Todo esto es enseñado por Jesucristo y sus apóstoles y cualquier sentimiento, actitud o acción que no se desarrolle dentro de este contexto no ha de producir los frutos y beneficios que Dios quiere dentro de la Iglesia: el mantenimiento de su UNIDAD.<br /><br />Juan nos exhorta en su misma epístola: “Querido hermano, no imites lo malo sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios; el que hace lo malo no ha visto a Dios” (3 Juan 11) En contraste con Diótrefes el “exclusivo” nos sigue diciendo; “”En cuanto a Demetrio, todos dan buen testimonio de él, incluso la verdad misma. También nosotros lo recomendamos, y bien saben que nuestro testimonio es verdadero”. Y yo te pregunto a ti, líder de la Iglesia, directivo de grupo, pastor: ¿Eres un Diótrefes o un Demetrio?<br /><br />¿Qué testimonio puede dar La Verdad de ti?. Después de que te hayas contestado, por favor, no le eches la culpa a otros de todos los desastres producidos por ti mismo dentro de tu Iglesia. ¡Arrepiéntete, pues, rectifica tu camino, endereza lo torcido, pide perdón al que has ofendido y disponte a caminar con Dios y con la Iglesia!<br /><br /><strong>3° Asuntos de doctrina (1 Cor. 15:12; 1 Tes. 4:13-17; Gál. 3:1).</strong><br />Las falsas doctrinas han sido uno de los motivos por los que, a través de la historia, se ha puesto en peligro la unidad de la Iglesia de Jesucristo. Desde los tiempos primitivos los apóstoles previnieron a la Iglesia que dentro de la misma entrarían “lobos feroces que procurarían acabar con el rebaño. Aún dentro de ustedes mismos se levantarán algunos que enseñarán falsedades para arrastrar a los discípulos para que los sigan” (Hechos 20:29) También cuando vendría el tiempo cuando las gente “en que no van a tolerar la sana doctrina, sino que, llevados de sus propios deseos, se rodearán de maestros, que les digan las novelerías que quieren oír” (2 Tim. 4:4-5). Pedro, tomando como ejemplo la experiencia pasada del pueblo de Dios, nos dice que al igual que en el tiempo antiguo, “también entre ustedes habrá falsos maestros que encubiertamente introducirán herejías destructivas al extremo de negar al mismo Señor que los rescató”. (2 Ped. 2:1)<br /><br />A través de la historia, la Iglesia ha venido enfrentándose con la actividad sistemática, persistente, nociva, y destructora de estos falsos maestros. Estas tres últimas décadas han sido prolíferas en el surgimiento de muchas sectas que unidas a las de antaño y con sus falsos enseñadores han tratado de socavar el fundamento doctrinal de la Iglesia presentando una imagen falsa de Jesucristo y su evangelio, arrastrando tras sí a muchos incautos que se han dejado seducir. La actividad sutil de estos falsos maestros, y su falsa piedad, han engañado a muchos dentro y fuera de la iglesia, que ignorando la verdad doctrinal revelada se han dejado “llevar de todo viento de enseñanza”, “han abandonado la fe para seguir inspiraciones engañosas y doctrinas diabólicas. Tales enseñanzas provienen de embusteros hipócritas, que tienen la conciencia encallecida” enseñando toda suerte de doctrinas de hombres y tradiciones humanas destruyendo la fe de muchas personas.<br /><br />Si hacemos un análisis del trabajo hecho por el diablo a través del proceso histórico del establecimiento de la Iglesia en el mundo, nos damos cuenta que prácticamente el enemigo no ha variado mucho sus tácticas y en la actualidad. Él sigue fomentando este tipo de labor divisoria dentro del Cuerpo: unas veces resucitando y dando vigencia actual a las antiguas herejías; otras, creando doctrinas novedosas, pero igualmente heréticas. En ocasiones, algunas de sus enseñanzas parecen inocuas, inocentes, brillantes y por el énfasis tan marcado, remarcado y constante que se les da, por poseer portavoces que, en algunos casos lamentablemente, parecen ser grandes personalidades y representativos del evangelio, son introducidas, sembradas y cultivadas de tal forma que cual cizaña dentro del trigo, son difíciles de arrancar. Son difíciles de arrancar hasta el momento en que alguien con un poco de valor y convicción profética se levanta y desenmascara la mentira. Lamentablemente esto ha sucedido cuando pastores y congregaciones enteras han caído en la farsa y las consecuencias han sido cosechadas. Pero, en el momento del apogeo doctrinal de la falsa enseñanza, ¿quién le ponía el “cascabel al gato”?<br /><br />Estas enseñanzas nocivas se pueden clasificar en tres: las de tipo doctrinal, las de tipo práctico y las de tipo moral.<br /><br />Las de tipo doctrinal han sido encaminadas a menoscabar las siguientes enseñanzas básicas de la Biblia: el concepto trinitario de la Deidad, que incluye la deidad y la humanidad de Cristo, y la personalidad del Espíritu Santo; la doctrina de la salvación por fe en el sacrificio de Cristo; la doctrina del nacimiento virginal de Cristo; la doctrina de la segunda venida de Cristo de la resurrección de los muertos; la doctrina del destino del alma después de la muerte; la doctrina de la inspiración divina y de la inerrancia de la Biblia; la doctrina del carácter único de Jesucristo como mediador.<br /><br />En relación con la doctrina de la Trinidad, el diablo se ha interesado en menoscabar y negar los dos aspectos básicos: la naturaleza real de Cristo y la personalidad del Espíritu Santo. Con respecto a la naturaleza real de Cristo, la historia de la Iglesia nos presenta: a) sectas y / o movimientos que niegan su naturaleza divina: ebionistas, gnósticos, arrianos, Testigos de Jehová, los liberales teológicos. b) Sectas que niegan su naturaleza humana: el docetismo, el monofisismo. c) Sectas que menoscaban su carácter divino, pero sin negarlo: los mormones. Algunas de estas sectas acusan al Cristianismo de ser triteísta. En relación con el Espíritu Santo, la mayoría de las sectas citadas anteriormente niegan su personalidad, remitiéndolo solamente a una fuerza emanada de la Deidad. Por otra parte, encontramos algunos grupos sectarios que sin negar la verdadera naturaleza de Cristo, se oponen a la doctrina de la Trinidad, por ejemplo: los Unitarios, donde resaltan los Sólo Jesús y los Ruselistas.<br /><br />Otra doctrina que se ha tratado de negar o desfigurar es la de la salvación. En su interpretación más extrema, enseña la imposibilidad presente de ser salvos y la obtención futura de la salvación por medio de méritos humanos. Una de las formas de detectar una secta es haciéndole la pregunta siguiente: “¿Es usted salvo ya?” La respuesta inmediata es: “No, estoy tratando de ser salvo”, “la salvación es para el futuro”, “ahora es imposible saber si somos salvos”. A todos ellos les caracteriza la inseguridad de la salvación; y su sentir es real, puesto que nunca han tenido un experiencia real de salvación y no se ha producido en ellos el “nuevo nacimiento”. Sin embargo la Biblia nos enseña claramente que “hoy es el día de salvación”, que “el que cree en el Hijo tiene vida eterna”, “que el Espíritu de Dios nos da testimonio interno de que somos hijos de Dios” y todo producto de nuestra fe en el sacrificio de Jesús “porque por gracia sois salvos, por la fe...”. (V.R.V-60)<br /><br />Desde los tiempos primitivos, se levantaron los judaizantes legalistas enseñando que para ser salvos había que guardar la ley de Moisés, asestando así un golpe directo contra la doctrina de la salvación por fe en el sacrificio redentor de Cristo. Esta posición legalista permeó y afectó tanto la Iglesia que dio como resultado el primer concilio eclesiástico en la ciudad de Jerusalén (Hechos 15) donde después de fuertes debates se llegó a la conclusión de que “el hombre es salvo por fe sin las obra de la ley”. Los legalistas actuales se pueden dividir en dos: los que siguen aferrados a la ley como medio aditivo para completar la salvación, y los que llamándose evangélicos añaden al evangelio “doctrinas de hombres”, listado de normas que a ellos se les ocurre y su evangelio se vuelve en “no hagas”, “no se puede”, “no se debe” , “no comas”, “no toques ni aún bebas”, no, no, no y no. Bien se les pudiera llamar el movimiento “noísta”. Al igual que los legalistas pasados, estos imponen sus propias leyes como elementos esenciales de la vida cristiana. Sin embargo ellos no las tocan ni con el dedo pequeño. A la doctrina, la adornan tanto de “madera, heno y hojarasca” que pierden “el oro y la plata” (la esencia del evangelio). “Mucha paja, poco grano.”<br /><br />Ahora, en este punto es bueno aclarar que no es lo mismo puntos de vistas sobre la interpretación de algunos pasajes de la Biblia, y puntos de vista sobre formas y mecanismos que Dios utiliza para llevar a efecto sus planes y propósitos. La unidad de la Iglesia se establece por el respeto hacia aquél que difiere en opiniones de interpretaciones de menor grado y que no atentan de lleno contra la base doctrinal; que no atentan contra la vida de santidad del creyente y no atentan contra el Cuerpo de Cristo. Un ejemplo relevante de esto se manifiesta cuando, de una forma madura, sabemos analizar la posición calvinista y la posición arminiana. Si analizamos ambas posturas, nos damos cuenta de lo siguiente:<br /><br />a. Las dos sostienen la seguridad de la salvación. Ambos se apoyan en la promesa salvadora que trae gracia a todos los hombres para salvación a todo aquél que cree, y la seguridad en la promesa de Jesús que dijo: “El que cree en mí tiene vida eterna”.<br /><br />b. Las dos sostienen que la salvación se obtiene por la fe en el sacrificio de Cristo.<br /><br />c. Las dos sostienen que la salvación se experimenta en el presente y se proyecta a la eternidad.<br /><br />d. Los dos sostienen que la salvación es una iniciativa de Dios y un plan de Dios concebido antes de la fundación del mundo, pero manifestado en estos tiempos para salvación a todo aquél que cree.<br /><br />e. Los dos sostienen que el sacrificio de Jesucristo es la fuente de la gracia, que tiene poder salvador, y que es la única fuente de salvación.<br /><br />¿Cuál es la diferencia?<br /><br />El calvinismo sostiene la predestinación y anticipada elección unilateral por parte de Dios de aquellos que van a salvarse, los cuales, por lo tanto, no pierden la salvación; el arminianismo, también sostiene la predestinación, pero según el preconocimiento de Dios que sabe de antemano quién va a ser salvo y quién no, y sobre esa base hace su predeterminación. En este modelo, no se viola el libre albedrío y se hace recaer sobre el hombre la responsabilidad de su salvación.<br /><br />Ahora bien, ¿vale la pena discutir sobre este punto único de diferencia?, Ninguno de las dos posiciones atenta contra la esencia de la salvación, ni contra su fuente, porque son interpretaciones secundarias que apelan a la Palabra, la cual da margen y credibilidad a ambas. Son dos ideas conjugables y que se complementan una a la otra.<br /><br />Me alegra saber que calvinistas y arminianos somos redimidos por la misma sangre, que ambos tenemos al mismo Señor, que tenemos la misma esperanza, y que los dos, (tenga quien tenga la razón), vamos a vivir juntos en la Gloria. Este punto no puede bajo ninguna circunstancia constituirse en óbice para nuestras relaciones y comunión. Es aquí donde se comprueba la madurez de la unidad. Quiero respetar la opinión del otro sin tener que renunciar a la mía. Esto es madurez en la unidad espiritual. ¿Podemos? Sí, podemos.<br /><br />La segunda venida de Jesús es otra de las doctrinas que el diablo ha tratado de ridiculizar por medio de los falsos profetas que se han levantado a través de los tiempos. En la época de la Iglesia primitiva, algunos predicaron que Cristo ya había venido y, vinculado con esto, que ya la resurrección se había realizado. En el siglo XIX, se levantaron portavoces falsos quienes prometieron que la venida de Jesús se realizaría en 1844, otros 1914, y más reciente en 1975, defraudando, de esta forma la fe de tantas gentes que creyó en sus falsedades al ver cómo el mundo iba desenvolviéndose igual que siempre.<br /><br />La Biblia nos muestra señales, no fechas. Cuando Él venga, será un acto tan evidente que nadie dudará de ello y los efectos van a ser espectaculares que afectará palpablemente al globo terráqueo. Mientras, se “nos manda a orar y velar porque el día del Señor sigue estando cerca” pero seguro. Podemos mencionar también en el otro extremo del espectro, doctrinas como el amilenialismo, que niega directamente la venida personal del Señor Jesús. Sin embargo el punto básico sobre el cual se apoya la salvación del alma es el mismo: fe en el sacrificio expiatorio de Jesús.<br /><br />Otra de las doctrinas que el Diablo trató de desfigurar para producir división fue la doctrina de la resurrección. Algunos enseñaban que no había resurrección de muertos, que la resurrección era solo espiritual y se producía cuando uno se convertía al Señor. Pablo tuvo que salirle al paso, por los efectos nocivos que provocaba esta enseñanza. Pablo escribió a los corintios definiendo la doctrina de la resurrección del creyente sobre las bases y modelo de la resurrección corporal de Jesús (1 Cor. 15).<br /><br />Esta doctrina ha sido torcida por los ruselistas, los cuales niegan la resurrección corporal de Jesús, doctrina que no es enseñada en la Biblia, sino que es una elaboración de Rusell, torciendo, retorciendo y mal aplicando algunos versículos bíblicos y de esta forma enseñando y engañando a muchos. La Biblia nos habla solo de dos resurrecciones: la de los justos y la de los injustos. La palabra “resucitar” se utiliza figuradamente para describir la naturaleza de un aspecto de la salvación cuando dice “Ya que han resucitado con Cristo, busquen las cosas e arriba...” (Col . 3:1) y objetivamente y por medio del bautismo para designar el cambio de vida cuando nos dice “Por tanto, mediante el bautismo fuimos sepultados con él en su muerte, así como Cristo resucitó por el poder del Padre, también nosotros llevemos una nueva vida nueva” (Rom. 6:4) Pero esto no tiene nada que ver con el acto de la resurrección futura y corporal que un día experimentaremos los que hemos creído en Jesucristo.<br /><br />Toda religión falsa menoscaba, atenta, y reduce a la Biblia a un libro secundario, colocando sus libros y tradiciones a la par de inspiración o superior a la Biblia. Solo así tratan de buscar el grado de autoridad que necesitan para sus libros y presentarlos como Palabra de Dios. Dentro de estos están, los mormones, los Adventistas del Séptimo Día, los “Testigos de Jehová”, la Ciencia Cristiana los Jesús Solo y otros. Gentes que se han apartado de la verdad y desviado hacia el error. “Naufragaron en cuanto a la fe”. (V:R:V)<br /><br />Por eso, cuando hablamos de unidad nos referimos a los elementos cuya naturaleza es la misma. Lo otro es materia muerta o neutra que jamás prenderá por mucho que se trate de injertar.<br /><br />En relación al aspecto práctico de la doctrina, podemos declarar como el viejo axioma evangélico: “Uno actúa de acuerdo a lo que cree”. Las enseñanzas erradas conducen a prácticas erradas. En ejemplo digno de mencionar es la doctrina de la salvación por obras. Todas aquellas personas que fueron enseñadas bajo esta premisa se afanan y compiten entre sí por ver quien trabaja más para Dios, quien se sacrifica mas “para acumular puntos que le acrediten la entrada al reino de Dios”.<br /><br />Ejemplo digno de mencionar son los Ruselistas o falsos Testigos de Jehová. A cada uno de ellos le llevan un récord de visitaciones, revistas vendidas, horas empleadas, que como puntos acumulativos les aseguran la posibilidad de entrar en el reino de Dios. Por entrar al reino, si tienen que dar su propia vida la dan, pero el fundamento es falso, ,la motivación es errada, la forma errada, el camino errado y jamás han de lograr lo que se proponen, porque al entrar por su propia puerta, obvian y desprecian La Puerta que lleva a la vida. Entre estos se añaden los mormones, los católicos romanos, y por lo regular todas las sectas seudocristianas.<br /><br />Pero dentro del pueblo evangélico también hay ejemplos. El legalismo religioso, por ejemplo, enseña que para ser santos (y en casos extremos, implícitamente para ser salvos) hay que observar una serie de reglas establecidas por su organización para que rijan la vida de santidad de los creyentes. Por regla general esas estipulaciones son producto del capricho o concepto personal de alguien y, por otra, cuando apelan a la Palabra de Dios, mal interpretan y mal aplican los pasajes relativo a costumbres, formas e idiosincrasia de los tiempos bíblicos que no se ajuntan o no se aplican al tiempo en que vivimos. El asunto es que cada uno tiene su código y el que no se ajunte a ello es un pecador y está perdido.<br /><br />Las sectas evangélicas caen en este extremo. Esto produce el aislamiento del resto para “no contaminarse”, imprimen un sentimiento de superioridad en sus feligreses, de orgullo por vestir como se visten, por arreglarse como se arreglan y toda su vida cristiana gira alrededor de elementos secundarios, triviales, insulsos y hasta ilógicos, perdiendo de vista lo más importante: el amor, la justicia, la piedad y la vida de servicio y la bendición de la comunión de los santos.<br /><br />Estas actitudes producen división del cuerpo, ellos se seccionan y por regla general se disecan espiritualmente y por fin, como ha pasado con otros, quedan en el tiempo, y en la historia, como ejemplo negativo. El asunto es que, esta postura sustituye la obra del Espíritu por la obra del hombre; la palabra muerta de un código de leyes humanas, por la Palabra de Dios; los principios fundamentales por conceptos humanos y la vida del espíritu por una vida en la carne. (Galatos 3:1-5).<br /><br />Y en relación al aspecto ético y moral, por ignorar la Biblia y establecer como fundamento “doctrinas de hombres” se produce todo un desequilibrio en la conducta que conduce a la falta d discernimiento para entender los límites entre lo bueno y lo malo, entre lo que debe ser y lo que no; estos son aquellos de los cuales la Biblia dice que son “niños” que “necesitan que alguien les “enseñe las verdades mas elementales de la Palabra de Dios”, “inexpertos en el mensaje de justicia” y cuyos sentidos no tienen “capacidad para distinguir entre lo bueno y lo malo” y no tienen “facultad de percepción espiritual” (Hebreos 5:11-14).<br /><br />La exhortación es: “Por eso, dejando a un lado las enseñanzas elementales acerca de Cristo, avancemos hasta la madurez...” (6:1)<br /><br /><br /><strong>3°. Celo carnal (1 Cor. 3:1-3).<br /></strong>Desde los primeros tiempos la Iglesia se vio golpeada tremendamente por ese sentimiento, que si bien, cuando se manifiesta y aplica correctamente dentro de la obra de Dios puede ayudar a edificar, sin embargo, cuando nace del resentimiento carnal y el complejo de inferioridad, su manifestación puede acarrear grandes problemas dentro y fuera de la Iglesia Local.<br /><br />Es bueno aclarar que el celo en sí mismo no es malo. Es un sentimiento bueno y necesario. El problema es cuando el celo se pervierte. Es aquí cuando los problemas comienzan. El celo, como el amor, son dos sentimientos que nacen en Dios. Si por una parte la Biblia nos enseña que Dios es un Dios de amor, también nos enseña que es un Dios Celoso. Si bien Dios derrama su amor en el corazón de sus hijos, también coloca un sentimiento de celo por su obra en cada uno de ellos.<br /><br />El Diccionario Larousse define la palabra celo de la siguiente forma: “Cuidado y esmero que se pone en el cumplimiento del deber” , “Gran actividad inspirada por la fe religiosa o por el afecto a una persona”. Pero por otra parte dice que el celo es un sentimiento de “inquietud que teme que aquella persona a quien ama dé la preferencia a otra”. También se puede decir, que el celo, en su expresión mas baja, es una envidia carnal que mueve a una persona a manifestarse incómoda y disgustada cuando ve el progreso de otra persona o se le da la prioridad a otra persona en un trabajo o responsabilidad.<br /><br />En estas descripciones de la palabra celo, podemos notar que el Diablo bien puede manipular ese sentimiento a su antojo, si como hijos y siervos de Dios no permitimos que su Espíritu domine y controle nuestras vidas espirituales. El apóstol Pablo pone de relieve que los problemas de división dentro de la Iglesia de los corintios se producían por un tipo de celo al cual él le llamaba “celo carnal” . Este tipo de celo producía contiendas y disensiones dentro de ellos. Santiago, exhortando a los cristianos en relación a los efectos desastrosos del celo carnal, nos escribe diciendo: “¿Quién es sabio y entendido entre ustedes? Que lo demuestre con su buena conducta mediante las obras hechas con la humildad que le da su sabiduría. Pero si ustedes tienen envidias amargas y rivalidades en su corazón, dejen de presumir y faltar a la verdad. Esa no es la sabiduría que desciende del cielo, sino que es terrenal, puramente humana y diabólica. Porque donde hay envidias y rivalidades, (“celos amargos” R.V.60) también hay confusión y toda clase de acciones malvadas” (3:1-2)<br /><br />Hay otro tipo de celo mal encaminado al cual Pablo llama “celo sin ciencia”. Usa este término para aplicarlo a todo Israel que en su terquedad no quiere reconocer al Evangelio, y rechaza la verdad de Dios para aferrarse a las antiguas tradiciones. Él nos dice de la siguiente forma: “Hermanos, ciertamente el anhelo de mi corazón, y mi oración a Dios por los israelitas es que lleguen a ser salvos. Puedo declarar a favor de ellos que muestran celo por Dios, pero su celo no se basa en el conocimiento . No conociendo la justicia que proviene de Dios y procurando establecer la suya propia no se sometieron a la justicia de Dios”.(Rom. 10:1-3)<br /><br />Este tipo de celo sin conocimiento ha sido uno de los factores que más problemas ha traído dentro de la Iglesia. El asunto no ha estado en el celo en sí mimo, sino en la forma poco sabia de dar manifestación constructiva de ese sentimiento. Este fenómeno se produce cuando el celo se transforma en un sentimiento que limita la actividad del Cuerpo, que impide el desarrollo espiritual de los creyentes, que limita las actividades espirituales de la Iglesia, y toda actividad y manifestación espiritual de ésta viene a ser controlada por una persona súper espiritual, súper perfecta, súper santa, que llega a creer que ella es la guardiana exclusiva y permanente de todo lo que se mueve dentro de la obra de Dios. Como resultado, la Iglesia cae en un estado de enquistamiento y estancamiento producto de una sobreprotección infundada por parte del líder. Éste pierde de vista los principios que rigen la actividad interna del Cuerpo; ignora que el Dueño, que es más celoso que él, sin embargo, ha sido capaz de tomarlo a él con todos sus defectos de y también lanzar a la Iglesia con todas sus falibilidades a la conquista del un mundo necesitado de Dios.<br /><br />Ese Dios celoso de la santidad de la Iglesia confió la misión a hombres y mujeres (imperfectos, pero santos), para que se introdujeran dentro de “los lobos” sin que perdieran su calidad de “ovejas”; dentro del reino de las tinieblas, sin que se apagara su luz; dentro de un mundo pecador, sin contaminarse necesariamente con el pecado. Jesús delineó bien el campo de batalla y trabajo de la Iglesia: EL MUNDO. Jesús no oró diciendo: “Padre, sácalos del mundo para que no se contaminen”. Sino: “Padre, no te pido que los quites del mundo, sino que los guardes del mal”. “Guárdalos en tu nombre para que sean uno” (V.R.V. 60). Los discípulos de los primeros tiempos se lanzaron como ovejas para rescatar a los lobos, confiando tanto en el poder salvador del evangelio, como en Su poder preservador.<br /><br />Ahora bien, el celo bien encaminado es de gran bendición y promueve la unidad y estabilidad de la Iglesia. Tanto el siervo de Dios, como los líderes deben ser cuidadosos de los bienes materiales y de la santidad de la Iglesia; celosos en el cumplimiento de su trabajo, de su misión, de su vocación. Cuando la Iglesia pierde el celo de Dios, pierde su visión por las almas perdidas, y se convierte en un ente introvertido, mirando solo hacia adentro y volviendo egoístas a sus miembros, “buscando cada uno sus propios intereses y no a lo de Cristo Jesús” (Fil. 2:21).<br /><br />Este celo correcto es recomendado en la Biblia en las siguientes áreas:<br /><br />(1) En la preocupación por la vida espiritual.- (Apoc. 3:19). Jesús le recrimina al “ángel de la Iglesia” de Laodicea el espíritu de indiferencia e indolencia en el que había caído y como consecuencia, toda la Iglesia. Esto había producido ceguera espiritual, o sea, incapacidad para entender su estado deplorable. En medio de su condición, Jesús le amonesta diciendo: “Se pues fervoroso y arrepiéntete” o “...sé pues celoso y arrepiéntete” (V.R.V. 60). El celo y fervor contribuiría a la preocupación por la vida espiritual evitando caídas similares futuras.<br /><br />(2) En la preocupación por las buenas obras .- (Tito 2:14) Aquí Pablo vincula el celo en un aspecto doble. Primero, implicando la renunciación a la vida de pecado y obras malas (v. 12) y, segundo, en contraste lo vincula con una vida recta y “celoso de buenas obras”.<br /><br />(3) En la preocupación por las necesidades de la obra.- (2 Cor. 9:2) Pablo reconoce la buena voluntad de los hermanos de Acaya, para ayudar financieramente a otros hermanos necesitados. Ese ánimo dispuesto, esa identificación con la necesidad de otros hermanos, esa colaboración voluntaria fue producto de su celo (espíritu de identificación por amor) de tal forma que esa acción sirvió de estímulo a muchos para que lo hicieran igual que ellos.<br /><br />(4) Producto de la amonestación.- Pablo tuvo que amonestar duramente a los corintios. Eran una Iglesia conflictiva. Tenían problemas de desorden, organización, diversionismo, falta de cooperación, etc. Sin embargo hubo fruto: “solicitud, defensa, indignación, temor, ardiente afecto, CELO, vindicación”. (V.R.V 60)(2 Cor. 7:11).<br /><br />(5) Producto del temor de perder el fruto del trabajo en la obra.- La iglesia de los corintios estaba siendo trabajada por falsos predicadores. “Otro Jesús”, “otro evangelio” era predicado, junto con una campaña de menoscabo y difamación contra el apóstol Pablo. Éste tiene que hablarles al corazón, les hace ver el peligro en que están, su temor de que fueran “extraviados de un sincero y puro compromiso con Cristo”. Esta preocupación, este temor de Pablo era producto del “celo de Dios” (2 Cor. 11:2-3). Un celo santo que cuidaba y velaba con amor la obra de Dios y el bienestar de los hermanos. El celo de Dios contribuye a la unidad; el celo carnal y sin ciencia, produce destrucción.<br /><br />La amonestación de Dios es “SÉ PUES CELOSO...” Apoc. 3:19.<br /><br /><strong>4°. Aspiraciones insatisfechas de liderazgo.</strong><br />En el libro segundo de Samuel, desde los capítulos 15 al 18, se nos narra un acontecimiento que debe alertar a todo siervo de Dios y a todo creyente en general. Allí describe la sublevación de Ah salón, hijo de David, contra su padre con el propósito de obtener el trono. El deseo de liderar, podemos decir que es algo innato en algunas personas. Sin embargo, cuando estos deseos no están sujetos a la voluntad de Dios y enmarcados dentro de Sus planes pueden trae grandes problemas dentro de Su pueblo. De muy antiguo, en la eternidad, tenemos un ejemplo típico, del que quizás los demás sean un reflejo. En el capítulo 28 de Ezequiel se nos revela un acontecimiento trascendental: LA REBELIÓN DE LUCIFER. Dios lo había creado bello y perfecto, Dios lo había exaltado hasta lo sumo, pero un día, ese mismo Lucifer permitió que la envidia y el orgullo calaran en lo mas profundo de su ser y comenzó una labor de captación dentro de los ángeles con el propósito de usurparle el Trono a Dios. Esta actitud rebelde y perniciosa, producto de sus ansias de poder, iba acompañada, como siempre, de una labor de difamación y menoscabo a la autoridad, santidad y majestad de Dios. Quería un lugar que no le pertenecía. Un Lugar en el cual Dios no permitiría que él ni nadie ascendiera y como producto de su maldad, una tercera parte (según algunos) de los ángeles fueron arrastrados tras las falsas promesas y pretensiones. Si leem0os bien los capítulos 15 al 18 del segundo libro de Samuel nos daremos cuenta que este mismo espíritu luzbélico y bélico fue el que penetró en el corazón de Absalón. Si analizamos el proceso y las técnicas que este chico utilizó, nos daremos cuenta que fueron inspirados por el mismo espíritu de Luzbel con el propósito de dividir, destruir y dañar al pueblo.<br /><br />Su padre David era rey legalmente constituido pero él ansiaba ser rey. Aunque Dios no lo había elegido para ser rey, sin embargo él se había auto elegido para serlo. Su aspiración máxima era el Trono. Como es natural, cuando el hombre no tiene el respaldo de Dios, para poder alcanzar sus metas, tiene que utilizar métodos carnales, humanos y fraudulentos, saturados de subterfugios y mañas para escalar a lugares y puestos que Dios nunca le dio. En este proceso para usurpar el Trono, nos revela la Palabra, que Absalón, en primer lugar, promovió una campaña sutil de menoscabo a la integridad y carácter de la Autoridad: el Rey su padre. En 15:2-4 nos dice: “Se levantaba temprano y se punía a la vera del camino, junto a loa entrada de la ciudad. Cuando pasaba alguien que iba a ver al rey para que le resolviera algún pleito , Absalón lo llamaba y le preguntaba de qué pueblo venía. Aquél le decía de qué tribu israelita era, y Absalón le aseguraba: “Tu demanda es muy justa, pero no habrá quien te escuche de parte del rey”. Enseguida añadía, tus palabras son buenas y justas; más no tienes quien te oiga de parte de rey. Enseguida añadía: “¡Ojalá me pusieran por juez en el país!. Todo el que tuviera un pleito o una demanda vendría a mi, y yo le haría justicia!” Además de esto si alguien se acercaba para inclinarse delante de él, Absalón le tendía los brazos, los abrazaba y los saludaba con un beso. Esto hacía Absalón con todos los Israelitas que iban a ver al rey para que le resolvieran algún asunto, y así fue ganándose el cariño del pueblo” Durante cuatro años (v. 7) estuvo haciendo esta labor solapada para ganarse, de una forma fraudulenta, al pueblo y que este lo reconociera como rey.<br /><br />Cuando él pensó que las condiciones estaban dadas dio un segundo paso, comenzó una campaña abierta, y engañando a su padre, se trasladó a Hebrón, antigua capital de reino, y allí se proclamó rey pero Dios no estaba en el asunto. Esto trajo como consecuencia que un sector de la población fuera engañada. Él logró seccionar al pueblo, encontrando (como siempre pasa) personas que lo apoyaron en sus fines malvados. Aún algunos de los hombres más allegados a David, personas de experiencia, GENTES EN LAS CUALES DAVID HABÍA COLOCADO TODA SU CONFIANZA, en vez de convertirse en medio de la crisis en canales para traer bendición y edificación, para evitar el fracaso y la frustración, se convirtieron en los mayores alentadores de la rebelión y división. Pero como Dios no estaba en el asunto todo fue un fracaso. Dios los confundió, Absalón fue derrotado y sus aspiraciones de liderazgo fraudulento fueron frustradas. Pero el daño fue hecho.<br /><br />¡Cuan diferente fue el ascenso de David al trono! En Primero de Samuel 16 se nos narra la historia que contrasta grandemente con las de su hijo. Dios le dijo a Samuel: “ya yo me he provisto rey”. Dios lo envió a casa de Isaí, y una vez allí le dijo: “Levántate y úngele, porque éste es”, y desde aquél día el Espíritu de Jehová vino sobre David. Éste estaba consciente de aquel acto. Él bien hubiera podido actuar de inmediato para destituir a Saúl, sabiendo que Dios se había apartado del mismo. Sin embargo, él no se adelantó a las consecuencias. Él no creó condiciones humanas. Él no puso ni un dedo para alterar las cosas. Él no forzó un ascenso al trono. Dios lo arreglaría todo, en tiempo y forma. Confió en Dios. Aún cuando tuvo oportunidades para quitarlo de en medio, no lo hizo a pesar de que el rey se había constituido en su enemigo más encarnizado.<br /><br />El verdadero hijo de Dios sabe, entiende, conoce que cuando Dios está en un asunto, Él se las vale para llevar a efecto sus planes y propósitos. A Dios no hay que ayudarlo, a Dios hay que obedecerlo. Los hijos de Dios saben esperar el tiempo de Dios. Los hijos de Dios no utilizan subterfugios para lograr lugares prominentes en la obra de Dios. Los hijos de Dios saben “luchar legítimamente” (2 Tim. 2:5). Los verdaderos hijos de Dios no tratan de usurpar ni ascender a lugares, responsabilidades y puestos que Dios no les ha dado. Los hijos de Dios saben que cuando Dios tiene un plan y un propósito con ellos, Dios abre las puertas y nadie las puede cerrar. El hijo de Dios se deja guiar por el Espíritu de Dios, pues sabe que cuando Dios pone, no hay quien quite y cuando Dios quita no hay quien ponga. Al verdadero hijo de Dios, “el trono” le produce temor santo, humildad de corazón, pero confianza plena en Aquél que “comenzando su buena obra sabe perfeccionarla hasta su consumación plena”.<br /><br />El Espíritu Santo es el que da los dones y levanta ministerios. Esto es una prerrogativa exclusiva de Él. Nunca trates de tomar un cargo que no se te ha pedido que tomes, ni asumas una responsabilidad a la cual no has sido llamado o porque las circunstancias te lo han impuesto; no te dejes llevar por las apariencias ni por opiniones de otros. Recuerda que esto es un asunto entre tú y Dios. Si Dios está, Él lo confirmará. Lo contrario siempre ha traído y creado consecuencias no gratas, ha creado grandes problemas y ha traído grandes afectaciones al Cuerpo.<br /><br />Constitúyete en un instrumento para la unidad del Cuerpo. Recuerda que Dios hace fracasar todo intento humano en su obra, pero hace progresar sus intentos divinos. Pregúntate en esta hora: ¿En qué me estoy convirtiendo, en un Absalón o en un David?<br /><br />Hay un pasaje muy interesante que nos instruye con respecto a cuál debe ser nuestra actitud en estos casos: es el capítulo 5 de la primera epístola de Pedro, versículos 1 al 18. Todo el pasaje habla acerca de las relaciones de sujeción en el seno del “rebaño”, la Iglesia. Comienza con una exhortación a los líderes (versículos 1 al 4). El mandato puede bosquejarse del siguiente modo:<br /><br />I. Orden: “Cuiden”.<br />II. Modo de llevar a cabo esa orden: “cuidando”<br />A. “No por obligación”.<br />B. “Ni por ambición de dinero”.<br />C. “Con afán de servir”<br />D. “No sean tiranos con los que están a su cuidado”<br />E. " Sino siendo ejemplos para rebaño”.<br /><br />Luego prosigue con una exhortación para los que están bajo autoridad. El mandamiento es que ellos deben: primero, estar sujetos a los ancianos; segundo, ser sumisos unos con otros; tercero revestirse de humildad (v. 5). El segundo mandamiento es la clave del cumplimiento del primero: “Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios”. El Señor contempla la sujeción dentro de la Iglesia como una muestra de la humillación delante de él. Muchos dicen: “Yo me someto sólo a Dios”, pero no están dispuestos a sujetarse a una congregación, ni ponerse bajo la autoridad de un liderazgo reconocido. Hay insertada, dentro del mandamiento, una promesa: “para que él los exalte cuando fuere tiempo”. No debe preocuparnos el momento de nuestro “ascenso”. Dios se ocupa de eso. Como se señala más arriba, cuando intervenimos carnalmente para “resolver” nuestra “desventajosa” situación, lo echamos todo a perder y causamos males dentro del Cuerpo de Cristo.<br /><br />El versículo 7, nos da la clave para permanecer en actitud humilde. ¿Cómo mantenernos humillados esperando el tiempo de Dios? “Depositen en él toda ansiedad , porque él cuida de ustedes)”. Observemos que, contextualmente, este versículo no está hablando de cualquier tipo de ansiedad - ansiedad producida por problemas económicos, ansiedad producida por enfermedades, ansiedad producida por luchas y dificultades de la vida -, sino que nos habla de la ansiedad que se produce cuando queremos adelantarnos a los propósitos de Dios y a Su tiempo en nuestras vidas. Habla de la ansiedad que se produce cuando deseamos ocupar “lugares” dentro de la Iglesia a los cuales no hemos sido llamados; cuando sabemos que Dios nos ha llamado a ocupar un lugar, pero los líderes de la Iglesia aún no se han percatado, o habiéndose percatado, por razones que escapan a nuestro entendimiento, prefieren posponer la resolución de nuestra posición. Aquí, en estas circunstancias, se produce la exhortación a mantenernos humildes, en actitud de confianza en Dios, sin ansiedad, y sujetos a la decisión de la autoridad. Esto nos permite ver la mano de Dios arreglando todas las cosas. ¡Cuántos males se evitarían si tuviéramos en cuenta este principio espiritual.<br /><br />Para finalizar: si observamos los restantes versículos que conforman la unidad del pasaje, encontramos una amonestación a ser sobrios y velar en este sentido, precisamente porque el diablo anda buscando ocasiones como las descritas para intervenir y devorar vidas de creyentes y congregaciones completas. Se nos manda entonces a resistir, en este sentido, sabiendo que todo lo que está ocurriendo en nuestra vida es permisión divina, para nuestro perfeccionamiento, nuestra firmeza, , fortaleza y ESTABLECIMIENTO. “Practiquen el dominio propio y manténganse alerta. Su enemigo el diablo ronda como león rugiente buscando a quien devorar;. Resístanlo manteniéndose firmes en la fe, sabiendo que sus hermanos, en todo el mundo están soportando la misma clase de sufrimientos” .<br /><br />¡Qué tremendas las palabras finales de este pasaje: “A Él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.” Estas palabras hacen el contraste con las exhortaciones anteriores: Él es el único que tiene el señorío, el poder y el imperio, por lo tanto, ningún líder eclesiástico puede suplantar Su lugar, enseñoreándose del rebaño (comparar con el versículo 3). Pero, por otra parte, nadie, ningún miembro de ese rebaño puede pretender ocupar un lugar que no le corresponde dentro de los planes y los tiempos de Dios para su vida, y mucho menos para su autopromoción. Hacer esto es pretender una “gloria”, que sólo Dios tiene, y que no comparte con nadie” (Isaías 42:8).<br /><br /><br /><strong>5°. Permisión impune del pecado.</strong><br />La santidad es la condición esencial de Dios, el pecado es la condición perversa de Satanás. Dios es intransigente con el pecado. Su justicia le hace condenar el pecado. Su intransigencia y repudio, su santidad y justicia produjeron la destrucción del pecado. Por nuestros pecados “Él fue molido”, nuestros pecados lo condenaron a Él, nuestros pecados lo mataron a Él, pero al resucitar, los pecados que molieron Su cuerpo quedaron sepultados y Su cuerpo glorificado fue levantado. Ahora Él no tiene ninguna relación con el pecado. Cuando Él nos “mata”, “nos entierra” y “nos resucita” con Él, asumimos una naturaleza santificada y Él nos cubre con Su justicia. En esta condición no tenemos más relación con el pecado. Sin embargo nuestra naturaleza humana, de la cual no somos desprendidos hasta después de nuestra resurrección, es susceptible al pecado y puede ser afectado por éste. Se nos exhorta, pues, a vivir vidas santas, separadas del pecado. “Dios ama al pecador, pero aborrece el pecado” , se oye predicar desde el púlpito. Dios quiere una Iglesia santa. ¿Es posible que lo que Dios aborrece pueda surgir, desarrollarse y permanecer en medio del pueblo impenitente de Dios sin hacer algo de carácter vindicativo?<br /><br />Dios coloca en manos de las autoridades de la Iglesia la autoridad de juzgar y disciplinar al pecador. (1 Cor. 5 y 6). Cuando la Iglesia pierde de vista este aspecto de la justicia se identifica con la injusticia y es cuando Dios pide cuenta a las autoridades de la Iglesia, especialmente al Pastor. La permisión del pecado coloca, en primer lugar, una barrera entre Dios y Su pueblo (Isaías 59:2); segundo, produce una barrera entre los santos y los pecadores permitidos. La Iglesia, como Cuerpo, sufre la dolencia del “cáncer” y el tener que soportar los dolores de un cáncer que no se cura ni se extirpa. Meditemos y reflexionemos sobre la siguiente amonestación:<br /><br />“Sin embargo, tengo en tu contra que toleras a Jezabel, esa mujer que se dice profetiza . Con su enseñanza engaña a mis siervos , pues los induce a cometer inmoralidades sexuales y a comer alimentos sacrificados a los ídolos” (v. 20) (véase vs. 14-15). Es bueno notar que, tanto al Pastor de la Iglesia de Pérgamo como al de Tiatira, el Señor los elogia (2:13, 19) pues en lo personal eran irreprensibles. Sin embargo, habían perdido su responsabilidad ante Dios de guiar a la Iglesia hacia una vida espiritual poderosa, y el pecado estaba minando los cimientos del pueblo de Dios.<br /><br />Si analizamos las causas, saltan a la vista: aquellas personas a las cuales había confiado el ministerio de la enseñanza dentro de la Iglesia eran personas incompetentes e incapacitadas moral y doctrinalmente para realizar una labor de tanta importancia. Estas personas estaban ejerciendo una influencia tal, que el mismo pastor, ahora se encontraba limitado y casi atado de pies y manos para actuar. Él sabía dónde radicaba el mal, pero lo toleraba. Quizás tenía temor de proceder. El desentenderse de los conflictos internos de la Iglesia, empeora las cosas. El pastor siempre puede hacer algo. Es siervo de Dios el que tiene todo el respaldo de Él.<br /><br />El pastor es la autoridad delegada de Dios y no tiene que temer descubrir lo mal hecho y poner en orden lo desordenado. Es preferible quedar bien con Dios que no condescender con el pecado. Dios no le reclamó a “Jezabel”, le reclamó al pastor. Dios no va a reclamarle al diácono, ni al anciano, ni a la esposa del pastor , Dios te reclamará a ti, por lo tanto intervén, frena, ejerce tu autoridad pastoral para bien de la Obra, y Dios te va a bendecir. No hagas que un día tengas que oír las palabras de reproche de parte de Dios diciéndote: “Sin embargo, tengo en tu contra...”</span></div>
El pastor Luis E. Llaneshttp://www.blogger.com/profile/05500513164562547209noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6011444661778535011.post-80782875478836445562007-06-20T11:43:00.005-03:002016-06-17T20:37:08.178-03:00CAPÍTULO 6: LOS DONES Y MINISTERIOS, INSTRUMENTOS PARA LA UNIDAD.<div align="justify">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: "arial";">En cierta oportunidad, uno de mis hijos estuvo participando de un culto en una congregación muy tradicional. El predicador invitado mencionó en su mensaje el tema de los dones del Espíritu Santo. Él sostenía que estas manifestaciones del Espíritu habían sido dadas exclusivamente a la Iglesia primitiva debido a que estaba en sus comienzos y no había alcanzado plena madurez, pero que en estos momentos, a esta altura de la Historia, ya no se requería de los mismos, puesto que la Iglesia había alcanzado la adultez y autonomía suficiente para funcionar sin ellos. Recordé a Kant. Este filósofo alemán planteó ya, en el siglo XVIII, que el ser humano había llegado a la adultez, que ya no necesitaba de revelación divina, que era capaz de dirigir sus destinos, de accionar, que era definitivamente autónomo. Estas ideas se introdujeron en la Iglesia a través del Liberalismo teológico y del Modernismo, y han hallado eco en posturas antipentecostales, aún de grupos cristianos fundamentalistas y teológicamente ortodoxos.<br /><br />Estas ideas también han generado un fenómeno, un tipo de congregación o denominación a las que yo llamaría “iglesias – huevo”. Pensemos en un huevo. Hay en él una vida potencial, latente. Dadas ciertas condiciones de temperatura adecuada, esa vida puede activarse y generar un ser vivo completo en sí mismo, con todos sus órganos y miembros en funcionamiento. Así como el huevo tiene vida potencial encerrada en un cascarón, del mismo modo hay congregaciones en las que late vida: la vida de Cristo. Son “iglesia” porque Dios habita en ella; pero esa vida de Cristo y ese Espíritu Santo dinámico y vivificador que hay en ellas no pueden manifestarse plenamente, porque ellas permanecen envueltas en un sólido cascarón de tradiciones, conceptos humanos, interpretaciones muy personales que no permiten el desarrollo y madurez de esos miembros y por lo tanto de todo el cuerpo. No tienen la capacidad para proyectarse y desarrollarse normalmente, porque ellos mismos han impedido el desarrollo normal de la Iglesia de tal forma que “teniendo ojos no ven, oídos y no oyen, manos y piernas pero no los utilizan. Por lo cual todos estos órganos y miembros están sumamente atrofiados por la falta de actividad. Están como el pollo dentro del cascarón. Necesitan del calor del Espíritu Santo, para que esa vida estalle, para que esos miembros – dones y ministerios – se desarrollen a cabalidad y cumplan con la función que les ha sido otorgada.<br /><br />¿Qué diríamos de una madre que cuando su hijo llegara a la mayoría de edad, le dijera: “Bueno, hijo, ya eres adulto, ya eres autónomo, ya tienes un cerebro perfectamente desarrollado, lleno de conocimientos adquiridos por la educación que te hemos dado; ya conoces todo lo que tienes que conocer para vivir; por lo tanto, ya no te hacen falta ni los ojos, ni los oídos, ni la boca, ni las manos, ni los pies. Así que, vamos a cercenar los mismos, porque ya no te hacen falta. ¿Por dónde quieres que comencemos?” Así como encontramos esto horriblemente absurdo, del mismo modo encontramos nos sólo terriblemente absurda, sino peligrosa la postura ovoidal de las congregaciones que hemos estado describiendo.<br /><br />No se puede hablar de Unidad de la Iglesia obviando estas capacidades sobrenaturales que contribuyen a fomentarla y mantenerla. Si estudiamos la Biblia con detenimiento, nos daremos cuenta que, siempre que Pablo y Pedro hablan de la unidad del Cuerpo, hacen una alusión directa a la contribución que hacen los dones y ministerios para la consolidación de este factor tan importante. (Rom. 12:4-8; 1 Cor. 12; Efe. 4:1-16; 1 Pedro 4:9-11) Por otra parte, “el ignorar” (1 Cor. 212:1) la naturaleza de estas capacidades impiden el desarrollo normal del cuerpo, contribuyen al estancamiento espiritual y puede producir afectaciones que atenten contra la madurez y la unidad. (1 Cor. 12:25).<br /><br />Para entender la importancia de la contribución de la actividad de los dones del Espíritu y los ministerios dados por Cristo para fomentar la Unidad espiritual, debemos analizar su naturaleza desde la raíz. Una análisis del ministerio de nuestro Señor Jesucristo, nos permite apreciar que Él desarrolló todas sus actividades, en lo que él mismo definió como un campo de batalla: un mundo bajo el control y dominio de Satanás, donde impera el pecado, y en el que pueden observarse varias áreas de la manifestación de este último. En éstas, el Señor tuvo su radio de acción; allí Él guerreó y venció al Diablo.<br /><br /><br />JESUCRISTO:<br /><br />1. domina<br />2. conquista<br />3. subyuga<br />4. liberta<br /><br />EN EL ÁMBITO FÍSICO: La enfermedad, las fuerzas naturtales (todo está puesto bajo sus pies)<br />EN EL ÁMBITO HUMANO: El corazón del hombre;<br />EN EL ÁMBITO ESPIRITUAL: Los demonios y el mundo espiritual El Reino de Satanás.<br />EN EL ÁREA MORAL: El pecado<br />EN EL ÁREA SOCIAL: la miseria humana y oprimidos.<br /><br /><br />Estos ámbitos o áreas representan los objetivos de la acción y trabajo hacia las cuales se proyectaría la labor de la Iglesia. Si la Iglesia no tiene conciencia del trabajo a realizar y la naturaleza del enemigo que debe enfrentar; si no conoce qué armas utilizar, cuáles son las disposiciones establecidas por Dios para el ejercicio de esa labor y cuál la ejecución de esa batalla espiritual, tampoco estará en capacidad de luchar y vencer.<br /><br />La Palabra de Dios nos muestra y enseña de una forma clara las estrategias que usó nuestro Señor Jesucristo para establecer Su Iglesia. Teniendo en cuenta el factor humano importantísimo en la labor del establecimiento de su reino, tres fueron los pasos que Jesús dio con sus discípulos: primero los llamó; segundo, los capacitó; tercero los envió. (Mat. 10). Antes de su ascensión, Él mismo los comisionó para “ir por todo el mundo para anunciar las buenas nuevas a toda criatura” (Marc. 16:15). Pero antes de lanzarlos a la conquista del mundo, les dijo: “Ahora voy a enviarles lo que ha prometido mi Padre; pero ustedes quédense en la ciudad hasta que sean revestidos de poder de lo alto” (Luc. 24:49). Esta promesa tuvo fiel cumplimiento en el día de Pentecostés cuando “todo fueron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en diferentes lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse”.(2:4).<br /><br />A raíz del descenso del Espíritu Santo, ellos comenzaron a tener experiencias no conocidas anteriormente; comenzaron a desarrollar actividades que no había llevado a cabo hasta ese momento:<br /><br />1. Hablaron en otras lenguas.<br />2. Profetizaron.<br />3. Sanaron enfermos.<br />4. Liberaron endemoniados.<br />5. Evangelizaron.<br />6. Enseñaron verdades desconocidas para ellos.<br />7. Revelaron cosas ocultas, etc.<br />8. Se profundizó el espíritu de servicio, comunión y<br />adoración.<br /><br />¿Qué eran estas manifestaciones sobrenaturales que impactaban a las gentes y llamaban su atención? ¿Qué eran esas manifestaciones capaces de subyugar, vencer y destruir la acción de los demonios, las enfermedades, la muerte y hasta anular la acción del mismo Satanás? Estas manifestaciones no eran más que los DONES DEL ESPÍRITU SANTO, y LOS DIFERENTES MINISTERIOS DADOS POR CRISTO A LA IGLESIA, para ponerla en capacidad de abrirse paso en medio del paganismo, el pecado, las enfermedades y las tinieblas tendidas por Satanás sobre las mentes de los hombres.<br /><br />A la luz de lo que hemos estudiado anteriormente podemos preguntar: ¿Por qué la Iglesia actual debe interesarse y ocuparse de estudiar acerca de lo que la Biblia nos enseña sobre los DONES ESPIRITUALES? La respuesta nos la da el mismo Pablo: "En cuanto a los dones espirituales, hermanos, quieron que entiendan bien este asunto”. La versión Reina Valera del 60 traduce: “Porque no quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales” (1 Cor. 12:1). La ignorancia llevó a los corintios al caos y a la confusión interna, y Pablo tuvo que enseñarles para que entendieran. Muchos grupos pentecostales han sido afectadas por el extremismos e ignorancia de sus líderes en relación con la naturaleza, manifestación, y la función de los dones (“manifestaciones espirituales”, griego “tás neumatikás”), al extremo de llevar a la congregación al caos y a la confusión también en este tiempo. Al igual que los corintios en la antigüedad, han estado o están a punto de perder la bendición de Dios, de perder el “perfume” y quedarse sólo con el “frasco” . Por esta razón, si no queremos perder lo que Dios nos da, si no queremos que se esfume la presencia del Espíritu Santo en medio nuestro, es necesario poner atención a la voz de Dios a través de Su Palabra.<br /><br />Es preciso que entendamos que si la indiferencia a estas capacidades divinamente concedidas afecta la Iglesia, la ignorancia sobre su función dentro de ella también produce el caos y el rechazo.<br /><br />Es bueno que nos fijemos en que Pablo nunca dijo a los corintios: “No quiero, hermanos, que sigáis practicando esas manifestaciones que os perturban y os confunden”. ¡NO! Esta es, precisamente la versión que Satanás ha inventado para reducir a la Iglesia a la impotencia, como le ha sucedido a algunos movimientos y congregaciones. Pablo dijo enfáticamente: “¡NO QUIERO QUE IGNOREN!”. La perturbación y la confusión son producidas por los hombres que ignoran, y no por la actividad del Espíritu a través de sus capacidades. Por esta razón nos proponemos, en este estudio, arrojar luz, por medio de la enseñanza, con el fin de utilizar y aprovechar al máximo la instrumentación que Dios nos ha dado para hacer su obra.</span></span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: "arial";">Definición de términos.</span></span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: "arial";"><br />En el idioma griego se usan varias palabras que se traducen como “don” con matices que las diferencian:<br /><br />1. En griego (doreiá) – don, presente, regalo, beneficio, honra, ventaja, privilegio. Proviene del verbo (doréo).- Dar en don, ofrecer, presentar, obsequiar regalo.<br /><br />a. Jesús es descrito como un DON de Dios (doreau), regalo (Jn. 4:10; 2 Co. 9:15; Rom. 5:15).<br />b. La salvación es descrita como un DON (dorou), regalo (Ef. 2:28)<br />c. El Espíritu Santo es descrito como un DON (doreu), regalo (Hch. 2:38; 10:45;11:17)<br />d. La gracia de Dios es escrita como un don (doreu), regalo (Ef. 3:7).<br />e. Todas las bendiciones de Dios son presentadas como un DON (doreu) regalo (He. 6:4)<br /><br />2. Gr. carisma (charisma)- gracia o don supremo, favor.<br /><br />a. La salvación es descrita como un DON (caris), don supremo de Dios (Ro. 5:15)<br />b. Las manifestaciones sobrenaturales del Espíritu Santo son descritas como<br />DONES (carismas) (1 Co. 1:7; Ro. 12:6; l Co. 12:4, 29-31; 1 Ped. 4:10)<br />c. La continencia sexual es considerada como un DON (gracia).<br /><br />3. Gr. doma (dóma): don, dádiva, regalo. “Doma” es un sustantivo derivado del verbo “dídomi” (didomi), que significa, entre otros, dar, otorgar, conceder, Ef. 4:7-11.</span></span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: "arial";">Hacia una definición de “don” y “ministerio”</span></span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: "arial";"> . </span></span></div>
<span style="font-family: "arial"; font-size: 130%;"></span><br />
<div align="center">
<span style="font-family: "arial"; font-size: 130%;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /></span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Los carismas o dones del Espíritu Santo. </span></strong></span></div>
<span style="font-family: "arial"; font-size: 130%;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><strong></strong></span></span><br />
<div align="justify">
<span style="font-family: "arial"; font-size: 130%;"><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /></span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Como resultado de lo visto anteriormente, podemos afirmar que los “carismas” son dones o regalos de gracia, concedidos por el Espíritu Santo a todos los creyentes por igual y sin distinción de personas; sin tener que ver tiempo de conversión, experiencia, grado de madurez o de conocimiento de la Palabra.<br /><br />Es importante tener presente que su origen es sobrenatural. He charlado con creyentes de diferentes organizaciones sobre los dones espirituales y he quedado sorprendido de la ignorancia que hay acerca del asunto. Sobre las “lenguas” un creyente muy instruido secularmente me manifestó que en día de Pentecostés los congregados en el aposento alto tenían capacidades innatas y talentos naturales para hablar diferentes lenguajes humanas, por eso las gentes congregadas entendían lo que hababan. No creía en el carácter sobrenatural de la experiencia. Otro me manifestó que Dios le daba a ciertas personas la capacidad natural para aprender diferentes idiomas y que él conocía personas que hablaban alrededor de diez idiomas diferentes. Otro confundió la capacidad del médico producto de sus estudios científicos para sanar a los enfermos con el los dones de sanidad. Sin embargo cuando analizamos sinceramente la Palabra en los casos de derramamientos del Espíritu Santo no podemos ignorar el carácter sobrenatural de la experiencia y reconocer que en aquel momento los congregados “comenzaron a hablar en diferentes según el Espíritu les concedía expresarse” (v. 4), y aunque los todos los congregados “eran galileos”, ellos “les oían hablar en sus propias lenguas” (vs. 7-8). Es imposible negar esta evidencia, porque aunque ellos hablaron lenguas humanas, el gran milagro estaba en que, aún sin conocerlas, ellos las hablaron bajo el poder y unción del Espíritu Santo. Pablo no descarta esta posibilidad porque dice: “Si yo hablase lenguas humanas y angélicas...”. (1 Cor. 13:1) y esto dentro del contexto de los dones. La misma regla se aplica a todas las capacidades concedidas por el Espíritu Santo.<br /><br />Esto nos enseña dos cosas: 1º. Que los dones del Espíritu o carismas no son capacidades innatas o talentos naturales, 2º. Que tampoco son capacidades o habilidades adquiridas por medio del estudio o de la práctica. Muchas personas inconversas o convertidas tienen talentos innatos excepcionales, o llegan a desarrollar ciertas habilidades y capacidades, de origen humano o también diabólico, pero ninguna de estas cosas son dones del Espíritu Santo. </span></span></div>
<span style="font-family: "arial"; font-size: 130%;">
</span>
<br />
<div align="right">
<span style="font-family: "arial"; font-size: 130%;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /></span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Naturaleza de los dones espirituales. </span></strong></span></div>
<span style="font-family: "arial"; font-size: 130%;">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><strong></strong></span></span>
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<div align="justify">
<span style="font-family: "arial"; font-size: 130%;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br />Todo lo expuesto anteriormente nos induce a definir la naturaleza de los dones.<br /><br />El don es una facultad o manifestación sobrenatural del Espíritu Santo que utiliza como medio de su manifestación o instrumentos a los miembros del Cuerpo de Cristo, de acuerdo con la gracia de Dios, para beneficio y edificación del mismo Cuerpo, y para beneficiar y ayudar a otros fuera del Cuerpo con sus actividades. Como dones de gracia, estos no están limitados a una institución, ni se requiere requisitos especiales para su recepción.<br /><br />Pablo habla a los romanos diciendo que son “gracias concedidas” (Rom. 12:6). Pedro, por su parte, habla de ellos de la siguiente forma: “Cada uno ponga al servicio de los demás el don que haya recibido, administrando fielmente la gracia de Dios en sus diversas formas” (1 Pedro 4:10). Esa “gracia concedida”, ese “don recibido”, es una capacidad impartida por el Espíritu Santo para edificación del Cuerpo (1Co. 12:11). </span></span></div>
<span style="font-family: "arial"; font-size: 130%;">
</span>
<div align="right">
<span style="font-family: "arial"; font-size: 130%;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /></span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">La recepción de los dones espirituales (charismas). </span></strong></span></div>
<span style="font-family: "arial"; font-size: 130%;">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><strong></strong></span><div align="justify">
<strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /></span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Después de hacer analizado la Palabra por mucho tiempo y haber madurado esta opinión, pienso:<br /><br />a.Que a la Iglesia, Como Cuerpo, le son inherentes los dones; están dentro de ella, ella los posee. Esta posee al Espíritu y el Espíritu a los dones. De igual forma que al cuerpo humano le son inherentes sus miembros: ojos, oídos, boca, manos, pies, etc., etc., Así también la Iglesia como Cuerpo espiritual (1 Cor. 12).<br /><br />b. Los dones están representados en cada miembro del cuerpo humano. Los miembros del cuerpo somos nosotros, y somos nosotros también los que representamos los dones espirituales. Desde el momento en que el Espíritu Santo nos bautiza dentro del Cuerpo, (1 Cor. 12:13) nos convierte en miembros dones o portadores de dones. Pablo identifica los dones con los miembros del Cuerpo: si no hay miembros no hay Cuerpo, si no hay miembros no hay dones.<br /><br />La pregunta que surge aquí es: ¿qué papel juega el Bautismo del Espíritu Santo en la actividad y manifestación de los dones?. El Bautismo en el Espíritu Santo es sumamente necesario para poner en actividad los dones. Cuando recibimos el poder del Espíritu Santo, se activan los dones miembros del cuerpo y partes de éste. El Espíritu Santo potencializa todas esas capacidades del Cuerpo y los pone a funcionar debidamente. Mientras esto no sucede, el miembro del cuerpo no funciona a “full”, su actividad es mediocre, su capacidad limitada, su trabajo demorado. </span><br />
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /></span></div>
<div align="justify">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Ejemplo: Un automóvil está construido para funcionar. Es un equipo integral cuyas partes o piezas funcionan simultáneamente para echar a andar. Pero necesita el combustible para que pueda realizar su función. Sin combustible usted puede empujar el auto y lo hace rodar, puede buscar ayuda de otros y el trabajo lo hace mas aliviado, pero el esfuerzo humano no es suficiente para que el auto funcione a full. Es necesario el combustible. De igual forma, la Iglesia es completa en sí misma pero esfuerzo humano no basta para que funcione como Iglesia. La sabiduría humana es insuficiente, los recursos humanos ayudan pero no son, del todo, eficaces, porque no es “con ejército ni con fuerza, sino con mi Espíritu, dice Jehová”.</span><br />
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br />Como el niño que nace, que, aunque está dotado de todos los miembros para su desarrollo y crecimiento, sin embargo el uso de sus miembros es sumamente limitado. Este necesita fuerza y capacidad la que obtendrá posteriormente. Así pasa con la Iglesia. Todos hemos nacido de nuevo, todos fuimos bautizados dentro del Cuerpo por el mismo Espíritu, todos tuvimos o tenemos un lugar determinado dentro del cuerpo, somos comparados con sus miembros y estos miembros son identificados con los dones del Espíritu, pero para el ejercicio cabal, completo y eficiente de estos dones, es necesario que el Espíritu Santo venga con poder sobre cada miembro, llenándolos con vitalidad espiritual, con poder Pentecostal. A esta experiencia post salvación es a lo que la Biblia le llama bautismo del Espíritu Santo. Como Pentecostales creemos que la evidencia inicial del Bautismo en el Espíritu es “el hablar en otras lenguas como el espíritu da que hable” (Hech. 2:4; Hech. 10:44-46;19:1-5).</span><br />
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /></span></div>
<div align="justify">
</div>
<div align="justify">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Como el niño que nace, que, aunque está dotado de todos los miembros para su desarrollo y crecimiento, sin embargo el uso de sus miembros es sumamente limitado. Este necesita fuerza y capacidad la que obtendrá posteriormente. Así pasa con la Iglesia. Todos hemos nacido de nuevo, todos fuimos bautizados dentro del Cuerpo por el mismo Espíritu, todos tuvimos o tenemos un lugar determinado dentro del cuerpo, somos comparados con sus miembros y estos miembros son identificados con los dones del Espíritu, pero para el ejercicio cabal, completo y eficiente de estos dones, es necesario que el Espíritu Santo venga con poder sobre cada miembro, llenándolos con vitalidad espiritual, con poder Pentecostal. A esta experiencia post salvación es a lo que la Biblia le llama bautismo del Espíritu Santo.<br /><br />El Bautismo del Espíritu Santo (Lucas 3:16) es dado, especial y primordialmente para dar testimonio del Evangelio: “Recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo y me seréis testigos.... hasta lo último de la tierra” (Hech. 1:8). Este poder cumplió doble función:<br /><br />1o. Activó los dones en aquellos que lo experimentaron.<br /><br />2o. Constriñó a la Iglesia a dar testimonio acompañado “con las señales que les siguieron” (Marcos 16:15-18 comp. (Vea: Efesios 3:7: 1:19; 1Ped. 4:11). Son muchos los pasajes donde la Biblia relaciona la manifestación de los dones como producto del poder del Espíritu haciéndolos operar ((Marc. 5:30; Luc. 5:17; 6:19; Hech. 4:33; 6:8; Hech. 10:38; Rom. 15:17-19). Los dones sin poder es pretender sin lograr, el poder sin el accionar de los dones es ilusión que se torna en desilusión.</span><br />
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /></span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Los "domas" o dones ministeriales. </span></strong></div>
<strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"></span></strong><span style="font-family: "arial"; font-size: 130%;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><strong></strong></span><div align="right">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /></span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br />La naturaleza de los “domas”</span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">. </span></div>
<div align="justify">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"></span></div>
<span style="font-family: "arial"; font-size: 130%;"><div align="justify">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /><br />Cuando hablamos de “domas”, nos referimos simultáneamente a dos aspectos inseparables:<br /><br />1º. A las personas que reciben ciertas capacidades ministeriales especiales (los ministros, los “dones - personas” como algunos los llaman).<br />2º. A las capacidades recibidas por esas personas (los ministerios en sí).<br /><br />En el primero de los casos, los “domas” como personas, son los regalos de la gracia de Dios a la Iglesia. Son dados en regalo, obsequiados, ofrecidos por Jesucristo a la Iglesia Universal, para su edificación, en virtud de la autoridad que Él obtuvo luego de su resurrección, ascensión y entronización en Gloria (vv. 8 - 10).<br /><br />La idea exacta de lo que queremos decir se encuentra plasmada en la construcción sintáctica empleada en el versículo 11. Lacueva traduce directamente del griego:<br />“Y él dio unos, apóstoles; otros, profetas; otros, evangelistas; y otros, pastores y maestros”.<br /><br />Los vocablos “apóstoles”, “profetas”, “evangelistas”, “pastores” y “maestros” están en acusativo, o sea, ejercen función de objeto directo. En otras palabras, lo que el versículo está diciendo no es que Cristo dio o regaló un apostolado, o un pastorado, a determinadas personas; sino que él dio apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros, como regalo a la Iglesia.<br /><br />Esta idea se refuerza con Números 8:19, donde Dios habla: “Yo he dado en don a los levitas, a Aarón y a sus hijos, de entre los hijos de Israel, para que ejerzan el ministerio de los hijos de Israel en el tabernáculo de reunión y reconcilien a los hijos de Israel...”<br /><br />El segundo de los casos, o sea, el que se refiere al “doma” como la capacidad dada a la persona, será analizado con más amplitud cuando nos refiramos a los dones ministeriales de Efesios 4.</span></div>
<div align="right">
<strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Una definición de “doma” o don ministerial</span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">. </span></div>
<div align="justify">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /><br />Un ministerio, don ministerial o “doma” es una capacitación o dotación otorgada por Cristo a un miembro del Cuerpo, el cual es constituido o colocado para realizar una labor que edifica a la Iglesia, no sólo en el ámbito local, sino en el ámbito universal, con el propósito de alcanzar al mundo perdido.</span><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><strong></strong></span><br />
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /></span></div>
<div align="right">
<strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">El ejercicio de los “doma”: sus requisitos.</span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"> </span></div>
<div align="justify">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br />En el marco del análisis de la actividad de los “doma” es necesario tener en cuenta dos factores importantes: los requisitos para su ejercicio, y el grado de autoridad de los mismos.<br /><br />El ejercicio neotestamentario de los “doma” requería de ciertas cualidades, entre las cuales se encontraban: el tiempo, la madurez, la preparación y el reconocimiento de la iglesia. A los neófitos, aún cuando tuviesen un llamado y en ellos operasen los carismas, no les era permitido, dentro de la iglesia, ejercer las actividades inherentes a los “domas”. </span><br />
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /></span></div>
<div align="justify">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Es bueno que aclaremos en este punto que el grado de autoridad de cada “ministerio constituido” por Cristo es el mismo. Pablo no dio preferencia en relación de autoridad a ningún ministerio sobre otro. La autoridad de cada ministerio está encuadrado en su área de acción y en relación al carácter de su ministerio. Fuera de esto incursiona e interfiere arbitrariamente en el terreno de otro; Pablo puso énfasis en el propósito común de todos ellos: “Edificar el cuerpo y perfeccionar a los santos para la obra del ministerio...”. </span></div>
<div align="right">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /></span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">¿Qué pruebas tenemos en la Biblia para afirmar esto? </span></strong></div>
<span style="font-family: "arial";"><span style="font-size: 130%;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><strong></strong></span><div align="justify">
<strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /></span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">a) Pablo fue constituido o hecho predicador y apóstol. (1 Tim. 2:7: “fui puesto” -eteqhn - del verbo tiqemi (tithemi): poner, colocar; asignar; instituir).<br /><br />b) Los obispos o “epískopos” eran constituidos sobre las bases de ciertos requisitos que implicaban tiempo y madurez para su ejercicio. A un neófito no le era permitido ejercer este tipo de ministerio o servicio. Tito 1:5: “ ... y constituyeses en cada ciudad ancianos (prebiteros). - Constituir: katastasis - del verbo "kathistemi"- poner, colocar; establecer como jefe, (etc.) Un sustantivo abstracto derivado del mismo es katastasi (katástasis) - instalación, institución, establecimiento; presentación de los embajadores en la asamblea del pueblo, etc. (1 Tim. 3:1-7)<br /><br />c) Los diáconos fueron cargos constituidos (katastesomen) – derivado de "kathistemi" y tenían que ser sometidos a prueba primero y reunir una serie de requisitos para poder ejercer. (1 Tim 3: 8-13).<br /><br />d) Los ancianos (presbíteros), para ejercer su ministerio, tenían que tener una trayectoria, honor y haberse ganado un grado de dignidad, honor, reconocimiento, fidelidad e idoneidad en la Iglesia. (1 Tim. 5:17-18).<br /><br />e) El establecimiento de los ancianos tenía su reglamento con requisitos que llenar (Tito 1:5-9) para poder ejercer su ministerio.<br /><br />f) El caso de Pablo es un ejemplo tipo de “dómata constituido” (katados)<br />Pablo no se hizo a sí mismo ministro, él “fue hecho” (1 Tim. 2:7:Efe. 3:7) fue un proceso, (Gá. 1:18 y 2:1; 2 Co. 3:4-6). </span></div>
<div align="right">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /></span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">El grado de autoridad de los “doma”.</span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"> </span></div>
<div align="justify">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /><br />Para entender las relaciones autoritativas entre los “domas”, es necesario definir los siguientes términos: autoridad apostólica, autoridad oficial y autoridad funcional.<br /><br />Por autoridad apostólica entendemos, en primer lugar, el ejercicio conjunto de la autoridad de los pastores y ministerios que están unidos en una confraternidad formal y reconocida dentro de un área previamente delimitada (campo o ciudad); y, en segundo lugar, la autoridad que descansa sobre los líderes de cada denominación organizada, bajo los cuales están sujetos todos los otros ministerios y capacidades especiales propios de estos.<br /><br />Al grupo de ministerios mencionados en el primer caso, solemos llamarlo aquí en Argentina “Consejos Pastorales”. Éstos se reúnen periódicamente para orar, trabajar y proyectar juntos actividades de interés general, sin afectar, por esto, su identidad y gobierno denominacional al cual están sujetos, sin menoscabar la autoridad ministerial de cada uno de sus integrantes y sin limitar las actividades de las Iglesias Locales.<br /><br />Los “Consejos Pastorales” interdenominacionales han surgido como producto del trabajo del Espíritu de Dios dentro del cuerpo pastoral de diferentes ciudades, al producir un sentir unánime de unidad espiritual entre los integrantes del mismo Ellos hacen provisión para la comunión entre los hermanos y para producir un buen testimonio en la comunidad. Son el filtro por el cual pasan ministerios foráneos y se constituyen en “puerta” por la cual han de entrar estos. En las ciudades y localidades, los Consejos Pastorales que funcionan bien son salvaguardas del rebaño contra los “leones”, “lobos”, “ladrones y salteadores”, “asalariados” y “extraños”. Valga aclarar que esta actitud se asume cuando algún ministerio especial es invitado a través del Consejo de pastores y es de interés general y afecta a cada congregación local.<br /><br />La experiencia nos ha enseñado acerca de la importancia que tienen los consejos pastorales en el quehacer general de la Iglesia de cada lugar. Muy especialmente como promotores, fomentadores y mantenedores de la unidad espiritual del Cuerpo de Cristo.<br /><br />Por autoridad oficial, entendemos la autoridad intrínseca de cada doma o ministerio (llamados por algunos “ministerios oficiales”), o sea, aquella que les fue otorgada en el momento de su constitución. En este sentido, los cinco – mencionados en Efesios 4:11 -, están en el mismo nivel o rango, o sea, tienen el mismo grado de autoridad oficial. Ninguno es superior al otro. Cada cual cumple un papel preponderantemente importante y ejerce su autoridad en áreas bien delimitadas. Por ejemplo, el maestro es una autoridad en su campo de acción, así como el evangelista lo es en el suyo. En la ministración conjunta o simultánea de estos no hay razón de producir conflictos ni menoscabo de alguno de ellos, o la exaltación de uno en detrimento de los demás.<br /><br />La autoridad funcional se entiende como el reconocimiento de un ministerio oficial colocado en posición ya sea de eminencia o de subordinación en un área de acción determinada.<br /><br />La autoridad funcional es vertical pues se da en diferentes grados de posición de autoridad. Al mismo tiempo, es bidireccional, puesto que un ministerio oficial debe estar siempre sujeto a una autoridad espiritual, y puede estar temporalmente sujeto a otra autoridad oficial que tenga un ministerio similar o diferente; pero, al mismo tiempo, puede estar también sobre otros ministerios puestos bajo su cuidado y dirección.<br /><br />En otras palabras, un ministerio oficial siempre está colocado (o, al menos, debería estarlo) en posición subordinada bajo una autoridad espiritual superior. Pero también, cuando una autoridad oficial se coloca bajo el área de autoridad de otro ministerio oficial, y asume un estado de sujeción producto de su trabajo bajo el área de autoridad ajena, se convierte en autoridad funcional, ya que su autoridad está restringida a la actividad específica que realiza bajo el ministerio del otro. Cuando termina su trabajo, retoma su autoridad oficial.<br /><br />Algunos ejemplos pueden ilustrar este principio:<br /><br />Traigamos a la mente un ministerio reconocido: el equipo evangelístico “Mensaje de Salvación”, de nuestro querido hermano Carlos Anacondia. Él es un evangelista que, en su área de autoridad, está colocado funcionalmente en dos sentidos: hacia arriba, porque él está sujeto a una autoridad superior de tipo apostólico, representada por la organización a la cual pertenece; hacia abajo, pues él ha sido colocado en una posición de eminencia sobre los ministerios que están funcionando bajo su cobertura.<br /><br />El segundo ejemplo lo encontramos en un Instituto Bíblico, donde maestros de la Palabra están colocados funcionalmente bajo la autoridad de directivos que comparten el mismo ministerio oficial, pero que, funcionalmente, están en posición de eminencia. Pero ellos, a la vez están sujetos funcionalmente a los líderes de la Organización a la cual pertenecen.<br /><br />Finalmente, pensemos en una iglesia donde hay un pastor principal y pastores asociados, que ejercen ministerios en diferentes áreas del quehacer de la Iglesia. Estos pastores asociados están colocados funcionalmente bajo la autoridad de ese pastor principal.<br /><br />El ministerio pastoral es el ministerio de gobierno más importante y preponderante dentro de la Iglesia Local (Zac. 13:7; 1 Pedro 5:2; Juan 10). Al pastor se le impone la responsabilidad y la carga de dirigir su grey hacia los fines estipulados por Dios. Los demás dones y ministerios locales están sujetos al gobierno pastoral. (Heb. 13:7; 1 Tim. 3:5; Tito 1:7; 1 Pedro 5:2). Siempre que se ha subvertido el orden y se ha hecho lo contrario, se ha producido el caos y la confusión dentro de la Iglesia. El ministerio pastoral está sujeto a la autoridad espiritual constituida por los dirigentes de su organización y puede constituirse en parte de la autoridad de los consejos pastorales, en su localidad. Los demás ministerios, dones y capacidades ejercidos dentro de la Iglesia Local están en una posición de sujeción al gobierno pastoral, aún aquellos ministerios oficiales que temporalmente se desarrollan bajo su cobertura. Por ejemplo: el evangelista que viene a dar una campaña en la Iglesia Local.<br /><br />Para concluir este aspecto, quiero recalcar en la necesidad de la Iglesia en entender la importancia que tiene toda esta gama de capacidades para su desarrollo y madurez; la necesidad e importancia que tiene su aplicación práctica dentro del Cuerpo para un funcionamiento eficaz y la necesidad de la inclusión de cada uno y sin exclusión de ninguna de estas capacidades para su perfección logrando, de esta manera la aspiración máxima de Jesucristo: SU UNIDAD<br /><br /><br />Diferencia entre los dones del Espíritu Santo, los ministerios y el fruto del Espíritu.<br /><br />Para que entendamos la diferencia entre los dones del Espíritu, los ministerios y el fruto del espíritu, veamos la siguiente tabla:<br /><br /><br />MANIFESTACIÓN: Dones del Espíritu<br />FUENTE: El Espíritu Santo<br />PROPÓSITO: Para provecho, edificación y ayuda.<br />CÓMO SE PRODUCE: Instantáneamente<br /><br />MANIFESTACION: Ministerio o Doma<br />FUENTE: Jesucristo<br />PROPÓSITO: Perfeccionar, edificacar, madurar, hacer crecer a la Iglesia<br />CÓMO SE PRODUCE: Es un proceeso: Llamamiento, formación, experiencia, reconocimiento.<br /><br />MANIFESTACIÓN: Fruto del Espíritu<br />FUENTE: El Espíriutu Santo<br />PROPÓSITO: Madurez y santidad.<br />CÓMO SE PRODUCE: Progresivamente, ejercitación por medio de las pruebas.<br /><br />“PARA QUE CRISTO SEA EN TODO GLORIFICADO” 1 Pedro 4:4</span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">La Iglesia Local como depositaria de los dones y ministerios.</span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br />La Iglesia local es la madre de los dones y ministerios. El Espíritu Santo los “engendra” dentro de ella. Es en el seno de esta estructura local, donde Dios comienza a manifestarse con especialidad para edificar a Su pueblo, y para que éste pueda lanzarse a la conquista del reino de las tinieblas.<br /><br />Proceso.- Inmediatamente que la persona se convierte al Evangelio, Dios lo convierte en un hijo de Él y el Espíritu Santo lo introduce o bautiza (sumerge) dentro del Cuerpo: La Iglesia (1 Cor. 12:13).<br /><br />Dios hace una distribución de los miembros del Cuerpo, de acuerdo a su voluntad, y los coloca en un lugar determinado, y para una función determinada. Toda esta dinámica está reflejada en los siguientes actos soberanos de Dios:<br /><br />1. El Espíritu Santo reparte como Él quiere (12:11)<br />2. Dios ordena el cuerpo (12:34)<br />3. Dios pone los ministerios dentro del Cuerpo. (12:28)<br />4. Dios capacita a cada miembro para realizar su trabajo. (Efe. 4:16)<br />5. El Espíritu Santo vitaliza todo el Cuerpo, y pone a funcionar toda esta estructura espiritual, de una forma ordenada y acoplada.<br /><br />El no haber entendido el papel que juega la Iglesia Local en la formación de sus capacidades espirituales es lo que ha traído por consecuencia la mala interpretación y aplicación de los mismos. Por regla general cuando leemos libros que tratan de explicar la naturaleza de los dones, comienzan con el mismo don, descontextualizándolo de lugar de su origen. Es imposible hacerse un concepto real de estas capacidades si no comenzamos por entender la naturaleza de la Iglesia, pues es ella la progenitora, sustentadora, y lugar apropiado para su manifestación y desarrollo.</span></div>
</span></span></span></span></span>El pastor Luis E. Llaneshttp://www.blogger.com/profile/05500513164562547209noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6011444661778535011.post-7811133381737642632007-06-20T11:40:00.002-03:002014-11-06T20:57:27.141-03:00CAPÍTULO 7: LOS DONES MIEMBROS O CARISMÁTICOS<div align="center">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><strong>CLASIFICACIÓN DE LOS DONES Y MINISTERIOS.</strong></span></div>
<div align="justify">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br />
Toda la Deidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) se pone en actividad para producir todas estas manifestaciones (1 Co. 12:4-6). De acuerdo con sus características especiales y sus propósitos, la Biblia enmarca estos dones bajo tres aspectos:<br />
<br />
1. “Diversidades de dones” (diaireseis de charismaton)<br />
2. “Diversidades de ministerios” (diarireseis de diakonion)<br />
3. “Diversidades de actividades” ( diareseis energematon)<br />
(Traducción tomada del “Nuevo Testamento Interlineal Griego Español, de Francisco Lacueva, Editorial CLIE, 1989)<br />
<br />
Veamos la lista clasificatoria de acuerdo con los diferentes pasajes donde aparecen estas capacidades. En algunos se unen dones y ministerios, en otros dones solos o ministerios solos:<br />
<br />
1 Corintios 12:7-10<br />
<br />
Palabra de Sabiduría<br />
Palabra de Ciencia*<br />
Discernimiento de espíritus<br />
Dones de sanidad<br />
Hacer milagros**<br />
Fe<br />
Profecía<br />
Diversos géneros de lenguas<br />
Interpretación de lenguas.<br />
<br />
Romanos 12:6-8 (Los nueve dones modelo)<br />
<br />
Enseñanza<br />
Profecía<br />
Exhortación<br />
Servicio<br />
El que reparte***<br />
El que preside****<br />
El que hace misericordia*****<br />
<br />
1 Corintios 12:28-30 (dones y ministerios)<br />
<br />
Apóstoles (ministerio)<br />
Profetas (ministerio)<br />
Maestros (ministerio)<br />
Los que hacen milagros<br />
Los que sanan<br />
Los que tienen don de lenguas<br />
Los que ayudan<br />
Los que administran<br />
<br />
Efesios 4:11 (dones ministeriales-domas)<br />
<br />
A toda esta gama de manifestaciones y capacidades, La Biblia le llama:<br />
“LA MULTIFORME GRACIA DE DIOS” 1 Pedro 4:10-11<br />
<br />
*Conocimiento. (N.V.I) **Poderes milagrosos. (N.V.I.) ***Socorrer al necesitado. (N.V.I.)<br />
****Dirigir. (N.V.I.) *****Mostrar compasión. (N.V.I.)<br />
<br />
CLASIFICACIÓN DE LOS NUEVE DONES MODELO. (1 Corintios 12:8-10).<br />
<br />
DONES DE REVELACIÓN. (Capacitan para conocer hechos desconocidos para el ser humano, y que solo están bajo el dominio de Dios, tanto en en lo físico como en lo espiritual. No revelan doctrinas)<br />
1. Palabra de sabiduría<br />
2. Palabra de ciencia<br />
3. Discernimiento de espíritus<br />
<br />
DONES DE PODER (Dan capacidad sobrenatural para obrar)<br />
1. El hacer milagros<br />
2. Dones de sanidades<br />
3. Don de Fe<br />
<br />
DONES DE EXPRESIÓN (Dan capacidad sobrenatural para hablar)<br />
1. Profecía. (Exhortación)*<br />
2. Diferentes géneros de lenguas.<br />
3. Interpretación de lenguas<br />
<br />
* El don de la exhortación es una especialidad del don de la profecía.<br />
<br />
<br />
<strong>Estudio detallado de los dones. </strong></span></div>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><strong></strong></span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"></span><br />
<div align="center">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><strong>DONES DE REVELACIÓN.</strong></span></div>
<div align="center">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><strong>Don de Palabra de Sabiduría.</strong> </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">Hay ocasiones en que, para expresar ciertas ideas, empleamos palabras o frases que confunden. Un ejemplo de ello lo tenemos en una denominación común que se le suele dar a este don: se lo suele mencionar como “don de sabiduría”. Esta frase ha dado por resultado el despojo de su capacidad sobrenatural, y su consiguiente reducción, bien a una mera capacidad humana (sabiduría natural) elevada potencialmente: la sabiduría de los filósofos, de los ancianos - en resumen, la sabiduría que surge como producto de la experiencia de la vida - ; o bien a la sabiduría espiritual que Dios concede a los que se la piden con fe (Sgo. 1:5), y que, en el libro de Proverbios, se nos manda a buscar; o sea, una sabiduría como la que encontramos en ciertos personajes bíblicos que, aunque venía de Dios, operaba como una intuición espiritual, pero no incluía el factor revelacional.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">En el pasaje que estamos analizando, el apóstol Pablo no se está refiriendo a ninguno de estos dos aspectos que abarca la sabiduría en sentido general. Él está hablando de una manifestación sobrenatural del Espíritu Santo de Dios, cuya naturaleza puede ser explicada en la definición que aparece más abajo. </span></div>
<div align="right">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><strong>Definición. Características esenciales.</strong> </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">El don de palabra de sabiduría es el primero y más importante de los dones de revelación. Es una capacidad sobrenatural que el Espíritu omnisciente comunica a algún miembro del Cuerpo, facultándolo para conocer planes, propósitos y designios de Dios, en relación con personas, naciones o el Mundo. En ocasiones, junto con la manifestación de este don viene una palabra de orientación, exhortación, consolación y ánimo. Dios no solamente declara hechos, sino que nos declara qué hacer en medio de ellos.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">Es necesario puntualizar que la naturaleza de la revelación por medio de este don no es de carácter doctrinal. Ya la doctrina está revelada en Su Palabra. Cuando una persona lee la Biblia, la entiende y Dios le hacer ver sus verdades dentro de ella, a este acto la Biblia lo llama iluminación. En otras palabras, la iluminación es el acto por medio del cual el Espíritu Santo le hace entender a la persona lo que está revelado en Su Palabra. (Job 33:30: Heb. 6:4; Heb. 10:32; 2 Cor.4:3-4).</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">Este don tiene tres características especiales: 1°. Mira al futuro. Es de carácter predictivo. 2°. Es palabra orientadora o directiva para proceder dentro del marco de la estrategia de Dios. 3°. Revela estrategias especiales y específicas para realizar el trabajo de Dios.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">Algunos ejemplos de la manifestación de este don en su calidad predictiva:</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">1. En lo personal.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">a. La revelación dada por Dios a Abraham, sobre su futuro, su descendencia y las naciones con su respectiva orientación en cuanto a lo que tenía que hacer. Gén. 12</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">b. La revelación que Dios le dio a Samuel, sobre el destino de la casa de Elí. (1 S. 3:11-14)</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">c. Las interpretaciones de los sueños de Faraón hechas por José y los consejos para Faraón. (Cap. 41)</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">d. La visión que tuvo Pablo del varón macedonio dándole directivas en relación a un plan específico de Dios (Hch. 16:6-10).</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">2. Para las naciones.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">a. El proceso de sucesión histórica de algunas naciones (Dan. 2:28-45)</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">b. Guerra entre las naciones (Dan. 11).</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">c. Profecías referentes a las naciones vecinas de Israel. (Libros proféticos)</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">3. Mundial:</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">a. El libro de Apocalipsis, en su mayor parte.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">b. Profecías concernientes a la manifestación y control mundial del gobierno del Anticristo.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">c. Profecías de Cristo en Mateo 24, etc.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><strong>Ejemplos de la manifestación de este don en su calidad directiva</strong></span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">1. Solucionando los problemas internos de la Iglesia (Hch. 6).</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">2. Guiando a los siervos de Dios en la consecución de las planes divinos (Hechos 16:6-10). Indica hacia los lugares donde habría de ir Pablo y la visión de varón macedonio.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">3. Revelando estrategias para la obra de Dios (Éx. 14:1-4; Éx. 31:1-6: Hch. 16:6-10).</span></div>
<div align="right">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><strong>Beneficios de la manifestación de este don.</strong> </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">Si la manifestación del don es importante, importante es también preguntarnos en qué ayuda a la Iglesia de hoy la misma. Veamos algunos de los beneficios:</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">1. La ayuda a conocer los planes de Dios en relación con el desarrollo de los acontecimientos mundiales, y el destino de la Iglesia tal y como está revelado en la Palabra de Dios.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">2. La ayuda a estar prevenida sobre acontecimientos y peligros por venir. (Hch. 11:28).</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">3. La ayuda a prepararse mejor, una vez conocido un plan determinado de Dios, en relación con ella misma, con alguno de sus siervos, para bendición en lo particular o en lo general.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">4. Ayuda a los misioneros para recibir de Dios revelación y directivas de las estrategias que deben usar en sus respectivos campos de acción.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">5. Alienta a la Iglesia, en general y a creyentes en particular. Por ejemplo, Pablo y los tripulantes del barco recibieron ánimo cuando Dios le reveló al apóstol que no habrían de perecer (Hch. 27).</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">Quiero compartir un testimonio personal en relación con la manifestación de este don. A principios de la década del ochenta, mi esposa y yo pastoreábamos una congregación, en Cuba. Estábamos pasando por ciertas dificultades que nos tenían intranquilos. Una noche, en nuestro dormitorio, charlé con ella y con mi hija mayor. Les dije: “¿No será que Dios ha permitido estas dificultades para que pensemos nuevamente en lo que Él nos ha venido hablando desde hace años en relación a la salida del país?” Desde el año 1965, Dios había puesto en el corazón de mi esposa y mío que Él quería utilizarnos en un país de América Latina, en el área de la enseñanza. Aunque intentamos en varias ocasiones salir, pasaban los años y nada sucedía. En ocasiones pedimos confirmación a Dios y siempre Él nos respondió positivamente, pero ya a esas alturas casi nos habíamos olvidado de aquello. Así que, aquella noche charlamos al respecto y decidimos poner en marcha nuevamente las tramitaciones para salir del país, a la obra misionera.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">A la noche siguiente me fui temprano al templo, para tener un tiempo de oración. Cuando iba entrando por la puerta trasera, simultáneamente, por la del frente, entraba una hermana de la congregación. En cuanto me vio, me dijo en alta voz: “¡Pastor, tengo palabra de Dios para usted!” Fuimos para la oficina. Ella se colocó al lado mío, en ángulo recto. Con su mano izquierda me tomó por el brazo. En ese momento el Espíritu de Dios cayó sobre ella como un rayo y aquellos dedos, como garfios, apretaron mi brazo. Me dolía. Estuve tentado a pedirle que me soltara, pero pensé: “Si le digo: ¡suéltame! le corto la inspiración”. Así que decidí que siguiera. Las primeras palabras que salieron de su boca fueron las siguientes:“Siervo mío, siervo mío, anoche, estando en tu dormitorio, charlando con tu esposa le dijiste: ‘¿Será el tiempo de que Dios nos saque del país? ¿Será la voluntad de Dios que salgamos del país?’ ¡Yo sí quiero sacarte, y te voy a sacar con brazo fuerte, pero todavía no es el tiempo, tú no estás preparado todavía, tienes que prepararte para lo que yo voy a hacer contigo. Vas a pasar todavía algunas pruebas difíciles pero confía, yo estoy contigo y te libraré!”</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">Durante ocho o diez minutos Dios me habló. Desde ese momento hasta el momento en que Dios nos sacó de Cuba, pasaron seis años. Todo lo que me dijo en esa oportunidad se cumplió fielmente. Pero dentro de esos seis años Dios nos llevó a la cúspide de nuestro ministerio. Con su ayuda, logramos establecer las bases sobre las cuales descansa todo el sistema de enseñanza teológica dentro de las Asambleas de Dios en Cuba, que funciona en la actualidad con el nombre de EDISUB (Estudios Dirigidos de Superación Bíblica). Cuando llegó el tiempo de Dios, él nos sacó en cuestión de poquitos meses, como Él dijo, “con brazo fuerte”. ¡Él tuvo que hacer varios milagros para sacar a una familia de siete personas, incluyendo mi suegra, pero lo hizo!</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">Dios nos muestra que todavía Él tiene hombres y mujeres que, con voz profética predicen, muestran, animan y orientan a sus siervos para concretar en ellos su voluntad. Los excesos y desmanes producidos por aquellos que han torcido el ejercicio de estos dones en el seno de la Iglesia, no deben ser causa de que menospreciemos el ejercicio sano y eficaz de los mismos. </span></div>
<div align="center">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><strong>Don de Palabra de Ciencia. </strong></span></div>
<div align="justify">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">En relación con este don y su manifestación, pasa lo mismo que con el anterior. Muchos lo confunden con los conocimientos que se adquieren de una forma progresiva a través del proceso de la enseñanza en las escuelas y universidades. Por medio de la investigación, una persona puede lograr un máximo de conocimientos y llegar a ser un gran científico. Sin embargo todo este proceso es de carácter natural. No tiene nada que ver con el carácter sobrenatural y origen espiritual del don. También es importante que estemos conscientes que este don no tiene nada que ver tampoco con el conocimiento profundo que hayamos obtenido producto de nuestro estudio constante y prolongado de la Biblia.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">¿En qué consiste, entonces, la naturaleza y manifestación de este don? De acuerdo con el orden de aparición dentro de la lista de dones, y de acuerdo con su naturaleza, podemos declarar que es el segundo en importancia dentro de su clasificación.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">Consiste en una capacidad sobrenatural del Espíritu Santo por medio de la cual Él faculta a algún miembro del Cuerpo para conocer acontecimientos que se han efectuado en el presente o en el pasado.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">Este don tiene las siguientes características: a diferencia del don de palabra de sabiduría, no es de carácter predictivo. Sólo se proyecta al pasado o al presente. Pero, al igual que el anterior, la revelación viene acompañada por una palabra de orientación, ayuda o aliento. </span></div>
<div align="right">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><strong>Ejemplos de la manifestación de este don.</strong> </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">1. La revelación del encuentro de las asnas del padre de Saúl por medio del profeta Samuel (1 S 9:19).</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">2. Dios revela al profeta Ahías la presencia de la mujer de Jeroboam (1 R. 14).</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">3. Pedro descubre el pecado de Ananías y Safira (Hch. 5:11).</span></div>
<div align="right">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><b><span class="Apple-style-span" style="font-weight: normal;"><br />
</span></b></span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><strong> <br />
¿En qué ayuda a la Iglesia, hoy, la manifestación de éste don?</strong> </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">1. La ayuda Trae liberación a personas que está en peligro.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">2. Dios pone carga de oración cuando revela la situación física o espiritual, de una persona.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">3. La ayuda Previene a la Iglesia de planes malévolos del diablo, o de personas usadas por éste.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">4. El conocimiento de ciertos hechos revelados por Dios, trae aliento y ayuda.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">Aunque no es profeta, mi hija menor, Olga, ha tenido varias experiencias en las que se han manifestado los tres dones de revelación: hace un tiempo atrás, estando semiacostada, en su dormitorio, y leyendo Mateo 6:25-34, tuvo una experiencia singular. Ella relata: “Comencé a sentir una carga muy profunda por aquellos que estaban necesitados económicamente. Bajo el peso de esa carga, el Espíritu Santo me llevó a clamar más específicamente por una necesidad particular: Dios me mostró en visión una habitación y una persona postrada, con su cabeza metida entre sus manos, clamando. Llevaba camisa blanca con las mangas arremangadas hasta el codo, y un pantalón gris. Yo pensaba que era algún misionero occidental. En medio de la visión, le pedí al Señor que me dejara ver el rostro de la persona. Yo quería que Dios le transmitiera paz, y que le hiciera sentir que había alguien que estaba orando por él. Enseguida el Señor me mostró el rostro. El Espíritu de Dios me hizo ver que el hombre estaba en una casucha; el lugar, la India. Era un hermano dirigente eclesiástico indio, encargado de un área vasta. Él estaba atravesando una profunda necesidad económica. Tenía hambre y se sentía muy cansado; esto último debido a que tenía que recorrer largas extensiones y no poseía un vehículo para trasladarse, ni recursos para salir de la situación en ese momento. Después de eso sentí paz. Lo comuniqué a mi familia. Estuvimos orando durante varios días por él. Aunque no lo conozco, sé que con un propósito definido Dios me reveló esta situación. Quizás un día y mediante el testimonio escrito pueda recibir noticias de él, de lo contrario en el Cielo nos conoceremos”.</span></div>
<div align="center">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><strong>Cuadro comparativo que nos muestra las cosas en común y las diferencias entre estos dones. </strong></span></div>
<div align="center">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><strong></strong></span></div>
<div align="center">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><strong>Palabra de Sabiduría y Palabra de Ciencia </strong></span></div>
<div align="justify">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">FACTORES COMUNES:</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">1. Son dones de revelación.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">2. Son manifestaciones sobrenaturales del Espíritu que revelan hechos específicos que están dentro del conocimiento de la mente de Dios y que son revelados a la mente del hombre.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">FACTORES DIFERENTES:</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">Palabra de sabiduría: Mira al futuro. Es profecía predictiva.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">Palabra de ciencia: Mira el presente y pasado No es de carácter predictivo. </span></div>
<div align="center">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><strong>Don de Discernimiento de Espíritus. </strong></span></div>
<div align="justify">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">Existe mucha confusión con respecto a la naturaleza de este don, pues el término “discernimiento” es mal interpretado y se tiende a naturalizar las manifestaciones del mismo. Para entender en qué consiste, debemos tener en cuenta lo siguiente:</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">a) No es el discernimiento intuitivo o natural, producto de la experiencia humana.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">b) No es el discernimiento natural o espiritual que nos sirve para diferenciar entre lo bueno y lo malo.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">c) Tampoco es un profundo conocimiento teológico sobre angeología ni demonología.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">En el orden de importancia de los dones de revelación, es el tercero en su categoría; sin embargo es altamente importante para la efectividad de algunos ministerios de liberación y consejería. </span></div>
<div align="right">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><strong>¿Qué es?</strong> </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">Es una capacidad sobrenatural del Espíritu de Dios, la cual faculta a algunos miembros del cuerpo de Cristo, para ver dentro del mundo espiritual y diferenciar entre espíritus buenos y malos. Este discernimiento incluye la capacidad para diferenciar los efectos y la naturaleza de la actividad del mundo espiritual dentro del mundo físico y material, muy especialmente su obrar a través del hombre; incluye el discernimiento del espíritu o móvil que incita o impele a alguien a hacer algo, inclusive la obra de Dios. </span></div>
<div align="right">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><strong>Aspectos importantes a ser tenidos en cuenta.</strong></span></div>
<div align="justify">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">1. Cuando agentes del mundo espiritual son percibidos y discernidos sin ser vistos, este don toma, como vehículo de su manifestación, el don de palabra de ciencia (conoce y difiere), y cuando es declarado verbalmente toma como puente el don de la profecía (expresión).</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">2. En la manifestación de este don, Dios descorre las cortinas del mundo espiritual ante los ojos físicos del creyente, para ver lo que en circunstancias normales no puede percibir. En ocasiones, esa percepción se produce a través de otros sentidos físicos (oído, tacto, olfato) . Cuando Dios revela la presencia de alguna entidad espiritual sin ser visto , el don de discernimiento de espíritus se manifiesta solamente definiendo la naturaleza de la misma: buena o mala. </span></div>
<div align="right">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><strong>Particularidades de este don.</strong></span></div>
<div align="justify">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><strong></strong></span></div>
<div align="justify">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">Es necesario hacer una diferencia entre la forma en que se manifiesta este don, en relación con los otros dos dones de revelación. Mientras que aquellos, (“sabiduría” o “ciencia”) tienen que ver con circunstancias físicas, del mundo visible, el de “discernimiento” tiene que ver con el mundo espiritual y sus efectos en el mundo físico. Ya lo dice la frase: “de espíritus”. En muchas ocasiones vemos a estos tres dones obrando simultáneamente. </span></div>
<div align="right">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><strong>Diferencia entre “don de discernimiento de espíritus” y “discernimiento espiritual”.</strong> </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">Es necesario diferenciar el “don de discernimiento de espíritus” de lo que llamamos comúnmente el “discernimiento espiritual”. Este último es importantísimo e imprescindible para todo creyente, y muy especialmente para el siervo de Dios, pero no puede ser confundido con el “don”. </span></div>
<div align="right">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><strong>¿Cómo y en qué áreas se manifiesta el discernimiento espiritual?</strong> </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">Para contestar a esta pregunta comencemos por definir la palabra “discernir”. El Diccionario de la Lengua la define como: “Diferenciar con exactitud. Hacer juicio”. La palabra original griega es diakrino: separar, apartar, distinguir, descomponer, analizar, decidir, juzgar. En esta actividad está incluido un análisis consciente, que nos hace tomar una actitud correcta, una decisión acertada con una resolución sabia. Nos lleva a hacer las cosas con conciencia plena de responsabilidad legal. En el Antiguo Testamento también se emplea esta palabra (Heb. bin) cuyo significado es: entender, discernir, percibir, considerar, agarrar, ser perceptivo, tener intuición. Se refiere al proceso de la inteligencia para percibir, discernir y entender, que poseen todos los seres humanos en mayor o menor medida. En Nehemías 8:8 el avivamiento vino producto del entendimiento de la Palabra. </span></div>
<div align="right">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><strong>El discernimiento espiritual. </strong></span></div>
<div align="right">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><strong>Manifestación.</strong> </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">1. Levítico 10:9-10.- Se utiliza en relación con el ejercicio del ministerio sacerdotal :</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">a. Para eliminar las causas que embotan la mente para la realización cabal del ministerio.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">b. Para traer luz por medio de la enseñanza y aprendizaje de la Palabra al pueblo ignorante.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">c. Para ponernos en capacidad de entender y hacer la voluntad de Dios.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">2. Eclesiastés 8:1-7.- Para discernir el tiempo y el juicio:</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">a. Vv. 2-3. El discernimiento espiritual está vinculado con la administración de la justicia.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">b. V. 4. El discernimiento está vinculado con la sabiduría humana y la divina. Ecl. 8:1 (comparar con 1 Cor. 1:8; 2:16, en el que el discernimiento espiritual está vinculado con nuestras relaciones con Dios.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">c. V. 5-6 El discernimiento espiritual ayuda a evitar el mal y el juicio.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">d. V.7. El discernimiento espiritual es característica del maestro de la Palabra, y de los que son enseñados.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">e. Ezequiel 44:23-24.- El discernimiento espiritual tiene que ver con la vida de santidad y la obediencia a la Palabra. v. 23</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">f. El discernimiento espiritual tiene que ver con la enseñanza de la Palabra. v. 23</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">g. El discernimiento espiritual contribuye a la buena administración de la justicia (v. 24).</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">3. Nehemías cap. 10.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">a. La luz que arroja el discernimiento produce una determinación firme para</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">obedecer (vv. 28-29).</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">b. El discernimiento espiritual nos da comprensión y capacidad para el ministerio</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">(vv. 31-39).</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">4. Corintios 11:29 Discernir el cuerpo del Señor (1 Co. 2:14).</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">a. La falta de discernimiento del Cuerpo produce:</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">b. Una vida cristiana indigna del Señor (vv. 27-29).</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">c. Atenta contra el testimonio de la Iglesia (5:5).</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">d. Inmoralidades (5:5).</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">e. Litigios (6:1)</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">f. Atenta contra la autoridad (9:1-18)</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">g. Atenta contra la adoración (Cap. 10).</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">h. Atenta contra la unidad (1:10-17).</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">5. La falta de discernimiento produce y es producto de la ignorancia de la Revelación de Dios.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">a. Atenta contra la Palabra (12:1).</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">b. Produce caos y destrucción (14:38-40).</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">c. Produce falta de capacidad para diferenciar entre la obra del Espíritu Dios y la de los demonios (10:16-22; 12:3).</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">6. La falta de discernimiento produce falta de amor o limita el amor de Dios en el corazón (Cap.13). </span></div>
<div align="center">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><strong>El Don de Discernimiento de Espíritus. </strong></span></div>
<div align="right">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><strong>Manifestación</strong>. </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">§ Isaías y Ezequiel vieron la gloria de Dios. (Isaías 6; Ezequiel 1)</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">§ Eliseo y su criado vieron los ejércitos de Jehová rodeándolos. (2 Rey. 6:8-17)</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">§ Pablo fue visitado por un ángel y lo vio, en medio del naufragio. (Hech. 23:23-24)</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">§ Micaías profetiza la derrota de Acab, cuando Dios le muestra el mundo espiritual y las actividades de los demonios para inducir a Acab a la guerra. (1 Rey. 22)</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">§ En el libro de Apocalipsis, podemos observar la conjugación del don de palabra de sabiduría y el de discernimiento de espíritus.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">§ Sin verlo físicamente, Pablo discernió que el espíritu que tenía la chica de Filipos, era de carácter demoníaco. (Hech. 16:16-18) En este caso actuó unido al don de palabra de ciencia.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">Cuando el discernimiento espiritual es potenciado con el don de discernimiento de espíritus se constituye en un arma poderosísima en manos de la Iglesia, en cualquiera de las áreas hacia donde se proyecte su trabajo. </span></div>
<div align="right">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><strong>¿En qué ayuda este don a la Iglesia de hoy?</strong> </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">En estos tiempos en que vivimos, las actividades demoníacas están tomando un lugar muy importante en la vida de la mayoría de las gentes a través de todas las prácticas ocultistas. A la vez, tratan de ejercer una labor directa de destrucción contra la Iglesia o el creyente en lo personal. El Diablo se presenta como “ángel de luz para engañar a los incrédulos” y, en ocasiones, a los mismos creyentes a través de enseñanzas y prácticas que parecen ingenuas. En estas y otras circunstancias es necesaria la manifestación de este don:</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">1. Para que la Iglesia no caiga en el error y para prevenir a muchos, Dios descubre las huestes de maldad que se esconden detrás de todas las actividades que se ciernen contra la Iglesia. Pone en alerta, al Pueblo de Dios, acerca de la naturaleza de los seres espirituales que actúan para dañarla.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">2. Cuando el que ministra puede discernir la naturaleza y carácter de los demonios que tienen tomada una persona, está en capacidad de ejercer con más eficacia su autoridad para liberarlos. (Hechos 16:16)</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">3. Dios consuela a la Iglesia por medio de la manifestación de este don, cuando revela la presencia de algún ser angelical enviado por Él, mientras la Iglesia alaba y adora a Dios.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">4. Dios alerta a los siervos de Dios del “lobo” que se esconde detrás del “disfraz de oveja” y que trata de introducirse dentro del rebaño para destruir.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">5. En tiempos de peligro, Dios envía ángeles para asistir y liberar a sus siervos</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">(Hch. 12:6-19).</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">6. Trae consuelo personal, cuando ángeles enviados por Dios asisten a creyentes que están atravesando necesidades, sufrimientos y peligros.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">Hace algunos años estaba participando de una Convención en Cuba. Faltaba poco tiempo para comenzar las sesiones de negocios, y algunos hermanos aún no se habían hecho presentes. Me encomendaron ir afuera para avisar a los que estaban entretenidos. Al pasar por el cuarto de oración, me encontré con un grupo de hermanos que estaban orando por una muchacha. La tenían tirada en el piso. Ocho o diez manos eran impuestas simultáneamente sobre ella. Varios reprendían al “demonio de rebelión”. La chica gritaba y se retorcía, tratando de salirse de debajo de la mole humana. Pregunté qué pasaba. “Está endemoniada”, dijo alguien. Observé y esperé unos segundos. Fue en ese momento cuando el Espíritu Santo me dio testimonio que algo andaba mal y que no era precisamente en la muchacha. Mandé a parar los conjuros y reprensiones. Cuando ella sintió que era aliviada del peso que sentía, quiso salir corriendo por la puerta gritando: “¡Me quiero ir! , me quiero ir!”.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">Con suavidad, tratando de inspirarle confianza, le pregunté: “¿Qué te pasa?” Ella me contestó: “Pastor, me quiero ir para la casa, estoy cansada y “Fulana” no me entiende”. Esta chica era inconversa. Había sido invitada por la hermana “Fulana” para participar de la Convención, y como nada de aquello tenía significado para ella, unido a la incomodidad del sistema de albergue y a la intensidad de las actividades, una fuerte inquietud y el deseo de regresar a su casa – ubicada en un pueblo lejano al lugar donde se celebraba la Convención - comenzaron a manifestarse. Al verla tan intranquila, la hermana “Fulana” la llevó al cuarto de oración para que le reprendieran lo demonios que la intranquilizaban. Fue allí donde encontró varias manos que cayeron de súbito sobre ella. El resto, ya lo saben. Posteriormente, la chica se tranquilizó. Aconsejé a la hermana “Fulana” que la dejara ir, y todo quedó arreglado.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">Ninguno de los que estaban ministrando había sido capaz de discernir la naturaleza de la situación. Arremetían contra el diablo y las consecuencias las cosechaba la muchacha. Con toda seguridad, para Satanás fue un “show” divertido. ¡Cuánta falta hace ministerios de intercesión, de liberación, realmente dotados con las capacidades espirituales necesarias para afrontar con sabiduría y éxito las situaciones que se presenten! </span></div>
<div align="right">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br /></span>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><strong>Diferencia entre dones de revelación y la palabra de consejo sabio. </strong></span></div>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><strong></strong><div align="justify">
<strong><br />
</strong>Dijimos que, por regla general, junto con el ejercicio de los dones de revelación, venía una palabra orientadora, aconsejadora, consoladora o exhortadora. Pero es necesario diferenciar, entre un consejo sabio, una orientación sabia, y el ejercicio de los dones de revelación en sí. La palabra sabia o consejo sabio puede ser característico de cualquiera de los tres. Especialmente, hablando del don de palabra de sabiduría, que es con el que más se confunde, no es lo mismo el don que “una orientación sabia” o un “consejo sabio”, aunque en esto hay sabiduría espiritual.<br />
<br />
La sabiduría del libro de los Proverbios y la que Santiago nos exhorta a pedir, aunque es espiritual, está al alcance de todos los creyentes, sin embargo el don no se manifiesta en todos. </div>
<div align="right">
<br />
<strong>Precauciones para el ejercicio de los dones de Revelación. </strong></div>
<div align="justify">
<strong></strong></div>
<div align="justify">
<br />
<br />
1. Tener plena seguridad de que ha sido Dios el que le ha hablado o revelado algo.<br />
<br />
2. La persona tiene que tener suficiente madurez para deslindar sus pensamientos y emociones, de lo que verdaderamente viene de Dios.<br />
<br />
3. Hay una responsabilidad muy grande, delante de Dios, sobre aquella persona que dice: “Dios me dijo...”, y Dios no le ha dicho nada (Dt. 18:18-22).<br />
<br />
4. Casamientos por revelaciones y decisiones familiares basadas en revelaciones (especialmente cuando vienen de otros) son muy peligrosos. En el caso del matrimonio, es la pareja, en mutuo acuerdo, la que debe decidir, sobre las bases del gusto personal, la conveniencia , y sobre todo, la voluntad de Dios. En estos casos, la profecía nunca debe ser la base de la elección, sino la convicción personal de las partes, después de haber orado y buscado dirección divina. La profecía, pudiera venir, en algunos casos para confirmación.<br />
<br />
5. Las revelaciones sobre situaciones de carácter moral no son dadas para ser divulgadas . NADIE TIENE EL DERECHO DE DIFAMAR A OTRO. Quien recibe una revelación en relación a otra persona, tiene la obligación de llamarla aparte y con un espíritu de comprensión y amor cristiano, tratar de ayudarla. Si no hay resultados, la persona más adecuada para ayudar es el Pastor, por lo cual, sólo a éste se le debe comunicar la inquietud. Él sabrá, con la ayuda de Dios, cómo tratar el caso. Después de hablar con el Pastor, la persona que recibió la revelación, solo debe orar por el caso y descansar en Dios.<br />
<br />
6. La Iglesia Local no debe y no puede ser dirigida o gobernada mediante revelaciones. Dentro de la Iglesia el Señor ha colocado los ministerios de gobierno, encargados de la dirección y guianza de la obra de Dios. Sobre todo, es sobre el Pastor que recae, preponderantemente, la responsabilidad de la dirección del rebaño. Los dones de revelación, como el vocablo lo dice, solo REVELAN situaciones. En las decisiones de una Iglesia, la profecía solo pudiera venir a confirmar, en algunos casos, lo que el ministerio de gobierno ha decidido. (Hch. 15, véase especialmente los vs. 32-33).<br />
<br />
7. El trato de Dios con la persona utilizada con los dones de revelación, no es más importante, ni más especial, que el trato de Dios a través de los que poseen dones y ministerios de gobierno o ayuda. Cada uno es importante, pero dentro de su área, pero no hay dones de importancia exclusiva. En el ejercicio conjunto de los dones y ministerios no hay ni puede haber contradicciones. Todos pueden y deben trabajar armónicamente y sin interferencia, para edificar el Cuerpo de Cristo. Sin embargo los que tienen los dones de revelación están sujetos organizacional y gubernamentalmente al gobierno interno de la Iglesia.<br />
<br />
ES, EN ESTOS CASOS, QUE DEBEMOS PEDIR SABIDURÍA DE DIOS (SGO. 1:5) PARA LA APLICACIÓN, EN TIEMPO Y FORMA DE TODAS ESTAS CAPACIDADES<br />
ESPIRITUALES MUY ESPECIALMENTE LOS DONES DE REVELACIÓN. </div>
<div align="center">
<br />
<strong>DONES DE PODER. </strong></div>
<div align="center">
<br />
<strong>Don de hacer milagros.</strong></div>
<strong></strong><div align="justify">
<strong><br />
</strong>Dios, en su soberanía, tiene la facultad de hacer milagros sin intervención humana. Él creó el Universo (Gen. 1); envió un terremoto a la ciudad de Filipos cuando Pablo y Silas estaban encarcelados (Hch. 16:26). Sin embargo, en su trato con el hombre, a Él le ha placido utilizarlo, colocando en sus manos la capacidad de hacer grandes obras con Su poder y en Su Nombre.<br />
<br />
Dios le ha dado la capacidad natural al hombre, para que, utilizando la sabiduría humana pueda crear medios para realizar grandes cosas, por ejemplo, en el campo de la cibernética, en el de la medicina, en el espacial, etc. Podemos catalogarlas de milagros humanos. Sin embargo todas estas capacidades están remitidas al ámbito natural, tienen sus limitaciones y no tienen nada que ver con esta capacidad, que como un don del Espíritu, se manifiesta en algunos creyente: el don de hacer milagros.<br />
<br />
En el campo de lo espiritual, notamos cierto despliegue de fuerzas que operan produciendo alteraciones físicas, síquicas, y espirituales que se escapan a la razón humana. En el mismo incursionan los parasicólogos, los hechiceros, los curanderos, espiritistas, magos, etc. que con sus “milagros” llaman la atención de muchos y engañan a la gentes desviándolas del verdadero camino de salvación que es Cristo. Podemos asegurar que muchas de esas manifestaciones no proceden de Dios, y aunque algunas de ellas las cataloguemos de “milagrosas”, sin embargo nada tienen que ver con las obras de milagros y de poder manifestadas a través de lo que la Biblia le denomina “dones de milagros”. Un ejemplo lo tenemos en Éxodo 7:8-19 . En la lucha entre Moisés y los hechiceros de Faraón, todo parecía igual, hasta que Dios hizo la diferencia. (vs. 18-19).<br />
<br />
Una de las cosas que tenemos que saber es que el Diablo, enemigo número uno de Dios y del hombre “se viste de ángel de luz” (2 Cor. 11:14-15) y con un poder engañoso impide que el hombre conozca la verdad del evangelio. (2 Tes. 2:11-12). Por esto podemos decir que esas manifestaciones no son “el don de hacer milagros”<br />
<br />
Esas posiciones negativas nos conducen a preguntarnos qué cosa es el don de hacer milagros, a lo cual respondemos:<br />
<br />
Es la acción dinámica y generadora del Espíritu, manifestada a través de algún miembro del Cuerpo, que lo pone en capacidad para alterar, contrarrestar o normalizar las leyes naturales.<br />
<br />
Cuando el milagro ocurre en una persona, por ejemplo, con una anormalidad visible como huesos deformados, o una enfermedad incurable, cáncer o sida, y que llama la atención, y deja perplejas a las personas, recibe el nombre de MILAGRO DE SANIDAD.<br />
<br />
Este don tiene su particularidad exclusiva: es activo. La persona es la que interviene en la realización del milagro. Es el hombre obra por Dios, actuando en Su Nombre. </div>
<div align="right">
<br />
<strong>Ejemplos de la manifestación de este don.</strong> </div>
<div align="justify">
</div>
<div align="justify">
<br />
Nótese la participación activa del hombre en ella.<br />
<br />
Ejemplos:<br />
Los milagros hechos por Moisés ante Faraón (Éx. 7-11).<br />
Muchos de los milagros de Jesús.<br />
Los milagros apostólicos:<br />
-- La cura del cojo del templo La Hermosa (Hch. 3).<br />
-- La curación de Eneas y resurrección de Dorcas. Hch. 9: 36-43, etc, etc. </div>
<div align="right">
<br />
<strong>¿En qué nos ayuda el ejercicio del don hoy?</strong> </div>
<div align="justify">
<br />
1. Muchas personas reciben sanidad y salvación, al sentir el poder sobrenatural de Dios en su problema insoluble desde el punto de vista humano.<br />
<br />
2. Muchas personas reciben salvación, creyendo a Jesús, cuando experimentan o ven las obras portentosas de Dios.<br />
<br />
3. Es un testimonio, ante el mundo incrédulo, de que en verdad Dios está en y con Su pueblo.<br />
<br />
4. Problemas de carácter material o físico, de suma necesidad y en los cuales estamos limitados humanamente, son resueltos milagrosamente mediante la oración de fe en el nombre de Jesús.<br />
<br />
Corría el mes de febrero de año 1988. Comenzamos a experimentar un gran avivamiento en nuestra pequeñita Iglesia de Primer Paso. Durante siete meses consecutivos y en ocasiones dando un promedio de 3 a 5 reuniones diarias, Dios bajó con gloria y poder haciendo cosas espectaculares. Fueron decenas incontables de milagros de todo tipo. Dios no discriminó ninguna enfermedad. Pero recuerdo que aquella mañana, en medio de apogeo de actividad y entre la multitud que pasó a recibir sanidad estaba un matrimonio cuarentón. El esposo había sufrido de un ataque cardíaco que lo había dejado hemipléjico. Su brazo izquierdo paralizado, su boca torcida, su hablar y caminar defectuoso. Coloqué mi mano izquierda en su espalda y la derecha sobre su pecho. Tomé autoridad sobre la enfermedad y con todas mis fuerzas reprendí el mal. Instantáneamente el hombre quedó libre de su azote. Cuando le di la orden de levantar su mano, levantó las dos, quedó restaurado, completamente y sano. Aquel matrimonio se abrazó y lloraban los dos como niños, mientras que el resto de los enfermos cobraba fe y los milagros seguían sucediendo.<br />
<br />
En el orden físico, justo, hace alrededor de un mes, esta misma computadora notebook, en la cual trabajo, se rompió. De intruso me metí en los files de funciones y la descontrolé, y no quiso entrar a window más. Estuvo alrededor de dos semanas así; y yo, sin poder trabajar en ella. Por fin, después de haber recorrido algunas de casas computación y sin solución, di con una donde la programaron nuevamente y recomencé mi trabajo. A los dos o tres días, la máquina volvió a descomponerse y quedó en la misma situación. Me entró cierto estado de desesperación, ya que pensé que había perdido toda la información. Se lo dije a mi familia. Alba mi hija mayor, en un acto de “inconformidad santa” dijo: “¡Papi, eso es una burla de Satanás, porque él sabe la bendición que va a ser el libro, vamos a imponer las manos sobre la computadora y vamos a reprender!” Nos reunimos alrededor de la computadora y reprendimos y oramos. Olga, mi hija menor, se sentó, abrió y ahí estaba Window ante nosotros dispuesto a seguir ayudándonos. El milagro se realizó y Dios nos ahorró la plata. </div>
<div align="center">
<br />
<br />
<strong>El Don de Fe.</strong></div>
<div align="justify">
<br />
<br />
Desde que tenemos uso de razón hemos escuchado en nuestro hogar hablar de vez en cuando acerca de Dios. Recuerdo que en mi casa, por ejemplo, Su nombre lo utilizaban para todo: “¡Dios mío!”, exclamaba mi mamá cuando yo hacía algunas de las mías. Por la noche y antes de acostarnos, nos acostumbraron a recabar la bendición de nuestros padres, y los cinco hermanos, uno por uno decíamos: “La bendición, papi”, “la bendición, mami” , y todas las noches escuchábamos de ambos: “Dios te bendiga hijo, Dios te bendiga hija”. “Que Dios los acompañe”, nos decía mami cuando salíamos. Siempre se nos enseño a creer y confiar en Dios, a tener fe en él. Esa es la fe tradicional, pero esto no es el don de fe.<br />
<br />
Cuando nos convertimos al evangelio, lo hicimos sobre las bases de la fe en el sacrificio de Cristo que se nos predicó, y se nos enseñó que toda la vida cristiana estaba regulada por una vida de fe en Dios. Pero esto no es el don de fe.<br />
<br />
Sin embargo la Biblia nos habla también de la fe como un don del Espíritu llamado “don de fe”. ¿En qué consiste, entonces este don?<br />
<br />
Para dar respuesta a esta pregunta diremos que es una capacidad sobrenatural del Espíritu Santo, que opera a través de ciertos miembros del Cuerpo de Cristo, poniéndolos en capacidad para experimentar protección, provisión y liberación.<br />
<br />
También se le describe como un impulso que mueve a siervos de Dios, para emprender grandes proyectos a favor de la obra de Dios, aún cuando las posibilidades humanas y objetivas sean inoperantes. El resultado es ver a Dios hacer lo imposible, posible; abrir puertas cerradas; convertir en realidad victoriosa aquello en lo que la persona se empeñó para Dios.<br />
<br />
Particularidad de este don.<br />
<br />
A diferencia del don de hacer milagros, el don de fe es pasivo: espera el milagro. Dios actúa y el hombre espera y recibe el milagro. Veamos el siguiente cuadro comparativo:<br />
<br />
Similitudes y diferencias entre el Don de Fe y el Don de Hacer Milagros.<br />
<br />
Similitudes:<br />
<br />
a) Son dones de poder<br />
b) Dan capacidad para obrar.<br />
<br />
Diferencias:<br />
<br />
DON DE HACER MILAGROS: Es activo. El hombre realiza el milagro. El hombre actúa en nombre de Dios. Dios le dice al hombre: "¿Por qué te detienes, no te he dicho que marches"<br />
DON DE FE: Es pasivo. Dios realiza el milagro. Dios actúa a favor del hombre. Dios le dice al hombre: "Estad tranquilos y ved..."<br />
<br />
Ejemplos de la manifestación de este don.<br />
<br />
1. Para protección y liberación:<br />
<br />
-- Daniel en el foso de los leones (Dan. 6)<br />
-- Los tres jóvenes hebreos en el horno de fuego (Dan. 3)<br />
-- Pedro libertado de la cárcel (Hch. 12:6-19<br />
-- Pablo y Silas liberados de la cárcel. Hechos 16:11-27<br />
<br />
2. Para provisión:<br />
<br />
-- El aceite de la viuda. (2 Rey. 4:1-7)<br />
-- La multiplicación de los panes y los peces. Lucos 9:10-17<br />
<br />
Por regla general, en muchos lugares, el potencial económico y financiero de la Iglesia es limitado; el área de influencia en las altas esferas económicas y políticas, es bastante restringido o nulo. En muchos casos, la labor misionera y los grandes emprendimientos y proyectos comenzaron, bien con escasos recursos o bien sin éstos. Es precisamente, en estas circunstancias, en las que Dios dota a sus siervos con esta capacidad sobrenatural para “emprender grandes cosas para Dios y esperar grandes cosas de parte de Dios”.<br />
<br />
¿Cómo podemos definir este don? Lo podemos definir como la proyección de nuestra fe con visión de futuro. Con metas definidas en el presente, no teniendo nada ahora, salvo al Cristo del futuro en el presente. </div>
<div align="right">
<br />
<strong>Los efectos de la manifestación de este don son los logros obtenidos.</strong> </div>
<div align="justify">
<br />
En el año 1989, vivíamos en Buenos Aires. Necesitábamos mudarnos para San Rafael, el lugar donde habríamos de comenzar nuestro primer trabajo misionero, en Argentina. Dios había suplido milagrosamente el dinero para comprar una casa. Antes de viajar para hacer la compra, nos reunimos los siete miembros de la familia y les pregunté: “¿Qué clase de casa quieren y dónde?” Entre todos la describimos: “Una casa grande, con cuatro dormitorios y sus correspondientes placares, dos baños, un living grande (pensando en los cultos caseros), oficina, teléfono, recibidor y patio amplio; en un barrio donde no haya Iglesias establecidas, y que tenga todos los servicios”. Oramos por esta casa.<br />
<br />
Me trasladé a San Rafael, (dicho sea de paso, en avión, otro milagro) y comencé a recorrer las inmobiliarias, una por una. Ninguna tenía este tipo de casa en venta, y sobre todo que se ajustara al dinero que llevaba. Ya tarde, visité la última. El Sr. Díaz, dueño de la inmobiliaria, tomó su libreta de notas y me fue describiendo casa por casa de las que tenía en venta. Ninguna se ajustaba a la descripción. “De todas formas - me dijo amablemente - le invito a subir al auto; recorramos todas las casas que tengo en existencia y quizás alguna de tres dormitorios se le pueda hacer alguna modificación y resolvemos la situación”.<br />
<br />
Al ver las puertas cerradas, de mala gana acepté para corresponder a su amabilidad. Colocó en el cajón (gaveta) su libreta. Nos levantamos, y no habíamos caminado tres pasos, cuando justo, en ese momento, sonó el timbre del teléfono. Retrocedimos, nos sentamos nuevamente. Levantó el tubo, sacó nuevamente la libreta y comenzó a anotar. Este hombre me miraba con los ojos asombrados. Miraba la libreta, anotaba, me miraba. Terminó y me dijo: “Señor, ¡que suerte tiene usted!”. Antes de que siguiera hablando, me le adelanté y le dije: “Sr. Díaz, eso no es suerte; quiero que sepa que yo dejé a una familia en Buenos Aires que está orando, justo, por esa casa que la acaban de entregar”.<br />
<br />
Desde Comodoro Rivadavia, en la Patagonia argentina, un veterinario le hacía entrega de su casa. Subimos al auto, dimos el recorrido convenido y, por último, nos introdujimos en el Barrio UNIMEV, uno de los mejores barrios de la Ciudad, con calles asfaltadas, acequias, alumbrado, servicio de recogida de basura, transporte colectivo, todo arboleado y una serie de comodidades más. Bajamos frente a la casa, pedimos la llave a la vecina que la tenía bajo su custodia. El señor Díaz abrió la puerta y justo entramos por el recibidor, pasamos a la oficina, de ahí a un living amplio donde cabían unas 45 personas sentadas, recorrimos los cuatro dormitorios con sus placares o closets, entramos a los dos baños, salimos al patio amplio. De las mil doscientas casas de ese barrio, la única que llenaba los requisitos que habíamos pedido era esa. Dios, en su omnisciencia, sabía nuestra necesidad y con antelación hizo que este veterinario le fabricara esos anexos: el recibidor para los clientes y el consultorio para los perritos.<br />
<br />
Dentro de la casa, yo no hacía otra cosa que dar gracias a Dios. Estaba asombrado por la exactitud de la respuesta a la oración. Y le dije: “Esta es la casa, me quedo con ella, la compro”. Después nos enteramos de que en toda aquella parte de la ciudad no había Iglesias establecidas, y fue allí donde comenzamos la obra. Al regreso, mi familia quedó maravillada, asombrada, entusiasmada al ver la mano poderosa de Dios obrando y haciendo posible lo imposible para nosotros. </div>
<div align="center">
<br />
<strong>Los Dones de Sanidades.</strong></div>
<div align="justify">
<br />
Hay mucha controversia sobre si Dios sana hoy o no. En aquel culto que mencioné más arriba, del que participaba mi hijo mayor, el predicador también explicaba: “Los milagros fueron para aquellos tiempos, para hoy tenemos a los médicos y la medicina”. Esta es la expresión que comúnmente oímos decir a muchos evangélicos escépticos en cuanto al operar sobrenatural del Espíritu Santo en este tiempo.<br />
<br />
No desdeñamos la ciencia. Creemos que Dios la ha utilizado para aliviar los males de la humanidad. Pero es bueno que entendamos que, por ejemplo, a donde quiera que vaya un creyente para predicar el Evangelio, el campo de batalla y de labor se convierte en una Iglesia Primitiva donde se necesita del “bastón”del Espíritu” para que su “palabra y predicación no sea con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con la demostración del espíritu y poder”.<br />
<br />
Por otra parte hay muchas enfermedades que se tornan rebeldes para la ciencia y en las cuales ésta se ve sumamente limitada o impotente. Hemos sido testigos experimentales del poder sanador de Dios, no solo en nuestros cuerpos, sino que hemos sido instrumentos en Sus manos para ver todo tipo de señales sanadoras en otros y, específicamente, en casos en los que la ciencia había declarado desahuciada a la persona. La experiencia nos enseña que Jesucristo “es el mismo ayer, hoy y por siempre”.<br />
<br />
La Biblia considera las enfermedades como producto primario del pecado de nuestros primeros padres y por lo tanto la obra redentora contempla, junto con la liberación de nuestros pecados, la liberación de nuestras dolencias. Isaías 53:4-5. La sanidad está provista en el Calvario y está al alcance de todos. “¿Está enfermo alguno de ustedes?, Haga llamar a los ancianos de la Iglesia para que oren por él y lo unjan con aceite en el nombre del Señor... y la oración de fe sanará al enfermo y el señor lo levantará” Santiago 5:14-16<br />
<br />
Podemos decir que la oración por los enfermos y la sanidad de ellos es parte normal del ministerio de la Iglesia, ministradas a través de hombres con capacidades para hacerlo. Y es, precisamente aquí, en este punto, donde cabe la pregunta: ¿cuáles son esas capacidades? Esas capacidades son los dones de sanidades para la cura de los enfermos. Entonces podemos definirlos de la siguiente forma:<br />
<br />
Son manifestaciones sobrenaturales del Espíritu, que pone en capacidad a algunos miembros del Cuerpo de Cristo para suministrar salud física a los enfermos, sin la intervención de médicos o medicinas. En su obrar, es la oración de liberación u oración de fe la que hace real la sanidad física. La Biblia está llena de estos ejemplos. </div>
<div align="right">
<br />
<strong>Observaciones especiales.</strong></div>
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<br />
Nótese la forma plural de la frase para definir este don: “dones de sanidades”. Tal parece que en la manifestación de este don hay especialidades según los tipos de enfermedades, tal y como sucede en la medicina.<br />
<br />
Mi suegra fue usada por Dios de una forma definida cuando oraba, especialmente, por las personas con dolores de cabeza. En mi caso, aunque quizás Dios haga otras cosas, sin embargo Él me ha dado una fe especial para orar por los problemas óseos. Recuerdo que, en un recorrido que mi esposa Melba y yo dimos por toda la zona del Cuyo, (Mendoza, San Luis y San Juan), antes de trasladarnos a San Rafael, en una de las iglesias que llegamos, después que testificamos y predicamos, oramos por los enfermos. Especialmente hice una fila de todos lo que tenían problemas óseos de cualquier tipo y otra fila de personas con otras enfermedades. Mientras mi esposa oraba por de los enfermos generales yo oraba por los que tenían problemas en sus huesos. Entre los enfermos que se sanaron de una y otra parte, había una hermana, (de sobrenombre Beba) de cierta edad, que tenía todo el cóccix desecho producto de la osteoporosis. En días más le iban a hacer una operación para colocarle una prótesis plástica. Sufría mucho. Esa noche Dios le hizo un cóccix nuevo. No tuvo que operarse y fua un testimonio para el doctor que la trataba, así como para su familia y para la Iglesia. </div>
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<br />
<strong>Aclaraciones especiales al respecto. </strong></div>
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<br />
1.° Con la excepción de algunos grupos o personas extremistas, los pentecostales y, en sentido más general muchos los evangélicos, aceptamos la sanidad divina como una actividad vigente todavía en la Iglesia de hoy. No estamos en contra de la ciencia médica. Al contrario, creemos que ella proviene de Dios, aún cuando ésta sea usada en contra del mismo Dios. Esto no invalida su fuente. Apoyamos específicamente la acción de la ciencia médica, y recurrimos a ella cuando la necesitamos, o no nos alcanza la fe. Pero también creemos que, independientemente de la intervención de la ciencia, Dios ha capacitado a sus hijos para orar por los enfermos con el fin de que sean sanados, sin el suministro de medicamentos.<br />
<br />
2°. Cuando se ha orado un tiempo prudencial, y el enfermo no ha experimentado sanidad, se debe recurrir al médico. En el caso particular de los niños, es recomendable acudir de inmediato si la situación lo requiere. No debemos someter a ninguna persona al peligro de complicaciones o de muerte. No debemos exigir a otros que se apoye en nuestra fe; esa persona debe buscar la suya propia y ejercitarla. Recuerde que todo esto implica responsabilidades legales, y puede traer problemas a la Iglesia, muy especialmente cuando hay familiares inconversos involucrados.<br />
<br />
3°. En caso de personas con planes médicos, no es conveniente pedirle que suspendan dichos tratamientos. Si el Señor los sanó, permita que sea el médico el que le dé de alta y certifique la sanidad. De esta forma, Dios se glorifica, y queda un testimonio positivo para el mismo médico y para otros.<br />
<br />
4°. Es necesario evitar el sensacionalismo. Este se manifiesta en la propaganda desmedida sobre milagros y sanidades y, su efecto es peor cuando se dirige la mirada de las gentes hacia el instrumento humano que Dios utiliza, perdiéndose lo más importante: la gloria de Dios y la salvación de las almas. Es preferible que las mismas gentes que recibe sea la que testifique sobre las bases de lo que ha experimentado. A veces las gentes quedan defraudados al prometérseles mucho y recibir poco o nada.<br />
<br />
Entre los casos concretos de sanidad que Dios operó en Primer Paso sucedió el siguiente: un domingo a la mañana, temprano, alrededor de las seis, - cuando todavía dormíamos, cansados de tanto trajín-, escuché desde la cama el motor de un auto que se detenía frente al templo, que queda casi al frente a la casa pastoral. Salté de la cama y levanté las persianas de la ventana. Vi un Chevrolet 48, color verde almendra, del cual se bajaban dos personas. Le dije a mi esposa un poco contrariado: “¡Melba, ya comienzan a llegar, solo son las seis!”. De momento pensé que se iban a dirigir a la puerta del templo para tocar, pero caminaron hacia atrás del auto, levantaron la puerta del guarda valijas (maletero) y sacaron una silla de rueda. La abrieron y la rodaron hasta una de las puertas traseras del auto, que daba hacia el templo, y sacaron a una mujer, a la cual, levantando en alto, la sentaron en la silla. Al ver aquel espectáculo, sentí cierta sensación de temor. Primera vez que me enfrentaba con una situación semejante. Le dije al Señor: “Señor, yo no he traído a esta mujer aquí, así que yo no sé que vas a hacer con ella”... Pero en un rapto de, no se si de osadía o fe, le dije: “Señor, te acepto el desafío”.<br />
<br />
Me vestí rápidamente y fui a recibir a los primeros visitantes del día; les abrí el templo y les manifesté que, hasta las ocho de la mañana, no comenzaba el primer culto. Esperaron mientras iban llegando más y más gentes hasta que se hubo llenado el lugar. A las ocho, justo, comenzamos la primera reunión que duró algo más de una hora. Después de haber presentado el plan de salvación y permitirle a las gentes que aceptaran a Cristo, comencé a orar por los enfermos.<br />
<br />
En esa oportunidad, sentados en las bancas, fui rápidamente uno por uno imponiendo mis manos y declarándolos libre de sus enfermedades. Los testimonios no se hicieron esperar, pero esta mujer salió igual que como había entrado. Toda aquella semana estuve pensando en esas gentes. Pesé que quizás no vendrían más. Al domingo siguiente, a las seis de la mañana, siento el motor de un auto. Lo reconocí... y cuando me levanté, ahí estaban nuevamente. Salió el chofer, salió el acompañante. “Ahora van a sacar la silla de rueda”, me dije. Pero para sorpresa mía, se dirigieron a la puerta trasera, la abrieron y salió, caminando y por sus propios pies, sin ayuda de nadie, la mujer por la cual había orado el domingo anterior.<br />
<br />
En el culto testificaron de la obra que Dios había hecho el lunes por la mañana. Ella se levantó de la cama, fue caminando diez cuadras hasta la casa de la hija. Cuando el primer vecino la vio caminar después de verla diez años en silla de ruedas, dio la voz. El barrio entero salió en procesión detrás de ella y cuando llegó a la casa de la hija, ésta casi se desmaya al ver a su madre sana. Aquél pueblo, San Antonio del Sur, pasó casi todo por nuestra capilla producto de este testimonio.<br />
<br />
Este es el Dios en el cual yo creo. No me interesa que le llamen “muletas” a los dones, porque estas “muletas” hacen que los paralíticos suelten las suyas. </div>
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<br />
<strong>DONES DE EXPRESIÓN. </strong></div>
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<br />
<strong>Don de Diversos Géneros de Lenguas.</strong></div>
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<br />
<strong>Definición. </strong></div>
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<br />
<br />
Es una manifestación sobrenatural del Espíritu de Dios, que pone en capacidad al creyente, para hablar o expresarse inspiradamente en un idioma nunca conocido ni aprendido, ya sea humano o angélico (1 Cor. 13:1) .</div>
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<br />
<strong>Naturaleza y propósito de este don.</strong> </div>
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<br />
<br />
La clave: “Habla a Dios y nadie lo entiende” (1 Co. 14:12)<br />
“El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica”. (v. 4)<br />
<br />
El único don que Dios ha concedido para edificación propia es el don de diferentes géneros de lenguas, por lo cual, su ejercicio en el culto público está regulado por la misma Biblia (1Cor. 14: 23).</div>
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<br />
<strong>Diferencia entre las “lenguas como señal” y las “lenguas como don”.</strong> </div>
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<br />
1. Fue la evidencia inicial y física, en el día de Pentecostés, de lo que la Biblia denomina bautismo del Espíritu Santo: ellos comenzaron a “hablar en otras lenguas como el Espíritu les dio que hablasen” (Hech. 2:4; 10:46;; 19:1-10). En el A. T., en algunos casos, la señal de que el Espíritu Santo venía sobre alguien era la profecía; en otros una capacidad de sabiduría y habilidades extraordinarias (Éxodo 31:1-6); en otras para ejercer el ministerio sacerdotal y directivo como en el caso del Rey los cuales eran ungidos con aceite, símbolo de la venida del Espíritu sobre ellos.<br />
<br />
2. En el N. T. la señal inicial de “las nuevas lenguas”, unido en ocasiones al don de la profecía. Posteriormente y a raíz de Pentecostés, le siguieron toda una gama de manifestaciones espirituales cuya fuente era también del Espíritu Santo.<br />
<br />
3. Muy especialmente, para las Iglesias que hacen del don de lenguas el centro de su culto público es bueno que entiendan que como un don espiritual se manifiesta de la siguiente forma:<br />
<br />
a. Cuando lleva el propósito de la edificación personal. En este caso no se requiere interpretación, y su manifestación en el culto público está regulado, “si no hay quien interprete, calle y hable para sí mismo y para con Dios” (1Co. 14:28).<br />
<br />
b. Cuando tiene el propósito de edificar la Iglesia. En este caso requiere de la manifestación del don de interpretación de lenguas (1Co. 14:27) para edificar a otros. </div>
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<br />
<strong>Características especiales de este don.</strong> </div>
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<br />
Es necesario observar que la Biblia no habla de “don de lengua”, sino de “diversos géneros de lenguas”. De igual forma que hay una gran variedad de idiomas a través de los cuales el hombre puede expresarse, también el Espíritu se manifiesta en diversas formas. Si prestamos atención, no todos tienen la misma particularidad de expresarse. </div>
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<br />
<strong>¿Cuáles son los usos de ese don. Cómo se manifiesta? (1 Cor. 14:14-21) </strong></div>
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<br />
Si tenemos conciencia de las formas en que este don puede manifestarse, nos vamos a sentir altamente bendecidos al experimentar en nuestra propia vida la bendición que trae el ejercicio consciente del mismo. Pablo enseña a los corintios y a nosotros también las siguientes formas de su manifestación:<br />
<br />
1. Se torna en una oración en el espíritu: “ Si yo oro en lengua desconocida mi espíritu ora” pero “mi entendimiento queda sin fruto” (v. 14) . “Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento” (v. 15).<br />
<br />
2. A veces se torna en un canto de alabanza en el espíritu.- “Cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento” (v. 15b).<br />
<br />
3. Se puede manifestar como un vehículo para bendecir a otros” (v. 16).<br />
<br />
4. Se puede traducir en una acción de gracias. “Porque si bendices sólo con el espíritu, el que ocupa lugar de simple oyente, ¿cómo dirá el Amen a tu acción de gracias? pues no sabe lo que has dicho”, “Porque tú, a la verdad, bien das gracia; pero el otro no es edificado”.<br />
<br />
5. Se puede tornar en una oración intercesora (Rom. 8:26-28): “...Pero el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles...”</div>
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<br /></div>
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<strong>Don de Interpretación de Lenguas.</strong></div>
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<br />
No es la capacidad intelectual para interpretar idiomas humanos o traducir de un idioma a otro. Para esto no hace falta ninguna capacidad sobrenatural. Tenemos que recordar que todos los dones, aún aquellos que nos parecen menos importantes, tienen sobrenaturalidad intrínseca y su fuente es el Espíritu Santo de Dios.<br />
<br />
Es la capacidad sobrenatural del Espíritu concedida a algunos miembros del Cuerpo de Jesucristo, para entender y dar a conocer lo que se habla en otras lenguas desconocidas, con el propósito de edificar a la Iglesia. </div>
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<br />
<strong>Particularidades de este don.</strong> </div>
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<br />
Es bueno tener en cuenta la palabra “interpretación”. Fíjese que no dice “traducción”. Mientras que “interpretar” es “explicar algo oscuro” o no inteligible a la mente del hombre, o “sacar deducciones de un hecho o palabras”, el “traducir” es “verter de una lengua a otra lengua” y para esto se hace necesario buscar un equivalente a cada palabra en el idioma que se va a traducir. Para esto, cuanto más se apegue al original, sin variar el significado, mejor. Pero en el “interpretar” se vierten las ideas con las palabras del idioma conocido. La palabra griega que se traduce “interpretar” en relación al don tiene los siguientes significados:<br />
<br />
En 1 Cor. 12:10, para la palabra interpretar y para definir el nombre del don, se utiliza el sustantivo griego ermeneia (hermenéia) que quiere decir: “palabra, habla, don de la palabra, interpretación, explicación”. El verbo que está en relación es: ermeneuw (hermenúo): interpretar, traducir, expresar en palabras, declarar, exponer, explicar.<br />
<br />
En 12:30 se utiliza diermeneuw (diermenéuo): interpretar, explicar, traducir. Etimológicamente está compuesto de la preposición dia: a través de, por; y por la palabra ermeneuw (hermenéuo), de la cual ya dimos su definición. En 14:13 tiene el mismo significado.<br />
<br />
Esto es necesario saberlo, para entender cómo funciona este don. Dios trabaja en la mente. Es la mente humana tomada por la “mente de Cristo” e impresionada por el “Espíritu de Cristo” , la que sabe qué es lo que piensa Dios en ese momento y qué es lo que Dios quiere decir a Su pueblo por medio de las lenguas ininteligibles. Las palabras para expresar la mente del Espíritu las ponemos nosotros. Somos nosotros los humanos los responsables de explicar y transmitir y revelar fielmente con nuestras palabras, lo que Dios quiere decir a Su Iglesia.<br />
<br />
Se hace necesario, imprescindible, enseñar a la Iglesia, muy especialmente a los creyentes que son utilizados por ese don para que puedan discernir y deslindar las palabras o expresiones que pudieran emitir bajo el impacto emocional del poder de Dios en su vida, y lo que netamente reciben de Dios. En la manifestación de este don, como en el don de la profecía, el trato de Dios con el instrumento es de mente-mente, no de palabra-palabra, por lo que la persona debe interpretar bien la mente de Dios, para transmitir y explicar con las palabras correctas lo que Dios quiere decir a la Iglesia. </div>
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<br />
<strong>Su aplicación dentro de la Iglesia (1 Cor. 14:14-18).</strong></div>
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<br />
Una oración hecha en “otras lenguas” edifica a la Iglesia cuando es interpretada. (v. 15) Los “cánticos espirituales” son de edificación a la Iglesia, cuando éstos son interpretados. (v.15) Las bendiciones que proferimos mientras hablamos en otras lenguas, edifican a la Iglesia, cuando estas son interpretadas. (v. 15). Cuando nuestra gratitud a Dios es expresada en otras lenguas, su interpretación trae bendición y edificación general. (vs. 16-17)<br />
<br />
Recuerde: Las “lenguas extrañas o angelicales” (1 Cor. 13:1) edifican la Iglesia cuando son interpretadas, por lo tanto, no debe impedirse la manifestación de ese don y su relativo, el de interpretación, en el culto público. Pero si no hay interpretación, Pablo aconseja que “calle en la Iglesia y hable para sí mismo y para con Dios. (1 Cor. 14: 5,28).</div>
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<br />
<strong>El Don de Profecía.</strong></div>
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<br />
Es necesario que pongamos atención a las características de este don, pues la ignorancia de cómo funciona dentro en la Iglesia, y el falso concepto que se tiene sobre su naturaleza, han producido mucha confusión. Quizás se le ha dado una importancia desmedida, y un carácter que no tiene. Esto ha producido un espíritu de singularidad en la persona utilizada, que asume una autoridad de la cual carece este don.<br />
<br />
En primer lugar hay que decir que este don, en el sentido estricto de la palabra no es de carácter predictivo como algunos enseñan. La confusión viene producto de que como los dones de revelación tienen que tomar como vía de expresión al don de la profecía, se le atribuye, incorrectamente, a este don las características de los dones de revelación. Pero estrictamente hablando, Pablo define y deslinda su área de manifestación en su uso estricto y dice: “Porque el que profetiza habla a los hombres, para edificación, exhortación, y consolación” Para esto la persona, ni tiene que ser profeta, ni tiene, necesariamente que predecir nada.</div>
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<br />
<strong>Características especiales.</strong> </div>
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<br />
1°. Es un don de expresión inspirada.<br />
<br />
2°. La manifestación del don de la profecía no requiere necesariamente la manifestación previa de “lenguas extrañas” , ya que el mensaje se da directamente en lenguaje conocido.<br />
<br />
3°. Mientras que el don de diferentes géneros de lenguas edifica netamente a la persona que habla (salvo que haya interpretación), el don de la profecía edifica a la Iglesia. El primero “habla a Dios y nadie le entiende”; el segundo “habla a los hombres para edificación”. (1 Cor. 14:1-2)<br />
<br />
4°. Como en el caso del don de interpretación de lenguas, la transmisión es de mente-mente. El que profetiza debe utilizar las palabras más acertadas para transmitir la idea del mensaje. Esto requiere responsabilidad y madurez.<br />
<br />
5°. Durante la transmisión del mensaje la persona está en sus cabales. No pierde la conciencia de lo que está diciendo. Dios no convierte en un grabador-reproductor al instrumento que utiliza. </div>
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<br />
<strong>Don de exhortación o, mejor, “el que exhorta” (“animar a otros”. NVI. Rom. 12:8).</strong></div>
<strong></strong><div align="justify">
<strong><br />
</strong>Este don parece ser una especialidad del don de la profecía. Puede caracterizarse por una expresión espontánea del Espíritu para animar e incitar a la Iglesia a vivir una vida de santidad, poner mano a una obra o levantar el ánimo en medio de las pruebas. El ejercicio de este don puede ser tanto de carácter general, - dirigido a la Iglesia-, como de carácter particular, o sea, dirigido a un creyente necesitado. Hay Iglesias que reconocen a los “Exhortadores” como un ministerio oficial dentro de la congregación. </div>
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<br />
<strong>Regulación de los Dones de Expresión.</strong></div>
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<br />
Cuando hablamos de regulación, nos referimos al orden que estipula la Palabra, para su manifestación edificadora. Recuerde que Dios no nos convierte en un robot despersonalizado, sino que cooperamos conscientemente con Él para bendecir.<br />
<br />
Algunos confunden el desorden con bendición de Dios. Se rebelan contra la enseñanza y acusan a sus enseñadores de impedir la bendición. Hay que hacer la diferencia entre “canalizar la bendición” y “cortar o impedir la bendición”. Es, pues, necesaria la instrucción y el dominio propio. La práctica y la experiencia nos ha enseñado que el desorden sí ha traído consecuencias funestas a la Iglesia, y ha sido la causa principal del “corte” de esa bendición y, aún mas, de grandes desavenencias. Veamos lo que la AUTORIDAD MÁXIMA nos revela:<br />
<br />
El capítulo 14 de 1 Corintios nos da pautas a seguir en relación con el uso correcto y recto de los dones de expresión y otros. La clave de este capítulo está en el v. 26 que dice: “¿Qué concluimos hermanos?,Que cuando se reúnan cada uno puede tener un himno, una enseñanza, o una interpretación. Todo debe hacerse para edificación” (14:26)<br />
<br />
Todo el culto no puede convertirse solamente en profecías, o en lenguas, o en revelaciones, o en cualquier otro don. Cada uno de éstos tiene un lugar y un momento oportuno y llena una necesidad cuando es el Espíritu el que los promueve. Sobre las profecías y las lenguas léase vs. 27-33.<br />
<br />
Muchas congregaciones tienen reuniones de oración destinadas especialmente a los creyentes. En ellas, todos están buscando el rostro de Dios; los hermanos expresan su espiritualidad con una mayor libertad y le permiten al Espíritu Santo que trate tanto en lo colectivo como en lo personal. En ellas, las manifestaciones del don de diversos géneros de lenguas se puede dar simultáneamente y no siempre acompañado de interpretación. Los creyentes están siendo edificados en lo personal. No siempre se requiere del don de interpretación de lenguas.<br />
<br />
Por otra parte tenemos la reunión de carácter general y público, destinada ya al evangelismo, ya a enseñanza de la Palabra. En este caso, los objetivos son diferentes: ganar almas para Cristo o instruir a los creyentes. Esas reuniones incluyen momentos de alabanza, de adoración y de oración. En un momento determinado, el Espíritu puede tomar control y se puede dar la manifestación de las lenguas desconocidas. Pablo lo entendía así (1 Cor. 14:26-28), pero también él explicó que si “no hay quien interprete esas lenguas, la persona debe callar y hablar para sí y para Dios” (1 Cor. 14:28). Por otra parte, regula la cantidad de intervenciones y establece la necesidad de un intérprete: “Si alguno habla en lengua extraña, sea esto por dos o a lo más tres, y por turno; y uno interprete”. (1 Cor. 14:27).<br />
<br />
En las iglesias maduras y doctrinadas esto se produce de una forma normal y todos son bendecidos, “... pues Dios no es Dios de desorden , sino de paz” (14:33). El apóstol concluye sus consejos con la siguiente declaración: “Así que, hermanos míos, ambicionen el don de profetizar, y no prohíban que se hablen en lenguas, pero todo debe hacerse de una manera apropiada y con orden”. (14:39)<br />
<br />
Todo lo dicho anteriormente nos da las pautas para entender que, aunque es el Espíritu el que toma control de la lengua como órgano para expresarnos en la forma que Él quiere,- sea lenguas, interpretación o profecía -, nosotros no perdemos el control ni el dominio propio. La manifestación de estos dones se produce por la conjugación entre la manifestación del Espíritu Santo y la voluntad humana.<br />
<br />
Por otra parte, no todas las personas están capacitadas para dirigir un culto donde el Espíritu Santo está en actividad. La persona idónea para el caso es el Pastor o algún colaborador de experiencia reconocida. El que preside tiene la responsabilidad, delante de Dios, de guiar la reunión hacia el propósito que Dios tiene, y mantener el orden en todo momento. (v. 40). Para esto se hace necesario que el que dirige esté consciente también de su responsabilidad, y mantenga un espíritu de comunión con Dios para poder interpretar lo que el Espíritu de Dios está haciendo durante la reunión. Pero la congregación debe estar enseñada y debe ser lo suficiente madura para sujetarse al que dirige, y de esta forma conservar el orden para edificación.<br />
<br />
Recordemos, ante todo, que lo más importante es la ministración de la Palabra. Esta tiene prioridad. No caigamos en el vacío diciendo: “Anoche estuvo tan bueno el culto, QUE NO HUBO PREDICACIÓN”.</div>
</span>El pastor Luis E. Llaneshttp://www.blogger.com/profile/05500513164562547209noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6011444661778535011.post-2005579552890749942007-06-20T11:28:00.005-03:002016-06-17T19:51:51.784-03:00CAPÍTULO 8: LOS DOMAS O DONES PERSONAS<div align="right">
<span style="font-family: "arial";"><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">PRIMERA PARTE: INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DE LOS DOMAS, DONES PERSONAS O DONES MINISTERIALES.</span></strong></span><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /></span></div>
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><strong></strong></span><br />
<div align="justify">
<strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /></span><span style="font-family: "arial";"><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Definición de términos: la palabra “don”</span></span></strong></div>
<span style="font-family: "arial";"></span><br />
<div align="right">
<span style="font-family: "arial";"><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /></span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">El uso de la palabra "don" en el original griego. </span></strong></span></div>
<span style="font-family: "arial";"><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><strong></strong></span></span><br />
<div align="justify">
<span style="font-family: "arial";"><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /></span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">En el idioma griego se usan varios vocablos que se traducen como “don” , pero que poseen matices que los diferencian:<br /><br />1. "Doreía:" don, presente, regalo, beneficio, honra, ventaja, privilegio. Proviene del verbo "doréo", que significa "dar en don, ofrecer, presentar, obsequiar regalo".<br /><br />a. Jesús es descrito como un DON de Dios (doreu), regalo. (Jn. 4:10; 2 Co. 9:15; Ro. 5:15).<br /><br />b. La salvación es descrita como un DON (doreu), regalo. (Ef. 2:28)<br /><br />c. El Espíritu Santo es descrito como un DON (doreu), regalo. (Hch. 2:38; 10:45;11:17)<br /><br />d. La gracia de Dios es escrita como un don (doreu), regalo (Ef. 3:7 ).<br /><br />e. Todas las bendiciones de Dios son presentadas como un DON (doreu) regalo. (He. 6:4)<br /><br />2. "Charisma": gracia o don supremo, favor.<br /><br />a. La salvación es descrita como un DON (charis), don supremo de Dios. (Ro. 5:15)<br /><br />b. Las manifestaciones naturales del Espíritu Santo son descritas como DONES (charismas). (1 Co. 1:7; Ro. 12:6; l Co. 12:4, 29-31; 1 P. 4:10)<br /><br />c. La continencia sexual es considerada como un DON (gracia).<br /><br />3. Doma (dóma): don, dádiva, regalo. “Doma” es un sustantivo derivado del verbo “dídomi” , que significa, entre otros, dar, otorgar, conceder (Efe 4:7-11). </span></span></div>
<span style="font-family: "arial";">
<div align="center">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /></span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Hacia una definición de “don” y “ministerio”.</span></strong></div>
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><strong></strong></span><div align="center">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /></span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Los carismas o “dones” del Espíritu Santo. </span></strong></div>
<div align="justify">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br />Como resultado de lo visto anteriormente, podemos afirmar que los “carismas” son dones o regalos de gracia, concedidos por el Espíritu Santo a todos los creyentes por igual y sin distinción de personas; sin tener que ver tiempo de conversión, experiencia, grado de madurez o de conocimiento de la Palabra.<br /><br />Es importante tener presente que su origen es sobrenatural. He charlado con creyentes de diferentes organizaciones, sobre los dones espirituales, y he quedado sorprendido de la ignorancia que hay acerca del asunto. Sobre las “lenguas” un creyente muy instruido secularmente me manifestó que en día de Pentecostés los congregados en el aposento alto tenían capacidades innatas y talentos naturales para hablar diferentes lenguajes humanas, por eso las gentes congregadas entendían lo que hababan. No creía en el carácter sobrenatural de la experiencia. Otro me manifestó que Dios le daba a ciertas personas la capacidad natural para aprender diferentes idiomas, y que él conocía personas que hablaban alrededor de diez idiomas diferentes. Otro confundió la capacidad del médico, producto de sus estudios científicos para sanar a los enfermos, con el los dones de sanidad. Sin embargo, cuando analizamos sinceramente la Palabra en los casos de derramamientos del Espíritu Santo, no podemos ignorar el carácter sobrenatural de la experiencia y reconocer que en aquel momento los congregados “comenzaron a hablar en diferentes según el Espíritu les concedía expresarse” (v. 4), y aunque no todos los congregados “eran galileos”, ellos “les oían hablar en sus propias lenguas” (vs. 7-8). Es imposible negar esta evidencia, porque aunque ellos hablaron lenguas humanas, el gran milagro estaba en que, aún sin conocerlas, ellos las hablaron bajo el poder y unción del Espíritu Santo. Pablo no descarta esta posibilidad porque dice: “Si yo hablase lenguas humanas y angélicas...”. (1 Cor. 13:1) y esto dentro del contexto de los dones. La misma regla se aplica a todas las capacidades concedidas por el Espíritu Santo.<br /><br />Esto nos enseña dos cosas: 1º. Que los dones del Espíritu o carismas no son capacidades innatas o talentos naturales, 2º. Que tampoco son capacidades o habilidades adquiridas por medio del estudio o de la práctica. Muchas personas inconversas o convertidas tienen talentos innatos excepcionales, o llegan a desarrollar ciertas habilidades y capacidades, de origen humano o también diabólico, pero ninguna de estas cosas son dones del Espíritu Santo. </span></div>
<div align="justify">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /></span></div>
<span style="font-family: "arial";"><span style="font-size: +0;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Todo esto nos induce a definir la naturaleza de los dones.<br /><br />1. El don es una facultad o manifestación sobrenatural del Espíritu Santo que utiliza como medio de su manifestación o instrumentos a los miembros del Cuerpo de Cristo, de acuerdo con la gracia de Dios, para beneficio y edificación del mismo Cuerpo, y para beneficiar y ayudar a otros fuera del Cuerpo con sus actividades. Como dones de gracia, estos no están limitados a una institución, ni se requiere requisitos especiales para su recepción.<br /><br />Pablo habla a los romanos diciendo que son “gracias concedidas” (Rom. 12:6). Pedro, por su parte, habla de ellos de la siguiente forma: “Cada uno ponga al servicio de los demás </span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">el don que haya recibido</span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">, administrando fielmente la gracia de Dios en sus diversas formas” (1 Pedro 4:10). Esa “gracia concedida”, ese “don recibido”, es una capacidad impartida por el Espíritu Santo para edificación del Cuerpo (1Co. 12:11) .</span></span></span><span style="font-family: "arial";"><span style="font-size: +0;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"> </span></span></span><br />
<span style="font-family: "arial";"><span style="font-size: +0;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Según la connotación que Pablo nos da al referirse a la Iglersia como cuerpo, podemos llamar a los dones espirituales "dones miembros" (Cor. 12)</span></span></span></span><div>
<span style="font-family: "arial";"><span style="font-family: "arial";"><span style="font-size: +0;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><strong></strong></span></span></span><span style="font-size: medium;"><br /></span>
<span style="font-family: "arial";"><span style="font-size: +0;"><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Los “domas” , dones ministeriales o ministerios. </span></strong></span></span></span></div>
<div>
<span style="font-family: "arial";"><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><b><br /></b></span><span style="font-family: "arial";"><span style="font-size: +0;"><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">La naturaleza de los “domas”.</span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"> </span></span></span><br />
<span style="font-family: "arial";"><span style="font-size: +0;"><div align="justify">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Cuando hablamos de “domas”, nos referimos simultáneamente a dos aspectos inseparables: 1º. A las personas que reciben ciertas capacidades ministeriales especiales (los ministros, los “dones - persona”, como algunos los llaman). 2º. A las capacidades recibidas por esas personas (los ministerios en sí).<br /><br />En el primero de los casos, los “domas” como personas, son los regalos de la gracia de Dios a la Iglesia. Son dados en regalo, obsequiados, ofrecidos por Jesucristo a la Iglesia Universal, para su edificación, en virtud de la autoridad que Él obtuvo luego de su resurrección, ascensión y entronización en Gloria (vv. 8 - 10).<br /><br />La idea exacta de lo que queremos decir se encuentra plasmada en la construcción sintáctica empleada en el versículo 11. Lacueva traduce directamente del griego: “Y él dio unos, apóstoles; otros, profetas; otros, evangelistas; y otros, pastores y maestros”.<br /><br />Los vocablos “apóstoles”, “profetas”, “evangelistas”, “pastores” y “maestros” están en acusativo, o sea, ejercen función de objeto directo. En otras palabras, lo que el versículo está diciendo no es que Cristo dio o regaló un apostolado, o un pastorado, a determinadas personas; sino que él dio apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros, como regalo a la Iglesia.<br /><br />Esta idea se refuerza con Números 8:19, donde Dios habla: “Yo he dado en don a los levitas, a Aarón y a sus hijos, de entre los hijos de Israel, para que ejerzan el ministerio de los hijos de Israel en el tabernáculo de reunión y reconcilien a los hijos de Israel...”<br /><br />El segundo de los casos, o sea, el que se refiere al “doma” como la capacidad dada a la persona, será analizado con más amplitud cuando nos refiramos a los dones ministeriales de Efesios 4. </span></div>
<div align="right">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /></span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Una definición de “doma” o don ministerial.</span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"> </span></div>
<div align="justify">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br />Un ministerio, don ministerial o “doma” es una capacitación o dotación otorgada por Cristo a un miembro del Cuerpo, el cual es constituido para realizar una labor que edifica a la Iglesia, no sólo en el ámbito local, sino en el ámbito universal, con el propósito de alcanzar al mundo perdido. </span></div>
<div align="right">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /></span></div>
<div align="right">
<span style="font-family: "arial";"><span style="font-size: +0;"><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">El ejercicio de los “doma”: sus requisitos. </span></strong></span></span><span style="font-family: "arial";"><span style="font-size: +0;"><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /></span></strong></span></span></div>
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><strong></strong></span></span></span><span style="font-family: "arial";"><span style="font-size: +0;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><strong></strong></span></span></span><span style="font-family: "arial";"><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><strong></strong></span><div align="justify">
<strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /></span></strong><span style="font-size: +0;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">En el marco del análisis de la actividad de los “doma” es necesario tener en cuenta dos factores importantes: los requisitos para su ejercicio, y el grado de autoridad de los mismos.<br /><br />El ejercicio neotestamentario de los “doma” requería de ciertas cualidades, entre las cuales se encontraban: el tiempo, la madurez, la preparación y el reconocimiento de la iglesia. A los neófitos, aún cuando tuviesen un llamado y en ellos operasen los carismas, no les era permitido, dentro de la iglesia, ejercer las actividades inherentes a los “domas”.<br /><br />¿Qué pruebas tenemos en la Biblia para afirmar esto?<br /><br />1. Pablo fue constituido o hecho predicador y apóstol. De su conversión (Hechos 9, a so ordenamiento Hechos 13) pasaron alrededor de 13 o 14 años)<br /><br />1 Timoteo 2:7:</span></span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: +0;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">“fui puesto” - en griego "tithemi": poner, colocar; asignar; instituir.<br /><br />2. Los obispos o “epískopos” eran constituidos sobre las bases de ciertos requisitos que implicaban tiempo y madurez para su ejercicio. A un neófito no le era permitido ejercer este tipo de ministerio o servicio.<br /><br />Tito 1:5: “ ... y constituyeses en cada ciudad ancianos(presbíteros). "Constituyeses", en griego, ”katastasis", del verbo"kathistemi": poner, colocar; establecer como jefe, (etc.) Un sustantivo abstracto derivado del mismo es "katastasis": instalación, institución, establecimiento; presentación de los embajadores en la asamblea del pueblo, etc. (1 Ti. 3:1-7)<br /><br />3. Los diáconos fueron cargos constituidos (katastesomen – derivado de kathistemi) y tenían que ser sometidos a prueba primero y reunir una serie de requisitos para poder ejercer. (1 Ti. 3: 8-13).<br /><br />4. Los ancianos (presbíteros), para ejercer su ministerio, tenían que tener una trayectoria, honor y haberse ganado un grado de dignidad, honor, reconocimiento, fidelidad e idoneidad en la Iglesia (1 Ti. 5:17-18.<br /><br />5. El establecimiento de los ancianos tenía su reglamento con requisitos que llenar (Tito 1:5-9) para poder ejercer su ministerio.<br /><br />6. El caso de Pablo es un ejemplo tipo de “dómata o doma constituido” (katades)<br />Pablo no se hizo a sí mismo ministro, él “fue hecho” (1 Tim 2:7:Ef. 3:7) fue un proceso, (Gá. 1:18 y 2:1; 2 Co. 3:4-6). </span></span></div>
<div align="right">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /></span><span style="font-size: +0;"><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">El grado de autoridad de los “doma”.</span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"> </span></span></div>
<div align="justify">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /></span><span style="font-size: +0;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Para entender las relaciones de autoridad entre los “domas”, es necesario definir los siguientes términos: autoridad apostólica, autoridad oficial y autoridad funcional.<br /><br />Por </span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">autoridad apostólica</span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"> entiendo, en primer lugar, </span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">el ejercicio conjunto de la autoridad de los pastores y ministerios que están unidos en una confraternidad formal y reconocida dentro de un área previamente delimitada (campo o ciudad)</span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">; y, en segundo lugar,</span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"> la autoridad reconocida que descansa sobre los líderes de cada denominación organizada, bajo los cuales están sujetos todos los otros ministerios y capacidades especiales propios de estos; y aún mas, aunque no sean reconocidos o llamados como tales. </span><span style="font-size: +0;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">*</span></span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /><br />Al grupo de ministerios mencionados en el primer caso, solemos llamarlo aquí en Argentina “Consejos Pastorales”. Me detengo a explicarlos mejor, ya que el segundo tipo de autoridad apostólica es tradicionalmente conocido y se conoce bien su funcionamiento. Los Consejos Pastorales se reúnen periódicamente para orar, trabajar y proyectar juntos actividades de interés general, sin afectar, por esto, su identidad y gobierno denominacional al cual están sujetos, sin menoscabar la autoridad ministerial de cada uno de sus integrantes ,y sin limitar las actividades de las Iglesias Locales. Es bueno que se entienda que los consejos pastorales no sustituyen las instituciones representadas dentra de éstos, tampoco están creados para EJERCER AUTORIDAD SUPREMA sobre sus miembros, sino que están y funcionan dentro de su area territorial como entidad consultiva y consejera solamente.</span></span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: +0;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Los Consejos pastorales respeta las autoridades representadas dentro de éstos, los reconoce, promueve el espíritu frataternal y unidad espsiritual. Es una entidad que marcha paralela para ayuda y bendición de las ciudades donde se encuentran establecidos.<br /><br />Los “Consejos Pastorales” interdenominacionales han surgido como producto del trabajo del Espíritu de Dios dentro del cuerpo pastoral de diferentes ciudades, y como un paso mas al producir un sentir unánime de unidad espiritual entre los integrantes del mismo. Ellos hacen provisión para la comunión entre los hermanos y para producir un buen testimonio en la comunidad. Son el filtro por el cual pasan ministerios foráneos y se constituyen en “puerta” por la cual han de entrar estos. En las ciudades y localidades, los Consejos Pastorales que funcionan bien son salvaguardas del rebaño contra los “leones”, “lobos”, “ladrones y salteadores”, “asalariados” y “extraños”. Valga aclarar que cuando algún ministerio especial es invitado a través del Consejo de pastores y es de interés general y afecta a cada congregación local, los invitados pueden sentirse en plena libertad y cómodos al sentir el respaldo de un cuerpo pastoral bien constituido y que les ha dado el visto bueno para ejercer su ministerio en esa localidad..<br /><br />La experiencia nos ha enseñado la importancia que tienen los consejos pastorales en el quehacer general de la Iglesia de cada lugar. Muy especialmente como salvaguardas y promotores, fomentadores y mantenedores de la unidad espiritual del Cuerpo de Cristo. </span></span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: +0;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">En fin, dentro de los Consejos pastorales son reconocidos los ministerios de cada Institución Evangélica sin menoscabo de su sistema de gobierno y oraganización internas.<br /><br />Por</span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"> autoridad oficial</span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"> entendemos </span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">la autoridad intrínseca de cada doma o ministerio, llamados por algunos “ministerios oficiales”, (el nombre no es lo importante) o sea, aquella que les fue otorgada en el momento de su constitución. </span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">En este sentido, los cinco – mencionados en Efesios 4:11 -, están en el mismo nivel o rango, o sea, tienen el mismo grado de autoridad oficial. Ninguno es superior al otro. Cada cual cumple un papel preponderantemente importante y ejerce su autoridad en áreas bien delimitadas. Por ejemplo, el maestro es una autoridad en su campo de acción, así como el evangelista lo es en el suyo. En la ministración conjunta o simultánea de estos no se hay razón de producir el menoscabo de alguno de ellos, o la exaltación de uno en detrimento de los demás.<br /><br />La </span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">autoridad funcional</span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"> se entiende como el reconocimiento de un ministerio oficial colocado en posición ya sea de eminencia o de subordinación en un área de acción determinada.<br /><br />Yo la entiendo como la autoridad del "doma" dentro del ejercicio de su función, y es vertical pues se da en diferentes grados de posición de autoridad. Al mismo tiempo, es bidireccional, puesto que un ministerio oficial debe estar siempre sujeto a una autoridad apostólica, y puede estar temporalmente sujeto a otra autoridad oficial que tenga un ministerio similar o diferente; pero, al mismo tiempo, puede estar también sobre otros ministerios puestos bajo su cuidado y dirección.<br /><br />En otras palabras, un ministerio oficial siempre está colocado (o, al menos, debería estarlo) en posición subordinada bajo una autoridad apostólica (entiéndase por los líderes a los cuales están sujetos). Pero también, cuando una autoridad oficial se coloca bajo el área de autoridad de otro ministerio oficial, y asume un estado de sujeción producto de su trabajo bajo el área de autoridad ajena, ella se convierte en autoridad funcional, ya que su autoridad está restringida a la actividad específica que realiza bajo el ministerio del otro. Cuando termina su trabajo, retoma su autoridad oficial. </span></span></div>
<div align="justify">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /></span><span style="font-size: +0;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Algunos ejemplos pueden ilustrar este principio: </span></span></div>
<div align="justify">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><span style="font-size: +0;"></span></span></div>
<div align="justify">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /></span><span style="font-size: +0;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Traigamos a la mente un ministerio reconocido: el equipo evangelístico “Mensaje de Salvación”, de nuestro querido hermano Carlos Anacondia. Él es un evangelista que, en su área de autoridad, está colocado funcionalmente en dos sentidos: hacia arriba, porque él está sujeto a una autoridad superior de tipo apostólico, representada por la organización a la cual pertenece; hacia abajo, pues él ha sido colocado en una posición de eminencia sobre los ministerios que están funcionando bajo su cobertura. Tomemos ahora a un ministro que trabaja dentro del equipo, al hermano Pablo Bottari. Él es un maestro de la Palabra que ejerce su acción muy especialmente en el área de Liberación. Más allá de la autoridad apostólica a la que él pueda estar subordinado (organización o denominación a la que pertenece), en su trabajo ministerial, él está funcionalmente bajo la autoridad del evangelista Carlos Anacondia. Al mismo tiempo, él está colocado funcionalmente sobre aquellas personas que, temporal o permanentemente, trabajan con él en el área de liberación.<br /><br />El segundo ejemplo lo encontramos en un Instituto Bíblico, donde maestros de la Palabra están colocados funcionalmente bajo la autoridad de directivos que comparten el mismo ministerio oficial, pero que, funcionalmente, están en posición de eminencia.<br /><br />Finalmente, pensemos en una iglesia donde hay un pastor constituido y reconocido, y líderes que ejercen ministerios en diferentes áreas del quehacer de la Iglesia. Estos líderes están colocados funcionalmente bajo la autoridad de ese pastor principal.<br /><br />El ministerio pastoral es un ministerio de gobierno de suama importancia y preponderancia dentro de la Iglesia Local. (Zac. 13:7; 1 P. 5:2; Jn. 10). Al pastor se le impone la responsabilidad y la carga de dirigir su grey hacia los fines estipulados por Dios. Los demás dones y ministerios locales están sujetos al gobierno pastoral. (He. 13:7; 1 Ti. 3:5; Tit. 1:7; 1 P. 5:2). Siempre que se ha subvertido el orden y se ha hecho lo contrario, se ha producido el caos y la confusión dentro de la Iglesia. El ministerio pastoral está sujeto a la autoridad apostólica constituida por los dirigentes de su organización o denominación, y puede constituir parte de la autoridad apostólica de los consejos pastorales, en su localidad. Los demás ministerios, dones y capacidades ejercidos dentro de la Iglesia Local están en una posición de sujeción al gobierno pastoral, aún aquellos ministerios oficiales que temporalmente se desarrollan bajo su cobertura. Por ejemplo: el evangelista que viene a dar una campaña en la Iglesia Local.<br /><br />Para concluir este aspecto, quiero hacer énfasis en la necesidad de la Iglesia de entender la importancia que tiene toda esta gama de capacidades para su desarrollo y madurez; la necesidad e importancia que tiene su aplicación práctica y correcta dentro del Cuerpo para un funcionamiento eficaz y la necesidad de la inclusión de cada uno y sin exclusión de ninguna de estas capacidades para su perfección logrando, de esta manera la aspiración máxima de Jesucristo: SU UNIDAD.</span></span></div>
<div align="center">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /></span><strong><span style="font-size: +0;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Diferencia entre los dones del Espíritu Santo, los ministerios y el fruto del Espíritu.</span></span></strong></div>
<div align="justify">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /></span><span style="font-size: +0;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Para que entendamos la diferencia entre los dones del Espíritu, los ministerios y el fruto del espíritu, veamos la siguiente tabla:<br /></span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">DONES: </span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /></span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Fuente: </span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">El Espíritu Santo</span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"> </span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /></span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Propósito: </span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Para provecho, efificación y ayuda.</span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Como se producen: </span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Instantáneamente</span><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><strong></strong><br /></span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">MINISTERIOS:</span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /></span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Fuente: </span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Jesucristo</span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Propósito: </span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Perfección y capacitación de los santos para realizar la obra del minisrterio, edificación, crecimiento.</span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Cómo se producen: </span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Llamamiento inicial. Proceso en el tiempo. Proceso en la experiencia. Proceso en su capacitación. Reconocimiento de la Iglesia. Constitución oficial.</span><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><strong></strong><br /></span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">FRUTO: </span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /></span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Fuente: </span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">El Espíritu Santo</span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Propósito: </span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Madurar el carácter cristiano y conducirlo a una vida de santidad.</span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Cómo se produce:</span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"> Progresivamente. Implica maduracion</span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">“PARA QUE CRISTO SEA EN TODO GLORIFICADO” 1 Pedro 4:4</span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /></span></span></div>
<div align="center">
</div>
<div align="center">
<span style="font-family: "arial";"><span style="font-size: +0;"><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">La Iglesia Local como depositaria de los dones y ministerios.</span></strong></span></span><span style="font-family: "arial";"><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><span style="font-size: +0;"></span></span></span></div>
</span></span><span style="font-family: "arial";"><div align="justify">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /></span><span style="font-size: +0;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">La Iglesia local es la madre de los dones y ministerios. El Espíritu Santo los “engendra” dentro de ella dentro de ella y Jesucristo los elige de dentro de ella. Es en el seno de esta estructura local, donde Dios comienza a manifestarse con especialidad para edificar a Su pueblo, y para que éste pueda lanzarse a la conquista del reino de las tinieblas. </span></span></div>
<div align="right">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /></span><span style="font-size: +0;"><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Proceso</span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"> </span></span></div>
<div align="justify">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /></span><span style="font-size: +0;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Inmediatamente que la persona se convierte al Evangelio, Dios lo convierte en un hijo de Él y el Espíritu Santo lo introduce o bautiza (sumerge) dentro del Cuerpo: La Iglesia (1 Cor. 12:13)<br /><br />Dios hace una distribución de los miembros del Cuerpo, de acuerdo a su voluntad, y los coloca en un lugar determinado, y para una función determinada. Toda esta dinámica está reflejada en los siguientes actos soberanos de Dios:<br /><br />1. El Espíritu Santo reparte como Él quiere (12:11).<br /><br />2. Dios ordena el cuerpo (12:34).<br /><br />3. Dios pone los ministerios dentro del Cuerpo (12:28).<br /><br />4. Dios capacita a cada miembro para realizar su trabajo (Efe. 4:16).<br /><br />5. El Espíritu Santo vitaliza todo el Cuerpo, y pone a funcionar toda esta estructura espiritual, de una forma ordenada y acoplada.<br /><br />El no haber entendido el papel que juega la Iglesia Local en la formación de sus capacidades espirituales es lo que ha traído por consecuencia la mala interpretación y aplicación de los mismos. Por regla general cuando leemos libros que tratan de explicar la naturaleza de los dones, comienzan con el mismo don, descontextualizándolo del lugar de su origen. Es imposible hacerse un concepto real de estas capacidades si no comenzamos por entender la naturaleza de la Iglesia, pues es ella la progenitora, sustentadora, y lugar apropiado para su manifestación y desarrollo. </span></span></div>
<span style="font-size: 130%;"><div align="center">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /></span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">SEGUNDA PARTE: LOS DONES MINISTERIALES O DONES PERSONAS: UNA DESCRIPCIÓN</span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"> </span></div>
<span style="font-size: 130%;"><div align="justify">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br />El Apóstol Pablo menciona solamente cinco dones ministeriales (domas) constituidos por Cristo dentro de la Iglesia: apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros. Efe. 4:11) A veces se cuestiona si estos ministerios oficiales son cinco o cuatro ya que en la lista aparece la frase “pastores y maestros” interpretándolo algunos como una unión de las dos capacidades en una. Sin embargo, puedo decir al respecto que, aunque la Biblia enseña que el pastor “debe tener la capacidad para enseñar”, o sea debe constituirse en un maestro de la Palabra para lo cual tiene que conocerla, también el ministerio de la enseñanza se muestra en la Biblia como ejercitándose independientemente al ministerio pastoral. En 1 Corintios 14:26 nos dice que, dentro del ejercicio del culto: “...cada uno puede tener un himno, UNA ENSEÑANZA, una revelación,...” etc. . En 12:29 dice: ¿son todos apóstoles, son todos profetas, ¿SON TODOS MAESTROS?, hacen todos milagros?... etc. Si comparamos la construcción gramatical de Efesios 4:11, “pastores y maestros” con Hechos 13: 1 “profetas y maestros” nos damos cuenta que no hay diferencia entre una y otra. Bien pudiéramos interpretarlo como la unión de los dos ministerios en una persona, como la independencia de los dos ministerios ejercidos por dos personas diferentes. La Biblia nos enseña la manifestación de más de una capacidad espiritual en una persona también.<br /><br />El otorgamiento de estos ministerios es producto de la victoria de Cristo sobre la muerte, por medio de Su resurrección y, muy especialmente, por medio de Su ascensión y entronización en el cielo “a la diestra del Padre” (Ef. 4:8-10). Ahora Jesucristo está en capacidad de proveer al Cuerpo, las capacidades especiales que éste necesita para su funcionamiento, su desarrollo y crecimiento. Estas capacidades especiales cumplen con los objetivos divinos: “la obra del servicio y para edificar del cuerpo de Cristo” . (Efesios 4:12). Recordemos que estos “dones” son capacidades “otorgadas” a personas “constituidas” por Jesucristo y “dadas” a la Iglesia” como regalo, para que realicen un trabajo abarcativo y universal.<br /><br />En relación con importancia de cada uno, ninguno de los ministerios es más importante que otro. En relación con la autoridad, cada uno ejerce su autoridad dentro del radio de acción que abarca su ministerio. Las razones nos la da la Palabra Infalible. Estudie Efesios 4:1-16 y se dará cuenta de lo siguiente:<br /><br />1°. Todos fueron constituidos por la misma persona: JESUCRISTO.<br /><br />2°. Por lo cual todos tienen la misma fuente,<br /><br />3°. Cada uno realiza una función insustituible dentro de la Iglesia pero<br />complementarla.<br /><br />4°. Todos ellos tienen los mismos objetivos.<br /><br />5°. A todos se les concede el mismo grado de autoridad ejercido dentro del radio de acción de su manifestación.<br /><br />6°. Cualquiera de ellos que falte, afecta la totalidad del misterio universal de la Iglesia. Por tanto es necesario reconocerlos y utilizarlos a todos.</span></div>
<div align="center">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /></span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">EL MINISTERIO DEL APÓSTOL. </span></strong></div>
<div align="right">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /></span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Sus raíces. </span></strong></div>
<div align="justify">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br />No podemos decir que el ministerio apostólico propiamente dicho lo podamos encontrar en el A. T. Más bien, en ese período y especialmente a raíz del ministerio de Samuel, el profeta realizaba una labor de carácter profético-pastoral, a veces itinerante. Sin embargo el Apostolado aparece como una novedad del Nuevo Testamento por las características especialísimas que lo conforman.<br /><br />La historia del ministerio apostólico está plasmada en los evangelios. Este va surgiendo de una forma progresiva. Como el colector de flores en un jardín, Jesucristo fue eligiendo. En el evangelio de Mateo y Marcos se nos mencionan los primeros cuatro: Simón, Andrés, Jacobo y Juan, estos dos últimos hijos de Zabedeo (Mat. 4:13-23; Marc. 1:26). Posteriormente es elegido Leví, llamado Mateo (Mat. 9:9; Marc. 2:13). En Lucas, aparecen primeramente Simón, Jacobo y Juan (5:3-10), Leví aparece después (5:27-32) En Juan 1:35-51 aparecen detalles de algunas circunstancias que no se encuentran en los otros, pero vemos siempre los primeros aparecer ante nosotros y posteriormente a Felipe y Natanael. En El capítulo 10 de Mateo, Marcos 3:13-19 y Lucas 6:12-15, vemos a Jesús completando el número de aquellos, que definitivamente habrían de ser “los Apóstoles de Jesucristo”.<br /><br />Es dentro de este contexto que hay que examinar la naturaleza y los mecanismos utilizados por Jesucristo, que nos muestran el comienzo de este primer ministerio que él mismo instaura. En esos momentos todavía no se había manifestado la Iglesia como tal a raíz de Pentecostés. Hay una serie de factores comunes en su elección:<br /><br />Fue una elección sobre las bases de la responsabilidad producto de la naturaleza de ese acto tan solemne y trascendente. En Lucas 6:12 nos dice que, inmediatamente antes de proceder a la elección definitiva de sus apóstoles de adentro de todos aquellos que para esa fecha ya le seguían: “Por aquel tiempo se fue Jesús al monte a orar, y pasó toda la noche en oración a Dios. Al llegar la mañana llamó a sus discípulos y escogió a doce de ellos y les llamó APÓSTOLES” . Marcos (detallista como siempre) nos revela algunos aspectos más sobre este acto de la instauración del ministerio apostólico y nos dice que Jesús “subió al monte” (lugar donde estuvo orando según Mateo). Este acto de subir sugiere un ambiente de recogimiento, meditación, sustracción, y comunión con Su Padre. Subió para pedir dirección en relación con aquellos que iban a constituir el fundamento de la formación de la gran empresa que iba a comenzar. No era cualquier cosa. El acto del llamamiento al apostolado era un acto solemne y responsable que requería cuidado y temor santos.<br /><br />Nos sigue diciendo: “Y escogió a doce”. “Y estableció a doce” (V.R.V. 60, v. 14). Nos muestra que el acto para establecer o elegir ministerios solo le corresponde a Jesucristo. Esta es una prerrogativa exclusiva de él. Él llama y constituye. El hombre solo reconoce y utiliza el ministerio. Las palabras que siguen son muy sugestivas: Marcos apunta: “llamó a los que él quiso, los cuales se reunieron con él”. La R.V. traduce “para que estuviesen con Él”. Antes de ser enviados tuvieron que estar primero con Él. Lo más importante para Dios es el tiempo que sus ministros pasan con Él. Es el tiempo el elemento que él utiliza para enseñarlos y formarlos. La formación de un ministerio es un proceso en el tiempo con Dios. Aunque él está interesado en lo que tú vas a hacer a favor del hombre, mas interesado está en lo que él va a hacer a favor tuyo y lo que tú vas a ser para Él. Él no quiere ministros de “vuelta y vuelta”, prematuros, inmaduros y neófitos, Él quiere ministerios formados y esto no se produce en dos días. Ocúpate, no tanto en lo que tú quieres hacer para Él, sino más bien en lo que Él quiere hacer por ti y en ti. Dale tiempo a Él.<br /><br />Seguidamente Él define su vocación y propósito: “Comenzó a enviarlos a predicar”. Fíjate el orden: llamamiento, tiempo de preparación, y después envío. Es posible humanamente dar un salto del primero al tercer escalón pero, a la postre, el fracaso viene. Todo es también cuestión de tiempo. El propósito es “predicar” y para esto el Señor tuvo que tomar tiempo, primero para “instruirlos”. Fíjate en la secuencia: “<br />Reunió a sus doce discípulos, y les dio autoridad para expulsar a los espíritus inmundos...” Mat. 10:1; “Jesús envió a estos con las siguientes instrucciones” v. 5; “Donde quiera que vayan prediquen este mensaje: El reino de los cielos está cerca...”. En otras palabras primero llamó, después instruyó y por último envió. (Compárese con Mat. 4:18-25 con 5:1-2; cap. 10, etc.) Ellos estuvieron alrededor de tres años y medio con Jesús, en la escuela de la teoría y la práctica, después de lo cual, y a raíz de Pentecostés, fue que comenzaron a ejercer realmente sus ministerios apostólicos. El Espíritu Santo los ordenó formal y funcionalmente como Apóstoles. Así fueron reconocidos por toda la Iglesia.<br /><br />“Y que tuviesen autoridad...” Autoridad apostólica respaldada por señales y milagros hechos en el Nombre de Jesús. (Véase 2 Cor. 12:12). La autoridad apostólica iba encaminada hacia dos áreas: la espiritual y la física. En el área espiritual esta autoridad tenía el propósito de subyugar el reino de Satanás por medio de la liberación de las almas de sus garras, y el gobierno y administración de la economía de la Iglesia; y en el área física por medio de la liberación de la enfermedad y otros males físicos. Esta actividad en estos dos campos producirían la conformación de un pueblo restaurado y redimido: LA IGLESIA.<br /><br />Resumiendo el acto original del llamamiento al apostolado según el formato primigenio, concluimos:<br /><br />1°. Fue un acto de la libre y unilateral voluntad de Jesucristo para llamar a los que él quiso.<br /><br />2°. Fue un acto donde manifestó gran responsabilidad.<br /><br />3°. La elección al apostolado fue limitada a algunos.<br /><br />4°. Este acto constituyó un establecimiento del ministerio y donde por primera vez le llamó “apóstoles” .<br /><br />5°. Estableció el propósito de ese ministerio: “Estar con él” (tiempo completo), "para instruirlos" (enseñanza), “para que predicasen” (ministerio de la Palabra).<br /><br />6°. Hubo un tiempo de preparación y capacitación para comenzar a fungir como tales.<br /><br />7°. Cuando llegó el tiempo fueron lanzados al pleno ministerio para realizar una labor de carácter universal, desùés de Pentecostés.<br /><br />Sus características.<br /><br />1. De ellos se dice: “Dejándolo todo le siguieron”, “Se levantó y le siguió”. A la persona que ha sido llamada a un trabajo de carácter apostólico le caracteriza un espíritu despendido y sacrificado; dado a su trabajo, amor por Cristo y su obra. “No se embaraza en los negocios de esta vida a fin de agradar a aquél que lo tomó por soldado” . La N.V.I. traduce: “Ningún soldado que quiera agradar a su superior se enreda en cuestiones civiles” (2 Ti. 2:4)<br /><br />2. Capacidad para liderar. Como líder va adelante, toma la iniciativa, da el ejemplo. Él sabe dónde ir, lo que tiene que hacer; siempre tiene una propuesta, un nuevo emprendimiento, una meta definida, una visión trascendente y amplia de la obra que Dios le ha encomendado.<br /><br />3. Mente amplia y apertura de corazón. Tiene que tener una comprensión excepcional de la naturaleza humana, una capacidad extraordinaria para identificarse con las gentes y un corazón generoso para ayudar. </span></div>
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<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">4. Una capacidad tremenda y suficiente humildad para dejarse ayudar. Para esto tiene que oir con sus dos oídos. Tiene que tener un caorazón abierto para artesorar el consejo. Una voluntad dócil para rectificar el error y tomar el camino derecho.</span></div>
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<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /></span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Proyección histórica del ministerio apostólico.</span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"> </span></div>
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<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br />La palabra “apóstol” significa “enviado”. Especialmente “enviado para llevar un mensaje” , “portador de un mensaje”.<br /><br />En el Nuevo Testamento esta palabra, aplicada al ministerio tiene sus usos. Según los estudiosos de la Palabra:<br /><br />1º. Se le aplicó originalmente a “los doce discípulos” (Mat. 10:1-4). “Las dos cualidades para ser apóstol eran: primeramente que hubiesen andado con el Señor Jesús durante su ministerio terrenal; segundo, que hubiesen sido testigos de su resurrección”. (Hechos 1:21-22) (Pearlman).<br /><br />2º. Al fallar Judas, hubo que suplir la falta entre los doce, y se eligió, en su lugar, a Matías, al que se le llamó también Apóstol.<br /><br />3º. Pablo y Bernabé fueron llamados y enviados como apóstoles (Hech. cap.13:1)<br /><br />Tres razones nos hacen entender que el apostolado, como ministerio, no tiene un carácter restrictivo, en relación con los doce apóstoles:<br /><br />1º. Por las diferentes formas en que esta palabra fue usada y aplicada en el N. T., tal y como ya lo hemos visto.<br /><br />2º. Porque independientemente a los doce originales, otros fueron reconocidos como apóstoles posteriormente: Matías, Pablo, Bernabé.<br /><br />3º. Porque Pablo nos lo muestra como uno de los cinco ministerios concedidos por Cristo a la Iglesia, muchos años después de la elección de “los doce”.<br /><br />4º. Por la experiencia de su manifestación a lo largo de la historia de la Iglesia. Hombres, que con una visión universal han sido promotores de grandes movimientos.</span></div>
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<span style="font-family: "arial";"><span style="font-size: +0;"><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Por causa de todo lo anterior, podemos definir al apostolado como una capacidad sobrenatural otorgada por Cristo, el cual constituye a algunos miembros del Cuerpo para ser promotores de grandes movimientos cristianos, llevando el mensaje del evangelio a dentro y fuera de sus países, estableciendo Iglesias y capacitando sus ministerios para el desempeño cabal de su vocación y posterior extensión.</span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br />Como apóstol salido de dentro de la Iglesia y como un “abortivo” (1 Cor. 15:8) después de Pentecostés, podemos tomar como ejemplo a Pablo. Conocido por su peculiar conversión al cristianismo y su experiencia de llamamiento directo de Jesucristo para el apostolado. Este aspecto va encaminado a ayudar a aquellos que tienen el testimonio de ser llamados a realizar este ministerio y puedan lograr sus metas pero también para prevenir a aquellos que se auto titulan “apóstoles y no lo son” (2 Cor. 13:3). Te invito, pues, a recorrer el camino de Pablo: </span></span></span></div>
<span style="font-family: "arial";"><span style="font-size: 130%;"><div align="right">
<strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Perspectiva del que llama: Cristo</span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">. </span></div>
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<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">- “</span><em><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">ese hombre es mi instrumento escogido</span></em><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">” .- (Hch. 9:15).<br /><br />La elección divina es lo primero que se produce en relación a la constitución de los ministerios. Este es una constante a través de toda la Biblia y de ello está consciente el escogido cuando es llamado. Esta elección está dentro de los límites de la soberanía y providencia de Dios y no tiene nada que ver con condición física, ni social, ni intelectual, ni económica. De esto estaba consciente el apóstol Pablo (Gá. 1:15). Esta acción fue ratificada, justo en el momento en que Dios le ordena para el comienzo de su labor apostólica (Hch. 13:2).<br /><br />- “</span><em><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Para dar a conocer mi nombre tanto a las naciones y a sus reyes como al pueblo de Israel</span></em><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">” 8HCH. 9:15b).<br /><br />Jesucristo revela el propósito divino definiendo la vocación del elegido. De esto también llegó a tener conciencia Pablo. (26:18). El trabajo es de carácter universal, amplio, irrestricto, incontenible, ilimitado, general, sin fronteras, abarcativo, trascendental, conquistador.<br /><br />- “</span><em><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Yo le mostraré cuanto tendrá que padecer por mi nombre</span></em><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">”.<br /><br />El sufrimiento, las aflicciones, las persecuciones, las incomprensiones, la oposición, pero también la madurez y capacidad para asimilar todo esto y mantenerse inflexible e inconmovible ante el desafío que representó su apostolado, son partes del ejercicio de este ministerio. De esto, también Pablo tenía conciencia.<br /><br />- “</span><em><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Me he aparecido a ti con el fin de designarte siervo y testigo de lo que has visto de mi y de lo que te voy a revelar</span></em><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">” (Hch. 26:16).<br /><br />Jesucristo le confirmó personalmente lo que le había confirmado a través de Ananías y a la vez lo alertó para que estuviera preparado para recibir dirección futura. Dios le mostró la naturaleza del trabajo que habría de realizar: (v. 18).<br /><br />- “</span><em><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Para que les abras los ojos</span></em><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">...” (iluminación)<br /><br />-“</span><em><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">y se conviertan de las tinieblas a la luz, y del poder de Satanás a Dios</span></em><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">” (cambio, conversión)<br /><br />-“</span><em><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">a fin de que por la fe en mi, reciban el perdón de los pecados y herencia entre los santificados</span></em><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">” (esperanza).<br /><br />- “</span><em><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Ananías...Hermano Saulo , el Señor Jesús que se te apareció en el camino, me ha enviado para que recobres la vista y seas lleno del Espíritu Santo” (9:17). “El Dios de nuestros antepasados te ha escogido para que conozcas su voluntad le dijo: El Dios de nuestros Padres te ha escogido para que conozcas su voluntad, y para que veas al Justo, y oigas la las palabras de su boca</span></em><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">” (22:14).<br /><br />El conocimiento de Su voluntad iba a ser imprescindible para el ministerio apostólico de Pablo. Pablo iba a ser promotor del movimiento más grande del Mundo y con repercusiones universales. Pablo no fue puesto para crear nada nuevo, sino para conocer la voluntad del Señor. Esa Voluntad iba a constituirse en el fundamento de ese Movimiento, y esa voluntad, no era otra cosa que la revelación de las verdades fundamentales que iban a ser el sostén doctrinal y espiritual de la Iglesia a través de las edades. La Voluntad de Dios, plasmada en su Palabra, es el fundamento para la sobre edificación de todos aquellos que iban a venir después para proseguir la obra. No podemos inventar nada nuevo. Sólo somos seguidores de lo antiguo que nunca envejece.<br /><br />- “</span><em><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Oigas la voz de su boca</span></em><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">”: muchas voces se habrían de escuchar: dentro y fuera de la Iglesia. Pero él solo “</span><span style="font-family: "arial";"><span style="font-size: +0;"><em><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">sería testigo Suyo a todos los hombres, de lo que has </span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">visto y oído”</span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"> (v. 15). </span></em></span></span></div>
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<span style="font-family: "arial";"><span style="font-size: +0;"><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Ser Testigos de Jesucristo es el gran desafío del ministerio apostólico</span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">. </span></span></span></div>
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<span style="font-family: "arial";"><span style="font-size: +0;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">“</span><em><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Y vi al Señor que me hablaba: ¡Date prisa! Sal inmediatamente de Jerusalén, porque no aceptarán tu testimonio acerca de mi...</span></em><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">” “</span><em><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Pero el Señor me replicó: vete, yo te enviaré lejos, a los gentiles 22:18 y 21”</span></em><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"> Como apóstol recibió órdenes concretas y directas del mismo Señor como éste se lo prometió. Muchos peligros iban a presentarse en todo el desarrollo de su ministerio apostólico, pero fiel iba a ser el Señor para librarlo y ayudarlo a continuar su obra. ( 9:23-24; 23:12, etc.) de tal forma que iba a poder decir más tarde "</span><em><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">El Señor me librará me libertará de todo mal y me preservará para su reino celestial</span></em><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">” ((2 Tim 4:18).<br /><br />El apóstol es aquél que recibe órdenes concretas y precisas de parte de Jesucristo, sabe lo que va a hacer y se mueve con seguridad.<br /><br />“A la noche siguiente el Señor se le apareció a Pablo y le dijo:¡Animo! así como has dado testimonio de mi en Jerusalén, es necesario que lo des también en Roma”.- (23:11) Como apóstol, el ánimo y el apoyo iban a venir directamente de lo Alto. En sus momentos críticos, confrontado con el rigor continuo de la oposición del enemigo, el peligro y la prueba, en medio del abandono de sus amigos , él pudo decir “Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para que por medio de mí se llevara a cabo </span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">la predicación del mensaje</span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"> y lo oyeran todos los paganos.” (2 Tim. 4:17). Este principio regiría a todos los que después de Pablo vendrían. Ni el reconocimiento, ni el consuelo, ni el apoyo vendrán con más eficacia sino de Jesucristo que está siempre al lado de los que Él llama.<br /><br />“Por lo demás me espera la corona de Justicia, que el Señor , el Juez justo, me otorgará en aquel día; y no solo a mi, sino también a todos los que con amor hayan esperado su venida”- El apóstol Pablo “tenía puesta su mirada en el galardón” celestial. Nunca esperó galardones humanos, nunca los obtuvo. Sintió la angustia del abandono, de la soledad. Fue muerto decapitado. Este fue el pago de los hombres, algunos de adentro, otros de fuera. Pero él estaba seguro que su Redentor, su amado Salvador no le fallaría.</span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">La perspectiva humana, proceso del reconocimiento y aceptación del ministerio apostólico de Pablo por parte de la Iglesia: Hechos y Gálatas 1-2</span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br />Dios procesa los ministros. Él los forma . Es dentro del entorno del Cuerpo que Él los va modelando. Fuera del cuerpo, Él no produce ministerios. Es en dependencia y sujeto a la Iglesia que los siervos son formados. Saulo tendría que tornarse en Pablo. Antes de esto, no podía proyectarse en el apostolado. El reconocimiento y aceptación de la Iglesia no fue prematuro. Tampoco comenzó su ministerio apostólico como por arte de magia. Todo fue un proceso como a continuación vamos a ver.<br /><br />A raíz de su conversión bajo el cuidado y dirección del profeta Ananías y de Bernabé, él lleva a cabo su crecimiento en el entorno de la Iglesia Local: “ y enseguida se dedicó a predicar....afirmado que Jesús era el Cristo” (Hechos 9:20) “Todos los que le oían se quedaban asombrados y preguntaban ¿No es este el que en Jerusalén perseguía a muerte a los que invocan ese nombre”(9:21) Bajo la amenaza de muerte, por parte de los judíos, los discípulos le enviaron a Jerusalén (vs. 23-26), donde los discípulos de este lugar le “tenían miedo, porque no creían que de veras fuera discípulo” (v. 26).<br /><br />Bernabé lo tomó y lo presentó ante los Apóstoles, testificando sobre la experiencia de Saulo, de camino a Damasco, y su testimonio público de cómo hablaba valerosamente en el nombre de Jesús. De allí los hermanos lo llevaron a Cesarea y después a Tarso. De ahí en adelante no se habla más de él hasta el Cap. 13, Pero su testimonio en Gálatas llena este tiempo.<br /><br />En Gálatas, el mismo Pablo añade algunos detalles más: de Jerusalén se fue a en Arabia, después volvió a Damasco. Tres años más tarde subió nuevamente a Jerusalén para “ver a Pedro” y estuvo 15 días con él. Posteriormente fue a las regiones de Siria y Cilicia, (1:18-23). Pasados 14 años, volvió a Jerusalén con Bernabé y Tito, y esto por revelación de Dios. Allí sufre la persecución y vigilancia de “los falsos hermanos” “introducidos a escondidas” (v. 4) pero también, es “reconocido” por parte de Jacobo y Juan que eran “columnas de la Iglesia” (v. 9) , quienes “le dieron la señal de compañerismo” para que ellos (Pablo y su equipo) “fueran a predicar a los gentiles como los otros a la circuncisión” ((v. 9).<br /><br />Es entre 12 y 14 años después de su conversión, tras haber pasado todo un proceso de rechazos y aceptaciones (46 D.C.) que el capítulo 13 del Libro de los Hechos nos narra la historia de su ordenación al ministerio y comienzo oficial de su ministerio apostólico. Este fue un acto solemne. No ocurrió en la casa de Saulo mientras él veraneaba y tomaba un descanso. No, el evento se produjo en el entorno y dentro de la Iglesia Local, lugar donde había profetas y maestros, donde había una serie de líderes ayunando, orando, ministrando y bajo los cuales Saulo estaba sujeto. Allí fue donde el Espíritu Santo habló y dijo: “Apartadme ahora a Bernabé y a Saulo para el trabajo al que los he llamado”, “Así que, después de ayunar, orar e imponerles las manos los despidieron”. “Bernabé y Saulo, enviados por el Espíritu Santo, bajaron a Seleucia, predicaron la palabra de Dios...” A raíz de esta experiencia, comenzó formalmente el ministerio a los gentiles; Saulo dejó de ser Saulo y empezó a llamarse Pablo. (v.9 y 13).<br /><br />No terminarían las luchas, sino que comenzaría una larga carrera de batallas y victorias que culminarían con la expansión del evangelio y el establecimiento de la Iglesia en todo el mundo conocido. ESTO ES UN MINISTERIO APOSTÓLICO.</span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Perspectiva personal de Pablo sobre su ministerio apostólico.</span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /><br />Naturaleza del ejercicio de su apostolado: Es necesario tener en cuenta qué principios regía la actividad apostólica de Pablo que nos ayudarán a orientar este ministerio en la actualidad. Lamentablemente, algunos autotitulándose apostoles en la actualidad se han ido por la tangente, porque nunca tuvieron ni la visión ni el verdadero objetivo de ese ministerio y aprovechando de su "autoridad" han incursionado en actividades y en lugares fuera del contexto del accionar de una verdadero apóstol. Analizando la actividad apostólica de algunos "prominentes ministerios" de este tipo y contrastándolo con los principios fundamentales que rigen un verdadero apostolado desde del punto de vista bíblico he llegado a las siguientes conclusiones relativas a las fallas del ejercicio de esos ministerios:<br /><br />Antes, es necesario aclarar algunas cuestiones de suma importancia para poder mantener un equilibrio. Sabemos que hay, por regla general, dos tendencias: o aceptarlo todo, o rechazarlo todo.<br /><br />1. Es necesario entender las dos proyecciones del ministerio apostólico en el Nuevo testamento, para no cometer el error de rechazar todo lo que se muestra como ministerio apostólico o irse al otro extremo de aceptar todo lo que se muestra como ministerio apostólico. La VERDAD tiene dos extremos sobre un punto medio de apoyo. Los extremos solo contienen parte de la verdad, y la verdad en parte, no es verdad; el centro aúna y canaliza la verdad.<br /><br />En este caso, y producto de “aquellos que se dicen ser apóstoles y no los son”, producto de todos los desastres que estos mal llamados y autotitulados apóstoles han cometido a través de la historia de la Iglesia, y persisten en la actualidad, tendemos a rechazarlo todo, a adoptar una actitud negativa en cuanto a este ministerio y a la falta de reconocimiento de los que verdaderamente son.<br /><br />Pasa, en la actualidad, como aquellos que rechazan de plano el bautismo del Espíritu Santo, sus dones, producto del extremismo de algunos que ignoran el funcionamiento de ellos.<br /><br />2. Tenemos que considerar el apostolado primigenio, el llamamiento de los 12 como base y fundamento sobre el cual se edifica la Iglesia junto con “la piedra angular”: Jesucristo. Sobre ellos recayó la responsabilidad de escribir el Nuevo Testamento; aunque no todas los apóstoles escribieron parte del N. T. y otros que no fueron apóstoles como Lucas, Marcos y posiblemente el autor de la epístola a los Hebreos, que aunque no fueron apóstoles escribieron parte del N. T.<br /><br />3. Que Pablo, que no estaba dentro del llamamiento primigenio y “como un abortivo”, fue levantado posteriormente, junto con Bernabé, como apóstol de Jesucristo.<br /><br />4. Que en la proyección histórica de la Iglesia, Dios ha levantado a hombres con un llamado especial para realizar una labor apostólica de carácter nacional y mundial; promotores de grandes movimientos dentro y fuera de sus países. Los ha levantado con una capacidad liderística fuera de lo común. Personas con un ministerio reconocido por la Iglesia, aún y aunque no son calificados como apóstoles.<br /><br />5. Que los “falsos apóstoles” son identificables por las características de su labor, por las características de sus actitudes, por las características de sus pretensiones y por la nocividad de sus acciones.<br /><br />6. Que no es justo, ni es honrado anular y no calificar un ministerio por temor. Jesús los calificó, a pesar de todos los errores que cometieron aquellos que él llamó. Somos capaces de calificar al maestro, al evangelista, al pastor y a veces al profeta, ¿y por qué no honrar a los nuestros calificándolos como apóstoles considerando la labor y trayectoria de su trabajo a través de los años?<br /><br />7. Que en el ejercicio correcto del apostolado no se puede inventar nada nuevo. Las nuevas revelaciones es una pretensión. Ya que el apostolado actual va encaminado a proclamar El Mensaje para ganar al hombre perdido para Cristo.</span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Características de los ministerios apostólicos transnacionales con pretensiones mundiales:</span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /><br />1ro. La tendencia de construir una superestructura de carácter piramidal donde cada apóstol reclama una revelación especial de Dios para que sirva de directriz para todas las organizaciones eclesiásticas.<br /><br />2do. Las contradicciones que hay en cuanto a planes y propósitos de cada uno que al fin y al cabo no se sabe quién es o no es inspirado por Dios.<br /><br />3ro. Control, por medio de la enseñanza exclusiva a través de todos los medios. Libros, audio y videos casets, DVD, televisión, revistas, etc. La pregunta es, ¿no hay enseñanza en otros lugares? ¿se le olvidaría Dios levantar maestros en otros territorios?<br /><br />4to. Una estrategia “recibida de lo alto” que unifique el actuar de todas las Iglesias a nivel local, nacional y mundial. Y aquí cabe la pregunta ¿es que no hay otros apóstoles en otros lugares del mundo, inspirados por Dios, para suplir la necesidad de su nación, provincia o ciudad?<br /><br />5to. Utilización de material humano ajeno, dentro y fuera de sus países de origen, utilización de miembros de Iglesias establecidas como si estas no tuvieran sus propios dirigentes, sus propias actividades y proyectos para el lugar donde Dios las ha colocado.<br /><br />6to. Aplicación de una estrategia común sin tener en cuenta que cada uno de estos ministerios apostólicos, proféticos y pastorales de cada lugar han recibido, para su área de trabajo la estrategia que se adecua a sus necesidades.<br /><br />8vo. La creación de redes llamadas “apostólicas” con “autoridad suprema” para regir los destinos de la Iglesia. Traté de encontrarlas, pero no hallé en la Biblia este modelo de redes internacionales.<br /><br />¿Qué nos enseña Pablo, Pedro y demás apóstoles?. Veamos estos principios, NO LEYES:<br /><br />1o. El apóstol era una persona que sabía delimitar el área de acción de su trabajo.-<br /><br />Pablo, que se extendió hasta los “confines de la tierra”, reconoció, que antes que él ya había otros apóstoles que habían trabajado y abierto Iglesias dentro y fuera de Palestina, comenzando en Jerusalén. En el segundo viaje (por permisión divina) Pablo y Bernabé se comparten el trabajo apostólico. Ellos salieron con una estrategia común, pero Dios determinó otra cosa. (Hechos 15:36-41). Cada uno tomó un rumbo diferente proyectando su trabajo apostólico en diferentes campos misioneros. A estas alturas había Iglesias abiertas por Pedro, Felipe, Pablo, y otros creyentes que a causa de la persecución predicaron el evangelio también. (Hechos 11:19-21).<br />Dirigiéndose a los Gálatas reconoce la autoridad apostólica de Pedro, pero hace valer la de él también, delimitando áreas de autoridad y trabajo (Gálatas 2:6-9). Y dirigiéndose a los Romanos les decía: “Y de esta manera me esforcé en predicar el evangelio, no donde Cristo ya hubiera sido anunciado, para no edificar sobre fundamento ajeno , sino, como está escrito: Aquellos a quienes nunca les fue anunciado acerca de él, verán; y los que nunca habían oído de él, entenderán” (Romanos 15:18-21).<br /><br />2o. El trabajo principal del Apóstol es alcanzar lugares o regiones donde Cristo no ha sido predicado; levantando Iglesias, formando sus líderes, colocando el fundamento. La supervisión eventual de éstas hasta verlas maduras. (1 Ti. 1:3; Tit. 1:5).<br /><br />Se ve en Pablo el espíritu de ayuda a las iglesias fundadas por él especialmente, su preocupación por sus congregaciones y líderes pero con respeto por aquellas Iglesias sus pastores; También notamos un espíritu de colaboración y respeto para aquellas que, aunque no habían sido levantadas bajo su ministerio, precisaban de su ayuda. Puede comparase el lenguaje que él utiliza cuando habla a los Gálatas (iglesia fundada por él) y a los romanos (Iglesia fundada por otro). Aunque a las dos les golpeaban situaciones similares, sin embargo, el tono con que habla a la Iglesia de Roma es más suave y ético que a los Gálatas.<br />Otro trabajo que no sea este está fuera de contexto y, en vez de bendecir, a la postre se verán los resultados negativos de tal actitud, atentando contra la unidad de la Iglesia.<br /><br />3o. Los ministerios son concéntricos, donde Cristo es su centro común.<br /><br />A Dios le ha placido hacer una distribución racional de los ministerios alrededor del mundo. Aunque todos dependen de él, sin embargo, ninguno se constituye en una máxima autoridad sobre otros. Aún, dentro del ejercicio de el ministerio apostólico primitivo, no se ve a uno solo preponderante y subordinando a los demás bajo su control. En la Biblia vemos el desarrollo normal de esos ministerios, como también vemos como rechaza la supremacía de uno sobre otro. (1 Cor. 1:12-15; Gálatas 2:6-10; Mateo 20:24-28).</span></span></span><span style="font-family: "arial";"><span style="font-size: +0;"><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Lo que nos revela en la epístola a los Romanos:</span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">-- Primero se consideró siervo de Jesucristo (1:1).<br />-- Llamado por Jesucristo a ser apóstol (1:1 ).<br />-- Apartado para el evangelio de Dios (1:1).<br />-- Su apostolado fue recibido (1: 5).<br />-- Se sentía deudor del mundo (1:14).<br />-- Y con carga por su nación (10:1), que se traducía en gran tristeza y dolor a tal punto que estaba dispuesto a perderse él si con su sacrificio podía lograr la salvación de su nación.<br />-- Se sentía un “ministro para ministrar” (15:16).<br />-- Con respaldo de Dios. (15:18-19).<br />-- Esforzado en su ministerio. (15:20).<br />-- Con visión universal (15:20).<br />-- Tenía para dar (15:24-29).<br />-- Era un hombre agradecido. Reconocía la ayuda y el ministerio de los cuales había recibido asistencia (16:1-16 ).</span></span></span><span style="font-family: "arial";"><span style="font-size: +0;"><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Lo que nos revela en las epístolas a los Corintios.</span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">-- Fue llamado a ser apóstol (1:1 ).<br />-- Enviado por Jesucristo (1:17 ).<br />-- Su mensaje fue de Dios (2:1-5).<br />-- Fue revelado por Dios y predicó con la sabiduría de Dios (2:6-16). -- </span></span></span><span style="font-family: "arial";"><span style="font-size: +0;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Se consideraba colaborador de Dios (3:9).<br />-- Él fundamentó la Iglesia (3:10).<br />-- Se consideraba servidor de Cristo y administrador de los ministerios de Dios (4:1).<br />-- Era fiel (4:1).<br />-- Tenía buena conciencia (4:4).<br />-- Se presentaba como ejemplo de la Iglesia (4:6).<br />-- Estaba consciente de su capacidad para sufrir (4:9-14 )<br />-- Sentía amor paternal (4:17-21).<br />-- Su ministerio apostólico fue sellado por los frutos de su labor (9:1-12 ).<br />-- Su labor fue hecha incondicionalmente (9:1-14).<br />-- Su galardón: El fruto de su trabajo (9:17-20 ).<br />-- Se consideró muerto con Cristo (15:31).<br />-- Estaba consciente de la realidad de sus adversarios (16:9).<br />-- Su ministerio apostólico fue por voluntad de Dios (1:1).<br />-- Su ministerio fue sufrido (1:8-11 2:4:4:7-10; 6:4-10; 11:16).</span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Lo que nos revela en la epístola a los Gálatas:</span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /><br />-- Él es apóstol, no de los hombres ni por los hombres (1:1).<br />-- Su evangelio era anunciado “no según hombre” (1:11).<br />-- Su evangelio fue recibido por revelación de Jesucristo (1:12).<br />-- Él fue apartado desde el vientre de su madre (1:15 ).<br />-- Llamado por gracia (1:15 ).<br />-- Jesucristo fue revelado en él (1:16).<br />-- Tenía dirección divina (2:2 ).<br />-- Estaba a la altura de los otros apóstoles (2:8). </span></span></span></div>
<div align="justify">
<span style="font-family: "arial";"><span style="font-size: +0;"><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Espíritu que inspiraba a Pablo hacia sus colaboradores:</span></strong></span></span></div>
<div align="justify">
<span style="font-family: "arial";"><span style="font-size: +0;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><strong></strong>1. Un espíritu paternal.- El apóstol es un padre espiritual (1 Tim. 1:2; Tito 1:4; 1 Pedro 5:13; 1 Juan 2:1; etc). Es padre de sus hijos, no padre de los hijos de otros.</span></span></span></div>
<div align="justify">
<span style="font-family: "arial";"><span style="font-size: +0;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">2. Humildad extrema para reconocer el ministerio de los demás. (Filp. 2:19 al 30; Col. 4; etc.)</span></span></span></div>
<div align="justify">
<span style="font-family: "arial";"><span style="font-size: +0;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">3. No tiene a menos colocarse al mismo nevel de sus colaboradores (1 Tes. 1:1; Filp. 1:1; etc.) dando honor a sus ayudadores.</span></span></span></div>
<div align="justify">
<span style="font-family: "arial";"><span style="font-size: +0;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">4. Un amor extremo por las almas perdidas de las cuales se sentía deudor.</span></span></span></div>
<div align="justify">
<span style="font-family: "arial";"><span style="font-size: +0;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">En las otras epístolas, con más o menos detalles se reiteran los mismos enfoques personales sobre su apostolado.<br /><br />Para concluir, diremos que el ministerio del apostolado, al igual que los otros, nacen, crecen, se desarrollan y se capacitan dentro de la Iglesia Local, sin embargo, su ejercicio y desarrollo trasciende los límites locales y no puede ser contenido por ella. Más bien la Iglesia local es la plataforma de lanzamiento, la detonante para su proyección ilimitada al mundo exterior.<br /><br />El trabajo del ministerio apostólico se proyecta en dos direcciones:<br /><br />1º. La materia prima con la cual trabaja: Mundo perdido, necesitado de salvación, sanidad, guianza y dirección espiritual. El Apóstol es un plantador de semilla (Mat. 13:1 Co. 3:6) y un cosechador iglesias. (2 Tim. 2:6)<br /><br />2º. El pueblo convertido: él también es fundamentador (1Co. 3:10; Ef. 2:20; 2 Ti. 2:19) del edificio espiritual y el director posterior de toda la obra bajo la dirección y guianza del Señor. Esto incluye la formación de los líderes a los cuales prepara a fin de que lleven a cabo la tarea de edificar y proveer para el crecimiento y fructificación del Cuerpo de Cristo.<br /><br />A lo largo de la Historia de la Iglesia tenemos ejemplos genuinos de verdaderos apóstoles. En la Edad Media encontramos a Pedro Valdo, fundador del movimiento de los Valdenses; a Juan Wycliff y su movimiento de los “lolardos”; a Juan Huss, en Bohemia, con el movimiento husita. Podemos citar también a Lutero, a Calvino, a Juan Knox, en el período de la Reforma. Añadimos a Jorge Fox, fundador de los Cuáqueros, al Conde Zinzendorff, apóstol de los Hermanos Moravos; Juan Wesley fundador de la Iglesia Metodista; a William Both, fundador del Ejército de Salvación. En Cuba, por ejemplo, podemos mencionar al Rev. B. G. Lavastida, fundador de la Misión de Los Pinos Nuevos, de la Misión de las Indias Occidentales, y aquí en la Argentina tenemos ejemplos concretos de apostolados en las personas del Rdo. Omar Cabrera, fundador de Visión de Futuro, Rosa Spagnolatti, José Manuel Carlo, Pablo Terechovich, el ya fallecido Pastor Regge, de la iglesia de Olivos, Ricardo Saavedra y muchos más.<br /><br />En esta Patagonia inclemente tenemos hombres de Dios que a través de los años han sido fieles a su llamado, que han plantados Iglesias, formado ministerios, salvado almas. Entre ellos tenemos al Pastor Horacio Balbi junto a su esposa Julia, Emilio Figueroa y su esposa Lucía, Marcelo Hoyos y su esposa Cristina, Héctor Ferreira y su esposa María, Alejandro Garabano, el Pastor Burgos. Hombres como Pablo Terechovick, José M. Carlos, el finado Patos. Reyes y muchos otros más a los que es imposible enlistarlos, que han realizado una labor expansiva, han sido productores de ministerios y han llenado del conocimiento de Cristo las áreas territoriales en las cuales se han desarrollado sus ministerios.<br /><br />El pastor realiza un ministerio apostólico en potencia. El desarrollo de este ministerio se ampliará a la medida de su visión misionera, la extensión a los campos blancos y a la capacidad que tenga de preparar líderes idóneos para la continuidad y expansión de la Iglesia. El apóstol Pablo habla de “grandes apóstoles” (2 Co. 11:5:1211) y “pequeños apóstoles” (1 Co. 15:9; Efe. 3:8); esto da lugar para aquellos que han realizado una obra de carácter apostólica, aunque territorialmente no hayan alcanzado al mundo como Pablo. Cada pastor realiza, hasta cierto grado, una labor apostólica. Cuanto más se extiende en su visión de ganar almas, lugares y pueblos, ese ministerio se va amplificando. Algunos de los nombres mencionados en el párrafo anterior han sido y son pastores; otros que no se han mencionado miembros, de determinadas denominaciones evangélicas que, aún dentro de ellas mismas, se proyectaron con visión expansiva y han multiplicado sus congregaciones primeras, han formado líderes y, en el caso de algunos, han asumido posteriormente la autonomía denominacional.<br /><br />Aquí, en esta Patagonia argentina, en un tiempo inhóspita y todavía hoy inclemente, podemos enlistar una buena cantidad de hombres y mujeres que con su trabajo pastoral y apostólico lograron romper el viento, la tierra, el desierto, el frío, el hielo, la nieve para traer el conocimiento del Evangelio, tanto a las etnias indígenas, como a los inmigrantes establecidos y a sus descendientes. Hombres y mujeres, cuyos nombres la historia secular no recoge ni reconoce, pero Dios, que es justo, tiene para ellos aparejado una recompensa bendita en el cielo. Un día, ante las huestes angelicales, ante la Iglesia de todos los tiempos congregada en presencia de Dios y ante las “potestades superiores” serán honrados por el Dueño y Señor de la mies”. Son muchos mas que ni aún conozco, pero que han trabajado arduamente y por muchos años aquí, en esta región desértica, ventosa y fría, por la extensión el Reino de Dios. Estos hombres de Dios, aunque nunca se han autotilulado ni llamado ellos mismos apóstoles, ni aún han sido reconocido ni calificado como tales, sin embargo, su obra, trabajo y sacrificios sí lo proclaman como tales y nosotros lo reconocemos y queremos honrarlos para que no pasesen al anonimato descalificados, sino a la historia como ejemplo a futuras generaciones.<br /><br />Si ya entendiste qué es un Apóstol te invito a aceptar el desafío. </span></span></span></div>
<span style="font-family: "arial";"><span style="font-size: 130%;"><div align="center">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /></span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">EL MINISTERIO PROFÉTICO. </span></strong></div>
<div align="justify">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Muchos se preguntan, ¿hay profetas en la actualidad?, ¿qué es un profeta?, ¿que características tiene el ministerio profético?. Antes de entrar a considerar este asunto, hagamos una diferencia entre el ministerio del profeta y la persona que en la Iglesia Local tiene el don de profecía. Como ya hemos visto, el don de la profecía tiene el objetivo de “exhortar y consolar para edificar”, el ministerio del profeta es más abarcador y trascendente por la naturaleza de la actividad que realiza. Podemos decir a la vez, que no hay ningún indicio escritural ni histórico que señale la suspensión o anulación de este ministerio dentro de la Iglesia. Si no tenemos más profetas se debe, primero, a la falta de reconocimiento de este ministerio, que tiende a anularlos; segundo, a la ignorancia sobre qué cosa es este ministerio; tercero, a los malos testimonios que algunos de ellos han dado, afectando así el ministerio de los verdaderos profetas; y, cuarto, a los falsos profetas que, con su actividad carismática pero nociva, han defraudado la confianza de los pastores e iglesias que los han recibido.<br /><br />Para responder a la pregunta “qué es un profeta” es necesario tomar como base el ministerio profético del A. T. ¿Por qué remitirnos al Antiguo Testamento? En primer lugar, porque el mismo Cristo compara a los profetas verdaderos que habrían de venir posteriormente, - en alusión directa a sus apóstoles-, con los profetas del Viejo Pacto. Establece una analogía en relación a las persecuciones y vituperios que recibirían aquellos, en el ejercicio de su ministerio ( Mt. 5:10-12). En segundo lugar, porque en el NT se añaden muy pocos elementos descriptivos y normativos relacionados con este ministerio. Los pocos que se hacen se realizan sobre las bases del ministerio antiguotestamentario, que se da por sentado.<br /><br />En el ministerio profético original obraban muy especialmente los dones de revelación unido al don de la profecía. En ocasiones operaban otros dones para complemento del ministerio y dadas las circunstancias. Ejemplo de ello lo tenemos en Elías y Eliseo. Una persona que posea o en la cual se manifieste el don de la profecía, no es necesariamente un profeta. Esto se debe a que el profeta tiene un ministerio y no solamente un don, ministerio que incluye el don de la profecía y los dones de revelación. Por otra parte, es bueno que entendamos también que la manifestación ocasional de algunos de los dones de revelación, tampoco consagra a alguien como profeta.<br /><br />Cuando alguna persona en la Iglesia recibe, de parte de Dios, revelación de cualquier naturaleza, en ella se ha manifestado, por lo menos, uno de los dones de revelación. Cuando la persona expresa verbalmente lo recibido, esta acción es canalizada a través del don de la profecía, edificando, exhortando y consolando al pueblo de Dios. Cuando esta actividad se hace frecuente y sistemática y reconocida, entonces podemos comenzar a hablar de un ministerio profético en potencia. Este ministerio puede estar circunscrito originalmente dentro de la iglesia local pero, como ministerio, se ha de proyectar fuera del ámbito de la Iglesia local para edificar a la Iglesia universal. Dios se encarga de levantarlo y la Iglesia de reconocerlo. </span></div>
<div align="right">
<strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Naturaleza del ministerio profético. </span></strong></div>
<div align="justify">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">En pocas pero precisas palabras, Pedro nos expone maravillosamente la naturaleza del ministerio profético en el A. T., cuyos principios rigen también en los profetas del Nuevo Testamento. En 1 de Pedro 1:10-12 dice: “Los profetas que anunciaron a la gracia reservada para ustedes, estudiaron y observaron esta salvación. Querían descubrir qué tiempo y cuáles las circunstancias se refería el Espíritu de Cristo, que estaba en ellos, cuando testificó de antemano acerca de los sufrimientos de Cristo, y de la gloria que vendría después de éstos. A ellos se les reveló que no se estaban sirviendo así mismos, sino que les servían a ustedes. Hablaban de las cosas que ahora les han anunciado los que predicaron el evangelio por medio del Espíritu Santo enviado del cielo....”<br /><br />¿Cuál era el propósito central de sus profecías? “La gracia reservada para nosotros”. En 4:10 el mismo Pedro define esta gracia como “las diversas formas de la gracia de Dios” . Comienza con la suprema manifestación de la gracia de Dios en Cristo Jesús, el cual estaba “lleno de gracia y de verdad”, y se proyecta a través del Calvario hacia nosotros produciendo la salvación eterna de nuestras almas; sigue con todas las bendiciones derivadas de la efectivización de este estado de gracia, que trasciende a la gloriosa eternidad. Esta “gracia” estaba destina a vosotros. Fue preparada antes de los tiempos, en la eternidad pero dispuesta a alcanzar su objetivo: la salvación a través del sacrificio del “cordero inmolado antes de la fundación del mundo”. Dentro de esa gracia estamos incluidos nosotros que vivimos en estos últimos tiempos y que gozamos de esta esperanza de gloria.<br /><br />Esto nos enseña el aspecto Cristocéntrico del mensaje profético. Ellos estaban conscientes de que toda su predicación, de una u otra forma, tenía que ver con el plan redentor del hombre. Ya directa o indirectamente, su predicación tenía un matiz típico de cosas mayores que estaban por venir. Aunque ellos “aguardaban con esperanza la redención Israel” (Lc. 2:25) sin embargo “se les reveló que no se estaban sirviendo a ellos mismos...” (1 P. 1:12), sino que todo aquello tendría un cumplimiento futuro, que ellos ministraban para futuras generaciones. En la manifestación postrera de la gracia que ellos profetizaron, muy temprano al cumplimiento, algunos hombres y mujeres de Dios tuvieron el privilegio de que el Espíritu Santo les revelara el cumplimiento preciso de todo lo que antes se había dicho. Simeón se hace eco de esa experiencia cuando dice: “...según tu palabra, Soberano Señor, ya puedes despedir a tu siervo en paz. Porque han visto mis ojos tu salvación que has preparado a la vista de todos los pueblos...” (Lc. 2:29-30); se hace junto con Ana, profetiza, de la cual se dice: “Llegando en el mismo momento, Ana dio gracias a Dios y comenzó a hablar del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén” (2:38). Todo esto se resume con una declaración sencilla:</span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">EL MENSAJE CRISTOCÉNTRICO DEL PROFETA ES EL REGULADOR TANTO DE SU ACTIVIDAD COMO DE LAS PALABRAS DE SU PROFECÍA. </span></strong></div>
<div align="right">
<strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">¿Qué actitud adoptaron los profetas? vv. 10-11. </span></strong></div>
<div align="justify">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Dentro de ellos había un espíritu de responsabilidad tan grande, una visión tan clara de la labor que realizaban, un deseo de conocimiento de Dios, que se traducía en estas expresiones elocuentes en su actitud inquisitiva como estas: “inquirieron”, “indagaron diligentemente” , “escudriñaron”, “estudiaron” y “observaron”,<br /><br />La conciencia del profeta sobre su labor dentro de los planes de Dios le movía a adoptar una actitud inquisitiva. Inquirir, según el diccionario es “investigar, averiguar, indagar, buscar información” . Esta actitud requiere diligencia y conciencia, en la que toda su personalidad está comprometida con Dios para buscar y encontrar en Él (la fuente) la verdad divina; esa verdad que estaba velada por un futuro no revelado. Un ejemplo típico lo tenemos en Daniel. En el Capítulo 9 de su libro se revela la preocupación expectante por el cumplimiento de los planes de Dios en su pueblo que lo llevó a “lograr entender ese pasaje de las Escrituras donde el Señor le comunicó al profeta Jeremías que la desolación de Jerusalén duraría setenta años” (v. 2). Esta preocupación lo indujo a “orar y dirigir sus súplicas al Señor su Dios. Además de orar se vistió de luto y se sentó sobre cenizas” (v. 3.) Y sigue diciendo: “Esta fue la oración y la confesión que hice”...” (v. 4). El v. 20 es muy significativo: “Yo seguí hablando y orando al Señor mi Dios. Le confesé mi pecado y el de mi pueblo Israel y le supliqué en favor de su santo monte”...”. El v. 22 dice: “Y me hizo entender, y habló conmigo...”. (R.V. 60) ¿Qué podemos rescatar de la actitud profética de Daniel:<br /><br />1. Un profeta que miraba atentamente y conocía la Palabra.<br /><br />2. Un profeta que conocía el secreto de las revelaciones.<br /><br />3. Un profeta que buscaba a Dios en oración, ruego, y con un corazón humillado.<br /><br />4. Un profeta que se identificaba con el pueblo y se convirtió en un intercesor a favor de su pueblo.<br /><br />5. Un profeta con quien Dios hablaba.<br /><br />6. Un profeta a quien Dios atendía.<br /><br />7. Un profeta a quien Dios le hacía entender.<br /><br />8. Un profeta que sabía el secreto de estar en “el secreto de Jehová” (Jer. 23:18-22 ).</span></div>
<div align="right">
<strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">¿Cuál fue la naturaleza de su mensaje? </span></strong></div>
<div align="justify">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">En cuanto a “inspiración”, no era asunto de hombre. La fuente de su inspiración era Dios utilizando como canal al hombre. En cuanto a “voluntad”, era una combinación de la de Dios con la docilidad del profeta para obedecer, pero la iniciativa era de Dios. En cuanto a la naturaleza espiritual del profeta, era “un hombre santo de Dios”, capaz de entrar en una comunicación y comunión íntima con Dios. En cuanto a su autoridad espiritual, era una autoridad de carácter comunicativo; la expresión verbal de la profecía es descrita como: “hablaron siendo inspirados por el Espíritu de Cristo que estaba en ellos”. La fuente inspiracional de la verdadera profecía es el Espíritu de Cristo. El Espíritu Santo operando como Espíritu de Cristo, develó el proceso futuro de la redención ante los “ojos” de los profetas: sus luchas y sus victorias; sus sufrimientos y sus glorias. (v. 11) La santidad del profeta, la comunión del profeta, la docilidad de corazón del profeta lo convierten en el instrumento idóneo para la manifestación de la profecía. A esta calidad de profecía es a la que se nos manda a “estar atentos”. v. 19. Muchos de estos principios rigen todavía en el día de hoy. </span></div>
<div align="right">
<strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">¿Qué anunciaban, cuál era su mensaje? </span></strong></div>
<div align="justify">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">El aspecto cristocéntrico del mensaje profético incluía la revelación de la naturaleza de la persona de Jesús. A través de todo el A. T., podemos notar cómo los escritores, al hablar acerca de la venida del Mesías iban revelando verdades relativas a la naturaleza, tanto de la persona del Mesías como de la misión que iba a desarrollar. Comenzado en Génesis, y terminando con Malaquías, cual cadena dorada, se concatenan eslabones comunes que se aúnan para revelar a un personaje, diferente a todos los otros, y que se proyecta en el Nuevo Testamento en la figura exclusiva y majestuosa de Jesucristo, el eterno Hijo de Dios, con todos sus atributos humano-divinos como único representante de Dios ante el hombre y del hombre ante Dios, y cuyo sacrificio fue el único capaz de satisfacer las demandas de Dios y la necesidad del hombre pecador.<br /><br />Pedro pone énfasis especial a dos aspectos antitéticos: “los sufrimientos de Cristo” y “la gloria que vendrían después de ellos”. Isaías expone de una forma muy singular estos dos aspectos. La imagen del Mesías sufriente (52:13 al 53:12) surge ante nosotros como un “mal necesario” para producir un bien universal: la salvación de toda la humanidad. Jesús ratificó este proceso inevitable a sus discípulos cuando les dijo: “Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos (Lucas 24:46), pero después, en los capítulos sucesivos. Isaías nos habla “de la gloria venidera” y de los triunfos que se derivarían producto de la obra terminada del Calvario.</span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">EL VERDADERO PROFETA PROCLAMABA SUFRIMIENTOS Y GLORIAS, NO GLORIAS SIN SUFRIMIENTOS. </span></strong></div>
<div align="right">
<strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">¿Para quién ministraban? </span></strong></div>
<div align="justify">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">La conciencia del objetivo de su mensaje fue y tenía que ser por revelación. Fácilmente y humanamente su mirada bien podía remitirse al presente en que cada uno de ellos vivía. Su ministerio profético se desarrolló dentro de una nación que aunque dura de cerviz, sin embargo era poseedora y depositaria de la verdad revelada de Dios. A esta nación se le había dado la promesa que de dentro de ella Dios levantaría al Mesías, salvador de ellos. Pero la concepción errada de los planes de Dios para sus vidas no les permitió discernir las características sufrientes de la obra del Mesías a causa de la problemática espiritual de la que adolecían. El orgullo y el engreimiento nacional los llevó a creerse superiores levantando una barrera entre ellos y el objetivo (el mundo gentil). Pasaron por alto el aspecto sacrificial, porque no entendieron el aspecto espiritual de la obra del Mesías. La concepción del Mesías fue distorsionada, se crearon, para ellos, un Mesías guerrero y libertador que vendría a arrasar con las naciones gentiles y establecer un reinado físico, material, político, teniéndolos a ellos como cabeza entre las naciones. En medio de la neblina espiritual, la vista de los profetas penetró el tiempo y vislumbraron la imagen del verdadero Mesías, - aquel que vendría a salvar su pueblo de sus pecados - y la creación de otro pueblo, fusión de dos pueblos, ellos y los gentiles, al cual Jesús le llamaría “Mi Iglesia”; un pueblo que vendría a ser la agencia a través de la cual, Él llevaría Sus planes salvíficos a todas las naciones. Fue, precisamente, para la Iglesia para la cual ellos ministraban para nosotros las cosas que anunciaron los que predicaron el Evangelio.<br /><br />Es de resaltar la visión de larga distancia de los profetas, pero esa visión era producto del Espíritu de Cristo que estaba en ellos, que les hacía ver cosas que a otros les era imposible ver. Solo el Espíritu de Cristo podía ser capaz de levantarlos para mirar desde una perspectiva invisible para los ojos de un pueblo ciego que corría tras sus propios intereses obviando los intereses de Dios.<br /><br />Es de elogiar el espíritu incondicional y desprendido con que realizaron los profetas del A. T. su labor. No trabajaron para ellos pero a pesar de eso trabajaron. Sus sufrimientos, las incomprensiones, las persecuciones, la oposición y aún la muerte, no opacaron su visión, y aun cuando lo que hacían “para nosotros”, no por eso permitieron que el egoísmo y la indiferencia hicieran mella en su visión y vocación.</span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">EL VERDADERO PROFETA NO TRABAJA PARA ÉL. LE MUEVE UN ESPÍRITU DESPRENDIDO PARA SUFRIR POR EL PUEBLO DE DIOS. SABE MIRAR LEJOS.</span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br />¿Qué encontramos por medio de esta calidad de profecía? 2 Timoteo 3:16-17.<br /><br />“Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil parta enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra”. (2 Timoteo 3:16).<br /><br />Encontramos en ella todo lo que el creyente necesita para su crecimiento, educación y utilidad en su ministerio. La misma Palabra se constituye para nosotros, de acuerdo a la necesidad, en una luz profética que ilumina el camino por el cual andamos (Sal. 119:5; 2 Pedro 1:19). En ocasiones hace de brújula para orientarnos en la vida cristiana y dentro del plan preciso de Dios (Mateo 16:2-3); en otras, para nuestro crecimiento y desarrollo, se convierte en el “leche espiritual” (1Ped. 2:2), “vianda” nutritiva (He. 5:13-14), que nos convierte en cristianos crecidos y maduros; para nuestros errores, se convertirá en el espejo del alma que refleja nuestra condición espiritual (Sgo. 1:23) y que nos mueve a rectificar; para nuestra seguridad y firmeza, se convertirá en “el ancla que penetra hasta detrás de la cortina del santuario” (Heb. 6:1) que hace inconmovible nuestra “embarcación”.<br /><br />La profecía se convierte en el reloj de Dios. Nos marca el tiempo justo en el cual vivimos dentro del proceso histórico de los planes divinos, por lo que trae confianza y seguridad a nuestras almas. Nos da convicción profunda de que el mundo y la historia no es un barco azotado por la tempestad, descontrolado y sin timonel, sino que aunque en apariencia parezca que Él esta dormido, Él “marcha en la tempestad y el torbellino” (Nahum 1:3), realmente está consciente y todavía es SEÑOR DE LA HISTORIA. Por otra parte, Él espera de su Iglesia la tranquilidad y la confianza que él imparte en medio de “Su descanso dentro del barco” (Mat. 8:23-27).</span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">EL MINISTERIO PROFÉTICO DECLARA LA VOLUNTAD DE DIOS PARA HACER QUE EL HOMBRE ENCUENTRE EL CAMINO POR EL CUAL PUEDA ANDAR SEGURO. </span></strong></div>
<div align="right">
<strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">¿Cómo se proyecta el ministerio profético en el presente? </span></strong></div>
<div align="justify">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">A través de diferentes medios, - charlas, debates, conferencias, predicaciones, libros – he escuchado y leído distintas opiniones sobre la manifestación del ministerio profético en estos tiempos en que vivimos. Claro que la expresión “estos tiempos en que vivimos” no se limita al presente inmediato, sino a partir de la institución oficial de la Iglesia a raíz de Pentecostés y se proyecta hasta que Cristo levante a su Iglesia. Más bien diríamos en la época de la Iglesia para diferenciarla de la época de Israel como pueblo de Dios.<br /><br />Dentro de las diferentes opiniones, tres son las que sobresalen:<br /><br />1°. “El ejercicio del ministerio profético recae sobre el pastor. El pastor de la Iglesia es el profeta de Dios”<br /><br />2°. “El ministerio profético recae sobre la Iglesia. Es la Iglesia la llamada a ejercer el ministerio profético en estos últimos tiempos”.<br /><br />3°. “El ministerio profético es manifestado por medio de personas que Dios elige para esta tarea (puede estar el pastor incluido también pero no se limita solo a él).<br /><br />Las opiniones que se emiten tienden a excluirse unas a la otras. Y aquí cabe la pregunta: “¿Quién tiene la razón?. Después de haber estudiado por algún tiempo la cuestión pude llegar a la conclusión siguiente: los tres tienen razón pero ninguno “la” razón. La posición exclusiva es restrictiva, parcial y sólo refleja parte de la verdad, por lo que una verdad en parte no es verdad. La Biblia nos enseña y apoya los tres aspectos de la verdad y los tres hacen la verdad. Veamos:<br /><br />1°. Podemos declarar que a la Iglesia se le ha dado el ministerio universal, tanto el sacerdotal como el profético, y todo ello derivado del ministerio sacerdotal y profético de Cristo utilizando Su Cuerpo. “Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios, para que proclamen las obras maravillosas de aquél que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 P. 2:9).<br /><br />Lo que la Iglesia “anuncia ahora” es “este evangelio predicado por el Espíritu Santo enviado del cielo” que no es más que el anuncio del cumplimiento de todo lo que los profetas habían anunciado antes y que ahora es proclamado por medio de los precursores: los apóstoles y la iglesia de los primeros tiempos y por nosotros ahora. (1 P. 1:12). Fue a la Iglesia a la que se le dijo: “Vayan por todo el mundo y anuncien las buenas nuevas” y en obediencia al mandamiento, “Los discípulos salieron y predicaron en todas partes , y el Señor os ayudaba en la obra y confirmaba Su Palabra con las señales que le seguían”. (Mar. 16:20).<br /><br />Desde los primeros tiempos vemos a la Iglesia desplegando una actividad misionera acompañada por la “proclamación” (Kerigma) del Evangelio. Este incluía el anuncio de los sufrimientos, muerte, resurrección de Cristo, presentándolo como el Salvador del mundo, como la solución del pecado y sus consecuencias, como la única esperanza para el hombre perdido. La Iglesia, por medio de su testimonio, tendría que desempeñar su ministerio profético para los últimos tiempos como Israel debió haberlo hecho en el pasado.<br /><br />La Iglesia, por medio del “kerigma” profético, confronta al mundo con Dios, porque denuncia el pecado, anuncia el juicio venidero, declara la promesa salvadora de Dios y resalta a Jesucristo como la única solución para los males del mundo.</span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">LA IGLESIA ES PROFETA, PORQUE PROCLAMA EL MENSAJE DE SALVACIÓN Y REVELA LA VOLUNTAD DE DIOS PARA LOS HOMBRES DEL DÍA DE HOY.</span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">2°. El ministerio profético recae sobre el pastor. El pastor de la Iglesia es el profeta de Dios. El ministerio pastoral, como líder espiritual de la Iglesia, tiene la responsabilidad ante Dios de representarlo ante el mundo pecador y ante su Iglesia. El pastor ha recibido un mensaje de parte de Dios y ese mensaje está destinado, en primer lugar, al mundo perdido y en segundo lugar a la iglesia que pastorea.<br /><br />En el mensaje dirigido al mundo pecador está incluido el dar a conocer la persona de Jesús, el por qué de su venida a este mundo, su ministerio terrenal, su obra magna: la redención del hombre, que implica su pasión, muerte y resurrección. Una obra que, terminada, estaba destinada a facilitarle al hombre la forma de arreglar sus cuentas con Dios y la forma de vivir para Dios. Pero a la vez, y como contraparte, está llamado a alertar al mundo perdido del juicio al que están sujetos si rechazan el plan de salvación para sus vidas. Dirigido a la Iglesia, su mensaje está destinado a infundir aliento y esperanza por medio de la proclamación de “las glorias que están por venir”: una esperanza gloriosa que trasciende al tiempo y al espacio como recompensa para aquellos que volvieron sus rostros a Dios por medio de su fe en el sacrificio redentor de Jesucristo.<br /><br />Cada pastor, cual profeta, se levanta para anunciar y revelar al mundo el significado del bien y del mal, de la vida y la muerte, de la salvación y la condenación. El ministerio profético del Pastor es un ministerio de confrontación, porque emplaza al hombre ante Dios, y tiende a surtir dos resultados: o salvación o condenación. No es nada de juego, es algo serio, sumamente serio. Hay razones, entonces, para decir que el pastor es un profeta de Dios.</span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">EL PASTOR ES UN PROFETA PORQUE PROCLAMA Y DA A CONOCER EL MENSAJE DE DIOS PARA SU TIEMPO.</span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br />3°. El ministerio profético es manifestado también por medio de personas que realizan este ministerio específico. El ministerio del profeta como tal tiene el mismo origen que cualquiera de los otros ministerios. La fuente, Cristo: “Él mismo constituyó...” (Ef. 4:11). El carácter diferencial está en las expresiones: “a unos...”, “a otros...” (v. 11) revelando su independencia el uno de los otros, pero a la vez mostrando un propósito común: “a fin de capacitar al pueblo de Dios para la obra del servicio, para edificar su cuerpo”.<br /><br />En la Iglesia de Antioquía había “profetas y maestros”. (Hch. 13:1). Se menciona el ministerio profético de Agabo (Hch. 8:28; 21:10) como un profeta con un ministerio itinerante reconocido por las Iglesias y ejercido dentro de ellas. Judas y Silas se mencionan ejerciendo un ministerio profético y se movían dentro de las Iglesias que los reconocían como tales (Hch. 15:32) Felipe tenía cuatro hijas que profetizaban (Hch. 21:9). Estos no eran pastores, ni maestros en el sentido estricto ministerial, sino personas que desarrollaban su ministerio paralelo a los otros ministerios. Quiero decir que el ministerio profético no es exclusividad de nadie. Jesucristo levanta a quien quiere y lo constituye como tal. Ahora, de una cosa si podemos estar seguros y es que todos ellos estaban plenamente conscientes de la naturaleza de su ministerio, lo conocían, eran hombres y mujeres dóciles, que se dejaban enseñar porque reconocían también sus limitaciones. Por eso podían edificar al Cuerpo.<br /><br />No hay en la Biblia evidencias de que este ministerio haya cesado. Solo han sucedido dos cosas, primero: hemos sido algunos de nosotros los que lo hemos marginado, no lo hemos reconocido y aún, en algunos casos, “los hemos perseguido y matado” (Mt. 5:12). Segundo, han sido algunos profetas, que por su orgullo espiritual, no se han sometido y sujetado a autoridades dentro del Cuerpo, no han permitido enseñanza ni orientación, y su ignorancia relativa a lo que Dios les ha dado ha producido mala aplicación, mal funcionamiento, caos y confusión. Se han portado como bebés que utilizan un arma de fuego. Han dañado y, por lo tanto, han sido rechazados. Y como dice el dicho familiar: “Han pagado justos por pecadores” .<br /><br />Durante una reunión de oración matutina unida, el pastor Marcelo Hoyos, de Río Pico, Chubut, Argentina, en una disertación a pastores de diferentes denominaciones, resaltaba algo muy importante relativo al ministerio profético: “El ministerio profético es una señal velada para estos últimos tiempos y hay que discernirla. Antes de la primera venida de Jesucristo apareció Juan el Bautista para preparar el corazón del pueblo para recibir al Mesías. Jesús hizo alusión al espíritu y poder de Elías que se manifestarían justo antes de su segunda venida. El ministerio profético de estos tiempo tiene que tener el mismo objetivo: ministrar a la Iglesia para “hacer volver los corazones de los padres a los hijos y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto” para recibir a Jesús en su segunda venida en gloria”.<br /></span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">DE DENTRO DE LA IGLESIA, JESUCRISTO CONSTITUYE PROFETAS PARA EDIFICAR SU CUERPO, BENDECIR AL CREYENTE EN PARTICULAR, PARA PREPARAR A LA IGLESIA PARA SU MINISTERIO PROFÉTICO ANTE EL MUNDO. </span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><strong></strong></span></div>
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<strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Confiabilidad de las profecías.</span></strong></div>
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">La pregunta que siempre surge cuando oímos alguna profecía o nos profetizan, es: ¿puedo confiar en lo que oigo o me dicen? ¿Es verdad todo lo que los profetas dicen?. Estas preguntas se responden analizando las fuentes de donde puede surgir una palabra profética. Pearlman, en su libro Conociendo las Doctrinas de la Biblia establece tres fuentes de las expresiones proféticas: Dios (como la fuente verdadera), el espíritu humano (como fuente humana) y el espíritu de error (fuente satánica). En un creyente fiel, es imposible que su expresión profética proceda del Diablo. Sin embargo puede suceder que en un momento de exaltación emotiva y movido por el mejor deseo no sea capaz de discernir lo humano de lo divino y exprese cosas de él como si fuera de Dios, o a veces ligadas unas con la otras. Por lo tanto, para que la profecía sea creída o tenga la posibilidad de ser creída, el profeta tiene que tener en mente las siguientes pautas:<br /><br />1. Buen testimonio.- Los malos testimonios menoscaban su carácter afectando esto la credibilidad de lo que dice. Resta a su moral, golpea su autoridad y le cierra puertas. Un buen testimonio es carta de crédito que le abre puertas donde quiera que vaya y lo que da fuerza a su mensaje para ser aceptado.<br /><br />2. Su vida espiritual. El verdadero profeta se preocupa por su vida espiritual por medio de la búsqueda de Dios en oración, y edificación y conocimiento a través del estudio constante de la Biblia. Esta actitud le ayudará a estar receptivo para recibir de Dios lo que Dios quiere mostrarle. Su vida espiritual le ayudará a infundir confianza a las gentes.<br /><br />3. Debe cuidarse de la mentira y el engaño.- Es muy fácil dejarse llevar por sentimientos propios o sueños humanos. (Jer. 23:30-32)<br /><br />4. Tiene que cuidarse de no caer en doctrinas falsas. El cumplimiento neto de la profecía exclusivamente no acredita su autenticidad. Es necesario que el profeta conozca la verdad de Dios. Las revelaciones no proveen de conocimiento doctrinal. La doctrina está revelada, pero ella tiene que ser explicada. Para esto es necesario el ministerio del maestro, del cual todos, incluyendo el profeta, aprenderán. La revelación de Dios en cuanto a doctrina y conducta está contenida únicamente en la Biblia, revelación suprema de los propósitos divinos, revelación escritural de Dios, cerrada definitivamente en el último versículo de Apocalipsis. (Dt. 13:1-5; 18:20; Prov. 30:6; Dt. 4:2; 12:32: Apo. 22: 18-19; Gál. 1:6-9; 1 Jn. 4:1).<br /><br />5. Tiene que cuidarse del orgullo personal.- Pablo estaba consciente de esta realidad cuando expresaba: “Para evitar que me volviera presumida por estas sublimes revelaciones , una espina me fue clavada en el cuerpo, es decir, un mensajero de Satanás, para que me atormentara” La V. R.V. del 60 traduce: Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en la carne, un mensajero de Satanás para que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera” (2 Co. 12:1-7)<br /><br />6. La profecía tiene que cumplirse: de lo contrario es presunción.- Toda profecía de Dios tiene su cumplimiento. “Si lo que el profeta proclame en nombre del Señor no se cumple ni se realiza , será señal de que su mensaje no proviene del Señor. Este profeta ha hablado con presunción. No le temerás”. (Dt. 18:22).<br /><br />7. Tiene que ser humilde.- No está para exigir que se le crea, de eso se encarga Dios. Su deber es dar lo que recibió. La rebelión, el mal actuar, los deseos de juicio sobre los que no le creen ni oyen, ponen en tela de juicio la autenticidad de las revelaciones y la madurez de su carácter. Debe ser capaz de tolerar y permitir que cuestionen su ministerio. La misma Biblia nos enseñan que los profetas están sujetos al juicio y cuestionamiento de los otros profetas y ministerios. Esto es producto de su fabilidad humana. Aún, en el A. T., Dios mismo mandaba a estar avisados y cuestionar las profecías. El verdadero profeta no tiene que temer, porque Dios se encarga de vindicar la causa de sus siervos.<br /><br />8. Tiene que dejarse enseñar.- Su calidad de profeta no lo hace infalible. Para que no caiga en el error y la presunción, Dios ha colocado a su lado maestros y pastores para que lo ayuden y orienten. (Hechos 13:1-3). El profeta maduro y humilde tendrá oídos para oír, ojos para ver, corazón para guardar y disposición para obedecer. (Ezeq. 40:4)<br /><br />Por lo tanto, cada profeta:<br /><br />1. Debe estar seguro de que lo que ha recibido proviene de Dios.<br /><br />2. Debe tener suficiente madurez para diferenciar entre sus emociones y pensamientos y lo que es neto de Dios. Tiene que aprender a conocer el lenguaje de Dios.<br /><br />3. No debe prejuiciarse por nada, ni a favor ni en contra. Debe ser una persona imparcial para poder captar lo de Dios. Los prejuicios tienden a influenciar en nuestros afectos y engañarnos.<br /><br />4. No debe temer decir lo que Dios le ha dado (1Tim. 1:7; Jer. 23:28). Sin embargo debe ser respetuoso. El tacto y la discreción deben acompañar su ministración.<br /><br />5. Si lo que recibe de parte de Dios concierne a la Iglesia, debe ir directamente con el Pastor. Una vez que vertió su inquietud, hasta ahí llegó su responsabilidad. Ore solamente.<br /><br />6. Si recibe algo referente al ministerio pastoral, debe ir directamente y hablar con el pastor. Después calle y olvide. El resto es responsabilidad de este.<br /><br />7. Cuando recibe algo sobre la condición moral de una persona, debe ir directamente a esa persona previa preparación en oración. Si la persona no le escucha o el profeta no se siente en capacidad para ayudar, debe declarar el asunto al pastor para que realice su ministerio pastoral. Después debe callar y olvidar. El resto le concierne al pastor.<br /><br />8. Dios espera discreción de parte del profeta. Este no tiene la autoridad ni el derecho de divulgar asuntos delicados, cuestiones de la Iglesia, etc. El mismo Dios, que coloca su confianza en el profeta, es el mismo que retira Su bendición del profeta.<br /><br />9. Debe saber que el hecho de recibir revelaciones de parte de Dios, no le hace superior a otros miembros del Cuerpo y como miembro del Cuerpo está sujeto a la autoridad del gobierno apostólico cuando él no está en funciones o bajo la autoridad del pastor de la Iglesia donde está ministrando. Pero de alguna o de otra forma, al igual que los demás ministerios deben permanecer bajo autoridad y en sujeción.<br /><br />10. Tiene que tener dominio propio, pero tiene que tener el valor suficiente para declarar el mensaje de Dios.- Cabe para los profetas el mismo consejo que Pablo le dio a Timoteo para el ejercicio de su ministerio: “Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio” (1 Ti. 1:7)</span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">SI EL PROFETA TIENE EN CUENTA TODOS ESTOS PRINCIPIOS QUE ENSEÑA LA PALABRA, SERÁ DE BENDICIÓN Y CONTRIBUIRÁ, DE UNA MANERA EFECTIVA AL MANTENIMIENTO DE LA UNIDAD DE LA IGLESIA.</span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"> </span><br />
<div align="right">
<strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Diferencia entre las profecías del A. T. y las del N.T. </span></strong></div>
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<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Leí, no hace mucho, un folleto escrito por un predicador que se autodenominaba profeta, que decía: “La única diferencia que hay entre las profecías del A. T. y la de las profecías actuales es, que mientras las profecías del A. T. eran escritas, las actuales no son escritas”.<br /><br />Esta declaración, aparentemente ingenua, esconde aspiraciones y actitudes subjetivas nocivas y muy peligrosas. Con esta declaración está diciendo:<br /><br />“Mis profecías tienen el mismo grado y calidad de inspiración<br />que las profecías que se escribieron en el A.T.Por lo tanto, todo lo que yo les profetice tienen que creerlo de sí o sí o se convierten en rebeldes y desobedientes".<br /><br />“Cuando yo les profetizo tengo el mismo grado de autoridad<br />e inspiración que Isaías, Jeremías, etc. por lo cual tienen<br />que aceptar todo lo que yo diga” .<br />.<br />“Mis profecías son incuestionables. Todo el que las cuestione<br />no conoce, no es espiritual, es un carnal, es un necio”.<br /><br />He escuchado la predicación de algunos de estos “profetas” y, por regla general, hacen alusión a personas que le han refutado estos extremismos, y públicamente se han burlado de ellos con palabras denigrantes y, desautorizándolos, han menoscabado esos ministerios. ¿Por qué de esa actitud, profundamente impregnada de un orgullo carnal elevado a la enésima potencia? La causa es LA IGNORANCIA. “Yerran ignorando las Escrituras”. Fueron mal enseñados o no se dejaron enseñar. Todavía no se dejan enseñar. Rechazan a cualquiera que les llama la atención a causa de sus desafueros; pero, ellos son los “sabios espirituales y los demás los ignorantes carnales”. Así, con esa actitud, no solo se cierran las puertas ellos, sino que se la cierran a otros que lo hacen bien.<br /><br />La pregunta que yo les hago es la siguiente: ¿Quiénes son ustedes, qué categoría de ministerio, que calidad de capacidades tienen, que se convierten en “Santos Papas” que hablan ex - cátedra y a los cuales, otros ministerios no los pueden cuestionar? Es aquí, precisamente, donde debemos hacernos la pregunta: ¿qué diferencias hay entre los profetas y profecías de Israel y los de la Iglesia?<br /><br />En primer lugar diremos, que en el A.T. y dentro del ministerio profético de Israel había dos tipos de ministerios: unos que decían y escribían y otros que decían, no escribían pero de ellos los otros escribían. En el primer caso tenemos todos los profetas que escribieron sus respectivos libros, ya fueran de carácter histórico, profético o poético.<br /><br />En el segundo caso tenemos los ministerios de Elías, Eliseo, etc. que desarrollaron una actividad profético-pastoral importante, pero ellos no dejaron escrito nada (hasta donde se sabe) sino que de ellos escribieron otros profetas.<br /><br />Ahora bien, la autoridad con la cual ellos estaban revestidos los facultaba para hablar y / o escribir no solo con inspiración divina, sino que el Espíritu Santo intervenía de una forma directa y consciente para evitar el error de sus palabras y de su escritura, ya que todo ello iba a constituirse en la Palabra de Dios, en regla de fe y conducta de su pueblo y la autoridad máxima en cuestiones de carácter espiritual. En otras palabras, el Espíritu Santo era el velador de sus propias palabras.<br /><br />Los profetas, a pesar de toda la autoridad de que estaban revestidos, estaban expuestos al juicio del pueblo, a causa de los falsos profetas que se levantarían, de lo cual ya hablamos en el aspecto inmediato anterior a éste; sin embargo, no tenían que temer. Ellos estaban conscientes de que Dios era el que hablaba por ellos y lo que escribían estaba bajo el cuidado y la supervisión del Espíritu Santo, lo que garantizaba la total credibilidad de sus palabras. Aunque en ocasiones fueron rechazados, vituperados y perseguidos, ellos asumieron una actitud humilde y de sujeción, no siendo capaces de revelarse contra las autoridades que gobernaban al pueblo. Vea el caso de Jeremías, entre otros.<br /><br />El pueblo sí tenía que tener cuidado, tenía que observar y regirse por los parámetros estipulados por Dios para detectar a los falsos y rechazarlos, pero reconocer a los verdaderos y aceptarlos.<br /><br />Cuando todo esto lo traemos a la época desde Pentecostés hasta este momento, notamos también dos aspectos parecidos, pero no iguales. Para la escritura del Nuevo Testamento, Dios levantó profetas que hablaron y escribieron con la misma autoridad y calidad de inspiración que los del A. T. . Sus palabras y escritos fueron custodiados por el Espíritu Santo de tal forma que los hacía infalibles e inerrantes. Estos son los libros del N. T. que se constituyen en la regla de fe y conducta para la Iglesia y que, junto con los del A. T,. conforman toda la revelación de Dios para el resto del tiempo hasta que Él venga. Ya todo está escrito y dicho, no hay mas nada que añadir. Todo lo que se diga y escriba, posteriormente, no puede, bajo ningún concepto contradecir lo que Dios ha revelado. Nada se puede quitar; no se puede inventar nada nuevo. La Revelación está dada. Ella cubre el tiempo hasta los fines de los siglos. Ella es suficiente en sí misma. El tiempo no desgasta su autoridad y poder.<br /><br />Paralelamente a estos profetas escritores, en la Iglesia hubo y hay ministerios proféticos para ayudar a la edificación del Cuerpo. Tú, como profeta de los postreros tiempos eres falible, porque aunque tu profecía tiene elemento inspirado, a ti se te encarga del cuidado de tus pronunciaciones proféticas, porque el Espíritu Santo no interviene para hacerte inerrante e infalible, en el acto de dar la profecía, como ocurría con los profetas del AT. Tú sabes que tus profecías están sujetas al juicio de los otros profetas (1 Co. 14:29). Tú sabes que a la Iglesia se le manda a probar los espíritus para ver si son de Dios (1 Jn. 4:1-3). Tú sabes que Jesús nos manda a “cuidarnos de los falsos profetas, que vienen a ustedes disfrazados de ovejas pero por dentro son lobos feroces” (Mt. 7:15-20), porque en aquél día habrá muchos que apelarán a lo que hicieron y dirán: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre y en tu nombre expulsamos demonios, e hicimos muchos milagros? Entonces les diré claramente: Jamás los conocí. ¡ Aléjense de mi, hacedores de maldad!”. Porque las profecías, los milagros, y la autoridad sobre los demonios no es evidencia de que tú sean un profeta verdadero. ¿O sí?<br /><br />Tus frutos, como manifestación de tu testimonio de tu vida santa y temerosa de Dios, son los que van a decidir, en definitiva tu autenticidad. Tu autopropaganda, tu autoelogio y tu autopromoción, nada me dicen. </span></div>
<div align="right">
<strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">El poder de la palabra hablada en la boca del profeta. </span></strong></div>
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<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Uno de los problemas que estamos teniendo en la actualidad es que algunos profetas, al tener un concepto errado del instrumento que utilizan como medio de expresión, o sea la palabra, tratan de impregnarle a la misma un carácter casi mágico, enseñando que toda palabra que sale de la boca de ellos, o de cualquier creyente, surte un efecto objetivo en el medio en que se dice. Cual conjuro mágico, las piedras se convierten en pan y el agua en vino, de modo que Dios está atado a todo lo que ellos dicen, o al capricho de cualquiera que pronuncie cualquier cosa que se le ocurra. La antigua magia simpatética viene a tomar formas aparentemente bíblicas y muy cristianas, pero sigue siendo magia, aunque en la boca de ellos produzca menos efecto que en la de un brujo.<br /><br />¿Cuál es el verdadero enfoque? Como la palabra hablada es el instrumento en las “manos” del profeta para transmitir el mensaje de Dios, es necesario que este tenga un concepto real de los alcances y limitaciones de esa palabra en su boca.<br /><br />La palabra hablada tiene capacidad persuasiva. Influye, especialmente en el área de la mente, los afectos y la voluntad. Por ella queda afectada toda nuestra personalidad.<br /><br />La palabra está vinculada especial y directamente con nuestra mente. Mente y palabra están tan estrechamente vinculados que la palabra revela lo que somos. Es imposible separarlos. Pensamos, por eso hablamos, y hablamos porque pensamos. Esto no quiere decir que nuestras palabras tengan poder mágico para fabricar cosas.<br />Mis palabras influyen en las mentes de otros modificando para bien o para mal sus pensamientos. Mis palabras influyen en el estado de ánimo de otros, según como me exprese. Influyen en la toma de decisiones de otros, según el contenido de convicción con que la hable. En estas áreas también me afectan a mí mismo, ya que actuaré de acuerdo con lo que hable. Porque lo que hablo es lo que pienso y actúo como pienso. Por eso es por lo que Dios nos llama la atención en relación al lenguaje que empleamos porque más que palabras Dios mira la fuente de donde proceden. La fuente de nuestras palabras es nuestro ser interior: “De la abundancia del corazón habla la boca”. Por eso es que dice: “Por tus palabras se te serás justificado y por tus palabras serás condenado”.<br /><br />Hay que hacer una diferencia entre la Palabra inspirada de Dios, la Biblia, y la palabra que nosotros pronunciamos. La palabra de Dios es inerrante, inspirada y divina. Ella tiene poder creador. Nuestra palabra solo poder de convicción.<br /><br />¿Cuándo nuestras palabras tienen capacidad para cambiar las cosas y transformar las circunstancias?<br /><br />1°. Cuando están dentro del contexto de los principios establecidos por la Palabra Escrita. Nuestras palabras se sujetan a la Palabra escrita. (La Palabra de Dios en nuestra boca tiene poder). Dios no está obligado a hacer nada que no ha prometido, por tanto toda petición o ruego debe buscar su base escritural.<br /><br />2°. Cuando nuestras palabras están contextualizadas dentro del plan de Dios en nuestras vidas. Cuando Dios nos revela un plan específico él promete el respaldo necesario para llevar a cabo sus planes. Dentro de ese contexto podemos movernos, actuar y hablar y Dios va a respaldar lo que hagamos y digamos , sin embargo no nos va a dar cualquier cosa que, caprichosamente le pidamos ajenos a esos planes.<br /><br />3°. Cuando están contextualizadas dentro del quehacer del Reino de Dios y para su beneficio. Dentro de los planes precisos de Dios, él elige instrumentos humanos para liderar esa obra: un Moisés, un Josué, un Samuel, un Pablo, un Pedro y tantos hombres, como tú, y que a través de la historia Dios ha levantado para planes amplios. De acuerdo a las circunstancias, ellos tuvieron que emplear la palabra autoritativa de fe para cambiar las cosas y Dios actuó en lugar de ellos. Pero en estos casos ha sido Dios el que ha delegado directamente Su autoridad comunicativa y activa para derribar obstáculos y lograr los objetivos. Nunca ellos actuaron para llevar a cabo sus deseos y caprichos, y para beneficio personal.<br /><br />Hay un principio espiritual y básico en todo esto: no es Dios el que se sujeta a nuestras palabras, siempre somos nosotros los que estamos sujetos a Su Palabra, a Sus planes y a Sus propósitos. Dios nunca se constituirá en una marioneta manipulada por el hombre, tampoco Él constituye al hombre en una marioneta manipulada por Él mismo. Todo lo que Dios hace a favor del hombre, lo hace en concordancia con este, pero todo para la gloria de Su santo nombre. Dentro de este contexto podemos enmarcar todo verdadero ministerio profético actual.<br /><br />La profecía puede manifestase a través de diferentes canales, como:<br /><br />1. Palabra profética: que se constituye en canal de expresión de los dones de revelación:<br />a. Palabra de Sabiduría que mira al futuro.<br />b. Palabra de Ciencia que mira al presente y al pasado<br />c. Discernimiento de Espíritus que penetra el mundo espiritual.<br /><br />2. Palabra de fe: opera milagros.<br /><br />3. Palabra de aliento: infunde ánimo.<br /><br />4. Palabra correctiva: denuncia el pecado y muestra el camino de solución. Proclama la necesidad de conocer la Palabra de Dios.<br /><br />5. Palabra exhortativa que impele a la obediencia.<br /><br />6. Palabra de convicción: actúa en el espíritu trayendo seguridad.<br /><br />7. Palabra ordenativa: manifestada como producto del don de hacer milagros. Acciona en el área física y el área espiritual. Impele a actuar en el tiempo de Dios.<br /><br />8. Palabra de juicio: para hacer reaccionar al pecador y dar oportunidad al arrepentimiento.<br /><br />9. Profeta-persona. A veces el profeta se convierte en señal profética.<br /><br />10. Familias de profetas como señal profética: el ejemplo de Oseas, la familia de Recab, etc.<br /><br />11. Señales proféticas: la serpiente levantada en el desierto, el cinto de Agabo, el aceite para la unción por los enfermos, la santa cena porque “anuncia la muerte del Señor”, etc.<br /><br />La palabra hablada es el instrumento o arma eficaz en las “manos” (boca) del profeta de Dios. Como toda arma es necesario saberla usar con sabiduría de Dios. Cuando queremos manipular humanamente la palabra profética, esta acción carnal y diabólica se convierte en un arma de muerte y destrucción en vez de un arma para dar vida y edificar.<br /><br />Si has entendido lo que es un ministerio profético y Dios te ha llamado a ejercerlo, ¡adelante! pero no te olvides que lo que vas a dar, tiene que ser recibido de Dios; de lo contrario, no eres un profeta, sino un profano. </span></div>
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<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /></span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">EL MINISTERIO DEL EVANGELISTA. </span></strong></div>
<div align="right">
<strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Definición. </span></strong></div>
<div align="justify">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Es la capacidad concedida por Cristo a algunos creyentes, que les permite traer multitudes de personas a los pies de Jesucristo por medio de la predicación expositiva del evangelio. Es también la persona que tiene esa capacidad. </span></div>
<div align="right">
<strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Características de un verdadero ministerio evangelístico</span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">. </span></div>
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<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Jesucristo es nuestro máximo ejemplo de ministerio evangelístico. Él nos marca las pautas a seguir:<br /><br />En cuanto a la naturaleza de su ministerio: (Mateo 9:35-38).<br /><br />1) Era un ministerio caracterizado por la constante actividad: recorría, enseñaba, predicaba, sanaba.<br /><br />2) Era un ministerio movido por un sentimiento: la compasión por las almas perdidas (vv. 36-37).<br /><br />3) Era un ministerio con una amplia visión por las necesidades y el trabajo a realizar. (vs. 36-37)<br /><br />4) Era un ministerio respaldado por una vida de oración personal, y que planteaba, al mismo tiempo, la necesidad de un respaldo en la oración, proveniente de otras personas. (v. 38)<br /><br />5) En cuanto a los efectos, Lucas 4:16-19 nos dice que el ministerio evangelístico de Jesús traía liberación física y espiritual a las vidas.<br /><br />Dones y capacidades que inciden y ayudan al ministerio del evangelista.<br /><br />El evangelista se maneja muy especialmente con la palabra. Él proclama, por medio de la palabra hablada el mensaje de salvación.<br /><br />De Jesús se dice que “era poderoso en... palabra delante de Dios y de todo el pueblo...” (Luc. 24:19). Los que lo escuchaban reconocían que “hablaba con autoridad...” (Luc. 4:32); Jesús,dirigiéndose a los fariseos, les dijo: “...las palabras que les he hablado son espíritu y son vida...” (Juan 6:63). Los discípulos reconocieron que solo Él tenía “...palabras de vida eterna...”: “...estas palabras que ustedes oyen no son mías sino del Padre que me envió”. Antes de su ascensión les encomendó una tarea a sus discípulos: “Vayan por todo el mundo y anuncien las buenas nuevas a toda criatura”, (Marc. 16:15); “Los discípulos salieron y predicaron por todas partes, y el Señor los ayudaba en la obra y conformaba su palabra con las señales que le acompañaban. (v. 20).<br /><br />Después de Pentecostés Pedro se levantó “se puso en puso en pie y dijo a voz en cuello...presten atención a lo que les voy a decir” ... (Hechos 2:14) y cuando terminó el discurso dice el v. 37 “y cuando oyeron esto todos se sintieron profundamente conmovidos ...y con muchas otras razones les exhortaba insistentemente...” (v. 40); “así que los que recibieron su mensaje fueron bautizados...” (v. 41); de Esteban se dice que los que lo oían “no podían hacer frente a la sabiduría ni al Espíritu con que hablaba Esteban”. (Hechos 6:10). De Pablo se puede decir mucho, pero solo quiero hacer alusión a unos versículos que nos ayudarán a entender el poder y la fuerza de la Palabra hablada.<br /><br />Al emprender su primer viaje misionero, llegó junto con Bernabé a Salamina y dice Hechos: “...predicaron la palabra de Dios...” (13:5); en Antioquía, después de haber predicado en la sinagoga, el impacto fue tal que “Al salir ellos de la sinagoga los invitaron ...para que les hablaran más de estas cosas” (13:42); “al siguiente sábado casi toda la ciudad se congregó para oír la palabra del Señor...” (v. 44) “...y la palabra del Señor se difundía por toda la región” . (v. 49). En Filipos, después de su liberación milagrosa de la cárcel y en casa del carcelero recién convertido por la predicación de la palabra, en el 16:32 dice: “Y les expusieron la palabra del Señor a él y a todos los demás que estaban su la casa.” y en 19:20 dice que “Así la palabra del Señor crecía y se difundía con poder arrollador” .<br /><br />Cuando el evangelista entiende la importancia que tiene la Palabra hablada, basada en la Palabra escrita y respaldada por el Espíritu que la inspiró, se preocupará más por buscar en la Fuente, la fuerza de su inspiración para proclamar las buenas nuevas de salvación. El mismo Pablo declaró diciendo que “No les prediqué con palabras sabias y elocuentes sino con demostración del poder del Espíritu” (1 Cor. 2:4)<br /><br />Hay que deslindar la elocuencia humana, la habilidad comunicativa humana, de la habilidad y capacidad del Espíritu para comunicar el mensaje a través de sus evangelistas. Esa capacidad proviene de Dios, (2 Cor. 3:5-6) por eso el evangelista tiene que buscar su mensaje en Dios porque es Dios el conocedor de la necesidad del pueblo que tiene delante. Si no tiene en cuenta este factor le pasará como le pudiera pasar a un ciego que se dispusiera a cazar, tira al aire pero no da nunca el blanco. No es asunto de “palabras de humana sabiduría” es la palabra predicada con poder. No es asunto de tener preparado siete sermones para predicar en campañas de siete días de duración y que repite como el grabador donde quiera que va. Es asunto de necesidad específica, de mensaje específico y ese mensaje específico para la necesidad específica lo tiene Dios y de Dios tiene que buscarlo. De lo contrario, se convertirá en un loro repetidor y no en un evangelista predicador.<br /><br />Aquí, en este punto, caemos en otro aspecto muy importante del ministerio del evangelista, las “obras de poder”. A la palabra de poder le es necesario que le sigan las señales u obras de poder. (Marcos 16:20). De Jesús se dice que era “poderoso en palabras y en obras”. Pablo dice que el predicaba “con la demostración del Espíritu y poder”, de Bernabé y Pablo se dice, cuando estuvieron en Iconio que “hablaron valientemente en el nombre del Señor, quien confirmaba el mensaje de su gracia, haciendo señales y prodigios por medio de ellos” (Hechos14:3). Estas obras de poder son las que revolucionan a los pueblos; son la carta de crédito del ministerio evangelístico integral. (Hechos 2:5-13; Hechos 3:11; 4:1, 4, 10; 5:12, etc.).<br /><br />Estas señales y milagros son para el evangelista “las armas de su lucha...” y “ ...no son del mundo, sino que tienen poder divino para derribar fortalezas”. En el campo de lo físico, las fortalezas de enfermedades; en lo espiritual, ataduras demoníacas; y en lo ideológico, “destruyendo argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevamos cautivo todo pensamiento para que se someta a Cristo” (2 Cor. 10:3-5). Estas armas son los dones de poder, que están a disposición de este ministerio para alcanzar a un mundo necesitado que precisa experimentar la manifestación poderosa de un Dios poderoso a través de evangelistas poderosos; a la vez que la Iglesia crece, se edifica y se une en el propósito máximo de su vocación: ganar al mundo para Cristo. </span></div>
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<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /></span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">EL MINISTERIO DEL PASTOR. </span></strong></div>
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<strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Definición. </span></strong></div>
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<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Es una capacidad concedida por Cristo a algunos de sus hijos, para guiar, enseñar, cuidar, y edificar la vida espiritual de las “ovejas”: La Iglesia Local. (Salmo 23; Lucas 10). </span></div>
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<strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Características de este ministerio. </span></strong></div>
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<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Hay tres cualidades básicas reveladas en la Biblia, que deben caracterizar al ministerio pastoral (Salmo 78:72):<br /><br />1) Integridad de corazón: (v. 72a) Esto tiene que ver con la vida de santidad del pastor. Las demandas de Dios en esta área son precisas, “la santidad es para siempre el adorno de tu casa” (Salmo 93:5) . El ministerio del pastor tiene un carácter más sacerdotal. Es el guía espiritual de la grey. Por medio de la enseñanza de la palabra, nutre la vida espiritual de la Iglesia; por medio de su cuidado paciente, protege la vida espiritual de la Iglesia; por medio de su ejemplo, incentiva la voluntad de la Iglesia a servir a Dios con el mismo ánimo y disposición de él. El poder de su ejemplo reside en su vida consagrada, rendida, dedicada y santificada. La palabra “íntegro” quiere decir que consta de todas sus partes sin faltar una. La palabra es precisa.<br /><br />2) Pericia de sus manos.- (v. 72b) Esto tiene que ver con la capacidad y habilidad en el ejercicio de su ministerio. Un pastor no se forma como por arte de magia. Aunque él recibe su llamamiento en un momento determinado, la formación del ministerio se produce a través del aprendizaje y su ejercicio. La experiencia se adquiere con el tiempo y los frutos de su ministerio son la confirmación de su llamamiento.<br /><br />Para la destreza en el manejo de los asuntos espirituales de la iglesia va a necesitar de algunos elementos o virtudes que tienen que ver con el juicio o sentido común como lo es él tacto, el tino, la cordura, la discreción, la prudencia sobre las cuales se va a apoyar en su trato con los demás, en sus decisiones y en sus consejos.<br /><br />3) Amor a Dios y a las ovejas.- (Juan 21:15-17) Esto tiene que ver con los móviles afectivos que nos impelen a servir a Cristo y a su Iglesia. Libros enteros se han escrito sobre el amor y muy especialmente sobre el amor a Dios. Solo quiero añadir que al amor a Dios es abarcativo, toca varias áreas y es necesaria su manifestación.<br /><br />Como factor abarcativo se proyecta primera y fundamentalmente a su fuente: Dios. De Dios se dice que “es amor”, esa es una de las particularidades de su esencia. Es intrínsecamente amoroso. Pero ese amor, dice Pablo, “ha sido derramado en nuestros corazones”.(V.R.V. 60) La palabra “derramar” es echar abundantemente, especialmente un líquido, en un recipiente hasta que rebose y se salga de sus límites. Con esa capacidad cuantitativa y cualitativa es que Dios nos ha capacitado para amarlo, primeramente a Él: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser, con todas tus fuerzas ycon toda tu mente” (Luc. 10:27)<br /><br />Pero ese amor se proyecta hacia afuera tocando también las áreas de nuestras relaciones humanas. La obra de Dios se hace dentro de los hombres y a favor de los hombres. Jesucristo, para hacer su obra a favor del hombre pecador, tuvo que meterse en éste y en medio de éste y desde ese nivel “los amó hasta el fin” (Juan 13:1), hasta apurar la copa del sufrimiento y la crueldad de la cruz.<br /><br />El amor de Cristo constreñirá al pastor a meterse dentro del las gentes y buscarlos, porque ellos son la materia prima de su trabajo. Repito, es necesario el amor de Dios, de lo contrario es imposible realizar la labor a la altura de las expectativas divinas. Para apacentar la grey, para ayudar al desarrollo y crecimiento de ellas, necesitará ese mismo amor. Ese amor se perfeccionará en el ejercicio constante de la piedad, teniendo misericordia del necesitado, socorriendo al desvalido, comprendiendo al ignorante, levantando al caído, animando al desanimado, porque “El buen pastor su vida da por las ovejas”.<br /><br />Por sus características, el ministerio pastoral es el ministerio clave, para mantener el orden, la sujeción y la unidad dentro del Cuerpo . Todo dependerá del lugar que le dé a Cristo dentro de la Iglesia Local.</span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">HAY QUIENES SOLO TIENEN OJOS PARA VER EL CUELLO Y LA CORBATA DEL PASTOR, PERO NO TIENEN OJOS PARA VER EL CORAZÓN QUE SE ESCONDE DETRÁS.</span></strong></div>
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<strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">EL MINISTERIO DEL MAESTRO (ENSEÑANZA). </span></strong></div>
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<strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">¿En qué consiste el ministerio del maestro cristiano?</span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"> </span></div>
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<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Es una capacidad especial concedida por Cristo, por medio de la cual, el Espíritu Santo, iluminando el entendimiento del maestro le permite comprender la mente de Dios y su voluntad tal y como está revelada en su Palabra escrita y a la vez le pone en capacidad para enseñarla y hacerla entender.<br /><br />Decimos que el ministerio de la enseñanza cristiana tiene que ser motivado por una verdadera vocación divina. Por vocación entendemos, entre otros significados “la aptitud especial para una profesión o carrera” . Si bien es cierto que algunos ejercen el magisterio cristiano sin sentir una vocación, son muchos los no solo la tienen, sino que sienten también una especie de inspiración especial para ejercer este ministerio tan importante dentro de la Iglesia. Lamentablemente, en ocasiones, vemos a muchos enseñando la Palabra de Dios sin ser verdaderos maestros. Sin embargo, cuando hablamos del verdadero magisterio cristiano, podemos decir que éste es mucho más que una vocación. La Biblia lo describe como un don concedido por el Espíritu Santo (1 Cor. 12:29; Rom. 12:7) y como un ministerio constituido por Cristo. (Efe. 4:11) para la edificación del Cuerpo de Cristo.<br /><br /><br />El eje central alrededor del cual gira la teología del magisterio cristiano es Jesucristo. A Jesucristo, el Rabí de Galilea, lo vemos enseñando en las sinagogas, en las casas, en las calles, en los caminos. En ocasiones eran grandes multitudes las que se constituían en sus discípulos. En ocasiones, sus enseñanzas eran dirigidas al grupo pequeño de sus discípulos allegados (los 12). En ocasiones, tomaba tiempo suficiente, sin apuros, para dedicarse a discipular a una sola persona: un Nicodemo, una samaritana. A Jesús no le interesaba la cantidad de oyentes, ni su condición. Su interés primordial era el contenido de su enseñanza dentro de la cual, de una forma preferente, trataba el tema del Reino de Dios entre los hombres, la transformación que tenía que producirse para que éstos cambiaran de actitud y participar del reino. Para esto no desperdiciaba oportunidades. Sus enseñanzas eran dirigidas tanto a doctores de la ley, como al populacho ignorante. Él llevaba dentro de su alma y era parte de su vida la enseñanza de todos los principios divinos sobre los cuales habría de establecer Su reino; casi todo su ministerio público y privado fue enseñar.<br /><br />La enseñanza fue su actividad distintiva, las gentes no lo conocía bajo el nombre de “el obrador de milagros”, “el resucitador de los muertos” (aunque realmente lo era), sino como el maestro, y como tal lo reconocían. “Rabí...” lo llamaban. Jesús le dio una importancia suprema a la enseñanza de Su Palabra. La Biblia resalta y enseña tanto en el A. T. como en el N.T. la importancia de la enseñanza dentro del pueblo de Dios.<br /><br />Ya hablamos del ministerio de Jesús como maestro. Pero antes de Él ascender al cielo reunió a sus discípulos y les entregó lo que llamamos La Gran Comisión. Entre sus últimas instrucciones ordenó a Sus discípulos: “Por tanto vayan y hagan discípulos de todas las naciones...enseñándoles a obedecer todo lo que les mandado a ustedes.” (Mat. 28:19-20). Esto significaba que ellos tendrían que desarrollar un ministerio de enseñanza sobre la base de la preparación que ellos habían recibido. Recordemos que, primeramente, ellos habían estado durante tres años y medio con el Maestro de los maestros, Jesús, recibiendo una preparación y entrenamiento especial para la labor que habrían de realizar. Por otra parte, también tenían la promesa acerca de que el Espíritu Santo les revelaría nuevos aspectos de la doctrina que formarían parte de la Palabra de Dios. Estos aspectos no serían dados para ser echados al olvido, sino que serían usados para enseñar a las venideras generaciones cristianas, y para que el conocimiento de la Verdad permaneciera inalterable y vigente.<br /><br />El libro de los Hechos nos revela que, desde el principio de la vida de la Iglesia, los apóstoles comenzaron a fundamentarla por medio de las enseñanzas de las doctrinas cristianas, de tal forma que se nos dice que los creyentes, tanto antiguos como los nuevos “se mantenían firmes en la enseñanza de los apóstoles” (Hechos 2:42). Los apóstoles sentían el peso de la responsabilidad sobre sus hombros. Oían latir aún el mandamiento de Jesús. Preveían la necesidad de fundamentar, antes que otros trataran de hacerlo, y no perdieron tiempo. Sobre este fundamento es que la Iglesia fue edificada a través de los tiempos (Efesios 2:20), y sobre este fundamento, es que ha resistido los embates del tiempo y de todas las tempestades. (Mateo 7:25).<br /><br />El trabajo de la enseñanza dentro de la Iglesia primitiva era abarcativo. Se proyectaba al ámbito de lo individual y de lo colectivo.<br /><br />En el primer ámbito, vemos a un Felipe, cual Jesús con la samaritana, dedicando una jornada para enseñar al eunuco etíope confundido en relación a Jesucristo y el mensaje del Evangelio revelado en Isaías de una forma profética. Es muy lindo y animador tener a grandes grupos a los cuales enseñar, pero recordemos que el ministerio del maestro no se caracteriza por la atracción de grandes multitudes sino por la atención consciente de pequeños grupos que a veces se tornan en una sola persona. (Hech. 2:42).<br /><br />En relación con este tema, recuerdo con emoción la hermosa experiencia que el Señor me permitió vivir en los principios de nuestra labor misionera en Argentina. En el año 1990, estábamos comenzando a fundar una iglesia local en San Rafael, provincia de Mendoza. El Señor acercó a nuestro hogar a Nora Liliana Roitblat. De familia judía, Noralí, - como familiarmente la llaman –, había tenido una experiencia con Jesús como Mesías, en una sala de terapia intensiva, luego de haber sido operada de un tumor en el cerebro. Ella clamó a Dios y le prometió que, si la sacaba de ese lugar y le permitía volver con su familia, ella aceptaría a Jesús como el Mesías prometido. A las dos horas de haber realizado la oración, ella fue sacada de terapia intensiva. Su restauración fue milagrosa. Como no conocía una iglesia evangélica, se acercó a una parroquia católicorromana. Unos meses más tarde, en forma providencial, se puso en contacto con nosotros. Durante los siguientes siete meses, ella fue cada miércoles a la tarde, para escudriñar las Escrituras y constatar la veracidad del Evangelio. Posteriormente se bautizó y se hizo miembro activo de la naciente iglesia. Siempre la recuerdo como una asistente asidua a todas las reuniones de estudios bíblicos que teníamos en la Iglesia. Llegó inclusive a ser superintendenta de la Escuela Dominical.<br /><br />En el ámbito de lo colectivo, observamos a un Bernabé y un Saulo, ministrando en la naciente Iglesia de Antioquía: “Durante todo un año se reunieron los dos con la Iglesia y enseñaron a mucha gente ”. (Hechos 11:26) Es curioso observar como el primer nombre de los cristianos fue el de “discípulos” o “alumnos”.<br /><br />El Apóstol Pablo le escribe a Timoteo y le da una serie de requisitos que deben caracterizar al Obispo (pastor). Le dice que “es necesario que...sea capaz de enseñar...” (3:2). El pastor es el guía espiritual de la Iglesia, es su sacerdote y su profeta. ¿Puede acaso un pastor desarrollar a cabalidad su ministerio de “apacentar la grey de Dios” si desconoce el tipo de “pasto” apropiado para la alimentación, desarrollo y crecimiento de sus “ovejas”? El desconocimiento doctrinal por parte del pastor en la mayoría de los casos ha traído por consecuencia el desvío de la congregación a doctrinas y prácticas sin fundamento escritural. El pastor que ignora, trata de suplir ese vacío por medio de formas caprichosas y enseñanzas supuestamente bíblicas. A estos casos, por regla general, les caracterizan los extremos, las extravagancias para “ser diferentes a otros”. Apela desmedidamente a la parte emotiva de la congregación más que al intelecto; más importante son para él las manifestaciones externas, físicas, corporales, que el nutrir con la sana doctrina a su congregación. Estos han sido tomados como ejemplos por los enemigos del evangelio para tratar de echar un velo de dudas sobre verdadera obra del Espíritu Santo de Dios.<br /><br />El pastor tiene que tener aptitud para enseñar, pero la aptitud sola no produce nada, o poco. A esta aptitud hay que añadirle conocimiento profundo de la Palabra Revelada. Dios no lo ha colocado a él como “inventor de nuevas doctrinas”, ni “creador de fórmulas nuevas” . “Lo que está escrito, escrito está” y a ello tenemos que ajustarnos, de lo contrario lo que estaremos formando, en vez de la Iglesia de Jesucristo, a un monstruo.<br /><br />Ningún pastor tiene excusa delante de Dios. Dios ha provisto dentro de Su Iglesia los mecanismos necesarios para su superación. Los Institutos Bíblicos proliferan; cursos dirigidos y por correspondencia abundan; ministerios exclusivos de enseñanza están al alcance, para hacer de cada siervo de Él un instrumento “apto para enseñar”. Aprovechemos lo que Dios nos ha dado; usémoslo para nuestra edificación; despojémonos del orgullo que nos hace creer “que lo sabemos todo” y con humildad acudamos a la ayuda de “Gamaliel” para ser bendecidos.<br /><br />Hay que pensar en el futuro asentando la base en el presente. Acordémonos de los que vienen detrás de nosotros: aquellos que “tomarán la antorcha de la enseñanza” para proseguir la edificación del edificio. No sepultemos las posibilidades del presente para asegurar una ruina futura. Para evitar esto Pablo dio la fórmula: la preparación de los laicos para el desarrollo del ministerio de la enseñanza. La Iglesia Local es la madre de los ministerios y es el lugar idóneo que Dios ha provisto para el nacimiento y desarrollo de ellos. Es de adentro de la Iglesia Local que Dios elige a los ministerios para realizaciones más amplias. Pablo le escribió a Timoteo diciéndole: “Lo que me has oído decir en presencia de muchos testigos, encomiéndalo a creyentes dignos de confianza que a su ver sean capacitados para enseñar también a otros.” (2 Tim. 2:2). Estos “hombres idóneos” tienen que ser reconocidos como tales y para ellos el mismo Pablo dice: “Los ancianos que dirigen bien los asuntos dela Iglesia son dignos de doble honor y especialmente los que dedican sus esfuerzos a la predicación, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar” (1 Tim. 5:17). Los Pablo, los Timoteo, los Tito, fueron primeramente “hombres fieles, capaces” y fueron capacitados para “enseñar también a otros”; ahora Dios les encomendaba responsabilidades mayores y a niveles más altos.<br /><br />Es el pastor, dentro de su congregación, el llamado a fomentar ese espíritu de estudio; es el llamado a detectar a ese tipo de creyentes; es el llamado a capacitarlos; es el llamado a darles el entrenamiento, utilizándolos en diferentes actividades; es el llamado a desatar las ataduras locales, cuando Dios llama a algunos de ellos para prepararlos a niveles superiores y usarlos fuera del ámbito de la Iglesia Local. </span></div>
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<strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Necesidad de la enseñanza. </span></strong></div>
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<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Hay varias razones supremas para enseñar a la Iglesia:<br /><br />1. La Iglesia necesita ser edificada.- Una de las figuras que utilizan Pablo y Pedro, para significar lo que es la Iglesia, es la de un edificio en construcción. Como todo edificio, la Iglesia necesita un fundamento sólido para su estabilidad y permanencia. El fundamento de la Iglesia no son las filosofías antiguas ni modernas, tampoco una fusión de filosofía con evangelio, tampoco las nuevas corrientes teológicas de las últimas décadas. La Iglesia tiene un solo fundamento: las enseñanzas de Jesucristo, sus profetas que hablaron con anticipación sobre Su venida, los apóstoles que transmitieron a la posteridad la narración de su vida y enseñanzas y a los cuales se les reveló los fundamentos de la fe cristiana y sobre la cual “todo el edificio...va creciendo” (Efesios 2:20-21).<br /><br />2. La Palabra no solo se constituye en el fundamento sobre la cual se edifica la vida espiritual de la Iglesia, sino que aquélla es la misma vida que produce el desarrollo la fortaleza y la estabilidad de ésta. Pedro nos dice: “también ustedes, como piedras vivas, con las cuales se está edificando una casa espiritual” Pero el cotexto que antecede nosotros somos descritos como “niños recién nacidos”, a los cuales se nos manda: “deseen con ansias la leche pura de la Palabra, como niños recién nacidos. Así por medio de ella crecerán en su salvación” (2:2)<br /><br />Siguiendo la misma idea, Pedro nos exhorta a “crecer en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y salvador Jesucristo”, (2 Ped. 3:18). Este conocimiento no viene sino a través del estudio diligente de la Palabra. Pablo corrobora este mismo sentir cuando nos enseña que la concesión de los dones ministeriales entre los cuales se encuentran “maestros”, tienen el propósito de hacernos crecer “conforme a la plena estatura de Cristo”. Así ya no seremos niños zarandeados por las olas y llevados de todo viento de enseñanzas” sino que con madurez de conocimiento, conscientes de nuestro lugar dentro del Cuerpo, seamos capaces de ayudar y permitir ser ayudados. </span></div>
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<strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Necesidad de la enseñanza personalizada. </span></strong></div>
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<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">La necesidad de este tipo de enseñanza se establece por el hecho de que muchos, en el transcurso de la vida cristiana, se allegarán a nosotros para pedir cuenta y razón de lo que creemos; oportunidad que Dios nos da para presentar la verdad del Evangelio: “Estén siempre preparados para responder a todo aquél que les pida razón de la esperanza que hay en ustedes” (1 Pedro 3:15). Un Evangelio presentado malamente, producto de la incapacidad del instrumento, conducirá al menoscabo de la Palabra y le restará el “poder de Dios para salvar”.<br /><br />En segundo lugar, porque los falsos maestros no pierden tiempo. Desde antes de que la Iglesia fuese formada como institución, ya Jesucristo había previsto la realidad del surgimiento de los “falsos profetas” (Mat. 7:15; 24:11 y 24) que tratarían de engañar a las ovejas. Los apóstoles previnieron a la Iglesia que dentro de ellos mismos se levantarían “lobos feroces que procurarían acabar con rebaño”, “que hablarían cosas pervertidas para arrastrar tras sí a los discípulos” (Hechos 20:29.30). El mismo Pablo previno a Timoteo de la siguiente forma; “Porque llegará el tiempo que no van a tolerarla sana doctrina sino que, llevados de sus propios deseos, se rodearán de maestros que les digan las novedades que quieren oír, dejarán de escuchar la verdad y se volverán a los mitos” (2 Tim. 4:4-5). Pedro, tomando como ejemplo la experiencia pasada del pueblo de Dios, dice que como en el tiempo antiguo, “En el pueblo judío hubo falsos profetas y también entre ustedes habrá falsos maestros que encubiertamente introducirán herejías destructivas, al extremo de negar al mismo Señor que los rescató”<br /><br />A través de la historia, la Iglesia ha venido enfrentándose con la actividad sistemática, persistente, nociva y destructora de estos falsos maestros. Estas últimas dos centurias han sido prolíferas en el surgimiento de estos “maestros” y de sectas las cuales, presentando una imagen falsa de Jesucristo y su evangelio han arrastrado a miles de incautos tras sí.<br /><br />La actividad sutil de estos falsos maestros y su falsa piedad han engañado aún a muchos dentro de la Iglesia, que ignorantes de la verdad doctrinal, se han dejado llevar por doquier de todo “viento de enseñanza”, “abandonando la fe para seguir inspiraciones engañosas y doctrinas diabólicas . Tales enseñanzas vienen de embusteros e hipócritas que tienen la concia encallecida” (1 Tim. 4:1) y enseñan todas suerte de mentiras destructoras.<br /><br />Ante todo este panorama objetivo, real, experimental, ¿cuál es o debe ser la actitud de la Iglesia, de cada siervo de Dios, de cada creyente? ¡Hay que abrir los ojos, hay que despertar del sueño! Es verdad que algunos están haciendo mucho, pero muchos están haciendo poco. Si no queremos ver una Iglesia influenciada por todo este panorama, una Iglesia socavada por el error, una Iglesia arrastrada por la avalancha de mentiras sutiles, saquemos la Biblia de los escombros y hagámosla nuevamente el fundamento de la Iglesia. Solo ella, su luz, su verdad, será capaz de preservarla del error, para ser presentada “sin manchas ni arrugas” ante su Novio cuando venga en busca de ella.<br /><br />Dos ejemplos elocuentes de hasta qué punto Satanás puede socavar los cimientos de la Iglesia con enseñanzas falsas, lo tenemos en estas dos Iglesias: Pérgamo y Tiatira. A sus respectivos pastores se les reprocha la tolerancia y la permisión de falsos maestros que con sus “doctrinas de demonios” influyen en la perversión moral de muchos dentro de sus congregaciones. No podemos determinar en detalles el por qué estos siervos de Dios se encontraban impotentes para actuar y poner en orden las cosas, pero una cosa cierta sí resalta y es la tolerancia y las consecuencias de ésta: desvío, decadencia moral e impotencia espiritual.<br /><br />Estos dos ejemplos deben ser un alerta para nosotros si no somos nosotros mismos los que enseñamos a nuestras congregaciones. Si no somos lo suficientemente sabios, si no tenemos la guianza del Espíritu para que Él nos guíe a los ministerios constituidos por Él mismo para ayuda, si no somos capaces de decir NO “al ángel del cielo que viene con otro evangelio”, el Diablo gustosamente siempre tendrá provisión para deformarte, pervertirte y desviarte la Iglesia. Por eso reflexiona: ¿qué enseñas? ¿a quién le permites que te enseñe la Iglesia?. Recuerda que hay una palabra dura de parte del Señor a los que proceden sin responsabilidad en este sentido: “ tengo en tu contra que toleras...”. </span></div>
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<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Resultados prácticos de la enseñanza.- “La Palabra de Dios es viva y eficaz”. </span></div>
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<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">La enseñanza y aprendizaje de ella trae invariablemente resultados múltiples en la vida del creyente y en la de la Iglesia en general.<br /><br />1. Contribuye al crecimiento sano y robusto de la vida espiritual de cada hijo de Dios. Ella es “leche espiritual” que nos hace “crecer para salvación” (1P. 2:2). Es alimento sólido para los que han alcanzado madurez. (He. 5:14). En la epístola a los Hebreos se nos presenta, por así decirlo, dos clases de alumnos: los niños y los adultos. El maestro cristiano tendrá la habilidad de preparar las clases acorde a la edad y capacidad de sus alumnos: leche para los niños espirituales; alimento sólido, “vianda” para los adultos espirituales (gente madura). Si somos sabios en la aplicación racional y sistemática de la Palabra, vamos a ver resultados gloriosos. A los “niños” los vamos a ver “crecer en todo” y a los “adultos” los vamos ver madurando “hasta el conocimiento pleno” (RV 1960)(Ef. 4:13-16).<br /><br />2. Pone en capacidad a cada creyente para ayudar a otros. Lo que aprendemos de la Palabra es para ayudar a otros. No podemos convertirnos en meros portadores de conocimientos. Pedro les dice que si “el conocimiento de Cristo abunda en vosotros, no permitirá que ustedes permanezcan inútiles e improductivos” (Versión Libre) (1 P. 1:5-8). El conocimiento de la Palabra va a ser una fuerza interna que nos moverá a dar aplicación práctica a todo lo que teóricamente hemos aprendido. A otros, el Espíritu Santo los pondrá en capacidad “para enseñar también a otros” (2 Tim. 2:2), y “ayudar a otros” (Hech. 16:9) cuando Dios requiere de nuestra asistencia.<br /><br />3. Pone en capacidad al creyente para obedecer a Dios y ajustarse a su voluntad.- (Hechos 8:26-40). La labor efectiva que Felipe realizó con el eunuco etíope se debió a la capacidad de este apóstol y el conocimiento que tenía de las Sagradas Escrituras. Dice la Palabra que Felipe “comenzando con ese mismo pasaje de la Escritura , le anunció las buenas nuevas acerca de Jesús” Esto no fue una mera coincidencia. Felipe estaba capacitado para comenzar desde cualquiera escritura para ayudar a este hombre confundido. Su ayuda, su enseñanza, sacó al etíope de sus dudas y fue ganado para Cristo.<br /><br />4. Amplía la visión misionera y capacita para obedecer al llamado de Dios.- El conocimiento del propósito de Dios con la humanidad; el conocimiento de sus planes a través de nosotros, con el mundo que se pierde; al conocimiento de la causas de la expansión de la Iglesia; el conocimiento y estudio del trato de Dios con los hombres y mujeres que dijeron “sí” para “ir” por el mundo; el conocimiento de la labor del Espíritu de Dios levantando y cambiando hombres y mujeres, son un incentivo para “abrir los ojos y mirar los campos sembrados“ porque “la cosecha está madura”. Todo esto se constituirá en la fuerza motriz que nos impulsará a ir. </span></div>
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<strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">El maestro y su vida espiritual. </span></strong></div>
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<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">El maestro cristiano tiene que cuidar su vida espiritual adicionando al estudio de la Palabra, tiempo suficiente de oración. Esto le ayudará para que la enseñanza sea expuesta con autoridad; la autoridad de una vida acorde y a la altura de lo que enseña. Jesús, el “Rabí de Galilea” pasaba mucho tiempo en oración. No de balde, cuando abría su boca las gentes se daba cuenta de que no “enseñaba como los escribas y los fariseos, sino con autoridad”. La enseñanza que va con la fuerza y el poder del Espíritu Santo produce cambios. El maestro cristiano debe estar revestido del poder del Espíritu, para que “su palabra y su predicación no sean con palabras sabias y elocuentes sino con la demostración del poder del Espíritu”. El Espíritu Santo es la fuente del dinamismo y del cambio. La Palabra y la oración son como los dos remos de un bote. Hay que darle a la par para que el bote avance. Si le das a un solo remo, cualquiera de los dos, te moverás dando vueltas, pero no avanzarás. </span></div>
<div align="right">
<strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Características de un verdadero maestro. </span></strong></div>
<div align="justify">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">1. Es un estudioso constante de la Palabra de Dios. Esto no quiere decir que todo el que estudia sea maestro. Esta actividad debe ser característica de todo creyente.<br /><br />2. Le es necesario poseer una mente con capacidad espiritual para el razonamiento. Hay muchas circunstancias y cuestiones con las cuales ha de encontrarse en el transcurso de su labor, cuyas soluciones no están en los libros. Si no hay sentido común, si la mente no está ejercitada en el análisis, la creatividad, la deducción lógica, con toda seguridad que tendrá dificultades en el proceso de la enseñanza y a la postre fracasará.<br /><br />3. Tiene que tener una mente analítica y despierta capaz de tener en consideración ideas nuevas, nuevos conceptos. Debe ser capaz de analizarlos sin temor a ser confundido, capacidad para deslindar la verdad del error, “separar el grano de la paja” y saber poner de relieve, tanto el error como la verdad.<br /><br />4. Tiene que tener bien claro en su mente las verdades que va a enseñar. Verdades que no ha entendido, conceptos oscuros en sus mentes, principios no bien establecidos, produce una enseñanza deficiente y por consecuencia infructuosa.<br /><br />5. Tiene que estar convencido en su propia mente de las verdades que va a enseñar. La convicción reviste al maestro de autoridad e inspira confianza en sus alumnos.<br /><br />6. El maestro cristiano debe ser capaz de rectificar sus errores, producto de su desconocimiento. No siempre lo sabemos todo o a veces hemos aprendido mal, pero cuando la lumbre del conocimiento (Prov. 6:23) y la verdad revelada iluminan su mente, como luz, debe dejarla brillar. Debe permitir que la luz brille a través de él. Por lo tanto, el maestro cristiano debe estar dispuesto para dejarse enseñar. El síndrome de “todolosé” tiene que ser eliminado porque esto es un embuste del diablo. No puede ser dogmático ni aferrado, tiene que tener una mente amplia y analítica. NO debe temer analizar aún ideas que cree que puedan ser opuestas a las propias, pues el Espíritu Santo le revelará dónde reside el error (si es que lo hay) y cómo atacarlo o rectificarlo.<br /><br />7. Debe ser humilde.- Sus convicciones personales declinan ante la verdad demostrada. Recuerde que, a veces, todo lo que uno ha aprendido no está del todo en lo correcto.<br /><br />8. Ama su ministerio sin importarle números. Sabe enseñar a las multitudes, pero se goza enseñando a una samaritana, o un eunuco etíope en un lugar apartado si es preciso.</span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">ES RESPONSABILIDAD DEL MAESTRO CRISTIANO CONTRIBUIR A LA UNIDAD DOCTRINAL DE LA IGLESIA PARA QUE TODOS HABLEMOS UNA MISMA COSA.</span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br /></span><strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Relación entre el ministerio del maestro y el ministerio del profeta:</span></strong><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><br />El profeta proclamó lo que Dios le reveló,<br />el maestro (sacerdote) explicó lo que el profeta proclamó,<br />el profeta confirmó lo que el maestro explicó. </span></div>
<div align="justify">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;"><span style="font-size: +0;"></span></span></div>
<div align="justify">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: 16;"><br /></span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: +0;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: medium;">Aclaravción: Se dan el casos que, en oasiones los ministerios funcionan como tales, pero no son calificados o llamados o reconocidos formalmente por sus instituciones. </span></span></div>
</span></span></span></span></span></span></span></div>
El pastor Luis E. Llaneshttp://www.blogger.com/profile/05500513164562547209noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6011444661778535011.post-42276040816586311602007-06-20T11:21:00.004-03:002014-11-06T21:49:40.236-03:00CAPÍTULO 9: LOS DONES ESPECIALES<strong><span style="font-family: Arial; font-size: 130%;"></span></strong><br />
<div align="center">
<br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><strong>PRIMERA PARTE: </strong></span></div>
<div align="center">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><strong>DONES ESPECIALES PARA EL SERVICIO CRISTIANO:</strong></span></div>
<div align="center">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><strong>Los que ayudan, los que sirven, los que reparten, el diaconado. </strong></span></div>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"></span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"></span><br />
<div align="justify">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br />
</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br />
</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><strong>Naturaleza de los dones de servicio.</strong></span></div>
<div align="right">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br />
</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br />
</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><strong>La Trinidad como fuente y raíz de los dones de servicio.</strong></span></div>
<div align="justify">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br />
</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">Si nos detenemos un poco a analizar la naturaleza interna de Dios, nos damos cuenta de que Dios no es una unidad absoluta. Dios es una unidad compuesta por la persona del Padre, la persona del Hijo y la persona del Espíritu Santo. Un Dios absoluto no tuviera concepto ni sentido de relación. La relación implica, por lo menos dos partes para su manifestación y dos partes que se correspondan mutuamente a una naturaleza común. La naturaleza divina de que está compuesta cada persona de la Trinidad, les capacita para una cabal expresión de sus relaciones mutuas de tal manera que la obra que le concierne a uno como personalidad independiente, le es atribuida a los tres como unidad divina. Lo que se resalta, dentro de esta comunión eterna tripartita, es la cooperación mutua de cada componente que hace perfecto el plan eterno de Dios. Cada parte coopera, trabaja, ayuda, sirve: y en la manifestación de esta actividad cooperativa se refleja la complacencia de Dios, su amor eterno manifestado evidentemente en toda la creación.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br />
</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">La creación del hombre refleja algo de la naturaleza de Dios. Éste fue “hecho a imagen y semejanza de Dios”. Es de notar, que cuando Dios creó al hombre, aunque éste se hallaba rodeado de una naturaleza pródiga, tanto el reino animal como el reino vegetal, sin embargo, Adán experimentó un estado de soledad inmensa que nada podía suplir. Nada creado estaba acorde a su naturaleza interna, y aunque él se servía de todo lo que le rodeaba, sin embargo “para Adán no se halló ayuda idónea” (Gén 2:18).</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br />
</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">Dios, fiel intérprete de nuestras necesidades, al ver el conflicto en que se hallaba el hombre, dijo: “No es bueno que el hombre esté solo, le haré ayuda idónea” (Gén. 2:18). Dios ha hecho al hombre de tal manera que le sea imposible o, por lo menos difícil, vivir solo y aislado. El hombre necesita de alguien que lo complemente, con quien relacionarse, con quien compartir sus alegrías, sus penas, su trabajo. Es la creación de la mujer para el hombre lo que echa abajo el orgullo de muchos para creer que no necesitan de nadie. El hombre es un ser dependiente (necesita de todo y de todos). Es imposible acometer solo una obra, necesitamos mayor o menor grado de ayuda; no solo para compartir el trabajo, sino para compartir también la alegría del éxito. </span></div>
<div align="right">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br />
</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><b>Tendencia gregaria</b>. </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br />
</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">Llamámosle “tendencia” gregaria y no instinto, puesto que este último es característica de los seres irracionaoles, como los animales, pero el hombre es un ser racional. Ésta consiste en la capacidad que Dios nos ha dado para vivir en grupo o sociedad de una manera consciente y sistematizada. Cuando vemos a una persona que se aísla del seno de la sociedad en que vive; se aparta, anda solo, lo calificamos de anormal, pues lo normal es que viva en relación con los demás. El relacionarnos con los demás implica ciertas responsabilidades insoslayables y ciertos deberes. Estas responsabilidades y deberes son manifestaciones naturales que sirven de incentivo para la cooperación, el servicio y la ayuda.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br />
</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">Una sociedad donde cada componente ayuda, sirve y coopera desinteresadamente y cada componente corresponde aceptablemente, es una sociedad que prospera. La retracción del individuo implicaría anormalidades dentro del grupo. Tanto en los países grandes como pequeños, familias grandes o pequeñas, iglesias grandes o pequeñas, cuando se pierde de vista las bases sobre las cuales se asienta esta tendencia puesta por Dios todo va al suelo.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br />
</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">Estos principios no son pasados por Dios dentro de su pueblo. Es precisamente, dentro del pueblo de Dios donde deben tener expresión plena, cabal, recta y correcta estas verdades. Somos una sociedad, vivimos en sociedad. En esta sociedad llamada Iglesia no vivimos aislados, somos partes unos de los otros, “miembros los unos de los otros”; y es en Cristo, por medio del amor y despojado de todo orgullo personal, el que nos hace vivir unidos, y donde cada miembro “según la actividad de cada miembro” trabaja, coopera, ayuda, sirve, “para ir edificándose en amor”. </span></div>
<div align="right">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br />
</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><strong>Satisfaciendo una necesidad.</strong> </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br />
</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">Jesucristo dijo: “Así que todas las cosas que quisierais que los hombres hicieran con vosotros, sí también vosotros haced con ellos”</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br />
</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">Pablo dijo: “Servíos por amor unos a los otros”, y como miembros del Cuerpo de Cristo “nos ayudamos mutuamente” . Diríamos que es una necesidad la manifestación del amor a través de la vida de servicio. El amor es práctico y en su manifestación se troca en obras.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br />
</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">El hombre vive en un estado de insatisfacción cuando, dando manifestación a su egoísmo, vive para sí sin pensar en los demás; sin pensar que su cooperación pueden servir y contribuir a la felicidad de los demás. Es la vida de servicio lo que hace dulce la existencia y es la vida de servicio la esencia del cristianismo. Esta vida satisface al alma cuando vemos que nuestro aporte ayuda a la edificación y unidad el cuerpo. Es una necesidad profunda servir, ayudar. Dios nos ha hecho con una naturaleza capaz de hacerlo, Dios espera que lo hagamos e ir en contra produce conflictos e infelicidad internas. </span></div>
<div align="right">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br />
</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><strong>Distorsión.</strong> </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br />
</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">El pecado ha sido la causa de la distorsión de todas las cosas buenas que Dios ha hecho con y para nosotros. Este sentimiento de ayuda y espíritu de servicio - actitudes innatas en el hombre - han sido aprovechadas por hombres perversos para esclavizar y poner a su servicio exclusivo a los otros hombres, creándose lo que se llama “amos o señores” y “siervos o esclavos”.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br />
</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">Los amos, perdiendo toda sensibilidad, se aprovechan al máximo y con fines egoístas del servicio que le prestan los hombres. Por otra parte, los “siervos” se revelan, odian, matan, destruyen cuando pueden reaccionar contra sus amos. Esto es producto de la pérdida del concepto y la práctica del “servicio desinteresado y por amor” por parte de él y la pérdida, por parte del amo, del sentido de igualdad, de la cual Dios ha revestido a todos los hombres y la necesidad de la cooperación desinteresada para vivir felices. (1 Tim. 6:1-2).</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br />
</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">Solo Cristo, el vindicador de todas las causas, el restaurador de su obra, es capaz de darle todavía el verdadero matiz y significado a estas cualidades y principios. Dios por medio de su Espíritu, transformando y cambiando la naturaleza humana, (que por su condición caída produce todas estas anormalidades) hace posible estas virtudes. Solo Dios produciendo un verdadero amor en el corazón del hombre, y mucho más: solo el Espíritu de Dios es capaz de hacer en medio de Su pueblo y a través del creyente que este deseo y sentir de ayudar y servir sean una realidad incondicional; pero ahora producto, no de un sentimiento meramente humano, sino como producto de una obra sobrenatural de Dios concedida al creyente como una dádiva, como un don, cuya fuente es el Espíritu de Dios. </span></div>
<div align="center">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br />
</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><strong>ANÁLISIS DE LOS DONES DE SERVICIO. </strong></span></div>
<div align="center">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><strong>(Mateo 25;21-24; 24:48) </strong></span></div>
<div align="justify">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br />
</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">Dentro de la Iglesia, y para edificación de ella, Dios ha levantado a hombres y mujeres con tres capacidades gloriosas, que no dejan de ser sobrenaturales, aunque la materia prima sea la necesidad, la miseria y la impotencia; no dejan de ser del Espíritu de Dios, aunque su manifestación sea a través del hombre, y no dejan de ser relevantes e importantes aunque en ocasiones, sean hechas en el anonimato. Estas son: los dones de servicio, ayuda y el que reparte canalizados muy especialmente a través del trabajo del diácono. </span></div>
<div align="right">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br />
</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><strong>¿Qué es el don de servicio? (Rom. 12:7) </strong></span></div>
<div align="justify">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br />
</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">La palabra que se traduce como “servicio” es, en griego, “diakonía” y significa: servicio, función, oficio, cumplimiento, ministerio especialmente eclesiástico; socorro, limosna). Está relacionado con el verbo "diakonéo" que significa, a su vez: servir, prestar servicio; socorrer, ayudar, proveer; suministrar.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br />
</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">Como don, es una capacidad sobrenatural que el Espíritu de Dios da a algunos miembros del Cuerpo para colocarse, incondicionalmente, sacrificadamente y con amor, en las manos de Dios para suplir necesidades en las que hay que emplear tiempo, esfuerzo, trabajo, talento, recursos, para beneficio de los siervos de Dios y la obra en general.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br />
</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">El campo de manifestación de este don es ilimitado, no está circunscrito a una sola área o lugar. La materia prima con que trabaja es la necesidad de cualquier índole que sea y allí, desde las cosas que parecen más sencillas hasta las que parecen más complejas, aquí aparece el don para aliviar la carga, edificar, bendecir y contribuir a la unión del cuerpo. Dios da suficiente gracia para que el servidor pueda hacer su tarea, aún en las condiciones mas difíciles. De estas características se desprende el hecho de la necesidad del factor sobrenatural para su cabal manifestación.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br />
</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">Hasta cierto punto, podemos decir que, todo ministerio es una obra de servicio para Dios, por lo cual no podemos tampoco darle un carácter restrictivo a la manifestación de este don para ciertos y determinados trabajos, sino que toca a todos. Por esta razón, cada ministerio, cualquiera que sea, necesita estar vitalizado y complementado con la capacidad de servicio como don del Espíritu. (Gál. 5:13).</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br />
</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">Sin embargo, su manifestación se especializa al levantar algunos creyentes dentro del pueblo de Dios, dispuestos a colocar sus personas - talentos y capacidades, tiempo, esfuerzo, trabajo - para complementar otros ministerios. A estos hombres y mujeres los mueve un sentimiento: al amor a Dios y a su obra; y los mueve la necesidad de la obra y sus siervos. Tienen visión para ver y capacidad sobrenatural para servir. Son, los que llamamos comúnmente las “columnas” que sostienen el quehacer de la obra de Dios. Son siervos de siervos. </span></div>
<div align="right">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br />
</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><strong>Jesucristo, ejemplo de siervo.</strong> </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br />
</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">“El Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos”. Estas palabras están pronunciadas dentro del contexto de una petición de “la madre de los hijos de Zebedeo” (Juan 20:20): “Ordena que en tu reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha y el otro a tu izquierda”. “Derecha” e “izquierda”, lugares de posición, autoridad y privilegio. Este era el sentir de los dos, manifestado a través de su madre. Sin embargo ellos no sabían lo que pedían. Estas posiciones no se obtendrían mediante privilegios personales, ni motivados por la parcialidad sentimental. Una cosa sí era real: ellos podían participar de “su copa” y “su bautismo” (Mateo 26:27; Juan 18:11; Luc. 12:50); lo demás estaba en la potestad del Padre. Antes de los privilegios vienen los sacrificios; antes de la gloria, el sufrimiento. Esto quería decirles Jesús.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br />
</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">Para terminar de responder y rectificarles, Jesús enfoca la situación desde otra perspectiva, para dejar sentadas las bases sobre las cuales se sostendría el logro de las posiciones y rangos: en Su reino las cosas no iban a ser como entre los reinos de los hombres: “los gobernantes se enseñorean de las naciones”, “los grandes ejercen sobre ellas potestad” (v. 25) “más, entre vosotros NO SERÁ ASÍ, sino que EL QUE QUIERA SER GRANDE SERÁ VUESTRO SERVIDOR y el que quiera ser el PRIMERO SERÁ VUESTRO SIERVO”. La prioridad del reino de Dios es la vida de servicio. Cristo primero fue SIERVO para poder llega a ser REY. Este es el mecanismo, la fórmula. No hay otra.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br />
</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">El asunto del reino y los privilegios permanecían en la mente de los discípulos. En otra ocasión, todos estaban enfrascados en una discusión “sobre quién de ellos iba a ser el mayor” (Luc. 22:24). Jesús, con toda su paciencia y recordando el incidente con la madre de Juan y Jacobo, vuelve a repetirles el ejemplo de los gobernantes y añade otra ilustración: “¿Quien es el mayor, el que se sienta a la mesa o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? PERO YO ESTOY ENTRE VOSOTROS COMO EL QUE SIRVE”. Y a continuación vienen las palabras que pondría fin a sus discusiones y alivio a sus preocupaciones: “Pero a vosotros, que habéis permanecido conmigo en mis pruebas, yo os asigno un reino, como mi Padre me lo asignó a mi, para que comáis y bebáis a mi mesa, en mi reino, y os sentéis en tronos juzgando a las doce tribus de Israel” (v. 30)</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br />
</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">Lo que el Señor quiso decir fue: “Este privilegio de estar conmigo, sentados a mi mesa, no será exclusividad de ninguno, sino derecho de todos, porque ustedes son los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas. Más que el privilegio de sentarse simplemente a mi mesa, yo les doy a ustedes mucho más: “les asigno un reino ...” para que coman y beban a mi mesa en mi reino, y todavía algo más, para que ustedes se sienten en tronos juzgando a las doce tribus de Israel” (vs. 28-30). Primero “pruebas” y “servicio”, después “recompensas”. Esta es la vía, no hay otra. Jesucristo nos dio el ejemplo, en actitudes, palabras y obras (Fil. 2:7) para que de él aprendamos, y a él imitemos.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br />
</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">Esta lección fue aprendida muy bien por sus discípulos. En sus cartas comienzan con la presentación de sus credenciales: “Pedro, siervo de Jesucristo...” , “Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo...” , “Judas, siervo de Jesucristo...”, “Su siervo Juan...” (Apoc. 1:1). Pablo aprendió lo mismo: “Pablo, siervo de Jesucristo...” </span></div>
<div align="right">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br />
</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><strong>Cualidades del que sirve.</strong> </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br />
</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">En ocasiones hemos escuchado la presentación de algún predicador de la siguiente forma: “En esta noche me complace en presentar, “al gran siervo de Dios, Fulano de Tal”. Entiendo perfectamente bien el grado de dignidad que se quiere reconocer en este tipo de presentación, pero realmente la Biblia no le atribuye el calificativo de “grande” a ningún siervo. La Biblia nos habla de dos tipos de siervos solamente: “siervo bueno” (Luc. 19:17) y el “siervo malo”. Mateo (18:32) Veamos</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br />
</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">SIERVO BUENO SIERVO MALO</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">1. Fiel. (Mateo 24:45) Negligente (Mat. 25:26)</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">2. Prudente. (24:45) Irresponsable.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br />
</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">Del malo nunca se habla. Del bueno siempre se recalca su fidelidad. Pero al siervo bueno le caracterizan otras cualidades que son dignas de resaltar y que descubre su verdadero carácter. Entre ellas tenemos: su prudencia, su responsabilidad, su humildad (Lc. 22:26;); su competencia. (Mt. 6:24); su gratitud, (Mt. 8:15); su ánimo (Ef. 6:7); y sobre todo su amor. (Gá. 5:13). El fiel servidor se convierte en el canal del amor de Dios abundando en “buenas obras”. Su labor edifica y bendice la obra de Dios, a los siervos de Dios y a la Iglesia toda.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br />
</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">En la Biblia tenemos ejemplos sobresalientes de servidores fieles: Eliezer, siervo de Abraham, Josué, Ur, Caleb, Sanuel, Baruc, Eliseo, Giezi, Juan Marcos, Timoteo, Gayo, etc. Muchos de estos humildes servidores, llegaron a ser, posteriormente líderes prominentes dentro del pueblo de Dios.</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br />
</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><strong>PARA LLEGAR A SER UN BUEN DIRIGENTE, PRIMERO HAY QUE SER UN SIERVO OBEDIENTE.</strong></span></div>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><strong></strong></span><br />
<div align="center">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br />
</span><br />
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><strong>EL QUE AYUDA. </strong></span></div>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br />
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;">La palabra empleada en el original griego es “antilempsis" que significa “ayuda, auxilio”. Está relacionado con el verbo “antilambáno”, que, en este caso, puede traducirse como: poner mano en algo, ocuparse, preocuparse de, tratar de conseguir algo, hacerse cargo, amparar a alguien, tomar por su cuenta a alguien). Para comprender la naturaleza de este don sería bueno hacer un cuadro comparativo que nos ayudará a definirlo:</span></div>
<span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><br />
<strong>COMPARACIÓN ENTRE SERVICIO Y AYUDA.<br />
<br />
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span" style="font-weight: normal;"><strong>Servicio: Es de carácter permanente o, por lo menos, de larga duración.</strong></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span" style="font-weight: normal;"><strong>Ayuda: Es eventual. Se manifiesta cuando se produce alguna necesidad, para hacer provisión.</strong></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span" style="font-weight: normal;"><strong>Servicio: Tiene que ver con la persona. Es la persona la que se ofrece.</strong></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span" style="font-weight: normal;"><strong>Ayuda: Tiene que ver con provisiones materiales. Se manifiesta especialmente en el área social de la Iglesia.</strong></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span" style="font-weight: normal;"><strong>Servicio: En el ámbito espiritual, anima, consuela, apoya, orienta.</strong></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span" style="font-weight: normal;"><strong>Ofrece tiempo, capacidades, talentos, recursos, etc.</strong></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span" style="font-weight: normal;"><strong>Ayuda: Coloca, al servicio de la Obra, recursos materiales para suplir necesidades. </strong></span></div>
</strong> <strong></strong><div style="text-align: right;">
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<strong>Definición del don de ayuda.</strong> </div>
</div>
<div align="justify">
<br />
Teniendo en cuenta la diferencia entre uno y otro don, podemos llegar a la conclusión de que el don de ayuda:<br />
<br />
Es una capacidad sobrenatural concedida por el Espíritu de Dios a algunos miembros del cuerpo, que les provee de una disposición santa para dar asistencia tanto material como espiritual al necesitado, y los inmpele a colocar sus intereses al servicio de la obra de Dios en todos los aspectos en que se mueve para suplir lo que falta.<br />
<br />
En la manifestación de este don hay una espíritu de desprendimiento y renunciación, aún de aquello que pudiera resultar importante, para engrandecer la obra de Dios. Una de las cosas que hace el Espíritu de Dios es afectar el “yo”, eliminando el egoísmo y el interés personal. El reino de Dios viene a constituirse en el objeto más importante para la inversión de sus bienes. De estos hechos se desprende la necesidad del aspecto sobrenatural , porque en lo natural nadie obraría así.<br />
<br />
En ocasiones el don de servicio y ayuda obran juntos complementándose y canalizándose a través del ministerio del diácono como lo habremos de considerar posteriormente. A veces se hace difícil distinguir a ambos, porque aunque tienen características diferenciales, también, por la naturaleza particular de cada uno, tienen características similares. </div>
<div align="right">
<br />
<strong>Ejemplos del don de ayuda. </strong></div>
<div align="justify">
<br />
Como ejemplos concretos de la manifestación de este Don, podemos resaltar: Los siete primeros “diáconos” (Hechos 6:2-7); Dorcas (Hech. 9:36:41), Priscila y Aquila (Hechos 18:2-26; Rom 16:3-4), María (Rom. 16;6), Urbano (v. 9), Trifena, Trifosa y Pérsida (v. 12), Tercio (v. 22), Onesífiro 2 Tim. 1:16-18), Lucas y Marcos (2 Tim. 4:11), etc. </div>
<div align="center">
<br />
<strong>EL QUE REPARTE </strong></div>
<div align="center">
<strong>(Rom. 12:8). </strong></div>
<div align="justify">
<br />
El Nuevo Testamento Interlineal Griego Español de F. Lacueva, traduce: “el que comparte, con sencillez”. La Nueva Versión Internacional traduce: “si es el de socorrer a los necesitados, que dé con generosidad”. La versión Dios Llega al Hombre lo traduce: “el que da hágalo con sencillez” y la Biblia de Jerusalén traduce: “El que da, con sencillez”.<br />
<br />
El verbo utilizado en el griego es “metadiduz” (metadidouz) que quiere decir: “dar parte, hacer participar (a alguien de algo), entregar”. La idea de “dar”, “compartir”, “repartir”, está estrechamente vinculada con la generosidad de Dios en la creación y hacia el hombre. (Salmo 145:11-20; 147:7-11; Salmo 104, etc.) La generosidad de Dios, que reparte, da y socorre es el incentivo para que el hombre y, muy especialmente, Sus hijos, que han experimentado la realidad de todas Sus bendiciones, sean movidos a compartir lo que tienen para que otros, que menos tienen, sean beneficiados. El hijo de Dios “reparte, da a los pobres, su justicia permanece para siempre, su poder será exaltado en gloria” (Salmo 112:9).<br />
<br />
El Apóstol Pablo se hace eco y dentro del contexto de la generosidad que debe caracterizar a la Iglesia para ayudar y socorrer a los hermanos más necesitados y junto con el salmista repite: “Como está escrito: Repartió, dio a los pobres, su justicia permanece para siempre”. Seguidamente concluye con el pensamiento de que Dios es el que da, multiplica y prospera para que nosotros liberemos nuestra generosidad para la suplencia de las necesidades de otros y para la gloria de Dios. (2 Cor. 9:9-l4).<br />
<br />
Manifestado como un don, el que reparte es movido por un espíritu altamente generoso. Pero esa generosidad es producto de la obra del Espíritu en el corazón del creyente que potencializa esta virtud para que la persona se desprenda de parte de lo que Dios le ha dado, con el fin de darlo al necesitado. Dios da, para dar. Esto lo constituye en un don sobrenatural. Aunque este don es la manifestación personal de la generosidad de Dios a través de su instrumentación humana, vamos a ver cómo conjuntamente con el don de “servicio” y “ayuda”, se conjuga dentro del ministerio del diácono para la realización de un ministerio edificador. </div>
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<br />
<br />
<strong>EL MINISTERIO DEL DIÁCONO. </strong></div>
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<br />
Para comprender qué es o en qué consiste el ministerio que debe desarrollar el diácono dentro de la Iglesia local, es necesario saber cuáles son las herramientas espirituales que inciden en la realización de este trabajo. Estos tres dones - servicio, ayuda y repartimiento - inciden, se desarrollan y manifiestan a través de un verdadero ministerio diaconal.<br />
<br />
Es necesario que la Iglesia Local sepa discernir y descubrir cuáles son los creyentes, que dentro de la Iglesia les caracteriza un espíritu de colaboración, un espíritu de ayuda, de generosidad, de iniciativa personal para estar donde está la necesidad y la disposición de hacer provisión para su solución. Recordemos que no es, necesariamente, el creyente que más tiempo lleva en la Iglesia, no es el más sabio intelectualmente, no es tampoco el más fervoroso, ni el que más aleluyas dice, ni el que parece más buenazo y tranquilo. Cuando hay un hermano que siempre está haciendo algo, con una iniciativa personal marcada, con un espíritu de servicio marcado, ayudador, conjuntamente con los demás requisitos, podemos ir pensando en un ministerio de diácono potencial. </div>
<div align="right">
<br />
<strong>Circunstancias que dieron origen al ministerio del diácono. </strong></div>
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<br />
El Espíritu Santo fue, por decirlo así, la persona que engendró la Iglesia. Durante el ministerio terrenal de Jesús, notamos la influencia del Espíritu usando sus enseñanzas para producir aquello que el día de Pentecostés se constituyó como la Iglesia de Jesucristo. Pero lo que sucedió ese día no fue mas que el comienzo de una obra que tendría su proceso organizativo a través de su historia y que el mismo Espíritu de Dios se encargaría de recoger en las páginas de las Sagradas Escrituras.<br />
<br />
Cierto es que, para que el Espíritu Santo pudiera darle forma a la Iglesia, ésta tendría que enfrentarse con una serie de obstáculos entre los cuales cuatro son los más sobresalientes: 1°. Los prejuicios de carácter social, 2°. Los prejuicios de carácter étnico, 3°. Los prejuicios de carácter religioso, y 4°. Los prejuicios de carácter económico.<br />
<br />
El evangelio tendía a la universalización de la Iglesia. Ella no estaría limitada a un grupo nacionalista, ni partidista, sino que se extendería a través del mundo uniendo en un mismo amor y propósito a toda nación, tribu y lengua. Solo el evangelio logró deshacer, en aquellos primeros tiempos, todas las barreras que hubieran podido provocar la división, estancamiento y destrucción de esta gran obra.<br />
<br />
En la institución, crecimiento, progreso y organización de la Iglesia se hace evidente la obra maestra del Espíritu Santo colocando los diferentes ministerios y dones en el Cuerpo, que ayudarían a su edificación y progreso, de manera que, el Espíritu, sin prejuicios de ningún tipo llegaría a utilizar desde el siervo hasta el amo. </div>
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<br />
<strong>Crecimiento de la Iglesia (Hch. 6:1).</strong> </div>
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<br />
Los nuevos convertidos se producían, tanto el área de los judíos, como en el área de los gentiles; pero el mayor grupo era de judíos y judíos helenistas. Los helenistas eran los judíos que había adoptando las costumbres y asimilado la civilización y lengua griega, pero persistían en la creencia religiosa legada por sus padres. “En aquellos días como creciera el número de los discípulos...” (v. 1). El rápido crecimiento traería por consecuencias otros problemas. </div>
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<br />
<strong>Aumento de trabajo de los apóstoles.</strong></div>
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<br />
La labor encomendada por Cristo a los apóstoles fue la ministración de la Palabra de Dios. Esto traería por consecuencia la dedicación extra de tiempo, que se acortaba más y más a causa del trabajo excesivo y traería consecuencias impredecibles en las relaciones del grupo. Repartir y distribuir las ofrendas que traían a sus pies, la atención a las viudas en sus necesidades, surtían sus efectos: a) Eclipsaban el ministerio y la visión misionera, b). Producía descontentos y desavenencias entre la congregación. (Hechos 4:35-37; 5;1) c) Restaba el tiempo de preparación espiritual.<br />
<br />
Toda esta situación generaba cierto estado de caos que ponían en tela de juicio el actuar y carácter de los apóstoles. “El crecimiento había dejado atrás la organización”. Era imposible, que un grupo tan grande pudiera ser atendido y administrado por los apóstoles solos. Esta situación fomentaba en la Iglesia un espíritu divisionista.<br />
<br />
Ante estas circunstancias, el Espíritu Santo hacer ver a los Apóstoles el descuido de su máxima responsabilidad y los mueve a proponer a la Asamblea una moción encaminada a la solución del problema: “Búsquense siete varones de buen testimonio, llenos de Espíritu Santo y sabiduría a quienes encarguemos estos trabajos” v. 3. Todo esto agradó a la multitud, siendo esto la solución sabia que resolvió el problema.<br />
<br />
El verbo griego traducido como “buscar” es “episkopeo”, que significa, entre otros, “mirar, observar, examinar, considerar; poner cuidado o atención; inspeccionar, pasar revista; visitar (especialmente a un enfermo)”. Involucra la idea de una búsqueda atenta, que presupone el examen cuidadoso, la observación atenta, la inspección. Justamente, Lacueva traduce el verbo como “inspeccionad”. La elección de los diáconos no surgía de una búsqueda más o menos superficial, sino de una inspección cuidadosa, entre los hermanos, para ver quiénes eran aquellos que cumplían con los requisitos establecidos por los apóstoles. (Nota al margen: Obsérvese que en este caso no se emplean ninguno de los verbos griegos que se traducen en otras partes del NT, como “buscar”: “Dseteo” y sus compuestos: “anadseteo”, “ekdseteo”, “epidseteo”).<br />
<br />
Es importante tener en cuenta que, en la elección de los diáconos, los líderes apostólicos, guiados por el Espíritu Santo, establecieron los requisitos que debían tener los mismos. La asamblea, por su parte, inspeccionó dentro de ella, para detectar quiénes los cumplían, y una vez seleccionados, los presentaron a los apóstoles para que estos los consagraran al ministerio o servicio. Cuando más adelante leemos sobre el ministerio de Pablo, encontramos, por ejemplo, que Timoteo fue consagrado por la imposición de manos de Pablo y los ancianos de la iglesia, sobre las bases del buen testimonio que los creyentes daban acerca de Timoteo. En las epístolas pastorales, el apóstol deja establecido definitivamente los requisitos para que enviados apostólicos como Timoteo y Tito, por ejemplo, pudieran constituir las autoridades locales, ya fuesen presbíteros u ancianos, ya fuesen diáconos.<br />
<br />
Quiere decir que, con la institución de LOS SIETE, El Espíritu Santo constituyó dentro de la Iglesia primitiva un ministerio que más tarde se convertiría en un instrumento para el desarrollo y crecimiento de la Iglesia (v. 7). Es de notar que, aunque al principio no se le dio el nombre oficial de “diácono”, sin embargo la necesidad que le dio origen: “servir las mesas” definió las características de este ministerio: “servir” (6:2).</div>
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<br />
<strong>Bases sobre las cuales fueron constituidos los siete “diáconos”.</strong></div>
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<br />
Se convocó una asamblea con la Iglesia. El modo en que se realizó este acto público en la Iglesia es muy importante:<br />
<br />
1. Los Apóstoles hicieron entender a la congregación el trabajo fundamental para el cual Dios los había escogido a ellos. La asamblea reconoció este principio. v. 2<br />
<br />
2. Los apóstoles propusieron la elección o más bien selección de siete varones para que asumieran este trabajo. v. 3<br />
<br />
3. Proceden a determinar las cualidades que debían realizar este trabajo.<br />
<br />
4. Establecimiento del ministerio: Después de haber seleccionado a los siete, de una manera formal fueron presentados ante los apóstoles, los cuales oraron, le impusieron las manos, y la Iglesia los reconoció unánimemente. En estE acto solemne se dio inicio a este ministerio. Este mismo acto de ordenación de los diáconos es el aplicado a la ordenación de otros ministerios. (Hechos 13:3; 2 Tim. 1:6; 1 Tim 4:14). Es de notar que la autoridad apostólica y la organización congregacional (democrática) no se desplazan, sino se completan. </div>
<div align="right">
<br />
<strong>Cualidades básicas originales para el ejercicio del diaconado (v. 3).</strong> </div>
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<br />
1. Buen testimonio dentro de la congregación (“... de buen testimonio”).<br />
<br />
2. Plenitud del Espíritu Santo (“Varones llenos del Espíritu Santo”).<br />
<br />
3. Sabiduría (“... y sabiduría”). </div>
<div align="right">
<br />
<strong>Función original dentro de la Iglesia.</strong></div>
<div align="justify">
<br />
1. Cobrar las limosnas de la Iglesia.<br />
<br />
2. Distribuir o repartir entre los necesitados el dinero y los alimentos.<br />
<br />
3. Visitar a los pobres, a los enfermos, a las viudas, a los huérfanos, a los que sufrían bajo las persecuciones, administrando los auxilios necesarios y oportuno.<br />
<br />
4. En el caso particular de las diaconisas, estas realizaban en la Iglesia trabajos de servicios que a los hombres les era imposible realizar. Ellas cuidaban los lugares donde se sentaban las mujeres, controlaban el orden, instruían privadamente a las más jóvenes; asistían a los que sufrían persecuciones por la fe. En Romanos 16:1 se menciona a Febe como diaconisa de la Iglesia.<br />
<br />
Independientemente del trabajo de servicio inherente de los diáconos, hubo algunos que fueron usados en otros ministerios. En la Biblia sobresalen Felipe y Esteban, que fueron usados como evangelistas y en grandes maravillas y milagros. Esteban, el diácono, tuvo el privilegio de ser el primer mártir de la Iglesia cristiana. Y en Romanos 16:1 se menciona a Febe, “que había ayudados a muchos” , pero ahora se disponía a ser portadora de la carta que Pablo enviaba a los romanos por medio de ella. </div>
<div align="right">
<br />
<strong>El diaconado considerado por el apóstol Pablo.</strong> </div>
<div align="justify">
<br />
En Filipenses 1:1 podemos notar que, en el principio, la organización de la Iglesia era sencilla. La composición orgánica de la Iglesia Local era: 1) Los santos (creyentes en general), 2) Los obispos (sobreveedores espirituales: llamados también ancianos o pastores), 3) y los diáconos. Observamos que los diáconos juegan un papel importante en la organización de la Iglesia, siendo este ministerio necesario para su desarrollo, edificación y unidad.<br />
<br />
Pablo fundó gran cantidad de Iglesias entre los gentiles, y a la vez orientó a sus líderes en cuanto a la organización a éstas. En este contexto da instrucciones a Timoteo relacionadas con este ministerio. Estas instrucciones habrían de servir como patrón para la Iglesia a través de los tiempos. Para este tiempo ya la Iglesia tenía cierta experiencia y madurez. Había ganado en organización y los creyentes habían logrado un concepto claro en cuanto a sus responsabilidades. Sin embargo, no pasemos por alto que el humano tiene la tendencia de aflojar los principios y Dios tiene que trazar de una forma clara y definitiva requisitos estables y escritos para que ellos servían de guía para la edificación espiritual y organizacional de su Iglesia.<br />
<br />
El diaconado llegó a jugar un papel de tanta responsabilidad, alcanzó un grado de desarrollo y catería tal, que aquellos tres requisitos originales se quedaron necesitaron ser complementados con otros que estuvieran a la altura de las circunstancias. De modo que el apóstol Pablo, inspirado por el Espíritu Santo, establece una serie de ordenanzas y exigencias para el diácono, similares en muchos puntos a los establecidos para los obispos (pastores). Haga una comparación de uno y otro ministerio y notará el grado de igualdad de exigencia.<br />
<br />
Note también que junto con los requisitos para los diáconos, hay una serie de requisitos para las diaconisas ya que la mujer, teniendo dentro de la Iglesia un área de servicio donde el hombre no puede incursionar, está en mejor capacidad que el hombre para realizar ciertos trabajos. El diaconado puede ser ejercido tanto por hombres como por mujeres, pero hombres y mujeres de Dios que tengan un sentido espiritual del servicio cristiano y cuyo testimonio esté a la altura del cargo que van a desempeñar.<br />
<br />
No creo que 1 Timoteo 3:11 se refiera a mujeres comunes dentro de la congregación: primero, porque estos requisitos están contenidos dentro de un contexto estructural cerrado desde el v. 1 hasta el 13 dentro del cual se habla de ministerios; segundo, porque no es un versículo aislado, sino que es la secuencia lógica de una idea que predomina en la mente de Pablo, desde el v. 8, relativa a los requisitos relacionados con el ministerio diaconal; y, tercero, porque no veo ninguna objeción en la Biblia para que una mujer pueda ejercer un ministerio de ayuda dentro de su área, ya que un diácono es un ayudador.<br />
<br />
Por el espíritu de la ordenanza bíblica nos damos cuenta de que el propósito original y primordial de este ministerio es servir. Este es el gran objetivo del Espíritu Santo a través de los ministerios: servir, ayudar, edificar. Despojados, pues, de todo orgullo y vanagloria ser el puente o canal a través del cual el Espíritu Santo pueda realizar su obra. El servir es inherente al diaconado. Es la vida de servicio el incentivo que hace dulce la vida cristiana; es el antídoto al egoísmo humano. Si aspiras al diaconado, aspiras a un ministerio glorioso dentro de la Iglesia, pero recuerda que el único móvil que debe impulsarte para ejercer tu trabajo es servir. No busques otra cosa, pues no la encontrarás. </div>
<div align="right">
<br />
<strong>Relación entre el ministerio del diácono y el del pastor. </strong></div>
<div align="justify">
<br />
El ministerio pastoral es un ministerio de gobierno. El ministerio del diácono es un ministerio de servicio. Los dos marchan paralelamente dentro de la Iglesia, cada uno en su área. El ministerio del diácono se proyecta hacia al área física y material de la Iglesia, el ministerio del pastor se proyecta hacia el área espiritual de la Iglesia. El ministerio del diácono, aunque es importante dentro de la Iglesia, tiene que guardar el principio de sujeción y como miembro está sujeto al gobierno pastoral. El pastor debe descansar en sus diáconos para una serie de trabajos y responsabilidades que a él, por la característica de su trabajo, le es más difícil hacer. El pastor debe tener en cuenta a sus diáconos, reunirse eventualmente con ellos para programar trabajos y repartir responsabilidades. El pastor debe saber escuchar a sus diáconos y analizar los consejos que provienen de la “multitud de consejeros”. Y en este espíritu armónico, ambos ministerio se unirán para edificar la Iglesia en un espíritu de unidad y amor. </div>
<div align="center">
<br />
<strong>SEGUNDA PARTE: DONES ESPECIALES DE GOBIERNO DENTRO DE LA IGLESIA LOCAL.<br />
“El que preside” (Rom. 12:8) , “Los que administran” (1 Cor, 12:28).</strong></div>
<div align="center">
<br />
<strong>EL QUE PRESIDE </strong></div>
<div align="center">
<strong>(Rom. 12:8).</strong></div>
<div align="justify">
<br />
La palabra griega empleada para designar este don es proistámenos, participio aoristo de voz media del verbo proístemi, que significa: poner delante (algo o a alguien), exponer en público (algo); colocarse frente; proteger, defender; ponerse a la cabeza; ser el jefe de un partido de conjurados, presidirlo; realizar, ejecutar; aventajar; dirigir, cuidar de, tomar a su cargo.<br />
<br />
La traducción puede ser: el que preside, dirige o cuida de. La idea implícita es la de una dirección cuidadosa y protectora. La palabra, en este caso, describe a una persona capacitada para colocarse al frente de un grupo de personas, para tomarlas a su cargo, dirigiéndolas, cuidando de ellas, protegiéndolas.<br />
<br />
No hay idea de ejercicio simple (y mucho menos despótico y autoritario) de gobierno o mando, sino de ejercicio de autoridad, de liderazgo, para defensa, protección y cuidado. En este caso, el que preside, se coloca entre el grupo presidido y todo lo demás, para defenderlo. Él es el que se expone: “El Pastor su vida da por las ovejas”.<br />
<br />
Esta misma palabra es la que se emplea en 1 Timoteo 3:4-5 (y en 3:12, en el caso del diácono), para describir la autoridad del obispo dentro de su hogar y su aplicación dentro de la Iglesia: “Que gobierne bien su casa ...pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará (epimelesetai) de la Iglesia de Dios?.<br />
<br />
Las palabras griegas que, en este pasaje, la RVR traduce como “gobierne” y “gobernar”, son, respectivamente, un participio y un infinitivo del verbo proístemi. Pero también, complementando la idea de cuidado y protección, el apóstol Pablo emplea el vocablo epimelésetai, futuro del verbo epimeleomai: (epimeléomai) cuidar, cuidarse, preocuparse, estar encargado de, estar al frente de, tener a su cargo a; cuidar de, preocuparse por; y cuyo sustantivo derivado es epimeleía (epimeleia): cuidado, solicitud, dirección, administración, gobierno; (etc.)<br />
<br />
Hay un vocablo castellano que traduce perfectamente la idea implicada en este último término griego. Es “cura”, la palabra conque comúnmente se designa a los sacerdotes católico - romanos. La misma se deriva del sustantivo latino “cura” , que es usado por los diferentes escritores clásicos como “cuidado, atención, aplicación, diligencia, empeño, esfuerzo, trabajo; inquietud, zozobra, preocupación, solicitud; cuidado amoroso; cargo, dirección, gobierno, administración, gestión, encargo; etc."<br />
<br />
El término fue usado, en la antigüedad cristiana latina, para designar a los ministros del culto encargados de un grupo de fieles, o sea, a los pastores. Durante la Edad Media, se siguió empleando en el mismo sentido, como sinónimo del sacerdote cristiano. A partir de la Reforma y hasta el presente, su uso queda restringido al campo católico - romano, debido a circunstancias histórico - culturales conocidas. No obstante, desde un estricto punto de vista semántico, el pastor es un “cura”, es uno que cuida, administra, gobierna, con diligencia y amor al grupo de creyentes que Dios le ha encomendado.<br />
<br />
El pastor de la Iglesia es el presidente (obispo) general de la Iglesia Local, por lo cual es una necesidad para él la capacitación del Espíritu Santo de Dios con este don de presidir para poder “cuidar de la Iglesia de Dios” como cuidaría y gobernaría su propia casa. Pero su liderazgo se desarrolla sobre las bases de la cooperación de los demás líderes de la Iglesia que siempre reconocerán en el Pastor a la persona puesta por Dios para dirigir la Iglesia, protegiéndola, cuidándola, para conducirla hacia los fines que Dios pretende.<br />
<br />
El Espíritu Santo, a través de los apóstoles, se encarga de establecer cuál debe ser la relación entre la persona que ejerce este don y los que están a su cargo.<br />
<br />
Por parte del que preside, la actitud es establecida en el mismo pasaje de 1 Timoteo 3:4,5 en 1 Pedro 5:2 y Hechos. 20:28: “Por tanto, mirad por vosotros y por el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la grey del Señor, la cual él ganó por su propia sangre”. El verbo traducido aquí por “mirad” nuevamente es proístemi, en imperativo presente, lo que indica una obligación permanente, constante, por parte del que preside. El cuidado se dirige hacia dos áreas:<br />
<br />
1°. Cuidado de “vosotros mismos”. Esta idea es ratificada por Pablo cuando le dice a Timoteo: “Ten cuidado de tí mismo y de la doctrina” (1 Tim 4;16). El que dirige tiene la responsabilidad de cuidarse él mismo para no afectar a los que son dirigidos o presididos.<br />
<br />
2°. Cuidado hacia los presididos. Encontramos concretamente los siguientes pasajes:<br />
<br />
1 Timoteo 5: 17: “Los ancianos que gobiernen bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar”. El verbo traducido como “gobernar” justamente es proístemi. Una traducción del pasaje sería: “Los ancianos que presidan cuidando, protegiendo, preocupándose bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar (lit. la palabra y la enseñanza)”. En el ejercicio del cuidado y dirección de la Iglesia se insta a los creyentes a manifestar su espíritu de reconocimiento y gratitud hacia los que dirigen. Una de las formas prácticas en que se manifiesta el rendirle los honores que les corresponden está descrita en el v. 18.<br />
<br />
1 Tesalonicenses 5: 12, 13: “Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros y os presiden en el Señor y amonestan, y que los tengáis en mucha estima y amor por causa de su obra”.<br />
<br />
Nuevamente aparece el verbo estudiado. Nuevamente se insta a extender un reconocimiento hacia aquellos cuyo trabajo o labor es cuidar, proteger, defender a los creyentes que están a su cargo. </div>
<div align="center">
<br />
<strong>LOS QUE ADMINISTRAN </strong></div>
<div align="center">
<strong>(1 Corintios 12:28). </strong></div>
<div align="justify">
<br />
El vocablo griego que se utiliza para esta palabra es el sustantivo kubérneseis. Lacueva (NT Interlineal Griego - Español) lo traduce como “dotes de direcciones”. El diccionario manual Griego Español VOX lo define de la siguiente forma: “Gobierno de una nave por medio del timón; dirección”; y el diccionario Griego - Español SOPENA: “Acción de gobernar con ayuda del timón”.<br />
<br />
La familia de palabras a la que pertenece este término constituye un conjunto de vocablos del lenguaje marítimo o naval. El verbo del cual deriva este sustantivo, kubernao, significa: dirigir, conducir, guiar, pilotar, gobernar; administrar. Otros términos relacionados son, por ejemplo, kubernetér: piloto; timonel; comandante de la marina; kuberneía: fiesta de los pilotos, en Atenas.<br />
<br />
Es interesante observar que, aún cuando existen diversos vocablos griegos usados por los apóstoles para nombrar y describir la acción de liderazgo y gobierno, sin embargo este es el único lugar donde se emplea este término. El uso específico del mismo parece reflejar el énfasis que el apóstol da al aspecto directivo del gobierno de la Iglesia Local para que esta no quede sin dirección espiritual. Siendo él un viajero marítimo durante gran parte de su vida, habiendo visto la pericia del timonel en medio de las tormentas en el mar, puede haber tenido en cuenta todo este cuadro, cuando él utiliza esta palabra para designar la naturaleza de esta capacidad del Espíritu, que dota a personas para que ayuden en la dirección de este “gran barco” llamado Iglesia.<br />
<br />
Podríamos agregar que este don implica dirección, control, organización y administración. Un vocablo castellano, derivado del griego kybernésis, es “cibernética”, la ciencia de la comunicación automatizada, cuyo ejercicio implica organización, dirección y administración.<br />
<br />
Originalmente, la Iglesia primitiva se gobernaba por medio de un grupo hombres los cuales eran llamados “ancianos” (Sant. 5:14) que, por su ministerio, parece aludir a pastores ayudantes, dentro de los cuales había uno principal al que llamaban obispo o sobreveedor (epískopos: inspector, ...) y al cual, por su autoridad, los otros quedaban sujetos (Hch. 14:23; 15:4; 20:17; 1 Ti. 5:17; Tit. 1:5; Sgo. 5:14; 1 P. 5:1; 5:5). Me parece que estos “dotes de direcciones”, “ministradores” o “administradores”, eran ejercidos mas bien por hombres cuya tarea era ayudar en todos los trabajos de carácter espiritual de la Iglesia y que, conjuntamente con los diáconos, formaban el cuerpo directivo de la Iglesia Local. O sea, los diáconos administraban, ayudaban, en todo trabajo relacionado con el aspecto físico y material, y los ancianos desarrollaban tareas directivas, administrativas y organizativas de carácter espiritual, encomendadas por el obispo o pastor. </div>
<div align="right">
<br />
<strong>Necesidad de capacidad administrativa dentro de la Iglesia.</strong></div>
<div align="justify">
<br />
Un barco sin dirección, navega a la deriva. Un avión sin piloto, vuela hasta estrellarse. Un coche de caballos que no tenga quien lo conduzca andará errante sin rumbo fijo, o desbocado rumbo a un precipicio. Un negocio sin un administrador, quiebra. Una casa sin cabeza, se destruye. Una Iglesia sin administración directiva es presa de Satanás y destinada a destruirse. Jesús comparó a sus siervos con mayordomos al cuidado de sus bienes. Los hizo cargo de la administración de sus asuntos en tanto que él regresara. Recabó de ellos fidelidad, idoneidad, laboriosidad, diligencia, optimismo. Depositó toda su confianza en sus capacidades para la administración de su empresa, porque Él mismo se estaba encargando de capacitarlos para tales fines. Las capacidades y dotes que ellos necesitaban eran de carácter espiritual, porque era una empresa también de carácter espiritual la que ellos iban a administrar. Y, mediante la acción del Espíritu Santo, obrando como Espíritu directivo, proveyendo para ellos sus dones, iban a ser capaces de “guiar la embarcación”, “gobernar los asuntos de Su casa”, “dirigir Sus negocios” con sabiduría y eficiencia. A Su regreso, vería los frutos del trabajo de sus administradores y junto con la cosecha, la recompensa por el buen trabajo realizado.<br />
<br />
Todos estos dones son un instrumento efectivo para contribuir a que la Iglesia crezca, se desarrolle, madure y en unidad se proyecte para alcanzar objetivos divinos.</div>
</span>El pastor Luis E. Llaneshttp://www.blogger.com/profile/05500513164562547209noreply@blogger.com0